Los habitantes de Nuevo Balsas, una comunidad de Cocula, se están enfrentando a un monstruo: la minera Media Luna, filial a la canadiense Torex Gold, que apenas hace un año comenzó a explotar los cerros de ese pueblo, pero que ya los carcomió casi a la mitad.
Los habitantes de ese lugar estuvieron hoy en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero (Coddehum) para pedirle al presidente, Ramón Navarrete Magdaleno, que intervenga, porque la presencia de la minera comenzó a enfermarlos, intenta terminar con su fuente de empleo: la pesca, y los acosa la delincuencia.
Por ello, quien habló con el presidente del organismo pidió a los reporteros no citar su nombre. “Estamos enfrentándonos a un monstruo”, dijo en una posición clara de su realidad.
Los habitantes de Nuevo Balsas que no están de acuerdo con la minera fueron parte de un contingente de organizaciones que llegó a la Coddehum a pedir el respaldo del organismo
Este grupo de habitantes de Nuevo Balsas sostiene que la minera les ha traído más afectaciones que beneficios: desde que comenzó a explotar minerales –eso apenas el año pasado, aunque inició exploraciones desde 2007– las detonaciones de mediodía cimbran el pueblo, y eso ahuyenta a la mojarra. Nuevo Balsas está ubicado a la ribera de la presa El Caracol; cuando la CFE los reubicó (en 1986) a cambio de permitir la construcción de la hidroeléctrica les generó una fuente de empleo: el cultivo y pesca de la mojarra.
Con la llegada de la minera también les llegó la delincuencia, soltó el mismo que pidió obviaran su nombre por seguridad. En las negociaciones de renta de tierras entre la minera y Nuevo Balsas, los ejidatarios –que no rebasan los 100, cuando en la comunidad viven más de 2 mil habitantes– no negociaron beneficios para todos los habitantes pueblo.
A este grupo les ronda en la cabeza, según dijo, que la contaminación, producto de la explotación de oro y otros minerales en Nuevo Balsas, ya comenzó a hacer de la suyas en el pueblo, por ejemplo, notó que les da gripa y tos más seguido y que en la piel les salen ronchas. A los trabajadores u obreros de la minera, ya tienen lesiones en la piel; un empleado del área de filtros, que se supone en el último eslabón del proceso de separación del mineral de la roca, denunció que la mayoría de sus compañeros tienen llagas.
La contaminación supone está por todos lados del pueblo –la minera sólo está tras una loma de distancia de los habitantes (“dos kilómetros su fuera en línea recta”): en el suelo, aire y agua. El mismo hombre que pidió su anonimato, planteó a Navarrete Magdaleno que les ayude a gestionar que la Universidad Autónoma de México (UNAM) o el Instituto Politécnico Nacional (IPN) realice pruebas toxicológicas para saber el nivel de toxicidad en el ambiente y en sus cuerpos.
Hace días estuvieron en el pueblo personal de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) levantando algunas muestras para practicar exámenes que a ciencia cierta no saben de qué se tratan, pero aducen una complicidad entre la empresa, gobierno y universidad (administración central). En síntesis: rechazaron que sea la UAGro la institución encargada de las pruebas. No confían.
Aun cuando el presidente de la Coddehum, quien de entrada les dijo que la competencia del organismo es limitada porque se trata de un particular, los habitantes desahogaron sus inquietudes.
Hablaron hasta de las múltiples reuniones con gente de gobierno y el gobernador Héctor Astudillo Flores, quien, aseguró la voz que asumió la representación de ese grupo del pueblo, les garantizó que él estaría con ellos, porque son quienes les importan, por ser guerrerenses, pero, al final, sólo les garantizó obras. “Nosotros no queremos obras, para qué queremos un pueblo contaminado con obra”, agregó.