La alegría de Luis Gioja, gobernador de San Juan, no puede ser más completa. Redireccionado hacia su nueva postulación y posiblemente la extensión de su mandato, la bandera de la Barrick, que ondeó detrás de la cabeza de Cristina Fernández en los actos, envolvió la campaña por el «Sí» y le dio aire al gobernador en pago por los favores recibidos. Desde 2006 a hoy la minera presentó solo 31 declaraciones juradas; sobre eso paga el 3% y aún así le debe 300 millones a la provincia por regalías no liquidadas. Sobran los motivos para que Gioja esté contento con su re-reelección.
10/05/2011. La primera impresión que causa al lector desprevenido, es que la sociedad de San Juan apoya decididamente la reelección de Luis Gioja, sin embargo, a pesar de los impactantes números por el cual ganó el «Sí» este último domingo (64%) gracias a la desidia de la mayor cantidad de ciudadanos que no fueron a votar, el gobernador pudo manipular los escasos sufragantes que le dieron aire político para posicionarse de cara al mes de octubre.
Y aunque este no sea el tema central de la nota, tiene incidencia directa sobre lo que vamos a hablar: la minería, porque Gioja, que ha sido acusado de corrupción en los contratos firmados con la minera Barrick Gold, en representación de la provincia, advierte que se le abre el panorama político ante la posibilidad de ser reelegido y proseguir con la brutal entrega de las riquezas provinciales, en manos de la minera canadiense y a instancia del gobierno nacional, como lo ha hecho hasta ahora.
Tal como señala un artículo del diario La Nación, Barrick Gold desde que comenzó a extraer oro en el yacimiento Veladero, en el año 2006, en cinco años solo presentó 31 declaraciones juradas, donde consta el material extraído.
Hay dos cosas graves en esto: primero que sea la empresa quien «da fe» de lo que extraen, porque es en relación a esa estimación, sobre la cual la minera paga el 3% de regalías al Estado; pero más grave aún es que la multinacional le deba a la provincia por regalías no liquidadas, la suma de 300 millones de pesos y que sobre todo esto el Tribunal de Cuentas de San Juan no haya aprobado ninguna de esas 31 declaraciones juradas porque ha considerado que fueron liquidadas con defectos.
En este sentido y tras la denuncia de Ricardo Basualdo, ex Director del Instituto de Minería de la provincia cuyana, el Tribunal de Cuentas, estimó que el perjuicio para el Estado es de aproximadamente el 49%, señalando que esos 300 millones de pesos que adeuda la minera podrían perderse.
En contrapelo con la decisión del Tribunal, Gioja nunca objetó las declaraciones, que de acuerdo a lo advertido por Basualdo, comenzarán a prescribir tras cinco años de silencio.
Ahora Gioja restringió las funciones del Tribunal de Cuentas que ya no puede objetar las declaraciones juradas de las mineras ni abrir investigaciones sobre los funcionarios.
Pero si todo lo expresado hasta aquí dejaba alguna duda de que Gioja es el brazo político de la Barrick, digamos que el gobernador limitó por ley su propia facultad para controlar los volúmenes físicos del mineral extraído. Indudablemente se autolimita, como forma de sacarse de encima la responsabilidad que le pueda caber en el futuro por el saqueo que está permitiendo desde su sillón de gobernador de la Barrick.
Con estos antecedentes, una parte de la población sanjuanina le dijo a Gioja que puede volver a presentarse en las próximas elecciones. En San Juan existen más que sospechas, de la complicidad que hay entre los negocios del poder con la multinacional minera.
Algunos nos preguntamos si en realidad Gioja solo hace negocios propios o es puente para que alguien del poder nacional lucre en su favor o a favor de su partido, a costa del oro de su provincia; la misma modalidad que se usa en otras provincias argentinas donde se entregan los recursos naturales indisimuladamente, porque en el fondo son intereses superiores los que rigen esta modalidad de explotación, enmarcada en una política de estado donde, como dijeron los representantes de Panamerican Silver en Chubut la minería se hace, no se discute; como aquí, en Santa Cruz.