Por: Tatiana Acevedo
EN DÍAS PASADOS EL DIRECTOR DE Asuntos Públicos de la compañía minera canadiense Greystar Resources le explicó a la prensa bumanguesa que el proyecto “Angostura” no afectará las cuencas hídricas de ningún páramo y que su plan de manejo ambiental es sostenible. “Hay que tener en cuenta que incluso el Instituto Von Humboldt en su atlas reconoce que la jurisdicción de Santurbán es un distrito minero desde tiempos de la colonia”, explicó el ejecutivo.
No obstante las buenas nuevas del empresario canadiense, en Bucaramanga la sociedad civil se ha organizado para oponerse al otorgamiento de la licencia ambiental que abriría la puerta a la explotación. Comerciantes, sindicatos, universidades, ONG e incluso la Asamblea Departamental resaltaron la potencial contaminación y la extinción de fuentes hídricas que traería consigo el proyecto. La Corporación Autónoma para la Defensa de la Meseta, a su vez, denunció incumplimientos en el mantenimiento de la cobertura vegetal de la zona, y eso que estamos apenas en la fase de exploración.
Y es que no sólo los santandereanos desconfían. En el mundo ya son varias las reticencias contra las empresas de minería canadienses que, según el informe presentado en octubre por el diario Le Devoir, son las que detentan el récord de conflictos medioambientales y laborales más alto del mundo. Los ejemplos de catástrofes ambientales, violaciones a los derechos laborales y asesinatos de sindicalistas son tan numerosos que el partido de oposición canadiense, liderado por Michael Ignatieff, está interesado en lograr que el Parlamento, en Ottawa, les imponga regulaciones a las empresas extractivas canadienses que operan en otros países.
Con todo, la Greystar, inmune a las manifestaciones, se queja por “las demoras” en su licencia ambiental. Antes que emitirla y poner en peligro el futuro del agua en la región, alguien debería explicarles a las directivas de la compañía y a su director de asuntos públicos que ya no estamos en los “tiempos de la colonia”.