La legislación que los protege fue sancionada hace dos años, pero su aplicación está siendo demorada. Cristina la vetó en 2008, casi como un gesto de gentileza a la presión para que no existiera ejercida por las mineras que operan en el país, pero la ley de glaciares terminó por ser sancionada y promulgada, a su pesar, el 28 de octubre de 2010. Desde entonces, su aplicación es deuda: primero la frenó la Barrick, en fuero judicial, y ahora, tras un fallo de la Corte que ratificó su vigencia, es el Gobierno quien dilata su aplicación.
La norma tenía por objeto preservar a los glaciares como reservas de agua y prohíbe cualquier actividad sobre su superficie. Para eso ordenaba la realización de un inventario de todas las masas de hielo y áreas periglaciares del país. Definía un plazo de 180 días para la realización del relevamiento, y nombraba al Instituto Argentino de Glaciología y Nivología (Ianigla), con sede en Mendoza, como autoridad de aplicación.
Más de dos años después, el Ianigla no consigue explicar por qué todavía no se terminó de hacer el inventario, lo que permite a las megamineras seguir operando sin restricciones. Pero además son las mismas autoridades del organismo las que vienen promoviendo cambios en el mecanismo establecido por la ley para hacer el conteo.
El diputado Julio Martínez (UCR-La Rioja) aseguró a Clarín que no existe presupuesto para que este año se concrete el inventario. «Darle presupuesto –explicó– significa que el Ianigla tenga plata para contratar técnicos, comprar vehículos y equipamiento adecuado para subir a la montaña. Son 11 provincias argentinas y casi 4 mil kilómetros de Cordillera donde hay que ir a buscar glaciares. Y el Ianigla no tiene posibilidad de hacerlo porque carece de medios económicos».
Pero ocurre algo más. Martínez dice que se está liberando a las provincias la potestad de contar los glaciares dentro de sus límites (ver recuadro). «Están dejando a Beder Herrera y a Gioja hacer el inventario, los mismos gobernadores que dicen que no hay glaciares. O a Corpacci, que reprimió por pedido de Bajo La Alumbrera'», dice.
El Ianigla es una unidad del Conicet en la que participan además la Universidad Nacional de Cuyo y los Gobiernos de Mendoza y San Juan.
Clarín pidió una entrevista con su titular, el geólogo Ricardo Villalba. Pero la petición fue enviada a canales burocráticas y el diálogo no se concretó. Sectores del ambientalismo vienen denunciando una sospechosa cercanía entre funcionarios del instituto con lobbistas del sector minero: una posible incompatibilidad de funciones, al menos ética.
La vicepresidente del Ianigla, Claudia Viviana Rubinstein, doctora en Geología, está casada con el geólogo Martín Carotti. Carotti estuvo al frente de la Asesoría de Relaciones con la Comunidad de la empresa Minera El Portal / OSISKO Mining en La Rioja y es señalado por los asambleístas de Famatina y Chilecito como quien colaboró en las tareas de inteligencia que derivaron en el armado de listas negras de manifestantes antimineros en diciembre de 2011.
Rubinstein, según un informe de las Asambleas Ciudadanas La Rioja, sería socia de su esposo en la compra-venta de propiedades mineras. Diferentes documentos lo certifican, y también Rubistein.
Clarín mantuvo este diálogo con la funcionaria: –Circula un informe en el que se la involucra a usted y a su marido en negocios mineros.
–Yo no estoy involucrada. Estoy difamada.
–¿Tiene algún tipo de negocio?
–Los cateos que tengo con mi marido los tengo, pero son otras cuestiones, que ya expliqué en su momento ….
–¿Qué es un cateo?
–Un cateo es un permiso de exploración de yacimientos. Eso cualquiera lo puede tener. Vaya a la Secretaría Minería y fíjese quién tiene cateos.
–¿Su marido es empleado de Osisko?
–No, fue consultor.
–¿En qué etapa está el inventario de glaciares?
–Se está haciendo.
– ¿Pero dónde podemos acceder a esa información?
–La información está, pero lo que pasa es que no tiene por qué llegar a los medios.
–¿Por qué la aplicación de la ley se demora? Ya pasaron los 180 días de plazo para hacer el inventario.
–Para que las cosas se pongan en marcha hay que pasar un tiempo.
Después de este diálogo, Martín Carotti, se comunicó con Clarín y dijo que tanto él como su mujer son objeto de una campaña difamatoria. «En cuanto a mi supuesto trabajo como «lobbista», en realidad me dedico al diseño de contenidos técnicos de comunicación minera –explicó–. Claro, no cuento con la simpatía de los ambientalistas».
También ofreció la dirección de su blog, donde reconoce que trabajó para Osisko en la época de los conflictos del Famatina y que es socio de su esposa en propiedades mineras. «Somos socios por relación conyugal, todo contrato de exploración debe ser firmado por ambos», explica y aclara que «las escasas propiedades mineras vigentes a su nombre y los contratos firmados en calidad de cónyuge, son anteriores a su función en la vicedirección del instituto».
El mes pasado se cumplió el primer aniversario del corte ambientalista al pie del Famatina, en La Rioja. Entonces los manifestantes expresaron que no dejarían pasar a nadie que no sea del Ianigla para hacer el inventario demorado de glaciares que exige la ley. Huelen que algo, del mecanismo establecido, no termina de quedar claro, y tienen razones para sospechar.