Glaciar Spegazzini, del Parque Nacional Los Glaciares, de Argentina, fotografiado el 23 de febrero del 2011. Hay decenas de glaciares en la zona andina, en la frontera argentino-chilena, que son objeto de un intenso debate relacionado con la minería y el peligro de que esa actividad destruya esas masas de hielo vitales para la humanidad.
SANTIAGO, Chile — El significado de la palabra glaciar está en el centro de una batalla legislativa chilena que podría decidir el futuro de la minería de uno de los principales productores de cobre del mundo.
El resurgimiento de un proyecto de ley en el Congreso que busca proteger los glaciares mediante la prohibición de la minería en zonas de glaciares demarcadas según una definición bastante amplia, ha desatado un gran debate entre empresarios, agricultores y ambientalistas en torno a cómo proteger la fuente de agua y la industria minera al mismo tiempo. Si la ley es aprobada, algunos expertos creen que podría paralizar proyectos mineros de miles de millones de dólares y afectar las inversiones.
La clave será determinar si los glaciares incluyen las áreas periglaciales a su alrededor y si las protecciones se aplicarían retroactivamente a las minas que ya están operando junto a ellos. «Si se aprueba la ley con condiciones duras podría perjudicar no solo las operaciones de proyectos actuales sino también proyectos futuros», declaró Juan Carlos Guajardo, director del centro de estudios de minería CESCO en Chile. «Dependiendo de las condiciones, podría resultar muy difícil desarrollar la actividad minera en zonas de alta montaña».
Ambientalistas dicen que los glaciares desempeñan un papel tan importante en la protección del agua de Chile que es razón suficiente para expandir su definición.
Un glaciar es una masa de nieve compacta que forma hielo y que sobrevive en los meses de verano. Son importantes porque actúan como represas naturales y almacenan agua a ser usada todo el año luego de que la nieve del invierno se ha derretido. Incluso los glaciares pequeños pueden almacenar cantidades enormes de agua que resulta vital en los meses cálidos y, sobre todo, durante períodos de sequía.
Del otro lado de los Andes, en Argentina, una ley del 2010 hace una definición muy amplia de los glaciares, que teóricamente protege no solo las masas heladas que la mayoría de la gente asocia con ese término sino también los «glaciares de roca» y aguas subterráneas congeladas dentro de las montañas donde los glaciares ya se han derretido en la superficie. El Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, que tuvo un papel importante en la elaboración de la ley de glaciares, promovió esa definición porque se cree que la mayor parte de las aguas de glaciares provienen de esas reservas.
La ley argentina casi no se hace cumplir por ahora, pero la minería todavía tiene mucho por desarrollarse al este de la cordillera de los Andes.
En Chile, en cambio, un paso de ese tipo podría tener un impacto mucho más grande en el suministro mundial de cobre y oro.
La minería le ofrece a los pobres de Chile su mejor oportunidad de acceder a la clase media, especialmente en las zonas desérticas del norte. El cobre genera una tercera parte de los ingresos del gobierno y el estado tiene la política de aumentar las reservas nacionales durante períodos de precios altos.
Chile tiene algunas de las normas más estables de América Latina respecto a la minería, el pilar de su economía. Pero tiene además la mayor cantidad de glaciares, que van desde la helada Patagonia hasta sus latitudes más al norte.