Por Dr. Carlos Seara
La marcha «Caminata por la Vida» contra la actividad minera en Andalgalá, dió dos vueltas a la plaza y luego pasó frente a las oficinas de Yamana Gold (Agua Rica) donde unos treinta «patovicas» alcoholizados algunos, compenetrados de su rol de vendepatrias, nos esperaban en la vereda para provocarnos, desacreditando nuestra lucha, olvidándose que son parte del pueblo argentino. Hubo algunos golpes, pero la instancia no pasó a mayores.
Amigos y compañeros de lucha:
El sábado 11 de junio me encontraba en la ciudad de Andalgalá – Catamarca, cerrando un Seminario Ambiental organizado por el Instituto de Formación Docente «Simón Bolivar» de la ciudad de Córdoba que estuviera a mi cargo y destinado a la capacitación de profesores de Geografía para el nivel medio de enseñanza.
Fue mi intención que los capacitandos se contactaran con la realidad que viven las localidades acuciadas por la soberbia de las megamineras y de aquellos que trabajan en ellas, como así, de las condiciones ambientales en que deben vivir y desarrollar sus actividades.
En la ocasión integramos la marcha habitual de los sábados, alrededor de la plaza, en apoyo a los reclamos de la Asamblea El Algarrobo y del pueblo de Andalgalá en contra de los atropellos de las mineras de La Alumbrera y de Agua Rica.
Para los profesores sumarse a quienes coreaban el Himno Nacional y prenderse a esa larga bandera argentina fue una experiencia emocionante, sentir de golpe que ellos, más allá del aula, eran protagonistas de la historia, sentían que la patria les latía muy adentro. Los he visto ansiosos por captar imágenes, mientras algunas lagrimas escurrían por sus mejillas. No puedo decidir si eran momentos de unción y recogimiento o el instante propicio para que pudiéramos pechar, desde adentro, toda esa bronca contenida y amasada por un tiempo largo en que somos espectadores de una entrega sin sentido.
La marcha dió dos vueltas a la plaza y luego pasó frente a las oficinas de Yamana Gold (Agua Rica) donde unos treinta «patovicas» alcoholizados algunos, compenetrados de su rol de vendepatrias, nos esperaban en la vereda para provocarnos, desacreditando nuestra lucha, olvidándose que son parte del pueblo argentino. Hubo algunos golpes, pero la instancia no pasó a mayores.
Regresé a mi Córdoba con la idea de dar a conocer lo sucedido, un eslabón más de esta cadena de desaciertos, y con el convencimiento que estos señores del hemisferio norte, se sienten dueños absolutos de lo que por legítimo derecho nos pertenece y defendemos.
Dr. Carlos Seara
Geólogo