A través de una medida que demanda un gran esfuerzo para quienes la sostienen, se viene realizando un bloqueo selectivo y coordinado en Belén, Tinogasta, Andalgalá y Amaicha del Valle (Tucumán) que impide el paso de transportes con insumos para Minera Alumbrera, sin obstruir el libre tránsito para el resto de la ciudadanía.
Esta medida, que ha concitado una importante difusión a través de medios de comunicación nacionales, y que ‘extrañamente’ contrasta con la escueta cobertura de medios locales, constituye una nueva expresión de la larga resistencia social que nuestra sociedad viene sosteniendo contra el modelo de minería transnacional a gran escala, impuesto a fuerza de distintos mecanismos y estrategias de coerción social. A falta de un genuino respaldo, este tipo de minería ha concitado un persistente rechazo social fundado en la constatación fehaciente de sus efectos y consecuencias ecológicas, económicas, políticas y culturales. Rompiendo la comodidad de la rutina cotidiana y las dificultades propias de la vida social de nuestros días, grupos crecientes de personas ‘comunes y corrientes’, hacemos un tiempito para ocuparnos de lo que es responsabilidad de toda/os: el cuidado del agua y de los ecosistemas que la ‘producen’, porque entendemos que es la vida misma lo que está en juego.
Ya es redundante y de sobra conocido el desolador paisaje socioeconómico y político dejado tras quince años de este régimen de extractivismo neocolonial: empobrecimiento y asistencialización generalizada de la población; falta de empleo, de futuro, de agua y de luz eléctrica; naturalización de la devastación ecológica; institucionalización del clientelismo y la corrupción; deterioro de la representatividad, de la gobernabilidad y del estado de derecho; degradación de la cultura democrática al ritmo de la profundización de las desigualdades sociales. Ni con la intensificación de la dádiva estatal y/o corporativa, ni con una cultura de miedo fabricada en una población cautiva del ‘empleo’ público, el ‘modelo minero’ ha logrado estabilizarse. Lejos de las ´promesas desarrollistas’, nos estamos convirtiendo en una sociedad en franca decadencia; sin identidad ni rumbo histórico propio; corrompida por el poder y la codicia, y atravesada por un conflicto estructural no resuelto.
Frente a este escenario, juzgamos como saludable la digna rabia que se expresa en el bloqueo selectivo a los camiones mineros. Es una fiebre que indica el malestar político de una sociedad donde sus ‘representantes’ van a contramano de los intereses generales de su población y en la que, como dice Eduardo Galeano, ‘todo anda patas para arriba’.
¿Qué democracia es ésta, en la que su ‘pueblo’ tiene que salir a las rutas para hacer oír su voz? En la que los gobernantes, la ‘Justicia’ y las fuerzas públicas de seguridad actúan como mandantes de las corporaciones transnacionales que nos saquean, a costa de la vulneración de derechos y la criminalización de sus propios comprovincianos? A la larga lista de persecuciones y judicialización de la protesta, se acaba de lograr el triste honor de ser la primera provincia del país en ‘estrenar’ la perversa ley anti-terrorista recientemente sancionada en la Nación, usada por el fiscal Landívar para detener violentamente a veinte compañera/os en Santa María. Estando en el bloqueo de la Ruta 40, a la entrada de Belén, las radios locales acusaban de foráneos a quienes fuimos de otros departamentos y provincias a apoyar la medida. ¡Nos trataban de foráneos a capitalinos, andalgalenses, tinogasteños, o aún riojanos que estábamos en la ruta!! Comprovincianos (mal)tratados como foráneos por voceros locales que asumían como propia los intereses de una corporación (y un negociado) realmente extranjeros!
La razón colonial bloquea el pensamiento propio. Todo lo mira con una mirada invertida: la democracia no es el gobierno del pueblo, sino de los inversionistas; el progreso es devastación; el crecimiento y el ‘derrame’ es profundización de las desigualdades estructurales; la cultura local que resiste la mercantilización es barbarie, mientras que los ‘civilizados’ son los que usufructúan de la entrega de los bienes comunes de nuestro territorio.
Frente a este problema de fondo reacciona el bloqueo: no es sólo de rechazo a la economía neocolonial de enclave que representa el ‘modelo minero’; es, más en profundidad, un rechazo al colonialismo y a la colonialidad. El bloqueo expresa un pensamiento y un sentimiento de descolonización. Denuncia que el actual gobierno provincial pretende avanzar con el modelo minero aún a costa del amplio rechazo social y del inexorable fracaso que representa, queriendo ocultar y negar la conflictividad social que provoca. Se denuncia puntualmente que Xstrata, con la complicidad del gobierno, está avanzando en el proyecto Agua Rica, en flagrante violación a la orden judicial de suspensión de operaciones. Que burlando la ley nacional de protección de Glaciares y el régimen de resguardo del Convenio Internacional de Sitios Ramar, varias empresas mineras están realizando cateos y exploraciones en las altas cumbres de los departamentos Tinogasta, Antofagasta y Andalgalá.
A través del bloqueo interpelamos también a los gobiernos provincial y nacional, que dicen asumir la representación de un proyecto político ‘nacional y popular’: ¿cómo justificar desde ese posicionamiento la defensa de un régimen impuesto bajo las reformas neoliberales del menemismo, bajo un marco jurídico nacido de la dictadura de Pinochet en Chile y luego extendida por presión del Banco Mundial a toda América Latina? La soberanía hoy se defiende, no de potencias extranjeras que vienen a ‘ocupar militarmente’ nuestro territorio. Eso es el colonialismo del siglo XIX; Malvinas es un doloroso resabio de ello. El colonialismo del siglo XXI se ejerce a través de empresas transnacionales que exigen marcos legales favorables a sus ‘inversiones’ para explotar nuestros recursos, profundizando las desigualdades ecológicas y el retraso tecnológico de nuestro pueblo.
Por eso, decimos: ni un proyecto minero transnacional más en nuestra tierra! Reclamamos al gobierno provincial la inmediata des-adhesión al régimen minero nacional y la sanción de una ley provincial de prohibición de mega-minería a cielo abierto; y al gobierno nacional, la urgente revisión y modificación del perverso marco normativo minero de los ’90 (Ley N° 24.196 y correlativas).
Por eso, esta lucha, este bloqueo es por la erradicación de la minería transnacional a gran escala. Pero nuestra batalla de fondo es contra el colonialismo (externo e interno) y por la emancipación. Por la construcción de una nueva sociedad socialmente justa, políticamente democrática y ecológicamente sustentable. Ahí, las razones del bloqueo…
Horacio Machado Aráoz
Colectivo Sumaj Kawsay –AsaNoa Catamarca – UAC