Con la asistencia de más de 130 personas en el Salón Boyacá del Capitolio Nacional concluyó el Foro sobre Situación Ambiental y Cambio Climático, realizado el pasado lunes 6 de diciembre. La instalación estuvo a cargo del Senador Jorge Robledo, del PDA, quien señaló que, si bien otras causas interfieren en la variación de las temperaturas del planeta, existe una responsabilidad humana que hay que atribuir a las potencias capitalistas del mundo por sus maneras de producción que atentan contra el ambiente. El modelo capitalista de producción distinguido por la codicia y por ponderar más al poseer que al ser, dijo el senador, es el principal agravante de la situación climática mundial. En el foro se habló de los fluorocarbonados, una sustancia inventada por la empresa de automóviles Ford en 1935 para generar frío, cuya aparición fue el comienzo de la destrucción de la capa de ozono y puso en peligro la existencia de la vida. Por 12.000 años las concentraciones de CO2 se mantuvieron en 280 ppm, pero en tan solo 100 de industrialización y capitalismo se elevaron a 390 ppm. A esa velocidad en cuarenta años las concentraciones llegarán a 500 ppm, un nivel suficiente para que se produzca una catástrofe en la tierra.
Por ello en las negociaciones internacionales sobre el clima el movimiento social y los pueblos del mundo, acatando el llamado del Acuerdo de los Pueblos en Cochabamba, exigen a los países desarrollados en la COP 16 de Cancún, una reducción del 50% de la producción de sus gases de efecto invernadero para el segundo periodo del protocolo de Kyoto, la estabilización de la temperatura global en 1ºC, y la concentración de gases hasta 300 ppm.
Pero para ello, se dijo, los países que más contaminan deben asumir sus responsabilidades y responder por los daños ambientales, sociales, económicos y culturales causados por su violenta intervención a la naturaleza. Solo así podrá evitarse el desastre de la vida.
EE.UU., por ejemplo, produce anualmente 1482 millones de toneladas de CO2, es el mayor emisor del mundo, sin embargo, en cuanto a consecuencias, son los países más pobres quienes llevan la mayor carga. Entre 1974 y 1998 la temperatura del planeta aumentó en 0.2ºC, pero en Los Andes este aumento fue equivalente a 0.34ºC, es decir, 70% más de aumento que en los países más contaminadores.
El foro destacó que el capitalismo ha tomado la forma de la extracción ilimitada de la riqueza natural olvidando que ésta no es infinita. Todos los expositores coincidieron en que es el resultado de la primacía del interés económico de grandes empresas como las de la energía y los hidrocarburos, la minería, el agua, los agro-negocios. Y esto conlleva las alteraciones climáticas que afectan los territorios, muchos de ellos sagrados para las culturas ancestrales.
Por eso allí también se insistió la necesidad de cuidar la tierra y reivindicar sus derechos, a fin de preservar la riqueza cultural de los pueblos antiguos que habitan los territorios del mundo. En Colombia, de acuerdo con lo revelado en el foro, se han declarado 32 pueblos indígenas en vía de extinción, no solo a causa de la violencia sino también del cambio climático. En la mayoría de los casos las alteraciones de la vida natural destruyen la relación de los pueblos originarios con la tierra, ocasionando graves malestares sociales y físicos, y también espirituales.
Para el caso de la minería en Colombia, se consideró que lo que el gobierno llama una línea fuerte de la economía es una situación que aumenta la vulnerabilidad del país. Afecta las fuentes hídricas, desgasta los suelos, compromete el desarrollo de la economía campesina y genera enfermedades en la población. A propósito del Páramo de Santurbán, de donde la multinacional minera Greystar quiere extraer el oro, se habló de La Escombrera, un proyecto de casi 400 ha para ubicar los escombros de la minería y la basura de Bucaramanga, el cual tendría 900 metros de altura y una capacidad de almacenar 717 millones de toneladas de desechos. Esto alcanzaría para depositar allí basuras por término de un millón de días o 2.700 años.
Y sobre la producción de energía mediante el sistema de hidroeléctricas, también llamadas dinosaurios, se reveló que no queda ninguna en Colombia que sea propiedad del estado porque todas ya han pasado a manos de la inversión privada transnacional. El caso de Endesa, según lo comentado en el Congreso, refleja el tipo de relación entre el gobierno y las grandes empresas en el país. Esta empresa le reclamó al gobierno colombiano el haber llevado una posición a la COP 16 sin haberles consultado, desconociendo los acuerdos realizados en los debates previos al Plan Nacional en de Desarrollo 2010-2014 (documento Plan Energético Nacional), lo cual obstaculiza la expansión de sus negocios en territorio nacional.
En conclusión, se reiteró la necesidad de cambiar el sistema de producción mundial y enfrentar la crisis del clima con soluciones efectivas que no dependan de la especulación financiera en los mercados internacionales. El problema no es la tecnología ni el desarrollo de las fuerzas productivas de un país, sino la manera en que éstas se emplean. El compromiso de las naciones del mundo es fundamental para lograr esta transformación y poder alcanzar de este modo la armonía entre los hombres en equilibrio con la naturaleza.