Todo empezó con la llegada de un circo y el paso de un camión cargado de balones de mercurio mal asegurados que se dirigía a Lima. Fue un viernes 2 de junio del 2000, entre las 4 y 6:30 de la tarde: 151 kilos de mercurio líquido de propiedad de la minera Yanacocha se derramaron a lo largo de 27 kilómetros de la vía que atraviesa la comunidad de Choropampa.
Atardecía cuando la gente se percató. El mercurio brillaba sobre la carretera. Desde sus altavoces el circo prometía diversión. Un grupo de trabajadores de la minera llegó esa noche y ofreció 100 soles por cada kilo recuperado. Decenas de niños se lanzaron a las calles con cucharitas en mano para juntar en tazas el líquido letal. Ese fin de semana el circo estuvo lleno de niños, repleto.
Unas 750 personas –40% de ellas menores de edad– sufrieron las secuelas de la intoxicación por mercurio. Las quejas por una serie de malestares físicos continúan hasta hoy. Pareciera que una epidemia de migraña se hubiera instalado en esta comunidad ubicada a tres horas de Cajamarca.
EL MERCURIO LES CAMBIÓ LA VIDA
Choropampa se dedica hoy más al comercio que a la agricultura, el 32% de su población tiene menos de 9 años y la desnutrición crónica se ha quintuplicado en los últimos 10 años. El día del derrame los hijos de Andrea Escalante –niños entonces– recogieron el mercurio en sus tazas.
Por la noche, luego de guardar el mercurio en sus cuartos, lavaron esas mismas tazas y se sirvieron café en ellas. “Vendimos el mercurio a Yanacocha porque mis hijos querían ir al circo”. Andrea se cubre el rostro con sus dos manos y dice que sus 8 hijos sufren ahora de constantes dolores de cabeza y temblores en el cuerpo. Su voz se detiene cada vez que un camión cruza la carretera.
Ese año 2000 Andrea Escalante y otros casi mil pobladores firmaron acuerdos extrajudiciales con Yanacocha. A ella le dieron 1.000 soles de indemnización y 2.000 soles por cada uno de sus hijos. Pero ese dinero no fue suficiente. “¿Qué iba a saber yo lo que gastaría luego en medicinas?”.
A cambio de ese acuerdo, renunciaba a alguna otra acción civil o penal contra la minera. Le dijeron que no podía hablar del tema porque era un acuerdo confidencial. Entonces, no contó nada.
DERECHOS VULNERADOS
La Defensoría del Pueblo consideró en su momento –y ahora se ratifica– que en estas transacciones “no debieron haber incorporado cláusulas que limiten la responsabilidad de dolo o culpa de quienes produjeron el daño”. En esos acuerdos renunciaban a cualquier otra querella. Según la misma defensoría, varias cláusulas de estos acuerdos afectan los derechos constitucionales a una tutela judicial y al debido proceso.
Los pobladores nunca iniciaron una demanda penal. El Ministerio Público tampoco lo hizo. Los funcionarios cometieron una larga y vergonzosa cadena de irregularidades que ahora se conocen. Cada una de ellas está documentada: suman más de 500 páginas, entre informes y expedientes técnicos. El Ministerio de Salud, por ejemplo, distribuyó un boletín en el que decía que “el mercurio sale solo”.
Mirtha Vásquez, miembro del consejo directivo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y abogada de Grufides, la ONG que hace 10 años trabaja en Cajamarca, dice que “nunca se formuló una denuncia penal por delito ambiental porque ninguna entidad elaboró un informe, ni el Ministerio de Energía y Minas ni el Ministerio de Salud ni los mismos fiscales”. Ella ahora busca la nulidad de estas transacciones.
DOLENCIAS CONTINÚAN
En marzo del 2008 la Dirección Regional de Salud de Cajamarca volvió a Choropampa. Tomó muestra de suelos e hizo un balance epidemiológico. El informe revela que 7 de las 18 viviendas evaluadas estaban todavía contaminadas con mercurio.
Al momento de la visita, el 78% de los pobladores declaró presentar dolores de cabeza, 45% visión borrosa, 42% fatiga, 33% parestesia en miembros superiores, 27% mareos. Todos, síntomas asociados a la contaminación por mercurio.
Como el estudio no era determinante recomendaron otros más. Pero nadie ha vuelto a Choropampa desde entonces.
Luego del derrame, 935 personas resultaron con niveles de mercurio por encima del máximo recomendado: 20 microgramos por litro (ug/L). Hubo pobladores que presentaron hasta 135 ug/L. Algunos creen que fueron muchos más.
Luisa Arribasplata, una enfermera del puesto de salud, quedó en coma por inhalar los vapores de este mercurio. Luisa sigue en coma. En Choropampa nadie se olvida de ella. Ni del circo.