Desde 2008 hasta la fecha se han invertido 19 mil millones de dólares en exploración y valoración mineras de acuerdo con la página del gobierno canadiense correspondiente a Recursos Naturales.
Un libro publicado en 2010 titulado Imperial Canadá Inc: refugio legal para la industria minera del mundo, lanza la teoría de que Canadá tiene un “legado imperial” desde su fundación en 1867.
“Apoya la especulación, habilita flujos de capital para financiar proyectos cuestionables en el extranjero, usa una diplomacia proactiva para promover la minería, usa paraísos fiscales en el Caribe, da subsidios gubernamentales, da un amparo legal para protegerse de litigios hechos por comunidades afectadas por la minería”, dice el libro.
Incluso, en Canadá existe el derecho a la “reputación” de las corporaciones, el cual hace que las empresas pueden demandar por “difamación” cualquier persona o entidad legal que cite documentos o generan análisis de sus prácticas corporativas.
También, durante el gobierno de Stephen Harper se han reformado más de 100 leyes ambientales como la Ley C-38 y C-45 para limitar la participación de grupos ecológicos y comunidades en las regulaciones ambientales y se han hecho más laxas las leyes sobre tierras navegables, protección de aguas, pesca y materiales peligrosos.
Además, desde el 2009 el Instituto de Defensa y Asuntos Exteriores de Canadá alertó sobre “grupos peligrosos” incluyendo “ecoterroristas” y “medioambientalistas de mainstream” como la organización Sierra Club.
Detalla Hart,
“Cada año hay más y más presión del gobierno frente a organismos ecológicos que resisten al modelo extractivista, hay un cierta retórica, un discurso que sale del gobierno que hasta hablar de los ecologistas como enemigos de Canadá.
“Estamos muy preocupados en Canadá con el gobierno actual. Cada año es más y más difícil oponerse a este modelo. Aunque al mismo tiempo hay una resistencia”.
Luchando contra Ayax
Kamloops es una ciudad de la Columbia Británica situada en la confluencia de dos ríos. El lugar ya cuenta con una mina de oro y cobre bajo tierra a cargo de la empresa Newgold a siete kilómetros de la ciudad. Sin embargo, actualmente las empresas KGHM y Abacus pretenden construir el proyecto Ayax (nombre del guerrero griego que no nunca pidió ayuda de los dioses en la batalla de Troya).
Don Bars, habitante y activista de la Asociación para la Preservación del Área de Kamloops (KAPA) cuenta a Apro que la mina Ayax será a cielo abierto a dos kilómetros de la escuela más cercana de la ciudad.
El proyecto está actualmente en proceso de evaluación ambiental, pero expondrá a más de 90 mil personas a polvo tóxico con arsénico y aluminio, además de que usará 15 mil millones de litros de agua al año, de acuerdo con la página de KAPA.
Barz denuncia que a los granjeros y rancheros locales los presionaron para vender sus tierras.
“Dijeron que crearían empleos, pero su negocio no es crear empleos, preservar el medio ambiente, su asunto es crear ganancias lo más barato que puedan”, dice Don Barz sobre la minería, “son como Casanova, llegan, enamoran, se aprovechan y se van”.
“Básicamente los gobiernos están abriendo las puertas y tratando de remover los obstáculos para que entre la minería y el petróleo y hacer lo que quieran”, agrega.
Denuncia además falta de información, falta de reconocimiento del lado de los políticos de sus preocupaciones, pues las autoridades locales “no toman postura” y las provinciales están a favor de la minera que promete 385 empleos durante la creación de la mina.
Ante la negativa de las autoridades de hacer una evaluación ambiental de alto nivel, los miembros de su ciudad colaboran junto con organismos como Mining Watch. Están, en palabras de Don, están intercambiando experiencias y puntos de vista para realizar un trabajo político y jurídico en defensa de su ciudad.
Barz advierte a las personas que viven en lugares donde se pretenden realizar proyectos mineros canadienses: “Harper está promoviendo minas alrededor del mundo. Va a prometerles prosperidad con la minería. Vean lo que ocurre en Canadá, aquí no hay prosperidad”.
Kitchenuhmaykoosib Inninuwug (El Lago de la Gran Trucha) está localizado a 600 kilómetros al noroeste de la Bahía del Trueno en Ontario, al sur de la Bahía del Hudson. El lugar es habitado desde antes de la colonización de Canadá por indígenas que se denominan con el mismo nombre del lago: KI.
Firmaron en julio de 1929 el Tratado 9, en inglés y fuera de la tradición oral de su pueblo, un tratado en el que, de acuerdo son su entender, compartían la tierra con “Su Majestad”, Rey de Inglaterra. Los gobiernos canadienses, especialmente el provincial de Ontario lo interpretan como si cedieran su territorio y recursos para siempre.
“Ellos han mandado a los súbditos de Su Majestad para venir a hurtar y saquear nuestras tierras y recursos. Esto ha sido hecho a menudo sin consultar a nuestra gente ni obtener nuestro consentimiento” denuncia John Cutfeet, indígena KI.
Sobre su experiencia con la mega minería, cuenta que el 16 de febrero de 2006 los KI encontraron a una compañía de exploración (Platinex Inc.) con un programa de perforación sin su consentimiento. Dijeron a la compañía que estaban trasgrediendo y se tenían que ir. Después de diez días la compañía regresó con una demanda de 10 mil millones de dólares contra su comunidad.
El 18 de marzo de 2008 se hicieron famosos los “seis KI”, el jefe Donny Morris, Jack McKay, Cecilia Begg, Sam McKay, Darryl Sainnawap y Bruce Sakakeep, sentenciados a seis meses en contra de la empresa Platinex por desafiar una orden de la corte que le daba a la compañía acceso inmediato a la tierra “desacato a la corte”.
Cufteet pudo librarse porque probó la inconstitucionalidad de la sentencia. Los seis KI fueron liberados 68 días después tras apelar a la Corte de Ontario.
Al final consiguieron que la Corte abogara por una negociación de buena fe entre las partes y se avanzara en la promulgación de una nueva Ley Minera para la provincia que se apegara a la Sección 35 dela Constitución Canadiense de 1982 que habla del derecho a la consulta y resarcimiento de los pueblos indígenas si un proyecto afecta sus derechos sobre los territorios que ocupan.
Cutfeet considera que el éxito de su lucha se debe a sus tácticas pacíficas legales, políticas y mediáticas como la campaña que emprendieron una campaña llamada: “el derecho a decir no”.
Los KI son sólo un ejemplo dentro de todos los pueblos indígenas que se oponen a la mega minería en Canadá: los Red Sucker Lake contra Mega Precious Metal en Manitoba, los tahltan contra Fortune, los innu contra Inco, los secwepermc contra Taseko. Todos se han enfrentado a distintos tipos de presión, especialmente cuando cierran carreteras o hacen manifestaciones públicas.
En diciembre de 2012 la jefa indígena attawapiskat Theresa Spence comenzó una huelga de hambre que derivó en un movimiento extendido por todo Canadá llamado Idle no more (no más pasividad). El movimiento liderado por indígenas, pero también apoyado por activistas de todo tipo, puso en la mesa de debate nacional el trato histórico contra los habitantes originarios de Canadá, incluyendo el tema del extractivismo en sus territorios.
“Idle no more continúa educando a ambos: indígenas y no indígenas sobre el mal trato a nuestra gente. Construyó fuerza y dio orgullo. Continúa siendo una luz en las oscuras orillas del colonialismo”, opina Cutfeet.
Hart opina que este modelo extractivo minero ya está extendido por todo el mundo, y en particular en los territorios indígenas de América Latina, donde las mineras canadienses tienen, dice, sus mayores inversiones.
“Aquí hay represión, pero en Mesoamérica asesinan y matan a indígenas que se oponen a la minería”, revela Cutfeet; y sin embargo es positivo en el futuro no sólo de su pueblo, sino de todos los de América:
“El gobierno y la industria minera se enteraron de que no importa qué leyes aprueben sin consulta “tienen que esperar resistencia de los indígenas cuyos derechos no están contemplando”, termina Cutfeet.