Tanto para la sociedad civil como para las comunidades resulta imperativo abrir la discusión y realizar un balance sobre los principales impactos socioambientales y desafíos que posee el sector minero en el contexto de emergencia climática.
Si bien, por largos años el discurso minero ha destacado constantemente sus “cuantiosos aportes” a las arcas fiscales y al desarrollo económico y social del país, lo cierto es que el famoso sueldo de Chile hace tiempo viene perdiendo su categoría, lo cual se refleja en su participación del 6,4% de los ingresos fiscales y, solamente, el 2,5% del empleo nacional (directo) durante 2018. Pero, para realizar un balance completo de la situación sectorial, es importante que en la ecuación de bienestar se incorporen las diversas externalidades socioambientales que genera esta industria.
Desde Fundación Terram planteamos que el principal desafío socioambiental del sector es la compleja situación de escasez hídrica que existe a nivel nacional, la que se irá agudizando por los efectos del calentamiento global.
Actualmente, nuestro país presenta un 76% de su superficie terrestre afectada por sequías, desertificación y suelos degradados, y cerca de 110 acuíferos con sobre otorgamiento de derechos de agua. Por otro lado, en las regiones donde se realizan gran parte de las actividades mineras, existe una permanente tensión por el uso del agua, entre lo que debiese ser un legítimo derecho para la supervivencia de las personas o un insumo para la producción minera y agrícola. Esta situación se evidencia en el Mapa de Conflictos Socioambientales desarrollado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos publicado el 2018, el cual releva que 29 de los 116 conflictos nacionales corresponden a problemas entre la minería y las comunidades aledañas por la propiedad y acceso al agua.
En este sentido, tanto el gobierno como el sector debiesen avanzar en establecer lineamientos políticos y técnicos que resuelvan el triple impacto que efectúa la minería sobre el agua, que dice relación con el consumo, contaminación y destrucción de fuentes de suministro hídrico (humedales, vegas, glaciares, entre otros). Sin embargo, a la fecha, la discusión pública solo se ha focalizado en aspectos técnicos relacionados al problema de suministro hídrico que presenta el sector, planteando como solución factible la implementación de plantas de desalinización. Pero, si no se realiza una mirada integral del vínculo entre minería, agua y emisiones de Gases de Efecto Invernadero, esta medida estaría trasladando una restricción hídrica a un problema energético y climático.
Ante esto, es importante comprender que el problema hídrico se ha transformado en un problema político y por ende social que, como se mencionó anteriormente, se está expresando en diversos escenarios de conflictividad. Por lo tanto, para avanzar en una buena gobernanza en materia hídrica resulta fundamental fortalecer las regulaciones en las tres dimensiones del problema, orientando el desarrollo e implementación de políticas que garanticen el derecho humano al agua y la priorización de sus usos; estableciendo estándares a la contaminación del agua, específicamente normas de calidad de agua en las cuencas donde se localiza la actividad extractiva; y, entre otros puntos, avanzar con urgencia en una normativa que establezca una mirada integral sobre el tratamiento y conservación de los glaciares.
Fuente:https://www.terram.cl/2019/11/el-triple-impacto-hidrico-de-la-mineria-el-principal-desafio-climatico-del-sector/