José De Echave C. 15/08/2022
Imagen: El Universo
Apenas un día después de la asunción de mando, el gobierno de Gustavo Petro ha presentado una propuesta de reforma tributaria a través de su ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. Calificada por medios internacionales como una reforma ambiciosa, la propuesta presentada busca recaudar el 1.78% del PBI, lo que equivale a unos 6 mil millones de dólares. Las principales medidas buscan gravar a las personas de mayores ingresos, a las empresas financieras y extractivas y a los productos menos saludables y los que generan mayor contaminación. Aparte de ambiciosa, la reforma presentada es bastante completa, con componentes de progresividad, de tributos ambientales y de lucha contra el incumplimiento tributario.
Por su parte, a mediados de julio, el presidente chileno, Gabriel Boric, anunció un proyecto de reforma tributaria que plantea un impuesto a las personas con un patrimonio por encima de los cinco millones de dólares, así como la elevación de la regalía minera para las empresas que tengan una producción de cobre por encima de las 50 mil toneladas al año, entre varias otras medidas que buscan reducir el incumplimiento tributario y generar una mayor progresividad en un país que también se caracteriza por brechas enormes de desigualdad. El ministro de Hacienda de ese país, Mario Marcel, ha declarado que con la reforma se espera un aumento inmediato de la recaudación equivalente al 0.6% en el PBI, hasta alcanzar un 4.1% en el 2025.
Estas propuestas han estado precedidas de iniciativas de reformas tributarias en otros países de la región, como México, Ecuador e incluso la propia Colombia, antes del cambio de gobierno. Además, organismos multilaterales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Comisión Económica para América Latina, han estado recomendando a los países fortalecer sus políticas fiscales para financiar los impactos de la crisis y proyectar una mayor sostenibilidad en los ingresos.
En este escenario y viendo los avances que se vienen dando en la región, queda claro que el Perú nuevamente se está quedando rezagado. Lo que es más grave es que el punto de partida no es parejo, ya que nuestro país arrastra un problema de baja recaudación desde hace décadas, lo que repercute en el insuficiente gasto en sectores clave, como salud, educación, entre otros.
Como se puede apreciar en el siguiente gráfico, por lo menos desde hace 20 años los ingresos tributarios en el Perú ya estaban por debajo del promedio regional y lo más grave es que en la última década la diferencia se ha acrecentado como consecuencia de pésimas decisiones que se tomaron en materia tributaria -sobre todo a finales del gobierno de Humala y a inicios del gobierno de Kuczynski- y de ser uno de los pocos países de la región que no han implementado una reforma tributaria de carácter estructural para mejorar los ingresos.
La reforma tributaria que planteó el exministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, a inicios del gobierno del presidente Castillo, parece que terminó siendo encarpetada por su sucesor, Oscar Graham y habrá que ver qué posición toma el nuevo ministro Kurt Burneo. Como se sabe, la propuesta de reforma tributaria planteaba tres ejes de acción: avanzar en la formalización, luchar contra el incumplimiento tributario, aumentar la progresividad y disminuir inequidades.
Un componente clave de la reforma estaba centrado en el sector minero y para ello se pidió asesoría al Departamento de Finanzas Públicas (FAD, por sus siglas en inglés) del Fondo Monetario Internacional (FMI). La misión del FMI planteó elementos de diagnóstico sobre el régimen tributario vinculado la minería, haciendo un análisis comparado con un grupo de países en los que esta actividad ocupa un rol central en sus respetivas matrices productivas.
A nivel de diagnóstico, en el informe se señala que el régimen fiscal vigente en el Perú es competitivo, principalmente por el uso de impuestos específicos basados en las utilidades y que la presión tributaria total, por ejemplo, para un proyecto representativo de cobre a gran escala, es de 41.7%, lo que nos ubica en la mediana de una muestra de 16 regímenes fiscales que fueron utilizados como comparadores.
Lo interesante es que el FMI señaló que existe espacio para aumentar la presión fiscal del sector minero sin que el país pierda competitividad internacional –lo que fue una consulta expresa del ministro Francke- y recomendó que solo se considere cambiar las tasas de los impuestos, de manera moderada, cuya base es la utilidad operativa (Regalía e Impuesto Especial a la Minería). También señalaron que existía espacio para un aumento del piso de la Regalía, hasta en un punto porcentual, sin afectar mayormente la estructura progresiva del régimen actual, lo mismo que las tasas marginales del Impuesto Especial a la Minería, incrementando así la progresividad del sistema.
Como se sabe, la propuesta de reforma tributaria enfrentó una feroz y millonaria campaña de parte del sector empresarial, en especial de las empresas mineras, a través de los principales medios de comunicación del país. Se dijo que la reforma buscaba “subir agresivamente los impuestos a la minería” y se anunciaba que las inversiones se irían del país y se iba a “dejar de tener 2 millones y medio de puestos de trabajo”.
Finalmente, el pedido de delegación de facultades fue denegado en lo sustantivo por el Congreso de la República y se esperaba que, en el inicio de la nueva legislatura de este año, el ministerio de Economía y Finanzas (MEF) retome la iniciativa con algunos de los puntos centrales de la reforma, sobre todo el referido a la minería, por el contexto de bonanza por los altos precios de los minerales. Sin embargo, la salida de Pedro Francke del MEF terminó por dejar de lado una reforma que había sido trabajada de manera institucional por los propios funcionarios de este ministerio.
Lo cierto es que ahora que vemos iniciativas de reformas tributarias en los países vecinos, no estaría de más retomar el tema. El Perú no puede seguir dándole la espalda a las tendencias globales en materia de fiscalidad. ¿El país va a perder competitividad como consecuencia de la reforma tributaria? ¿La minería, por ejemplo, va a dejar de ser competitiva? De ninguna manera. Como hemos visto, la reforma minera fue diseñada con organismos como el FMI y el Banco Mundial, que aportaron no solamente su capacidad técnica sino también el análisis comparado con otros países productores de minerales. El anterior superciclo de precios se nos pasó. No deberíamos repetir el mismo error.
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