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Carlos Manuel Rodríguez – Exministro de Ambiente y Energía.
Con fecha 15 de enero del 2010 el señor Presidente don Oscar Arias, en un artículo titulado «Costa Rica será verde o no será», dice textualmente: » Primero, quiero aclarar que la concesión minera en el proyecto Crucitas no fue otorgada por este Gobierno, ni por mi persona. Se trata de un derecho adquirido por una empresa internacional desde hace ya muchos años, que nosotros heredamos al asumir el poder». Como Exministro de Ambiente y Energía del anterior Gobierno, y habiendo sido aludido por este comentario de don Oscar Arias, quiero hacer conocimiento de la opinión pública que el señor Presidente falta a la verdad al negar que su gobierno no dio la concesión minera a Crucitas.
Fue don Oscar, durante esta administración, el que firmó tres decretos ejecutivos, todas graves decisiones políticas que comprometieron el interés de la Nación, que le «sirvieron la mesa» a esta empresa minera. El Presidente firmó los decretos que derogaron la moratoria minera que Don Abel y el suscrito firmamos el 5 de junio del 2002, para no dar ninguna concesión minera metálica a cielo abierto. Firmó la concesión minera a Crucitas otorgándole autorización para la explotación del oro, y finalizó con otro decreto decretándola de interés público, para poder autorizar la destrucción de los bosques en el sitio de la mina. Por lo tanto, es totalmente falso lo afirmado en este artículo por el señor Presidente.
Durante la anterior administración yo en mi calidad de Ministro del MINAE me reuní trece veces con los representantes nacionales y canadiense de esta minera, en donde en todas las reuniones solicitaron la concesión para la explotación, y en las treces veces que nos reunimos les reiteré el estricto apego a la moratoria minera metálica.
Esta moratoria estaba sustentada en tres elementos: 1- que el canon por el pago del derecho a la explotación es de menos del 3% del valor del recurso a explotar, lo que va en detrimento del interés económico de la Nación y que debe darse el cambio legal correspondiente; 2- que la Dirección de Geología y Minas no tiene la capacidad técnica y financiera para hacer un monitoreo, supervisión y seguimiento de actividades como estas; y 3- que estas empresas mineras no tienen la experiencia requerida para actividades de tan alto impacto ambiental en ecosistemas tropicales tan frágiles y valiosos como los nuestros. A las pruebas me refiero y vean lo que ha sucedido en las minas de Macacona, Rincón de Osa, Beta Vargas y Miramar.
Entonces, si aparentemente don Oscar no se acuerda de los decretos ejecutivos que él firma, ¿por qué no se tomó la molestia de consultar con Leyes y Decretos de su propia Casa Presidencial, para corroborar que lo que dice es cierto? Pues porque muy seguramente el señor Presidente, una vez más, suscribe un artículo redactado por sus allegados sin prestarle el estudio y verificación de hechos necesaria. Una vez más ha sido «embarcado» por sus asesores en este tema, al igual que lo fue cuando dio otra famosa concesión minera en Miramar a sus parientes y del Exministro Dobles, quien por cierto perdió su puesto por esta acción, en directa violación a la Ley de Enriquecimiento Ilícito y el Código Minero.
De lo que sí nos acordaremos los costarricenses es que este Gobierno ha sido el más deficiente en temas ambientales y por mucho. En cuarenta años de agenda política ambiental, nunca tuvimos un Gobierno que a contrapelo de la gestión de todos los anteriores Gobiernos, sin distingos de partido político, cambie políticas de Estado en lo ambiental. Fue el primer Gobierno que no creó un solo parque nacional durante su periodo; por el contrario, intentó cambiar y derogar linderos de cuatro aéreas silvestres, apoyando la posición de desarrolladores inmobiliarios y turísticos, siendo la del Parque Marino Las Baulas el más controversial.
Un Gobierno que se comprometió con el interés del poder económico en detrimento de la sustentabilidad y la responsabilidad para con las generaciones futuras. Esto refleja una vez más el cinismo con que el señor Presidente maneja este tema, que lo ha caracterizado por tener una gran distancia entre lo que dice y predica y lo que verdaderamente hace.