No creo que haya un lugar sobre la Tierra que se parezca más al infierno bíblico o al apocalipsis planetario que el terrible paisaje social y ambiental que uno puede ver y sufrir a lo largo de la carretera Interoceánica Sur, entre los kilómetros 90 y 140, en Madre de Dios. Ninguna descripción de esa realidad ni siquiera es un pálido remedo de esa realidad. Pero intentemos describir «Delta» y «Huacamayo», las dos peores muestras de la destrucción. Empezando por el paisaje, por la naturaleza. Madre de Dios es la capital de la biodiversidad y seguramente sólo hace cinco años allí donde ahora sólo se pueden ver túmulos de arena muerta, inmensos socavones en la tierra, un desierto imposible de imaginar en el paraíso de la megadiversidad, habían bosques primarios poblados de shihuahuacos, cedros, caobas y aguajes y de una fauna de aves que ocupaban uno de los primeros lugares en el ranking mundial de pájaros en un kilómetro cuadrado.
En ese paisaje de muerte sólo es posible la precariedad, la pobreza, la inmundicia, el desorden, la violencia y el caos. Y en esas decenas, centenares y miles de casuchas de plástico, sembradas en ese paisaje de muerte, sobreviven miles de personas dedicadas a extraer oro, el metal amarillo relacionado con el poder terrenal y celestial, y ocupados en otros mil oficios: prostitución, sicariato, mecánicos, comerciantes ambulatorios, vendedores de gasolina, transportistas, narcotraficantes, especuladores, ladrones, parchadores de llantas y un sin fin de ocupaciones más.
Cómo y cuándo empezó el apocalipsis
El oro, el metal precioso, está ligado a la fortuna, a la riqueza, a la sacralidad porque los dioses habitan generalmente en palacios de oro. Pero la otra cara de la moneda del oro, es que su descubrimiento, explotación, posesión, está relacionado con la destrucción de la naturaleza, con la violencia y la muerte.
Se dice que toda la Región de Madre de Dios está llena de oro. Es oro aluvial que ha sido arrastrado a lo largo de los siglos desde las cordilleras de Ananea y Carabaya y que ha quedado depositado en los suelos aluviales en las orillas de los ríos Madre de Dios, Huaypetue, Inambari, Colorado y otros afluentes.
Las «fiebres» del oro
En las últimas décadas se han producido varias «fiebres» de oro o ciclos, en función de los precios internacionales. Uno de esos ciclos o «fiebres» que empezó hace tres décadas fue el de Huaypetue. Hoy día Huaypetue es una enorme herida abierta de más de 10 mil kilómetros: ríos y quebradas contaminadas, bosques destruidos y miles de pobres que se embarcaron en la quimera del oro soñando con cambiar su suerte, pero sin lograrlo. Porque del ciclo del oro de Huaypetue sólo quedan algunos ricos, los patrones que controlaban la extracción y sobre todo los que tienen en sus manos el comercio internacional.
Si para producir la destrucción de Huaypetue fueron necesarios entre 20 a 30 años, el cataclismo ambiental de «Delta» y «Huacamayo» sólo ha requerido de 2 años. En ese breve lapso, se han arrasado 20 mil kilómetros cuadrados de naturaleza: suelos destruidos, bosques talados, aguas y suelos contaminados. El río Malinowski y sus afluentes están hoy en día envenenados.
Las cifras de la destrucción
Un estudio efectuado por el R.P. Xavier Arbex de Morsier, de la Comisión de Pastoral Social y DDHH del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado y entregado al suscrito el 12 de diciembre del 2008 y que fue inmediatamente trasladado al Ministerio del Ambiente, señala que las siguientes cifras hasta el año indicado:
– Desde los años 2007 y 2008 operan en «Delta» y «Huacamayo» 550 máquinas pesadas: cargadores frontales, retroexcavadoras y volquetes.
– Entre 800 a 1000 motores para las «chupaderas».
– 150 dragas, grandes y pequeñas.
– Entre 40 a 70 TM de mercurio se utilizan cada año.
– A diario entran a la zona un promedio de 70 camiones cisternas llevando cada uno entre 3000 a 4000 galones de combustible. Además de 1500 litros de aceite que se derraman en los suelos y las aguas.
Dos científicos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos que efectuaron un estudio sobre los efectos del mercurio en la salud humana, la fauna silvestre e ictiológica, concluyeron que la contaminación por mercurio excede en 20 veces el límite aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Madre de Dios.
Estudios recientes citados por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), señalan que la contaminación del mercurio en los ríos amazónicos es una verdadera bomba de tiempo. Posiblemente sea el mayor problema de Madre de Dios y la Amazonía Peruana. De acuerdo a los estudios que el IIAP cita, los niveles de contaminación por metales pesados, además del mercurio, arsénico, plomo, cadmio y níquel superan los máximos permisibles y con un gravísimo riesgo para la salud de las personas y de la fauna y la flora de los ecosistemas fluviales.
Uno de los estudios cita el caso de la quebrada Lazo, donde la contaminación supera nada menos que en 17,255 por ciento los máximos permisibles. En Huaypetue, el Ministero de Salud analizó muestras de orina y encontró personas con valores de contaminación tan altos como 508ugHg/L (los máximos recomendables son 5ugHg/L.
La contaminación con mercurio y otros metales pesados en las zonas de extracción aurífera, según los estudios realizados, ha revelado la aparición de síntomas clínicos en la población: pérdida de memoria, cambio de ánimo, irritabilidad, debilidad muscular, temblores musculares, dolor de cabeza, alergias, descamación de la piel.
Los indicadores psicológicos y de salud emocional a la vez son muy preocupantes, mostrando en las personas disminución en la atención principalmente en los niños, bajo coeficiente intelecual, incremento de la violencia familiar, muestras de ansiedad y depresión, disminución de la motivación y energía, llanto, desesperanza, irritabilidad, alteraciones del sueño y otros problemas de orden psicológico y mental.
Tanto los ríos, quebradas y cochas de Madre de Dios muestran, de acuerdo a los estudios efectuados, índices alto de contaminación según los indicadores bentónicos adaptados a la Amazonía por Araujo (2010). De acuerdo a dichos estudios, la totalidad de los ríos, quebradas y cochas de Madre de Dios están fuertemente contaminados.
Las terribles condiciones del trabajo minero
Se estima que la minería informal, ilegal y formal, generan entre 15 a 20 mil puestos de trabajo directo y otros tantos puestos indirectos. La minería aurífera, dice el INEI, genera aproximadamente el 40 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de la Región Madre de Dios.
Pero las condiciones sociales del trabajo son inhumanas. Los peones trabajan día y noche en el lodo, «lama», le llaman. Estos peones no están en ningún registro, ni menos figuran en una planilla. Si mueren por un accidente o cualquier otra causa, nadie reclama por ellos.
Buena parte de estos peones son requisitoriados. Han llegado a «Delta» y «Huacamayo» huyendo de la justicia.
Hace poco, alguien hizo un registro de las prostitutas sólo de «Delta»: contó 200 menores de edad dedicadas al meretricio.
Producción minera
Según fuentes de la Dirección Regional de Energía y Minas e Hidrocarburos de Madre de Dios (DREMH) hasta el año 2007 se registraron 2800 concesiones, sin contar las que estaban en trámite y las que habían caducado.
De ese total, sólo 16 tenían estudios de impacto ambiental.
En el año 2007 se estimó, con información proporcionada por lo mineros, una producción de 20 TM de producción aurífera. Pero se calcula que por lo menos el 40 por ciento de la producción no se declara, lo que daría 28 toneladas.
En años recientes se han presentado 500 estudios ambientales para su evaluación y aprobación. En el año 2010 la DREMH otorgó 62 certificaciones ambientales de proyectos mineros. El año 2011 sólo se otorgó, según un estudio realizado por el Ing. Wilfredo Ccahuana, 8 certificaciones. A este paso, se requerirá más de medio siglo (60 años) para evaluar y aprobar los 500 estudios.
Es decir, el propio Estado, ineficiente, lento y frecuentemente corrupto, es quizás una de la mayos causas de la informalidad en Madre de Dios y en el país.
Las autoridades nunca han cumplido sus funciones
De acuerdo al estudio del Padre Arbex, las autoridades tienen roles asignados con relación a la actividad minera. Pero no las cumplen.
Así, el Ministerio de Energía y Minas tiene que hacer cumplir las normas de la Dirección General de Asuntos Ambientales y Energéticos y hacer respetar el catastro para evitar las explotaciones «salvajes». No lo cumple porque no tiene personal ni presupuesto. El suscrito entrevistó el 2009 al Ing. Rony Pastor Velásquez sobre las acciones de Energía y Minas para controlar y formalizar la minería informal. Se mostró absolutamente impotente frente a los problemas: la Dirección Regional de Minería de Madre de Dios sólo tenía una jefatura y una secretaria. «Sólo nos transfieren funciones, pero no nos trasfieren ni presupuesto ni personal», me dijo.
El Ministerio de Salud debería controlar las emanaciones tóxicas del mercurio y sus efectos sobre las personas. No lo hace.
El Ministerio de Trabajo debería controlar las terribles condiciones laborales de «Delta» y «Huacamayo». No lo hace.
Las ONGs ambientalistas tan activas en el tema de flora y fauna, guardan un cómplice silencio.
La Marina de Guerra debería controlar la «Franca Fiscal» (50 metros a cada lado de los ríos), los permisos de navegación, de transporte de sustancias tóxicas, los permisos de dragado. Pero casi nunca intervienen en la zona minera.
La causa y origen de los problemas
El Estado nacional ha estado ausente en la solución del problema minero desde hace décadas. Es más, los diversos ministerios otorgaron derechos simultáneos en
una sola parcela a acopiadores de castaña, madereros, agricultores y extractores de oro, provocando superposiciones convertidos hoy en verdaderos nudos gordianos administrativos, legales y burocráticos difíciles de desatar.
Pero ha sido el gobierno de Alan García Pérez, con su política de privilegios a la minería que ha dejado que la bomba social y política de la minería informal e ilegal siga creciendo hasta su estallido trágico. La misma historia del «Baguazo».
La minería aurífera de Madre de Dios está controlada por los grandes patrones de las dragas, el combustible y los dueños de los denuncios o cuadrículas. Un centenar de concesionarios de parcelas o cuadrículas con superficies de cientos y miles de hectáreas explotan a miles de mineros a los cuales «invitan» a trabajar en sus cuadrículas.
También del gran negocio de la minería aurífera participa la burocracia del Estado. Sobre todo funcionarios del Ministerio de Energía y Minas que trafican con los denuncios.
El Decreto de Urgencia No. 12 que buscó ordenar y formalizar la minería artesanal de Madre de Dios fue una respuesta tardía a los graves problemas ambientales, sociales y políticos de esta actividad. Si bien es cierto que el objetivo de formalización y ordenamiento de la minería aurífera informal es un objetivo necesario y urgente, pero el procedimiento de su redacción, formulación y aplicación es erróneo. En esta materia, el gobierno de Alan García Pérez, con una inconfesable vocación autoritaria, igual que con la Ley Forestal y de Fauna No. 1090 y todos los decretos legislativos llamados del «perro del hortelano», no consultó con los actores sociales y económicos involucrados.
La situación de hoy
En la primera quincena de noviembre del 2011, ya durante el gobierno de Ollanta Humala, el Ministerio del Ambiente puso en marcha un plan de intervención de la minería informal e ilegal focalizando su intervención principalmente en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata-Candamo, allí donde la acción depredatoria de los mineros informales, ilegales y de los otros ha provocado el apocalípsis de destrucción.
Además de la ejecución de un programa de formalización y de proyectos de inversión en actividades sostenibles, el plan incluía control de la maquinaria que opera en las zonas por parte de las fuerzas del orden. Según los testimonios recogidos en las mismas zonas de operación, las fuerzas del orden no sólo destruyeron maquinaria de operadores ilegales e informales, sino también de mineros formalizados. «Justos pagamos por los pecadores», repetían los mineros afectados.
Muchos de estos mineros, con los cuales dialogo en sus propios centros de operaciones, pertenecen a asociaciones como «Amataf», «Apaylóm» y «Apmabapu» e incluso son integrantes de la FEDEMÍN, la federación de mineros de Madre de Dios que lideró el ahora parlamentario por Madre de Dios, Amado Romero, el conocido » come oro».
Al respecto, el Dr. Eduardo Salhuana Cavides, ex parlamentario madrediosense y ex Ministro de Justicia del gobierno de Toledo, a quién entrevistamos en Puerto Maldonado, señala hasta cuatro tipos de mineros en Madre de Dios.
Un minero sin título ni petitorio. Es el minero ilegal que opera principalmente en «La Pampa», en «Delta» y «Huacamayo», la zona devastada del área de amortiguamiento de Tambopata-Candamo. Hay otro tipo de mineros sin título pero con petitorio. La mayoría de éstos están ubicados en la zona de exclusión, según el Decreto de Urgencia 012.
Luego están los mineros sin título ni petitorio, ubicados en la franja donde está permitida la actividad. Finalmente están los mineros con título y certificados ambientales en trámite desde hace varios años, ubicados en la zona de amortiguamiento de Tambopata-Candamo y en la Reserva Comunal Amarakaire.
Para Salhuana, las fuerzas represivas metieron a todos «en el mismo saco» y es por ello que mineros del río Malinowsky con títulos de concesión, así como mineros de Delta 1, colindantes con las Comunidades de Barranco Chico, Puerto Luz y otras, con títulos y todo fueron también reprimidos y destruidas sus maquinarias ocasionándoles graves pérdidas
«El tema minero involucra a miles de personas no solamente mineros. Hay en la activad minera servicios de transporte, restaurantes, mecánicos, soldadores, griferos, hoteleros. Sólo en transporte de la minería hay 1200 vehículos de 6 empresas. El problema es complejo y las soluciones deben contemplar todos los aspectos», expresa Salhuana Cavides.
Braulio Buendía, experto forestal y hasta hace poco asesor en el Ministerio del Ambiente, durante la gestión de Ricardo Giesecke, enumera las causas y los orígenes de la crisis minera en Madre de Dios.
En primer lugar, dice, siempre ha habido una resistencia a la legalidad y la formalización como parte de una subcultura para evitar ser fiscalizados. Luego, se ha producido una pérdida del principio de autoridad, vicios administrativos, las reglas del juego han sido muy ambiguas, una burocracia disfuncional, un proceso de descentralización incompleto, corrupción, desarticulación institucional, ausencia de tecnologías alternativas para las operaciones mineras, Estado permisivo, poca promoción a la minería responsable, entre otras causas.
Una de las consecuencias de la informalidad y la ilegalidad de la minería aurífera es la cuantiosa evasión de impuestos. El Estado no cobra canon aurífero y no existe la SUNAT en las zonas mineras para hacerlo.
Siendo Madre de Dios el paraíso de la biodiversidad, la destrucción del bosque y por tanto de la fauna y la contaminación de las aguas es una de amenaza para una de las actividades más rentables de la economía del siglo XXI, el etnoecoturismo.
La crisis internacional y la maldición del oro
En el origen de la situación actual de la minería aurífera en Madre de Dios y del conflicto ocasionado por el proyecto minero Conga en Cajamarca, además de las causas citadas, está sin duda el precio internacional de oro.
Al precio actual de 1800 dólares la onza de oro (34 gramos), la actividad minera es una ilusión, una quimera, un señuelo y una esperanza para los miles de peruanos pobres que están bajando en oleadas a Madre de Dios desde Cusco, Puno, Arequipa y otras regiones del país. Y por supuesto un gran negocio para las multinacionales como Newmont Mining Corporation y su socia nacional Yanacocha.
Los gurúes de la economía mundial, entre ellos Nouriel Roubini, Joseph Stiglitz y Paul Krugman están anunciando que la crisis tanto de Estados Unidos, Europa e incluso China, cuya economía se desacelera, se puede agravar y profundizar aún más alcanzando los niveles del gran crack de 1929. Es decir, en este escenario, los precios del oro como garantía de la crisis y de la incertidumbre, pueden ir subiendo y remontando a niveles nunca vistos.
Ante este escenario previsible, todo el Estado peruano debería intervenir en Madre de Dios, masivamente, buscando soluciones integrales al problema del oro y sus impactos ambientales y sociales en el corto, mediano y largo horizonte. Y esta intervención del Estado en busca de soluciones integrales debería alcanzar a toda la Amazonía. Porque la minería informal, ilegal y la gran minería está ya instalándose en todas las cuencas fluviales amazónicas, desde los ríos Santiago, Nieva, Marañón, Nanay, Napo, hasta el Putumayo. Prácticamente no hay río amazónico en la actualidad sin extractores de oro.
De no ser así, el oro puede ser la maldición no sólo de Madre de Dios, de toda la Amazonía y del Perú en el siglo XXI.