Este material milagro está causando furor en los inversionistas por sus potenciales usos.
El grafeno, que promete revolucionar la electrónica y la biotecnología, ha generado una ola de inversiones para estudiar sus usos potenciales, sin embargo, su éxito comercial se avizora lento y el retorno de inversión, incierto.
El grafeno es una lámina de carbono de apenas un átomo de grosor que se extiende indefinidamente en dos dimensiones. Entre sus propiedades están: mejor conductividad tanto eléctrica como térmica, mayor fortaleza mecánica y mejor pureza óptica que cualquier material.
La lista de potenciales aplicaciones es vasta. En electrónica, van desde transistores ultrarrápidos a sistemas plegables de visualización por computadora y diodos emisores de luz (LED). Promete láser y fotodetectores más eficaces y podría transformar el almacenaje eléctrico y la producción de baterías a celdas solares.
Los materiales compuestos que contienen grafeno también podrían fortalecer las alas de las aeronaves y los usos biomédicos incluyen ingeniería de tejidos y sistemas para administrar fármacos.
Al mercado han llegado algunos productos, como la raqueta Head. Agregar grafeno para fortalecer el marco, incrementa la maniobrabilidad de la herramienta, asegura Ralf Schwenger, director de Investigación y Desarrollo de raquetas en un artículo del Financial Times retomado por la revista Expansión del 29 de marzo 2013.
A comienzos de 2013 la investigación sobre el material recibió un estímulo de 1,000 millones de euros de la Unión Europea. Su selección como programa europeo ‘insignia’ para la próxima década es parte de una oleada de apoyo público y corporativo para investigar una sustancia que hace 10 años era desconocida.
La comercialización del grafeno en aplicaciones específicas aún varía en tiempo y podría ser lento, dice Quentin Tannock, director de la empresa de estrategia de tecnología CambridgeIP.
Aun así, agrega, «la producción a gran escala del grafeno de alta calidad y las aplicaciones en compuestos, revestimientos y tintas podría producir retornos de inversión a mediano plazo. A un plazo más largo, los desarrollos de grafeno complejo podrían resultar en retornos más grandes aún, por ejemplo, en la salud».
Los mismos Andre Geim y Konstantin Novoselov, quienes recibieron el Nobel de Física 2010 por su descubrimiento del grafeno, advierten de expectativas exageradas.
Geim está seguro que el material transformará la electrónica, la energia, la biotecnología y el espacio aéreo, pero subraya que «normalmente se necesitan 40 años para que un material pase de la academia a la fabricación de productos de consumo, por lo tanto el grafeno es apenas un niño».