El comercio de mercurio en Indonesia está vinculado a la extracción ilegal de oro en todo el mundo. Es una sustancia tan peligrosa que ha dejado un saldo de medio millón de personas envenenadas.
CIDAHU, Indonesia — Miles de niños con defectos congénitos incapacitantes. Medio millón de personas envenenadas. Una sustancia química tóxica que se encuentra en el suministro de alimentos. Acusaciones sobre un encubrimiento del gobierno y policías que participaron en actos de corrupción.
Ese es el legado del comercio de mercurio en Indonesia, un negocio ligado a la lucrativa e ilegal producción de oro.
Según expertos en salud, más de cien naciones se han unido a una campaña mundial para reducir el comercio internacional de mercurio, un elemento tan tóxico que “no se conoce un nivel seguro de exposición”.
Pero ese esfuerzo ha fracasado en Indonesia, donde han surgido fabricantes ilícitos que trabajan en sus patios traseros para abastecer a los mineros ilegales y remplazar el mercurio que antes era importado desde el extranjero. Ahora, Indonesia produce tanto mercurio en el mercado negro que se ha convertido en un importante proveedor mundial, enviando miles de toneladas a otras partes del mundo de manera clandestina.
Según los registros judiciales, gran parte del mercurio se destina a la minería de oro en África y Asia, pasando por centros importantes como Dubái y Singapur, pero ese comercio tiene consecuencias mortales.
“Es una crisis de salud pública”, dijo Yuyun Ismawati, cofundadora de la Fundación Nexus3 —un grupo ambiental indonesio— y ganadora del Premio Ambiental Goldman 2009. Ella ha pedido que se implemente una prohibición mundial del uso de mercurio en la minería aurífera.
Indonesia, la cuarta nación más poblada del mundo, destaca por la gran cantidad de mineros de oro que actúan fuera de la ley y por la preocupación de que algunos de los funcionarios encargados de vigilar el comercio —y hacer cumplir la ley— se están beneficiando con este.
Como muchas otras personas, Cece Rifa’i, un exminero, es responsable del auge del mercurio en Indonesia y de la propagación del flagelo de la contaminación en todo el país. Pero no se arrepiente.
“No me siento culpable de nada”, dijo desde la terraza de su casa de dos pisos en la isla de Java.
Durante años, Cece fue el pionero de una red de productores, comerciantes y contrabandistas ilegales de mercurio que suministran esa sustancia para los mineros de oro de toda Indonesia, quienes la utilizan para extraer oro del mineral triturado.
En un solo día, con ayuda de un horno que construyó en su patio trasero, podía producir una tonelada de mercurio que, según él, vale más de 20.000 dólares en el mercado negro.
Indonesia obtuvo legalmente la mayor parte de su mercurio de Estados Unidos y Europa durante décadas. Pero hace seis años, al reconocer el daño que producía, los países occidentales comenzaron a reducir las exportaciones de mercurio.
El comercio de mercurio es lucrativo, pero el negocio del oro que este respalda es mucho más rentable. Según algunas estimaciones, los mineros de Indonesia que se dedican a la explotación a pequeña escala producen hasta 5000 millones de dólares al año.
La pobreza está muy extendida en Indonesia y muchas personas, desempleadas y desesperadas, han acudido en masa a los yacimientos de oro.
Los mineros a menudo viven fuera de la ley, cavan sin autorización en los territorios donde buscan el mineral o lo hacen sin permisos del gobierno en parques nacionales y áreas protegidas.
Para extraer oro, los mineros mezclan mercurio líquido con el mineral triturado. El oro del mineral se une al mercurio para producir una amalgama de metales. Los mineros calientan la mezcla con un soplete para evaporar el mercurio y que quede el oro.
A muchos mineros les gusta este método porque les da un rendimiento rápido.
Pero los niveles de mercurio que hay en el aire en las comunidades mineras pueden ser muy peligrosos. Los estudios muestran que las aguas residuales que contienen mercurio llegan a los campos, los arroyos y las bahías, por lo que el arroz, las frutas y los peces se contaminan.
Según Yuyun, al menos desde 2012, los funcionarios gubernamentales han estado al tanto de los problemas de salud relacionados con el mercurio en los yacimientos de oro, pero no han advertido a los residentes sobre los peligros de consumir arroz y pescado que posiblemente esté contaminado.
El año pasado, el Ministerio de Medioambiente y Silvicultura de Indonesia realizó pruebas en siete comunidades mineras e identificó a 558 adultos y niños que presentaban altos niveles de mercurio, muchos de ellos con exposición severa. La muestra también encontró altos niveles en el arroz.
Sin embargo, el ministerio aún no ha notificado a las personas sobre los resultados de sus pruebas ni ha emitido una advertencia pública porque temen provocar pánico por la seguridad en el suministro de alimentos.
“Ocultar deliberadamente resultados críticos es un delito”, dijo Yuyun, la investigadora principal de la minería a pequeña escala en la Red Internacional para la Eliminación de los Contaminantes. “Las personas están muriendo y tienen muy poco acceso a algún tratamiento eficaz. El gobierno tiene que detener el comercio de mercurio y limpiar el desastre”.
Los funcionarios del Ministerio de Medioambiente se negaron a ser entrevistados y no respondieron a preguntas por escrito.
Funcionarios de la oficina del presidente de Indonesia, Joko Widodo, reconocieron que la contaminación por mercurio es un problema grave y dijeron que se había emitido un plan de acción nacional que exige la limpieza de cuatro lugares.
El presidente también ha ordenado a los comandantes policiales y militares que tomen medidas contra el personal que se encuentre involucrado en el comercio ilegal de metales. Las autoridades dijeron que no tenían conocimiento de alguien que se hubiera sometido a medidas disciplinarias. Portavoces de la policía nacional y el ejército se negaron a ser entrevistados.
Las autoridades dicen que el público ha sido advertido sobre los peligros del mercurio, pero hay poca evidencia de esto en las zonas mineras. Muchos mineros insisten en que no es peligroso.
Es bien sabido que unos funcionarios corruptos desempeñan algún rol en el comercio del oro y el mercurio, pero el gobierno rara vez hace algo al respecto.
Se dice que algunos miembros de la policía y el ejército financian operaciones de extracción de oro, exigen pagos de extorsión a cambio de protección, supervisan sus propias minas y procuran el tránsito seguro del mercurio y el oro. Muchas de las toneladas de mercurio incautadas por la policía han desaparecido.
“Cuando fuimos al campo y hablamos con la gente de allí, admitieron que la policía les había dado el mercurio”, dijo Putu Selly Andayani, jefe de la Agencia de Comercio de la provincia de las Islas menores de la Sonda occidentales. “Dijeron que la policía los ayudó a montar la extracción ilegal”.
En todo el país, los mineros trabajan con mercurio a la vista de todos sin temor a ser castigados. Las detenciones ocasionales de los trabajadores de hornos y contrabandistas apenas han afectado el suministro.
“Cuando fuimos al campo y hablamos con la gente de allí, admitieron que la policía les había dado el mercurio”, dijo Putu Selly Andayani, jefe de la Agencia de Comercio de la provincia de las Islas menores de la Sonda occidentales. “Dijeron que la policía los ayudó a montar la extracción ilegal”.
En todo el país, los mineros trabajan con mercurio a la vista de todos sin temor a ser castigados. Las detenciones ocasionales de los trabajadores de hornos y contrabandistas apenas han afectado el suministro.
Su hogar en la regencia de Sukabumi, en el oeste de Java, es un lugar poco probable para esta industria establecida en los patios traseros. Se trata de una zona pintoresca de arrozales y pueblos sencillos, no hay ningún mineral de cinabrio ni una carretera cercana. Ni siquiera hay un camino a la casa de Cece en el pueblo de Cidahu.
Pero en su patio, Cece construyó un horno tan grande que podría producir una tonelada de mercurio en 24 horas.
Montó un sistema para que le enviaran cinabrio desde islas distantes, a menudo a través de servicios de mensajería exprés.
Contrató a hombres locales a los que define como “atracadores, ladrones y sicarios”, para que trabajaran con el horno.
Oficiales de la policía local y funcionarios de salud lo visitaban con frecuencia, y a veces tomaban muestras de agua. En cada visita, dijo, les daba “dinero de bolsillo”.
Los inspectores no reportaron haber detectado problemas de salud.
Fuente:https://www.nytimes.com/es/2019/11/13/espanol/mundo/indonesia-mercurio.html