Imagen: Perfil industrial
06/06/2022
De Brasil llega la noticia que los pueblos indígenas siguen sufriendo los impactos de la fiebre del oro en la Amazonia de ese país. Una investigación reciente muestra que en los años 2020 y 2021 casi cinco toneladas de oro salieron de las ciudades de Itaituba y Pedra Branca do Amapari hacia Suiza, donde se pierde la pista. Es muy probable que este oro provenga de la explotación ilegal en territorios indígenas.
Se estima que hasta el 70 por ciento del oro mundial pasa por comerciantes y refinerías en Suiza, donde tienen su sede cuatro de las refinerías de oro más importantes a nivel mundial. Suiza es el segundo mayor importador del oro brasileño, a pesar de que un estudio de la Universidad del Estado de Minas Gerais estima que sólo el 34% de las exportaciones brasileñas de oro son de origen legal garantizado.
El experto de la Policía Federal brasileña, Gustavo Caminoto Geiser, explicó que es sumamente fácil falsificar la declaración del origen de oro extraído ilegalmente: “Si tengo oro ilegal, es suficiente declarar que procede de una mina de oro legal. Ni siquiera necesito la confirmación de los operadores de esta mina.” En esa línea, se han documentado hasta 220 localidades de extracción de oro oficiales que no existen en la realidad, pero que sirven únicamente para legalizar el oro extraído ilegalmente en los territorios indígenas.
La ONG suiza Asociación para los Pueblos Amenazados (GfbV, por sus siglas en alemán) ha intentado seguir la pista en Suiza de casi cinco toneladas de oro importado desde Itaituba y Pedra Branca do Amapari, ciudades conocidas por la actividad de minería ilegal. Sin embargo, las estadísticas oficiales de Suiza no permiten identificar quién ha comprado este oro, y ninguna de las refinerías quería asumir la responsabilidad. Ante la falta de supervisión y transparencia, la GfbV ahora está llegando a la corte federal de Suiza con la demanda de hacer accesible la información sobre los proveedores de las refinerías.
Aunque no se tiene información al respecto, no se puede excluir que la vía de contrabando por Brasil también sea utilizada por algunos de los que extraen oro de manera ilegal del Perú para acceder al mercado global.
Como CooperAccion demostró hace algunos años, en reacción a controles más estrictos de las autoridades peruanas, sobre todo en el sur del país, algunos productores ilegales eligieron el contrabando hacia Bolivia, desde donde se vendía a refinerías extranjeras. En este caso, las refinerías suizas dejaron de comprar oro de Bolivia, visto que el origen ilegal era demasiado evidente. Hoy en día, los destinos principales de exportaciones de oro de Bolivia son India, Emiratos Árabes Unidos (Dubái), Hong Kong, Turquía y Estados Unidos. Sin embargo, esto no significa que, en un segundo paso, este oro no llegue también a las refinerías en Suiza.
Es evidente que Dubái (país sin producción de oro) tiene actualmente un rol clave de intermediario en el ‘blanqueamiento’ de oro de origen problemático. Según la ONG Swissaid, esto se muestra en el caso del oro de Rusia, segundo productor más importante a nivel mundial. A causa de las sanciones, en reacción a la invasión en Ucrania, las refinerías suizas dejaron de importar oro de Rusia desde febrero. Pero en el mes de marzo, sus importaciones desde Dubái llegaron al nivel más alto en 6 años, llegando a 36 toneladas, con un valor de más de 2 mil millones de dólares. Siendo Dubái un importador principal de oro de Rusia, la sospecha es que el aumento se debe a negocios de evasión de las sanciones.
Para frenar la destrucción de la Amazonía y de los territorios indígenas por la minería ilegal, urge actuar de manera coordinada entre los países vecinos y hacer presión para la transparencia y trazabilidad de toda la cadena de valor del comercio internacional de este metal.
En el Perú, en varias zonas de la Amazonía se vive una situación similar: la minería ilegal continúa avanzando, mientras que nuestros pueblos indígenas se enfrentan a esta amenaza que depreda nuestros bosques primarios. Todo esto ocurre frente a la indiferencia de nuestras autoridades.
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