Desde hace varios meses no hay anuncios sobre proyectos en minería. Más allá de Codelco, que debe concretar su cartera estructural, las mineras privadas se encuentran en un período de «reflexión y análisis». ¿Qué ocurre? ¿Los inversionistas le están haciendo el quite al sector?
La Minería vive un año de ajuste. No sólo a nivel de costos, con las principales empresas que participan de esta industria están analizando fórmulas para reducirlos, sino que también a nivel de proyectos pues, como no se veía desde fines de los 90 -cuando el precio de los metales se derrumbó- este año no ha habido ningún anuncio por parte de las compañías mineras sobre nuevos proyectos.
Las últimas grandes noticias sobre nuevas inversiones son relativamente antiguas. BHP Billiton comunicó su aprobación de los proyectos de ampliación de Escondida (OLAP y OGP1) a comienzos del año pasado. Xstrata, Anglo American, Antofagasta Minerals tampoco han dado indicios de dar comienzo a nuevas iniciativas, más allá de las que ya se conocían al menos desde 2012.
Incluso más. El último catastro de proyectos de la Corporación de Bienes de Capital (CBC) muestra que las perspectivas de inversión en minería están prácticamente congeladas. “A partir de mediados de 2012, las expectativas de las empresas del sector, en cuanto a inversiones de mediano plazo, cayeron significativamente”, advierte la entidad en su último informe trimestral.
Lo que sí existe son anuncios de revisión de iniciativas. Cerro Casale (Barrick), Relincho (Teck) e incluso el plan de expansión de Collahuasi, entre varias otras iniciativas, no aparecen en la primera línea de los planes de sus empresas matrices. Es decir, el frenazo está y es grande.
En la industria plantean que este panorama no es necesariamente algo negativo: en parte, y a diferencia de lo ocurrido quince años atrás, esto servirá para evitar que, a futuro, se produzca una sobre oferta de minerales, situación que fue lo que provocó que entonces el precio bajara en forma brusca. Al evitarse el exceso de oferta, el precio podría sostenerse en niveles altos, pues la demanda se espera seguirá creciendo.
Lo que sí es cierto es que esta sequía de nuevos proyectos se enmarca dentro de un escenario que, además de ajuste de los costos, suma recortes en los presupuestos para exploración, menores utilidades y bajas en los precios.
¿Una tormenta perfecta? Según el profesor del departamento de Ingeniería en Minas de la U. de Chile, Aldo Casali, la respuesta es no, pero sí se está frente a un período de revisión integral.
“Estamos en lo que llamaría una situación de espera y análisis. Hay mucha incertidumbre en aspectos clave para la industria minera: suministro eléctrico y sus costos, permisos ambientales y su tramitación y judicialización, respuesta de las comunidades y otros”, explica el académico en relación con lo que ocurre en la minería chilena.
“A esto agregamos que todavía hay ruido en la economía mundial y cierta incertidumbre en los precios de los metales, aunque en general hay consenso que se mantendrán en un rango favorable, gracias al consumo en China, fundamentalmente, además de varios eventos de pérdida de valor en varias de las grandes mineras a nivel internacional. Todo esto hace que parezca inadecuado actuar en este momento y corresponda esperar a que se haga un poco de mayor claridad en estos temas”, complementa Casali.
“Las principales razones son los aumentos considerables en los costos que retrasan nuevas iniciativas y la inversión en exploración, que siendo importante, es insuficiente para Chile, lo cual dificulta nuevos descubrimientos”, agrega el director del programa de Desarrollo Minero de la Universidad Central y ex ministro de Minería, Santiago González.
BUENO PARA CODELCO
Si bien no son pocas las empresas que hoy están revisando sus proyectos, hay una que no puede hacerlo: Codelco. La empresa estatal es una de las pocas que sigue adelante con su cartera de inversiones, en gran medida porque no puede hacer otra cosa.
Esto, porque en caso de que la minera que hoy lidera Thomas Keller no cumpla con los plazos autoimpuestos para desarrollar su cartera estructural, que tendrá un costo cercano a los US$27 mil millones, verá decaer fuertemente su producción, pues se trata (salvo en el caso de Andina 244 y Ministro Hales) de proyectos de reposición, que no agregan mineral sino que reemplazan lo que se dejará de extraer por agotamiento del mineral.
Esta sequía de proyectos, agrega una fuente del sector minero, podría favorecer a la estatal, pues las empresas externas que ejecutan trabajos de ingeniería, construcción u otros asociados al desarrollo de proyectos mineros y que han visto ampliarse su tamaño al mismo ritmo que ha crecido la demanda por sus servicios, verán reducido el interés por parte de las mineras, lo que arrastraría los precios a la baja.
Fuente / Pulso