Colombia

El agua envenenada

Mi artículo pasado sobre la minería en Soto Norte provocó “ahullidos”. Colombia, el país en el que de manera ligera se radicalizan las tesis. Leer y analizar al detalle es la excepción. El ingeniero Gonzalo Peña Ortiz, por sus conocimientos y formación ética, me merece el mayor respeto. Su barba gris, y su pausada dialéctica, hacen pensar en un profesor de antropología que expone sobre tesoros ocultos de culturas milenarias, y los inconvenientes de sacarlos a la luz. Yo sé cómo Gonzalo ama su tierra. Imaginarla arrasada, y convertida en una corteza calva, hace pensar que él no tiene precio. (a pesar de la tentación de posibles contratos mineros, Nelson Matiz Uribe, sí.)

Cuando escribía el artículo pasado recordé las tierras de Segovia (Antioquia) que conocí una vez. De adulto son pocas las veces que he llorado. Pero al ver la desolación dejada por la minería, donde no se oye el silbido de un pájaro, no se ve un arbusto, solamente guasábara que brota de la tierra para acompañar el silencio de la muerte. Entonces se me aguaron los ojos.

¿Por qué han ocurrido estos desastres?

Tenemos gobiernos enclenques, gelatinosos, corruptos, bolsas de empleos de los partidos, una inmensa gusanera que se nutre y devora los impuestos. Los políticos, todos sabemos lo que son, meretrices de la noche. Los ojos del servicio público van dirigidos a la lánguida cartera de quién lo pide. País de águilas, mundo rapaz y mezquino como los agujeros. Un Estado incapaz del ejercicio de la severidad. Así no podemos tener minería, en eso les hallo la razón a los que me ladran, sería un suicidio. Saldrían de las grietas aguas herrumbrosas, apestando a mercurio y arsénico. Necesitamos un Estado que se suba la cremallera del pantalón, se ajuste la correa, y deje de ofrecer sus nalgas, así podríamos aprovechar la riqueza que se guarda en las entrañas de la tierra. El hierro, el níquel, (metalmecánica) el coltán (cibernética) el uranio (energía nuclear) potasio, magnesio (agricultura) el Oro (para la avaricia).

Se bebe de botellas plásticas, bolsas de polietilenos repletas de mercado, inodoros de porcelana, todo va al río, el hombre, manada de hipócritas que somos, hacemos asquerosa contaminación peor que la minería.

Fuente:http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/sergio-rangel/399099-el-agua-envenenada