Argentina

Fracking: extractivismo energético

La oficialización del acuerdo de YPF y Chevron es una noticia relevante, en tanto se ponga en perspectiva como la punta de lanza para la nueva política extractivista del gobierno en el sector energético. Si seguimos exprimiendo la vaca moribunda de la cuenca petrolera, simplemente estiramos el desenlace de la crisis energética, sumando impactos sociales y ambientales. Las cuentas que hace el gobierno nacional. La similitud entre mega-minería e hidrocarburo no convencional. El avance de la frontera petrolera y la acumulación por desposesión. 

Fuente de la imagen: Maestro Viejo.

-Tenemos una inquietud… Que «Vaca Muerta» pase a llamarse «Manantiales Andinos», una denominación que tenga que ver con lo positivo…

 

-O «Vaca Viva»…. Así todos se dan cuenta que estaba muerta porque no la explotaban y ahora está viva porque le sacamos leche, le sacamos petróleo.

El diálogo entre el gobernador de Neuquén, Jorge Sapag y la Presidente de la Nación, Cristina Fernández, puede ser una muestra de realismo mágico, o más bien del pensamiento mágico-moderno que no percibe los límites de la dominación sobre la naturaleza. El gesto de la resignificación presidencial visualiza el deseo de seguir ordeñando (extrayendo) hasta la última gota de una vaca muerta como las reservas petroleras, a nivel mundial y nacional. Pero esta ambición por el petróleo que queda en el orejón del tarro, esta vez nos coloca en mayor riesgo para otro bien más necesario para la vida: el agua.

Es cierto que las sociedades modernas son energívoras, en un sentido preciso. Y aunque no podemos incorporar aquí las críticas hacia este modelo civilizatorio, que desde los cincuenta conocemos como el Desarrollo, observemos que una sociedad asentada en el crecimiento de los factores de producción, incluida la energía, más pronto o más tarde chocará con las limitaciones propias del Planeta. Como e otra forma lo demuestra el cambio climático por el abuso del combustible fósil. Allí es donde el dilema toca puntos críticos, porque se trata de un modelo económico en términos amplios, de una insustentabilidad preocupante.

La explotación del «petróleo no convencional» no es más que exprimir la última gota de la vaca muerta de la industria petrolera. Por ello, aunque la técnica de la fractura hidráulica (el fracking) se conocía desde hace décadas, se perfeccionó en los últimos tiempos porque se volvió rentable, solamente frente al «peak oil», es decir, hemos alcanzado el pico del petróleo disponible en forma barata. Desde este punto de vista, aún desde el pensamiento económico ortodoxo estamos frente a un rendimiento decreciente en términos sociales; aunque las rentas corporativas no lo perciban.

Por ello, no se comprende la militancia del investigador Víctor Bronstein sobre el acuerdo entre YPF y Chevron, a menos que no sea un pensamiento instrumental de la coyuntura, más o menos extendida en las décadas. Ya que si sabemos que «el petróleo es un subsidio de la naturaleza» entonces el fracking es la aceleración de su uso (un extractivismo), que no hace más que subsidiar el pensamiento economicista de que este modo patrón de producción y consumo es sustentable. Por el contrario, el costo social y ambiental de esta técnica evidencia la irracionalidad de la razón económica.

Argentina Potencia… 

El dato de que nuestro país posee reservas que la colocan en el «podio» mundial nos acerca a lo que investigadores críticos de la ecología política han llamado la «maldición de la abundancia» en materia de «recursos naturales». Contamos con la experiencia de la cuenca petrolera de Oriente Medio para preocuparnos más que alegrarnos con las noticias. Mucho más, cuando el Observatorio Petrolero Sur (OPSur) nos informa que la promoción de los hidrocarburos es también una estrategia de la Casa Blanca en su política de Seguridad Energética, como modo de diversificar sus posibles fuentes de abastecimiento.

No por nada el anuncio que Argentina sería una potencia petrolera no convencional se sustenta en un informe preparado por Estados Unidos. Un artículo de Juan Carlos Villalonga  de Los Verdes precisa que en junio el Departamento de Energía del país del Norte publicó un nuevo informe: «La anterior versión, publicada hace dos años, había generado ya un enorme revuelo local porque colocaba a la Argentina entre las principales reservas a nivel mundial. La información más actualizada ubica ahora a la Argentina en el cuarto lugar en materia de petróleo no convencional (shale oil) y segunda en gas no convencional (shale gas)».

En tal sentido, que la empresa emblema para dar el punto de partida en Vaca Muerta sea Chevron va en el mismo sentido del interrogante extractivista. Asimismo, se trata de una señal de confirmación para el Mercado global, en la que vuelven a interesarse empresas con prontuarios como Exxon y Shell. Como hemos explicado en detalle, nada de esto fue un error, la estrategia fue planeada el año pasado. La estatización parcial de YPF tenía como objetivo que pueda cotizar en la Bolsa de Nueva York. Asimismo, la Ley prevé la alianza con corporaciones para explotar el hidrocarburo no convencional, con el objetivo explícito de «obtener saldos exportables» que conviertan al recurso estratégico en una commodity. Esto es extractivismo.

Por eso los grandes números apuntan primero al auto-abastecimiento, pero los intereses avanzan hacia la obtención de divisas. Lo dice el propio Plan Estratégico de YPF 2013-2017, el objetivo es convertir a Argentina en un «exportador neto de energía». Villalonga hace cálculos: «en materia de gas existirían recursos no convencionales que representan más de 60 veces las actuales reservas de gas, unas 500 veces el consumo anual, y en petróleo, superan en 10 veces las actuales reservas, unas 130 veces el consumo anual de crudo». Las cifras parecen acompañar las ambiciones, aunque se trata de números a mediano plazo, que no pueden resolver la demanda inmediata.

Este sueño de Argentina Potencia en materia económica podría desinflarse con dos factores relevantes. Primero, la propia incertidumbre sobre la dimensión de las reservas, ya que según la propia YPF sólo el 20 por ciento de la cartera está en reservas comprobadas. Segundo, lo que OPSur plantea como el «bajo retorno energético» de los no convencionales. Esto significa que para la «producción» de energía se necesita como insumo… Energía. «Se estima que ese gas [no convencional] tiene una tasa de retorno energética de entre 2 y 5, mientras que en el petróleo convencional es de alrededor de 15. En el caso de la energía eólica, es 18. Estamos yendo en la dirección equivocada», sostiene Villalonga. 

Las dos fronteras petroleras.

La lectura de la crisis energética en Argentina nunca fue explicitada por el gobierno, pero ello no significa que no haya políticas sobre este tema. Como ya hemos caracterizado, el interés renovado por las Islas Malvinas se dio en el contexto mundial del peak oil, por lo cual en todo el planeta la frontera petrolera está avanzando hacia el océano. Se trata de la «explotación off-shore», es decir, en la plataforma submarína. Es por ello más costosa y riesgosa, como demostró el derrame que ocasionó la British Petroleum en el Golfo de México. Brasil está avanzando en este sentido, también quiere hacerlo Argentina.

Sin embargo, hay otra frontera -más invisible- que avanza en el subsuelo a partir de la revalorización de las cuencas de petróleo no convencional. Más bien, en el caso de Neuquén se trata de la roca madre misma del yacimiento. Pero también hay proyectos en otras regiones del país, que no tienen tradición petrolera como en la provincia de Entre Ríos, donde por ello avanzan ordenanzas que prohiben el fracking. Es en el caso del fracking donde reafirmamos la gran similitud entre esta explotación del «shale» (hidrocarburo no convencional) con la mega-minería. La diferencia puede darse en la necesidad de cada recurso: los minerales y la energía. No obstante, en este caso reconocemos los siguientes puntos de coincidencia:

-Recurso de menor calidad. Debido a la extracción acelerada de las últimas décadas, en los dos casos queda el recurso muy diseminado en gran cantidad de material rocoso.

-Tecnología invasiva, más contaminante. Por lo anterior, es necesario aplicar técnicas agresivas, que utilizan químicos agregados peligrosos, con mayor riesgo de contaminación.

-Abuso del agua (y de energía). Esta técnica necesita también una gran cantidad de agua del territorio, donde se diluyen los químicos para poder extraer el recurso escaso.

-Participación del capital trasnacional. Este nuevo tipo de explotaciones son más costosas, por lo cual se suele «necesitar» la participación de grandes corporaciones extranjeras

-Vocación de divisas. Esto último está asociado con la transferencia de recursos, sea «físicos» como monetarios, que hacen del recurso una «commodity» o el «cash».

Según consigna el OPSur, el «fracking» o la fractura hidráulica consiste en perforar un pozo hasta llegar a la formación geológica donde se inyecta un cóctel de agua con químicos de amplio rango. En el caso del agua, el propio gobierno de Neuquén señala que en las perforaciones desde 2012 hasta 2017 se utilizarán 50 mil millones de litros de agua. Si bien en esta provincia existe buena disponibilidad de agua en la zona sur, en el territorio norte existe más bien un ecosistema semi-árido. Respecto a los químicos, escudados en el «secreto empresarial» no se sabe con certidumbre que se coloca en los suelos.

En la columna «Es el extractivismo, estúpido», el abogado ambientalista Enrique Viale (actual candidato de Nueva Izquierda) puntualiza: «La técnica experimental de fractura hidráulica para la explotación de hidrocarburos no convencionales (fracking) es una de las caras extremas de este extractivismo que corre todo el tiempo sus fronteras, consolidando además una matriz energética basada en los hidrocarburos, postergando indefinidamente el desarrollo de energías alternativas y compatibles con los ciclos de la naturaleza». De eso se trata, centralmente, por ello la política petrolera es hoy un punto estratégico.

Acumulación por desposesión

Al costo económico mencionado debe agregarse el costo social y ambiental. En realidad, debemos entender la creación de zonas sacrificables al altar del Desarrollo, que ya se da con el petróleo convencional. El caso de la explotación de Texaco-Chevron en el Amazonas ecuatoriano es evidente. El discurso empresaríal decía «llevar civilización donde no existe», una burda excusa para extraer de allí la energía que se utiliza en otro lado, dejando en el territorio contaminación. Una forma simplificada de decir que se destruyen los medios de vida tradicionales (ancestrales) de los pueblos originarios. Por eso el término preciso (difundido por David Harvey) es la «acumulación por desposesión».

El periodista Darío Aranda narró un caso testigo en su nota «La maldición petrolera», publicada en Revista Mu. Se trata de Loma La Lata, el mayor yacimiento de gas de Argentina (30 mil hectáreas), cuya producción comenzó en 1977 por YPF. De allí «nacen gasoductos que alimentan de gas a Neuquén, La Pampa, Córdoba, Mendoza, San Juan, Santa Fe y Buenos Aires». Para hacer ello, avanzaron sobre territorios de la comunidad mapuche Kaxipayiñ. Como consecuencia, un informe del laboratorio alemán Umweltschutz Nord confirmó “la contaminación del principal acuífero utilizado como bebida humana, para irrigar sus huertas y frutales y para dar de beber a los animales de cría”.

La nota incluye un testimonio clave del diálogo entre la comunidad mapuche y las autoridades de YPF. El inan logko, José Cruz Cherqui, recuerda que el CEO de la empresa Miguel Galuccio «nos dijo que teníamos que entender que era necesario el gas, ‘que hay gente que lo necesita para calentarse’. Le dijimos que nosotros necesitamos vivir”. La situación parece desesperante, una paradoja. Sin embargo, en la sentencia petrolera se deja incuestionable al actual modelo económico. En este ejemplo, entonces, se observa con claridad como el sacrificio de un territorio se hace en el altar del «desarrollo» de otro. Eso le dio a entender la Presidente a los pueblos originarios, en mayo de 2010.

Como ya discutimos, el discurso «energía para seguir creciendo» y para combatir la pobreza es una perspectiva, que no puede pensarse como la única solución. En tal sentido, la energía para el crecimiento también es la gran cantidad de energía que necesita una mega-minera. Por ello, en vez de pensar en «producir» más petróleo, incluso antes de invertir en energías renovables limpias, se trata de discutir la reducción del consumo. Por ello, en el mismo sentido, luchar contra Chevron también se debe establecer en el día a día. Si la excusa principal para extraer la energía de Vaca Muerta es enviarlo a las grandes ciudades, entonces estamos implicados más allá de la denuncia del convenio con una corporación extranjera. 

La crítica simplista (que dirá que esta nota está escrita en una computadora, utilizando energía del petróleo) es factible en tanto se terminen de aceptar estos argumentos. Como demuestra el cambio climático, la característica planetaria de la crisis ambiental hace imposible una alternativa que no transforme el actual sistema económico extendido por la globalización. La imagen de una persona que se escapa a una isla desierta «alejada de la civlización» ya no es posible, a riesgo de que la propia pequeña isla termine sumergida (como nos dice Ülrich Beck) por el propio éxito de la modernización. Desde este punto de vista, la discusión del fracking debe ser sobre la economía convencional.

Los límites de la «vaca sagrada» (del periodismo).

Este domingo el programa «Periodismo Para Todos» (haciendo uso del presupuesto de un medio masivo) dio más visibilidad al pasado oscuro (color petróleo derramado) de Chevron con un informe filmado en Ecuador.

Sin embargo, los límites del enfoque periodístico de Lanata llegaron al final, cuando expresó que la explotación petrolera en Vaca Muerta «se puede hacer bien», acotando las críticas a Chevron. También en su anterior columna en Clarín argumentaba su oposición al acuerdo porque se trata de un gobierno desde ya poco serio, que hizo un acuerdo con una corporación responsable de contaminar el Amazonas, remarcando que se necesita «ser confiable para el [buen] inversor extranjero». 

Por supuesto, en ningún momento habló de qué se trata el «fracking» (o fractura hidráulica). Incluso desde Neuquén avisaban que recortaron esa parte del testimonio de las comunidades afectadas. En el fondo de la fractura expuesta parecen anidar convergencia de intereses.

Ver también:

Energía Sucia: El gobierno se une a una empresa tóxica para avanzar en las zonas de sacrificio (septiembre de 2012)

Energía para seguir creciendo, ¿crecimiento para combatir la pobreza? (enero de 2013)

Nada de esto fue un error (julio de 2013)