Con el prolongado desplome del precio del crudo y la recesión tras años de bonanza, el gobierno de Rafael Correa está ahora decidido a enrolarse en la extracción de metales a gran escala, a la que se abrió en 2012. El gobierno considera que el sector es estratégico -junto con el del turismo- para el futuro económico del país y con el impulso a la minería a gran escala busca compensar la caída del precio del crudo, pese a la sostenida resistencia de movimientos sociales e indígenas.
Ecuador, al igual que Colombia, Perú y Chile, se ubica en la zona de subducción de las placas tectónicas Nazca y Sudamericana, lo cual lo vuelve tremendamente sísmico y volcánico, pero también muy rico en oro, plata y cobre.
Pero, al revés que sus vecinos, el miembro más pequeño de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) siempre estuvo más enfocado en sus recursos petroleros y desatendió la actividad minera, que sólo se desarrolló de manera artesanal -muchas veces ilegal- o en pequeños o medianos proyectos.
Con el prolongado desplome del precio del crudo y la recesión tras años de bonanza, el gobierno de Rafael Correa está ahora decidido a enrolarse en la extracción de metales a gran escala, a la que se abrió en 2012. El sector es considerado estratégico -junto con el del turismo- para el futuro económico del país.
«La industria minera nos permitirá tener otra fuente de riquezas y será en el mediano plazo una de las principales fuentes de ingresos y exportaciones para el país», dijo la semana pasada el ministro coordinador de Sectores Estratégicos, Rafael Poveda.
Por ahora, los cinco proyectos a gran escala que están operando en la andina provincia de Azuay y las amazónicas de Zamora Chinchipe y de Morona Santiago (todas en el sur) no han dado frutos.
Tres de ellos, Mirador (cuprífero, de la china Ecuacorriente), Río Blanco (aurífero, de la china Junefield) y Fruta del Norte (aurífero, de la canadiense Lundin Gold) empezarán a producir entre 2018 y 2020.
Los otros dos, Loma Larga (aurífero, de la canadiense INV Minerals) y San Carlos Panantza (cuprífero, de China Explorcobres) están todavía en fase de exploración.
«Ecuador estaba muy cómodo con los ingresos petroleros, eso hacía que de una u otra forma el tema minero siempre fuera pateado hacia adelante. Es buen momento para desarrollar ese sector, y queda mucho por explorar», explicó a la AFP Diósgrafo Chamba, miembro de la consultora Observatorio Minero.
Además, el gobierno abrió hace meses el proceso de subasta de concesiones de mediana y gran minería en varias zonas con potencial e indicios de yacimientos, que espera que sean a la larga fuente de ingresos millonarios y de generación de empleo.
Como en otros países, en Ecuador -en cuya Constitución está explícito el compromiso de respeto de la Naturaleza- estos proyectos mineros son rechazados por defensores del medio ambiente y comunidades indígenas, que alegan que causan desplazamientos forzosos de habitantes en tierras sobre las que recaen concesiones, y contaminan las fuentes de agua y los bosques.
El gobierno sostiene sin embargo que el impacto será mínimo gracias a las modernas tecnologías y a sus estrictas regulaciones, que prohíben, por ejemplo, el uso de mercurio, o exigen a las empresas un correcto cierre de mina tras el fin de la concesión.
El prefecto de Zamora Chinchipe y líder indígena, Salvador Quishpe, dijo a la AFP que Mirador y Fruta del Norte, ambos en su provincia, ponen en riesgo el entorno natural y el estilo de vida de la etnia Shuar que habita en sus alrededores, entre cuyas prácticas tradicionales figura precisamente la minería artesanal.
«Que nos demuestren que no va a afectar a nuestras tierras, al agua, y que va a ser rentable para el Ecuador y nuestras comunidades (…)», demandó.
Pero ¿cómo convencer de la sustentabilidad de estos proyectos en un país que ha vivido experiencias como el desastre ambiental del que el gobierno acusa a la petrolera Chevron en la Amazonía, o episodios de grave contaminación por mercurio relacionados con la minería?
«En Ecuador, todavía no estamos en la fase de explotación intensiva, pero las experiencias del pasado y las de toda la región no hablan bien de la minería que minimiza el impacto ambiental», manifestó a la AFP Ricardo Buitrón, de la ONG Acción Ecológica.
En ese sentido, consideró una «contradicción» que la minería pueda ser ambientalmente sustentable y cuestionó «el mito» de que «va a salvar» a la economía ecuatoriana.
«Acabamos de tener el mayor boom petrolero en la historia del país y estamos quebrados, y el costo ambiental y social no justifica que nos lancemos a reprimarizar (desarrollar un sector primario de) la economía con actividades mineras», advirtió.
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