Recientemente dimos a conocer la opinión del Gobierno del Estado de BCS sobre el proyecto de minería submarina Don Diego –único en su tipo a nivel mundial– que pretende dragar 91 mil hectáreas del fondo submarino. El proyecto fue calificado como no viable ambientalmente y que podría exacerbar un conflicto de índole internacional, por mencionar algunas de las observaciones.
Dentro del procedimiento de evaluación de impacto ambiental (en el que se encuentra actualmente Don Diego), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) solicita la opinión de diversas dependencias y/o centros de investigación. Entre estas, han sido las opiniones del gobierno de BCS a través del Secretario de Desarrollo Económico, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rodrigo Guerrero Rivas, y la del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor), a través del director Daniel Lluch Cota, quienes emitieron fuertes críticas al proyecto.
El gobierno de Mendoza Davis opinó que “el desarrollo de este proyecto minero en una zona con la cual representa un conflicto de índole internacional, pudiera exacerbar de manera muy significativa la problemática antes señalada”, refiriéndose a la certificación negativa hacia el Gobierno mexicano por parte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), por no adoptar un programa regulatorio comparable al empleado en los Estados Unidos para afrontar la pesca incidental de la tortuga amarilla en el Golfo de Ulloa.
Y es precisamente en el Golfo de Ulloa donde se da la mayor mortandad de tortugas a nivel mundial debido a la pesca incidental, y la negligencia del gobierno mexicano ha llevado al país a una situación en donde, los Estados Unidos implementará sanciones que pueden terminar en un embargo comercial pesquero.
El Gobierno del Estado también criticó la “campaña oceanográfica” que llevaron a cabo, ya que para un proyecto de 50 años, los promoventes dicen haber observado en cuatro días, 4 tortugas, en 12 días 28 mamíferos marinos (en su mayoría delfines), en un día, un tiburón, y en 9 días observaron 16 aves; por lo que por obvias razones los datos no son representativos.
En cuanto a los sedimentos que se regresarán al mar, y que se les conoce como “pluma de dispersión” al mezclarse con el agua, se menciona que los periodos simulados para determinar qué tanto se van a dispersar, no se presentan datos concluyentes, y que a pesar de ello el mismo estudio habla de la complejidad de las corrientes de la zona. Esto es de suma importancia ya que los sedimentos pueden contener compuestos contaminantes y estarían afectando a los organismos que habitan en esa zona.
El promovente de Don Diego señala en su estudio “que más del 95% de las especies bentónicas (que viven en el fondo marino) de los alrededores del área de dragado autorizado no serán altamente o moderadamente sensibles a un aumento comparable en la sedimentación”. Sin embargo, el gobierno responde al respecto que “ante el escaso uso de información local no se deben hacer inferencias sobre los impactos ambientales sobre las especies bentónicas de la zona de estudio, al realizar únicamente un análisis con información de especies marinas ajenas a dicha zona”. Esto por el hecho de que para sustentar esta información en su análisis, el promovente utilizó un modelo de datos marinos que incluye a especies presentes en aguas costeras del Reino Unido, que no corresponde a la zona de estudio de BCS, ni a las especies locales que en ella se encuentran.
En cuanto a los estudios de toxicidad sobre los organismos del fondo sensibles a la contaminación y enterramiento debido a los sedimentos, ninguna referencia bibliográfica hace mención a investigaciones oceanográficas locales-regionales, a pesar de que existe un importante acervo de publicaciones científicas. Así mismo se señala que los muestreos se realizaron los meses de julio y agosto del 2013, lo que parece insuficiente la estimación de los impactos.
Así mismo, el estudio no permite determinar de manera clara y contundente los impactos ambientales que el ruido tendrá hacia las tortugas marinas, lobos marinos y la ballena gris, ya que “lo más dañino potencialmente es al norte con las madres con cría y es precisamente la zona que queda más cercana al área de dragado”, refiriéndose a las ballenas que migran desde Alaska.
Así también el Cibnor afirma que la contaminación acústica de la draga estará interfiriendo con la comunicación entre todas las especies de mamíferos marinos presentes en el área, durante 50 años, y que el Golfo de Ulloa es una zona de pesca ribereña en la que no hay tránsito de grandes cargueros ni alteraciones sustanciales del hábitat. Un proyecto como el “Dragado de arenas fosfáticas negras en el yacimiento Don Diego” que implica ruido continuado (durante 50 años), el paso continuo de cargueros de gran tonelaje para transportar las toneladas de material, los víveres y las personas, implica un cambio sustancial en el ecosistema, que pasará de tener un uso tradicional y sustentable, a un uso industrial. Eso es una modificación a escala ecosistémica. Las implicaciones de esa transformación no están de ninguna manera contempladas en la MIA regional, y según la evidencia científica reciente es muy probable que cuando las detectemos sea demasiado tarde, al menos para las especies de mamíferos marinos, incluyendo desde luego la ballena gris, que es una de las especies bandera de la conservación en México.
Los comentarios expuestos sólo son una muestra de muchas más fallas identificadas del proyecto, y faltan más dependencias de emitir su opinión. Es por ello que no hay duda que Don Diego es una amenaza para las ballenas, las tortugas y otras especies marinas de interés para la pesca comercial. Ahora, con un embargo en puerta por parte del gobierno estadounidense, lo menos que Semarnat debería hacer es aprobar este tipo de actividades.