Viernes, 19 de Junio de 2015
Como lo temían las empresas petroleras y mineras multinacionales, el papa Francisco tomó partido en forma directa en la defensa del planeta y su medio ambiente con una denuncia sobre los efectos contaminantes de estas dos actividades sobre los recursos naturales como el agua y sus consecuencias sobre el hombre, animales y plantas.
En este sentido, el Papa urgió a las petroleras a sustituir el uso de combustibles fósiles y desarrollar en su lugar las fuentes de energía renovable con el fin de reducir las emisiones de gases contaminantes. Y apuntó contra la mineras por la “contaminación con mercurio en la minería del oro” o “con dióxido de azufre en la del cobre”.
Francisco advierte que “ante el agotamiento de algunos recursos se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras”.
Estos conceptos del Papa están contenidos en su encíclica “Laudato Si” (Alabado sea), sobre el cuidado de nuestro hogar común”, donde Francisco pide un cambio del estilo de vida de los países ricos inmersos en una cultura de consumo “desechable” y el final de las “actitudes obstruccionistas” que a veces ponen los beneficios antes que el bien común. El pontífice consideró que se ha vuelto “urgente e imperioso” desarrollar políticas para que en los próximos años se reduzca drásticamente la emisión de anhídrido carbónico y otros gases altamente contaminantes.
“En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación”, añadió Bergoglio en su encíclica.
El Papa identificó que “muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico y político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático”.
“Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes -sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas- necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora”, explicó el Papa.
También hizo un fuerte llamado de atención por la contaminación del agua como consecuencia de algunas actividades
extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes.
“No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares”.
«Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre”, apuntó el Papa en referencia a la explotación minera a cielo abierto.
“Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener”, alertó el Papa citando en la encíclica al mensaje de los obispos patagónicos que en la Navidad de 2009 alertaban por el paso arrasador de las multinacionales por el sur argentino.
El Papa advirtió del peligro de que “el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo”.
Diario de Cuyo