El 21 de septiembre, la posición de bloqueo selectivo montada en Tinogasta -a un costado de la ruta nacional 60- para detener el transporte de suministros a Bajo de la Alumbrera cumple 236 días. Durante la mañana, mientras se halla desguarnecida, una cuadrilla municipal desmantela el campamento.
La noticia genera la condena inmediata de movimientos políticos y grupos de apoyo de todo el país.
Entrevista con Karina Olmos (39), miembro de la Asamblea de Ciudadanos en Defensa de la Vida y el Agua.
P: Ya el 18 corrían rumores sobre el posible paso de un convoy de camiones con destino al yacimiento —proveniente de Chile y escoltado por efectivos de infantería—. ¿Ese runrún fue solo el anticipo de lo que finalmente sobrevino el día 21?
Olmos.—En ese momento, reaccionamos enseguida. Al mediodía del 21 todo el acampe estaba levantado: el convoy nunca pasó. Las guardias son mínimas y ellos nos subestiman, piensan que la gente cambió de opinión y que vamos a dejar pasar estos camiones. La gente tiene sus actividades, no estamos dedicados cien por cien a un bloqueo de estas características. Estamos convencidos de que somos nosotros los que nos tenemos que defender, porque nuestros representantes hacen todo lo contrario. Acá el poder lo tienen las multinacionales y los demás hacen lo que ellas ordenan. Más allá de que estemos llevando adelante un bloqueo en un lugar físico, más que nada simbólico, de norte a sur la gente no quiere que pasen los camiones. Desde que ingresan a Fiambalá, ellos saben que están expuestos a la indignación de la gente.
P: Además de quemar el lugar, según reseñaron, les secuestraron donaciones, tiendas, mantas, alimentos y herramientas. ¿Podría ser la arremetida contra el campamento una señal evidente de la necesidad de abordar la cuestión con una perspectiva diferente? ¿Existe la posibilidad de que la situación experimente un vuelco antes de acabar el año?
Olmos.—Se llevaron todo lo que teníamos para pasar el día y la noche. Cuando llegamos ya no había nada y lo poco que quedaba lo habían quemado. A los días encontramos las cosas en un baldío: volvimos a poner banderas y a la semana fueron también quemadas. Lo que hicimos fue preservar el lugar y marcarlo, porque es un símbolo de nuestro pueblo. La lucha sigue, porque lo que no nos han quemado son las ideas; seguimos firmes, pensamos exactamente igual. Lo que no hicimos fue volver a armar nada porque sabemos que, lamentablemente, no podemos estar las veinticuatro horas del día en este acampe. No solo el intendente no nos acompaña, sino que, indirectamente, nos ataca. Ya no sabemos qué hacer: hicimos cosas pacíficas y otras menos pacíficas. Nuestra cordillera es muy atractiva para las multinacionales, así que estamos alertas, siempre guiados por nuestra intuición. Hacemos lo que se puede; no sabemos qué puede pasar mañana.
P: El bloqueo iniciado a finales de enero amenazaría directamente los intereses de Alumbrera, que hasta la fecha no ha osado hablar abiertamente del tema. Luego de ocho meses al costado de la ruta, no solo la propia empresa debe haber comenzado a notar los negativos efectos de la protesta: el ímpetu observado en abril (véase Nacionalización del bloqueo de Tinogasta) y julio (véase La mayor acción anti-Alumbrera) se fue transformando a lo largo de los días en un estancamiento muy avanzado.
Olmos.—En cada reclamo y en cada movilización nos exponemos muchísimo. Somos muy diferentes a los grupos pagados, a quienes mandan a desalojarnos: nosotros vamos con convicción. Estamos en esa etapa de volver a empezar, de juntar fuerzas; todo esto hizo que se debilitara un poco el bloqueo. Esta es una zona precordillerana donde el clima es bastante áspero, con un frío intenso. También sufrimos el calor, el viento característico de esta época: corren ráfagas muy fuertes. Cada acción nos desgasta, es inevitable que se note. Lo que menos hacemos es tratar de ocultarlo; somos íntegros, gente común indignada. Permanente somos perseguidos: la última vez que vino la gobernadora a Tinogasta, un pueblo de unos 6000 habitantes, había 200 policías de civil, sin contar a los uniformados. Cuando llegué al acto, tenía por lo menos cinco policías persiguiéndome todo el tiempo. Los diferencian sus intereses, pero en la cuestión de la minería todos los partidos están encolumnados con la misma idea.
P: En este marco, el día 27 los senadores de la provincia expresaron, mediante una resolución, su repudio al bloqueo que llevan adelante y solicitaron la liberación total de la carretera. Esta expresión de la Cámara alta evidencia el escaso contacto que existe entre las fuerzas con representación en el Parlamento y los militantes de Tinogasta. Desde el acampe, entre tanto, le cargaron al poder político la culpa por lo sucedido con la llegada de la primavera, episodio que consideraron un atentado.
Olmos.—Los senadores y los diputados no tienen ningún proyecto para el pueblo. Ellos reciben órdenes, y se manifiestan sólo a favor de Alumbrera. No tenemos contacto con ninguna fuerza política del Parlamento. Los que están son los representantes del Gobierno anterior, que también estaba encolumnado con Alumbrera, que hace veinte años que está. O sea que es lógico que el poder político haya estado manejado por ellos. Con Corpacci, que es prominera, continúan con lo mismo. No hay un solo político que se juegue por el pueblo. El intendente gana las elecciones porque formó parte de los autoconvocados y, al estilo Beder Herrera, cuando asume se da vuelta.
P: Al mismo tiempo, se mostraron decididos a no ceder aunque sobre sus hombros se mantenga la presión para que den marcha atrás. Sintonizando con esto último se pronunciaron sus homólogos de Andalgalá, al sostener que «nada está perdido” y ratificar que continúan firmes a pesar de que se «invisibilizan” los reclamos, a consecuencia de la escasa resonancia que alcanza el tema en la prensa local. ¿Cuál sería el mecanismo más prudente para zanjar el conflicto?
Olmos.—Hechos como la quema del bloqueo no salen en ningún medio; estamos acostumbrados a manejarnos con panfletos. El que está en esta lucha es muy valiente, porque da la cara. Lo que puede zanjar esto es el debate serio con las autoridades. Si existe la minería, que sea controlada; tendría que respetarse la naturaleza. Nuestros cerros son ricos, vienen a explotarlos y seguimos siendo pobres. Si todo eso cambiara, creo que nosotros no tendríamos ningún problema. Si ellos quieren venir directamente a saquear, sin respetar nuestras decisiones, no hay forma. Lo que hace falta es que dialoguemos, que nuestros representantes nos respeten y hagan lo que el pueblo dice, porque no son dueños de nuestro suelo. Por más que nos quieran minimizar, esta «minoría” está bloqueando el Paso Internacional San Francisco. En Tinogasta se perdió la paz: la gente está muy dividida y con miedo.