En noviembre de 2006 una masiva movilización popular obligó a las compañías mineras encrustadas en la Cordillera del Cóndor a suspender sus trabajos e inclusive fueron expulsadas del lugar, con la consigna de que no regresen más.
Pero, cuando la población quiso llegar a los campamentos de Ecuacorriente en Tudaime, fue violentamente reprimida por el ejército y guardias privados en el paso del río Zamora e impedidos de llegar hasta el lugar de la concesión minera Mirador.
Cuatro años después, la compañía ECSA y el Ministerio del Ambiente, con un gran despliegue publicitario convocan a la “Presentación del borrador del Estudio de Impacto Ambiental para la fase de explotación y de beneficio del proyecto minero de cobre Mirador” para el día 5 de Noviembre a las 11 de la mañana simultáneamente en Tundaime, Chuchumbleza y El Pangui en la Provincia Zamora Chinchipe.
Como es costumbre en estos eventos, la compañía movilizó a sus trabajadores y simpatizantes. Toda la agenda se redujo prácticamente a la exposición del delegado de ECSA haciendo alarde de las bondades de la explotación minera.
La experiencia que tenemos desde 1998, después de la Firma de la Paz, es que Ecuacorriente -ECSA- como las demás compañías mineras fueron sembrando “dolor, rencor, terror” en toda la zona. Si en esta larga etapa de 10 años de exploración, ECSA ha sido un mal vecino que ha dividido y engañado a los pueblos, debilitado a las organizaciones, perseguido a los dirigentes hasta enjuiciarlos y encarcelarlos, ¿qué podremos esperar si se atreven a entrar en la fase de explotación? Lejos de brindarnos un “Buen Vivir” nos han traído, hace rato, una “triste vida”.
El salario que han pagado a sus trabajadores es de 8 dólares diarios que por reclamos subió a 12 dólares. Pero sólo se paga por los 22 días trabajados, sin tomar en cuenta los derechos laborales y el seguro social. Ahora, según el estudio presentado, sólo ofrecen 21 meses de trabajo disponible para mano de obra no calificada de los 17 a 20 años de explotación total de la mina, removiendo 30.000 toneladas de roca diarios y llevando toda la riqueza a Puerto Cobre en la Prov, de El Oro con un trailer cada hora para embarcarla al exterior. En verdad, “la riqueza se va y la pobreza se queda”.
Son demasiadas las experiencias de países como Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Guatemala, México y otros sobre los impactos sociales, ambientales, culturales y económicos que la minería ha causado para quedarnos indiferentes frente a la amenaza sobre la vida de nuestros pueblos campesinos e indígenas, sobre todo, que se verán privados de la caza y pesca y reducidas sus posibilidades para la agricultura y ganadería por la contaminación del agua y el suelo. Si se permite la explotación, son 17-20 años de tortura y luego muchísimos años de desolación en cada zona de minería a cielo abierto.
Los pocos compañeros y compañeras de la resistencia presentes en el evento, presentaron serios cuestionamientos al proyecto, Pero éramos demasiados pocos en comparación a nuestras primeras movilizaciones cuando el pueblo entero dijo el NO rotundo a la minería, precisamente aquí en El Pangui.
Esta experiencia nos anima a no tener miedo al “monstruo grande que pisa fuerte”, nos convoca a despertarnos del sueño que nos provocan las promesas engañosas y a abrir los ojos a la realidad, y sobre todo, unirnos en una gran minga con todos los pueblos de la selva y los páramos, los campesinos y la ciudad para asegurar la vida en plenitud para las futuras generaciones. Estamos seguros de la alegría de nuestro Padre-Madre Dios al ver a sus hijos e hijas cuidando su creación.
P. Juan de la Cruz
Asesor Religioso de Yaup’ – Mankusas
6 de Noviembre de 2010