La megaminería nos remite a la época petrolera…
Hace exactamente 40 años, en junio de 1972, el general Guillermo Rodríguez Lara, el dictador más conocido como “bombita”, abrió las válvulas petroleras del oleoducto transecuatoriano en la terminal de Balao en la provincia de Esmeraldas. Poco después, trasladó en un blindado el primer barril de petróleo por las calles de Quito, desde la Plaza Grande hasta el Templete de los Héroes del Colegio Militar Eloy Alfaro.[1] Fue, sin lugar a dudas, una alegoría pintoresca de la inauguración de una nueva época de prosperidad y desarrollo. El petróleo fue presentado así como la promesa del fin de las tribulaciones para un país que históricamente había dependido casi exclusivamente de la producción agroexportadora.
Hoy el gobierno del presidente Rafael Correa se apresta a inaugurar la megaminería en Ecuador. Este lunes 5 de marzo firmará el primer contrato para explotación de minería metálica a gran escala en la historia del Ecuador. Lo hará luego de llegar a un acuerdo con la compañía de capital chino ECSA, que explotará cobre en el proyecto Mirador a pesar de la oposición mayoritaria de la población del cantón El Pangui en la provincia de Zamora Chinchipe. Según el ministro de recursos naturales Wilson Pastor, el Estado ecuatoriano recibirá de un seis a ocho por ciento de las regalías de la producción, dependiendo del precio del cobre en el mercado mundial.
En la antevíspera de la firma, durante la cadena sabatina del día sábado 3 de marzo el presidente Rafael Correa afirmó que para el país “tener petróleo no es una maldición.” Desconociendo que incluso el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, habla de “la maldición de los recursos”[2], arremetió -sin nombrarlos-, en contra de “algunos intelectuales que dicen que el petróleo es una maldición”. Para concluir sabiamente que “cualquier cosa mal utilizada es una maldición. […] Si vienen los turistas a corromper a nuestra gente, a juegos de azar, a transmitir malas costumbres a nuestra gente, el turismo sería una maldición”. [3]
Con esta afirmación, Correa reiteró su vocación extractivista formulada una y otra vez a lo largo de su gobierno. En junio del 2010 ya había manifestado algo similar en una cita presidencial del ALBA (a la que asistieron sus homólogos de Venezuela, Hugo Chávez, y de Bolivia, Evo Morales)[4]: “No podemos ser mendigos sentados en un saco de oro porque nos mantiene en la pobreza, el retraso y nos inmoviliza. Hay que desarrollar el potencial extractivo.”
El petróleo preparó la “larga noche neoliberal” [5]
Para impulsar esta nueva etapa de la larga historia extractivista del país, el gobierno de la “revolución ciudadana” cuenta con el apoyo del capitalismo global chino del cual espera mucho. Algunas semanas antes, el 16 de febrero, en entrevista con la prensa extranjera, el presidente Correa declaró que no existe límite para el endeudamiento con China: “mientras más nos puedan prestar, mejor. Lo que necesitamos para el desarrollo es financiamiento y lo que más tenemos son proyectos rentables. Lo importante son las tasas y el plazo, si me prestan a largo plazo el límite es inexistente, a corto plazo es otra cosa (…) Somos complementarios con China, ellos tienen exceso de liquidez y escases de hidrocarburos, nosotros tenemos exceso de hidrocarburos y escases en liquidez. China financia a Estados Unidos, y pudieran sacar del subdesarrollo a Ecuador”.[6]
Son palabras que nos remiten de manera ineludible a los inicios de la etapa petrolera. Desde la segunda mitad de la década de los años setenta del siglo XX y en plena dictadura militar, la gran disponibilidad de recursos financieros en el mercado mundial (hoy existentes particularmente en China), incentivó un proceso de “endeudamiento agresivo”. Este proceso sentó las bases para la posterior crisis de deuda externa, sobre la que construyó “la larga noche neoliberal.” Entonces también se creía que las posibilidades de endeudarse no tenían límites.
Ni cortos ni perezosos, los organismos internacionales de crédito y la banca transnacional vieron que gracias al petróleo, el Ecuador podía ser un excelente sujeto de préstamos. Ofertaron préstamos a intereses bajos en medio de una fuerte crisis del sistema económico mundial capitalista. La dictadura militar endeudó alegre e indiscriminadamente al país, al mismo tiempo que, en la Amazonía norte, la actividad de empresas petroleras como la Texaco y la Gulf, destruían el medio natural, la salud y la vida de miles de indígenas y colonos.
Para 1981 las condiciones habían cambiado sustancialmente. La deuda externa había crecido exponencialmente desde mediados de la década de los setenta, a más de seis mil millones de dólares. Los intereses de los créditos internacionales se habían, así mismo, cuadriplicado por diversos factores. Paradójicamente, el Ecuador comenzó a requerir créditos para pagar los intereses de los préstamos previos. Iniciaba así, en plena transición a la democracia, “la crisis de la deuda”.
Como médicos sorprendidos por una enfermedad inexplicable, para contrarrestar los efectos de la crisis los organismos internacionales de crédito impusieron a la mayoría de países latinoamericanos un cumulo de medidas de ajuste estructural, recetario que luego se conoció como El Consenso de Washington. De esta manera el Ecuador pasó de las dictaduras militares a la dictadura económica del neoliberalismo. El resto, como dicen, es historia.
Del jurásico petrolero a la megaminería a gran escala
El petróleo no logró transformar la matriz económica nacional. Por el contrario, la sumió en la más abyecta dependencia. Desde que en 1972 se iniciara el boom y la promesa de desarrollo, han transitado por el poder más de 14 gobiernos diferentes incluido el actual. Todos y cada uno de aquellos gobiernos, militares, demócrata populares, social cristianos, social demócratas, conservadores, populistas, tecnocrático neoliberales y correista, han coincidido de manera casi exacta en el mismo discurso sobre el uso de los recursos naturales.
De hecho, el actual ministro de recursos naturales del gobierno de Correa tiene una larguísima trayectoria y experiencia petrolera, desde finales de los setenta y a lo largo de todo el periodo neoliberal. Ha sido director técnico del Instituto Nacional de Energía en 1978; subgerente de Planificación de la extinta CEPE (hoy Petroecuador) entre 1979-1980; asesor en el Congreso Nacional, en Petróleo y Minería, 1981-1983; asesor del contralor general el Estado en Contratación Petrolera y Comercialización externa, 1983-1984; coordinador general de la Unidad de Contratación Petrolera, 1984-1987.
Cansa, por lo extenso, leer el currículum color negro petróleo del ministro de recursos naturales de la “revolución ciudadana”: fue consultor del Banco Mundial 1987-1988; gerente financiero de Texaco, Operadora del Consorcio CEPE-TEXACO 1988-1990; gerente general de PETROAMAZONAS, operadora que heredó el puesto del consorcio CEPE-TEXACO, 1990-1992; coordinador general de la Unidad de Contratación Petrolera de la Séptima Ronda de Licitaciones, 01/10/93-31/02/95; presidente ejecutivo de Petroecuador 08/12/99 – 27/02/2000; gerente de Operaciones de CPEB, filial de China Nacional Petroleum Corporation (CNPC), 09/01/2001 – hasta 13/01/2007. Y antes de asumir el Ministerio, gerente de la estatal Petroamazonas, que heredó el Bloque de la Oxy.
¿Por qué la revolución de las mentes lúcidas, las manos limpias y los corazones ardientes no podía prescindir de los servicios de tan experimentada figura?
Se ha colocado en las manos del ministro Pastor la firma del acuerdo que dará inició a un nuevo boom minero, bajo la misma promesa sempiterna de desarrollo. Esta vez prometen que no será igual, que a diferencia de los 13 gobiernos anteriores de la dictadura y la partidocracia que decían lo mismo, ahora los recursos naturales si están en buenas manos. En las manos de dinosaurios del jurásico, vertebrados saurópsidos de cráneo diápsido, que han sido vistos para curiosidad de la ciencia moderna, anidando en las altas cumbres del Ministerio de Recursos Naturales No Renovables y del Palacio de Carondelet.
Como consecuencia de su primitiva naturaleza extractivo capitalista, aquellos especímenes de fauna terrestre no quieren aceptar que la dependencia de combustibles fósiles y la explotación de minerales, no representan ninguna alternativa sostenible de desarrollo para la mayoría de primates sapiens del mundo ni para aquellos ecuatorianos que tuvimos la gentileza de entregarles el voto, pensando que esta vez sí iban a realizarse transformaciones estructurales.
Sin embargo, la llegada de la megaminería ha despertado el entusiasmo en círculos empresariales. El banquero Guillermo Lasso –potencial candidato de la otra facción de la derecha que no está en el gobierno-, reaccionó con pre cámbrico júbilo en su cuenta de Twitter este primero de marzo, diciendo que la firma del contrato es una buena noticia para el país.
A los saurios, indiferentes y prepotentes como son, poco les ha importado esto o que la minería a gran escala, por ejemplo, esté catalogada como la actividad más contaminante del mundo. O que el proyecto Mirador en concreto generará al menos 326 millones de toneladas de desechos, el equivalente a cuatro cerros como El Panecillo de Quito, y un volumen cercano a la recolección de basura de Guayaquil durante 405 años[7].
Albert Einstein afirmaba que la locura es “hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. El presidente Correa no está loco. De eso estamos seguros. Pero también sabemos que no es una simple coincidencia que entre los sectores más complacidos con el inicio de la minería a gran escala impulsada por su gobierno, estén las élites económicas.
En cualquier caso desde este ocho de marzo indígenas, campesinos, mujeres, estudiantes y trabajadores, iniciarán la marcha de la lucha por el agua, por la tierra, por la vida. Seres humanos que se fundirán lentamente como gotas de agua de lluvia a un largo y hermoso río, cuyo rumor anuncia ya la superación de la inviable era prehistórica del desarrollismo capitalista post neoliberal, así como la presencia, cada vez mayor, de una nueva modernidad alternativa consciente, post capitalista y post autoritaria.
Notas:
[1] Se puede ver el video en http://www.youtube.com/watch?v=6Ydam6r7–4
[2] Stiglitz, Joseph, Cómo hacer que funcione la globalización, Taurus, Madrid, 2006.
[3]http://www.ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=168344&umt=tener_petroleo_no_es_una_maldicion_para_pais_asegura_primer_mandatario
[4] http://noticias.terra.com/noticias/correa_critica_al_movimiento_indigena_de_ecuador_en_cumbre_del_alba/act2392787
[5] En el año 1993, se publicó un libro con este título en la editorial ICARIA, Barcelona: La larga noche neoliberal – Políticas económicas de los 80.
[6]http://www.ecuadorenvivo.com/2012021786631/economia/el_endeudamiento_con_china_no_tiene_limite_y_es_necesario_para_el_pais_dice_correa.html
[7] William Sacher y Alberto Acosta, ¿Puede ser sustentable la minería?, Observatorio de conflictos mineros de América Latina, (agosto de 2011), www.conflictosmineros.net/contenidos/12-ecuador/8199-ipuede-ser-sustentable-la-mineria
Autor: Doctorante en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México e integrante del seminario permanente de investigación “Anclajes prefigurativos de una modernidad post-capitalista” de la misma universidad. Ex articulista invitado de diario El Telégrafo, autor de “El Cascabel del Gatopardo. El gobierno de la revolución ciudadana y el movimiento indígena”, tesis de maestría publicada por Flacso-Ecuador y miembro del consejo editorial de www.vamosacambiarelmundo.org. El autor desea agradecer a David Jarrín y Alberto Acosta por los comentarios a este texto.
Coordinación de la serie Los perversos versos de la minería: Carlos Zorrilla, William Sacher, Pocho Alvarez, Alberto Acosta
Responsabilidad de los textos: cada autor o autora