Miguel Ángel Mijangos*
Leal Procesos Integrales para la Autogestión de los Pueblos (PIAP, AC)
Rema Guerrero / M4
En Carrizalillo, en el municipio Eduardo Neri de Guerrero, hay unos mil habitantes, que integran alrededor de 252 familias. Su estructura agraria es ejidal y administran un territorio de mil 406 hectáreas, que en 83 por ciento están ocupadas por el complejo minero Los Filos de la empresa canadiense GoldCorp, el cual, además de las tierras del ejido, abarca sitios de interés nacional como la Región Terrestre Prioritaria (RTP número 118).
Esta es una zona declarada como Área de Importancia para la Conservación de Aves Migratorias (AICA) y disponía de una gran riqueza arqueológica generada por la cultura Balsas Mezcala, precursora de la cultura Teotihuacana, la cual ha desaparecido por la explotación de oro, principal insumo de esta mina.
Es una mina “joven” que va a gran velocidad, porque la explotación del tajo Los Filos comenzó en el 2005, y la del tajo El Bermejal en el 2006. En ese mismo 2006 se realizó el primer viaje de material hacia los patios de lixiviados, regados con cianuro por primera vez a inicios del 2007, año en el cual se originó la primer barra de doré. Su crecimiento es descomunal, pues en sólo laño y medio pasó del 30 al ciento por ciento de sus operaciones, y sigue ampliándose hacia nuevas zonas en tierras del ejido y contiguas a éste.
Con esa misma rapidez crecen los daños a la salud comunitaria, la cual se manifiesta sobre piel, ojos, vías respiratorias y oídos; hay problemas gastrointestinales, y despunta una grave situación de partos prematuros. También se incrementan las defunciones de las y los trabajadores mineros de la GoldCorp: Sofía Figueroa Peña y su hermano Fidencio López Peña fallecieron después de sentir dolores de cabeza y en la cara; Alejandro Hernández Colín fue arrollado por una máquina pesada en la mina; Adelfo Gómez Vera perdió la vida por una lesión que recibió de una piedra que se le vino encima, y Daniel Jiménez Santos y otro trabajador fallecieron al explotar dinamita, lo cual además propició heridas en tres personas.
Sobre los daños ambientales, es casi imposible medirlos, aunque los de mayor interés para la población son la falta de agua, ya que la subcuenca principal, que ocupaba el 77.4 por ciento de su territorio, ha sido destruida y alterada por lo menos en dos terceras partes. Los llamados terreros de material “pétreo estéril” generan drenaje ácido, cuyos efectos negativos repercuten directa e indirectamente en la población y en la biodiversidad no sólo de Carrizalillo sino de zonas hacia donde se dirigen los escurrimientos. Además, cínicamente arrojan sobre esos terreros sulfuros que posteriormente tapan con un poco de tierra roja para que no se noten y pueda llegar la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) a entregarles su certificado de industria limpia. Los daños a la fauna y la vegetación podrían ser tema de otra entrega.
Hasta ahora, GoldCorp ha logrado evadir su responsabilidad en los hechos mencionados.
Los daños a la salud tienen varias causales; haremos énfasis en lo elemental: a) Los factores contaminantes (polvo con metales pesados y ácido cianhídrico), b) el tiempo en horas de exposición a esos factores y c) la cantidad o volumen de esos factores sobre las personas.
1. La población está expuesta al polvo (silicosis) que flota o está suspendido en el aire de forma permanente. Este polvo está lleno de metales pesados y sales minerales (plomo, zinc, cadmio, arsénico, entre otros), que se liberan de las rocas al ser dinamitadas todos los días; asimismo, el polvo se levanta en tolvaneras propiciadas por los camiones y las maquinarias. Además, ese polvo está “enriquecido” con ácido cianhídrico que se forma durante la evaporación de la mezcla entre el agua y el cianuro de sodio que se usa durante el riego en los patios de lixiviados.
2. Las 24 horas del día la población está expuesta al polvo que no sólo afecta ojos, garganta o piel, sino que se vincula a otros procesos que afectan indirectamente. Las casas tienen polvo permanentemente y ello facilita la contaminación de alimentos, agua, ropa, etcétera. No hay un solo espacio libre de polvo en toda la comunidad, y quienes mayor recurrencia con daños a la salud presentan son las mujeres embarazadas, los niños y adultos mayores.
3. Otros elementos importantes son: la concentración-cantidad del contaminante, y la temporalidad y tiempo (número de días-horas al día), lo cual ocurre de manera diferenciada de acuerdo con la época del año, siendo la más extrema en la época seca.
Absolutamente todas las familias tienen por lo menos un integrante con una o más de las enfermedades que están relacionadas con la extracción de minerales: padecimientos entre leves y graves que se sufren en los ojos, piel, oídos, vías respiratorias, gastrointestinales o de parto prematuro.
Hasta el momento hemos registrado 25 casos de partos prematuros entre las mujeres de 16 a 40 años de edad. De éstos, el 60 por ciento ocurrieron entre 2011 y 2012, de los cuales lamentablemente fallecieron 68 por ciento.
En el 74.6 por ciento de las familias hay por lo menos un integrante con los ojos rojos, irritados, llorosos, secos, con ardor, comezón o con cuadros de conjuntivitis.
El 66 por ciento de las familias que se baña con agua del manantial o del Triangulo (principal fuente de agua de la comunidad) presentan daños en la piel por irritación, aparición de manchas, resequedad, agrietamiento, ámpulas, salpullido, ardor o comezón.
El 44.8 por ciento de la población presenta una o más enfermedades de garganta como dolor, irritación, ronquera, inflamación o anginas.
El 57.2 por ciento de la población presenta recurrentemente uno o más síntomas o malestares respiratorios, como gripa, tos, bronquitis, asma o pulmonía.
El 30.8 por ciento de la población presenta caída o resequedad de cabello.
El 18.6 por ciento de la población presenta distintos síntomas en los oídos, como dolor, disminución auditiva o pérdida auditiva, infección, comezón y zumbidos.
El 26.7 por ciento de la población presenta frecuentemente trastornos gastrointestinales, como nauseas, diarreas y parasitosis.
El 39.4 por ciento de la población padece enfermedades nerviosas, como dolor de cabeza, agotamiento, somnolencia e irritabilidad y desánimo.
El ruido permanente de la operación minera genera alteraciones de sueño y problemas de pérdida auditiva que irán aumentando en el mediano y largo plazos.
El 32.4 por ciento de la población presenta problemas óseos y musculares, prevaleciendo el dolor de huesos, de cintura o de espalda, sobre todo en trabajadores.
En algunas mujeres y hombres de distintas edades sus cuerpos manifiestan presencia de metales pesados en la sangre, como el tener las uñas amarillas y descarapeladas, y pigmentación de piel con manchas negras, blancas o rojizas.
Constantemente las y los trabajadores que están más cercanos a los tajos y patios de lixiviados han presentado síntomas de intoxicación, como dolores agudos de cabeza, nauseas e incluso desvanecimientos y desmayos. Estos casos se presentan tanto adentro de las instalaciones como al llegar a sus casas.
Para finalizar, no hay forma de esconder los daños generados por la GoldCorp, y habrá que trabajar en fincarle responsabilidades.
*Escrito para La Jornada del Campo Nro 67