Fracasada”. Así es como la campesina quechuahablante Guadalupe Sota traduce al español cómo ve su cosecha de este año. Así es como esta peruana de 48 años se siente después de que sus tierras, las que lleva trabajando toda la vida y con las que hasta ahora había sacado adelante a sus cuatro hijos, redujeran drásticamente su producción. Para ella, el culpable está claro: el polvo que levantan las decenas de camiones que desde inicios de año transportan cada día la producción de la mina de Las Bambas por la carretera de tierra que pasa junto a sus tierras.
El proyecto de Las Bambas, situado en Cotabambas, una provincia andina de la región de Apurímac habitada por la etnia Chanka-Yanawara, prevé explotar unas reservas de 7,2 millones de toneladas de cobre y otros subproductos de éste como oro, plata, zinc y molibdeno, lo que supondrá una importante contribución al crecimiento de Perú, que sigue apostando por la minería como el motor de su economía. Sin embargo, buena parte de los habitantes de la zona, que hasta la llegada de la mina se dedicaban casi exclusivamente a la agricultura y a la ganadería, reclaman que la mina les está suponiendo escasos beneficios y muchos perjuicios.
El principal de los inconvenientes es la polvareda que producen los camiones de carga que están sacando el mineral de la zona. El polvo, acusan, está dañando sus cosechas y el pasto de sus animales, además de que provoca problemas respiratorios a los más vulnerables: los niños y los ancianos.
Sigue leyendo →