Hay momentos en que aspectos básicos de una política y convivencia democrática parecen deshilacharse tan lentamente, que el fenómeno pasa desapercibido. Son ocasiones en las que la atención sobre un tema no siempre permite reconocer las repercusiones en otras dimensiones de nuestra vida en común.
Algo de eso ocurrió en los últimos días alrededor de la cumbre de cambio climático en Lima. Ustedes me dirán que ese encuentro de los gobiernos por un lado, y de la sociedad civil por otro, era una cuestión de políticas ambientales, ecologistas o indígenas. Yo le responderé que eso es cierto, pero que allí también se jugaron aristas muy importantes sobre la convivencialidad democrática. Fue en este segundo aspecto, y no por su desempeño ambiental, por el cual se miró con atención al gobierno de Ecuador. Para justificar esta puntualización déjeme contarle tres de hechos que se discutieron en la capital peruana en los últimos días.