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Minería: La contaminación y la pobreza acá, los minerales y la riqueza allá

Los procesos industriales sobre los que se basa el tan mentado “progreso” necesitan de una gran cantidad de minerales para satisfacer las demandas de productos cuya necesidad fue generada en el consumidor por las empresas que los producen y venden. Tan cierto es eso, como que los altísimos niveles de consumo de un pequeño porcentaje de la humanidad, están destruyendo las formas de sustento y el medio ambiente de la otra parte, que generalmente es la que vive en las áreas impactadas por la minería.

Debido a sus impactos, la minería es una de las actividades mas contaminantes realizadas por el hombre. Por lo que debe ser controlada estrictamente en todas sus etapas, desde la prospección y explotación hasta el transporte y procesamiento. En muchos casos, control estricto significaría sencillamente prohibición de la actividad minera en la zona.

Sin embargo, durante la última década hubo cientos de accidentes graves donde el protagonista fue el cianuro. Esto se debe principalmente a que hasta el momento en muchos casos este control se ha dejado en manos de las propias corporaciones mineras, algo absolutamente absurdo.

Incluso el control en manos de los gobiernos es insuficiente, teniendo en cuenta el poder económico y político que las corporaciones mineras han demostrado tener sobre ellos. Se debe entonces recurrir a la sociedad en su conjunto para que participe directamente en este control, como única forma de equiparar fuerzas.

La minería provoca la devastación del ecosistema en el cual se instala (deforestación, contaminación y alteración del agua, destrucción de hábitats) y no suele dejar nada mas que eso cuando se va. Si nos remontamos en el tiempo, entre 1545 y 1558, se descubrieron las fértiles minas de plata de Potosí. A partir de allí, se generó la explotación sistémica en los yacimientos y el trabajo forzado de miles de indígenas. Bolivia es hoy, el país que mas plata ha dado al mundo y por supuesto uno de los que menos tiene.

En la actualidad, más del 60% de los minerales son extraídos mediante las modalidades de minería a cielo abierto, las canteras y la minería por lixiviación. No vale la pena aclarar que son las mas rentables (para las empresas) y las mas contaminantes.

Según un estudio de 1999 de Arborvitae (IUCN, WWF), los países del sur “ricos en recursos minerales tienden a tener tasas de crecimiento económico más lentas, niveles más bajos de bienestar social y distribuciones de ingreso mucho más asimétricas que los países en desarrollo no dependientes de minerales”.

Se calcula que, conjuntamente con la exploración de petróleo, la actividad minera amenaza el 38% de las últimas extensiones de bosques primarios el mundo.

Los países industriales consumen más de dos tercios de la producción anual de los nueve minerales más importantes. Los Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y Europa Occidental, con el 15 por ciento de la población mundial, en conjunto consumen la mayoría de los metales producidos cada año: aproximadamente 61% de todo el aluminio, 60% del plomo, 59% del cobre y 49% del acero.

Ancash, Condorhuain, Chilecito, Famatina, Veladero, Pascua-Lama, Bajo La Alumbrera, San Luis Potosí, Cerro Quilish, Cerro de Pasco, Macacona, Marlin, San Martín, Peñasquito, Paso Diablo, Río Blanco y Crucitas son sólo unos pocos ejemplos de proyectos de explotación minera, que se encuentran en diferentes etapas en Latinoamérica.

Las mineras se llevan los minerales, pero también los bosques, el agua, la salud, la vida y el futuro de quienes habitan en sus zonas de explotación. Afortunadamente la resistencia de nuestros pueblos a este tipo de emprendimientos crece día a día y se han realizado importantes logros. Pero esa resistencia necesita el apoyo de todos nosotros para detener definitivamente el saqueo y la contaminación minera en todo nuestro territorio.

Fuente:https://www.ecoportal.net/temas-especiales/mineria-la-contaminacion-y-la-pobreza-aca-los-minerales-y-la-riqueza-alla/?fbclid=IwAR1_ZxYHLQp7LhznQcLIX3ub6XAkWK0z8c9n2mVtdUFsR-kOVnGV5wztyUo

 

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Una mirada crítica al extractivismo desde el feminismo

El Yasuní es un parque nacional ecuatoriano situado en la Amazonia. Solamente en una hectárea de su bosque se pueden encontrar más especies que en todo Estados Unidos y Canadá juntos, lo que lo convierte en uno de los pulmones más importantes del planeta. En las luchas por la defensa del Yasuní, que se vio amenazado hace seis años por las políticas petroleras del gobierno de Rafael Correa, se encontraron varias activistas que terminaron por formar el colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo. Fruto del trabajo de este colectivo, cuyos miembros proceden de distintos países como Ecuador, Brasil, Uruguay o México, se publicó El Yasuní en clave feminista: La vida en el centro y el petróleo bajo tierra.

El pasado mes de junio, el colectivo realizó una gira europea para relacionarse con distintos espacios feministas y colectivos autónomos por la defensa de los territorios, con el fin de compartir experiencias y plantear sus metodologías.Aprovechando su visita a Valencia, en la que fueron acogidas por los colectivos Perifèries y Entre Pobles del País Valencià, Tania Cruz y Gabriela Ruales aprovecharon para exponer el trabajo de su colectivo.

La academia y el activismo

Si bien el expolio y la agresión a los territorios es una constante en la historia de la colonización en Latinoamérica, en los últimos años los proyectos extractivistas han crecido exponencialmente en todo el continente de la mano de las políticas neoliberales. Del mismo modo, la resistencia contra estos proyectos se ha mantenido siempre, y ya no sólo desde un activismo que pone el cuerpo (y en ocasiones, lamentablemente, la vida) sino también desde el academicismo, tratando así de aportar soportes intelectuales a estas luchas.

Tania y Gabriela hablan de su condición de activistas anti-extractivas feministas y de su relación con la academia. Como explica Tania: “Aunque muchas de nosotras estamos vinculadas a la academia, teníamos la necesidad de formar un colectivo no académico. Pensamos que es necesario romper con la individualización del conocimiento que se hace desde la academia”. Gabriela añade que su apuesta es la de crear un conocimiento colectivo, “es por esto que la academia se vuelve también un territorio de disputa. Uno puede reflexionar por sí mismo pero el conocimiento te viene por quienes lo escriben, en los contextos y las relaciones que se dan en distintos espacios, geografías y personas”. Y precisa: “Pensamos que el conocimiento es relacional y colectivo”.

Para analizar las problemáticas que sufren en sus contextos y trabajar con las herramientas adecuadas a su lucha, no basta con importar los modelos de conocimiento occidentales: “Como feministas del sur, en muchas ocasiones se nos ha visto como objetos desde Occidente, pero somos sujetos”, señala Gabriela. Se reivindican como sujetos creadores y, como expresa Tania, “qué mejor manera de hacer esta reivindicación que precisamente desde un paradigma distinto al del individualismo occidental, un paradigma de lo colectivo”.

Categorías cuerpo y territorio

En esta ruptura con el paradigma occidental, además de reivindicar un conocimiento colectivo frente al individual, se apuesta por reemplazar el análisis tradicional de la realidad, según el cual un sujeto individual y racional hace frente a un objeto de estudio externo y pasivo. En su metodología, las categorías de sujeto y objeto no son válidas y se emplean otras, las de cuerpo y territorio, de forma que, según argumenta Tania, “el cuerpo tiene una sabiduría ancestral que hemos retraído debido a los paradigmas occidentales dominantes. Nosotras tratamos de recuperar esa sabiduría, mostrar que no está perdida, evidenciar que siempre ha estado ahí”. Se debe entender que el cuerpo habla de sí, por sí y para sí, pues como argumenta Gabriela, “el cuerpo es el primer lugar del territorio, es nuestro límite y nuestro lugar de reivindicación; es también un mediador entre lo personal y lo colectivo, un vehículo de las relaciones que suceden dentro de los espacios comunes”.

Reconocer el cuerpo como principio de nuestra manera de ser y estar en el mundo, al tiempo que reivindicar la importancia de las emociones en nuestra forma de relacionarnos, supone un punto de partida totalmente diferente al modelo tradicional de conocimiento racional. Como explica Tania: “Tratamos de poner la subjetividad al descubierto para reconocer el cuerpo como lugar habitado que hace política. Queremos despertar el cuerpo para hacerlo político, para que las emociones sean afectividad, es decir, afecten nuestra vida cotidiana”. Gabriela continúa: “A esto lo llamamos hacer política del cuerpo, expresar lo que sentimos, ver cómo nos relacionamos con las demás para entender que no podemos vivir sin los otros. Para reconocer esto es fundamental poner nuestras subjetividades encima de la mesa”.

Estos planteamientos llevan a poner en cuestión la figura del sujeto de conocimiento individual y reconocer que la vida es, en sí misma, una cuestión relacional. Ambas insisten en que “es necesario entender que, aunque nos enseñen lo contrario, vivimos en un mundo en el que nadie puede existir por sí solo. Somos en relación con los otros, las otras, les otres, también con el aire y el agua, la tierra, el sol y la luna”.

La metodología de análisis que plantean Tania y Gabriela proviene de la educación popular feminista, que trata de repensar la relación de nuestro cuerpo con el territorio para romper la distancia y la sumisión que se establecen con el esquema occidental sujeto-objeto. Las activistas explican que “nuestros cuerpos están constituidos por el espacio que habitamos, su clima, su geografía, su historia, su alimento.” De aquí se deriva la idea de que, al mismo tiempo, “también el espacio que habitamos está constituido por nuestros cuerpos, por nuestros comportamientos y por cómo nos relacionamos entre nosotros y con el medio.”, comenta Tania.

“El territorio se entiende a partir de nuestra forma de relacionarnos con el espacio, cómo estamos en él, cómo lo cuidamos, lo trabajamos, lo vivimos -apunta Gabriela-, por eso cuando se violentan los lugares que habitamos se afectan nuestros cuerpos, del mismo modo que cuando se violentan nuestros cuerpos se afectan los lugares donde habitamos”. Es así como entienden esta otra categoría, la de territorio. Una categoría que viene de los pueblos originarios en resistencia contra los despojos y las violencias sufridas en las últimas décadas. “Es una categoría que surge para reivindicar su espacio, su lugar de vida”, concluye Gabriela.

Todo este planteamiento crítico establece una manera de plantear las problemáticas que genera el extractivismo, pues como expone Gabriela: “Es a partir de las categorías de cuerpo y territorio que podemos analizar cómo estamos viviendo los ataques de las políticas extractivistas en nuestros países. Pensamos que es necesario entender cómo nuestros cuerpos están encarnando, padeciendo y reproduciendo las relaciones de poder que existen en el sistema capitalista, patriarcal, colonial, racista y especista”. A lo que añade Tania que “también hay que ser conscientes de las grandes desigualdades que produce el sistema; no todos los territorios valen lo mismo, ni todos los cuerpos valen lo mismo dentro de los territorios”.

El extractivismo: un modelo patriarcal

Desde su mirada feminista, Tania y Gabriela no dudan en calificar al extractivismo como un modelo patriarcal. Las consecuencias de la implantación de este modelo afectan varias facetas de la vida en los territorios, pues como cuenta Tania “es desde lógicas masculinas desde donde se decide qué territorios van a ser explotados y de qué manera se debe operar en ellos”. Lo que sucede, continúa Gabriela, “es que cuando un territorio es elegido, debe ser controlado, y esto implica una militarización del espacio que supone siempre la imposición de una masculinidad violenta, agresiva y armada tanto hacia el territorio como hacia los cuerpos que en él habitan”. Toda esta agresión al territorio es, para ellas, “intrínseca al correcto funcionamiento de los proyectos petroleros”.

Cuando el extractivismo se impone, se potencia la lógica patriarcal que produce importantes cambios en la convivencia de los lugares donde llega. Es notorio cómo, con su implantación en un territorio, se genera un tipo de relaciones donde lo central es el dinero. “La centralidad en lo económico profundiza a su vez en la división sexual del trabajo. Se produce un cercamiento sobre los cuerpos. La presencia en el territorio de petroleros y militares hace que el espacio se masculinice y que las mujeres se vean acosadas, incluso agredidas o abusadas en sus propios espacios, viéndose recluidas a los espacios privados y perdiendo la presencia que habían logrado en los espacios públicos”, explica Gabriela.

Además, no hay que olvidar la dimensión ecológica, como advierte Tania, “en una extracción se violentan los propios recursos naturales comunes como el agua o la tierra, que jamás vuelven a ser iguales. Esta violencia hacia los recursos provoca en muchos casos una agresión también contra las mujeres, por ser ellas las encargadas de los trabajos de cuidado y de gestión de estos recursos, ahora violentados”.

Norte-Sur

De su compartir con los distintos colectivos europeos con los que coincidieron durante su gira, Tania y Gabriela extrajeron algunas reflexiones con las que finalizan la entrevista. Tania hace un llamado “a todas las que luchan por la defensa de sus territorios, a aprender a mirarnos en relación; hace falta mirarse hacia dentro, tanto en el norte como en el sur global. Los despojos en América Latina, en África y en amplias zonas de Asia, producen grandes violencias de las que también somos responsables en el sur”. Gabriela llama al norte, pues “aunque aquí no se extraiga petróleo sí hay un uso, unas refinerías… Hay que preguntarse cuál es la relación entre lo que sucede aquí y lo que ocurre allá. La lucha debe ser diversa y en relación. Debemos mirarnos a nosotras mismas y dejar de mirar a los demás como objetos para que la lucha sea más fuerte y más honesta”.

Tomado de www.desinformemonos.org

Fuente:http://www.radiotemblor.org/?p=12885

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Género y Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos

La economía de nuestros países de América Latina y el Caribe se basa cada vez más en la extracción intensiva de recursos naturales renovables y no renovables, nuestras economías se han reprimarizado. En los últimos años hemos vivido dos momentos clave: el boom del precio de los minerales y luego la caída de los mismos. Nuestras economías altamente dependientes de la renta proveniente de esta extracción siempre optaron por el camino fácil, de obtener ingresos a partir de la exportación de nuestros recursos, sin generar mayor valor agregado. Los precios de los commodities han continuado fluctuando y en los últimos meses se aprecia una mejora. Frente a la variación de los precios, nuestros gobiernos han optado por flexibilizar las normas ambientales, tributarias, laborales, de propiedad de la tierra, a fin de “evitar” la fuga de inversiones y hacer más atractiva la inversión. Asimismo, se han endurecido las políticas de criminalización de la protesta social, que además ha venido funcionando como caldo de cultivo de la impunidad de quienes violan los derechos de varones y mujeres de las poblaciones campesinas e indígenas. América Latina se ha convertido en una de las zonas más violentas y peligrosas para los y las defensores ambientales [1].

En ese contexto, lo que no cambia son los impactos directos de estas actividades extractivas en las poblaciones de las áreas de influencia. Se continúa ejerciendo presión sobre los territorios y sobre recursos escasos como son el agua y la tierra, se afecta la flora y la fauna, se impacta severamente el medio ambiente, deteriorando directamente los medios de vida de varones y mujeres, degradando su calidad de vida, generando pobreza y violentando sus derechos. Sin embargo constatamos que esta situación impacta de manera diferente a varones y mujeres, debido a las diferencias en su situación y a su posición en la sociedad y debido a las discriminaciones y desigualdades existentes de carácter estructural. Las actividades extractivas exacerban las diferencias, profundizan la discriminación, agravan la situación de las mujeres y las hacen más vulnerables.

Y asimismo, en este contexto, existe evidencia de que son las mujeres las más desfavorecidas, las que reciben los mayores impactos, las más vulnerables frente a los fenómenos climáticos y al crecimiento exacerbado de las actividades extractivas.

Hace 7 años, en 2011, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos, elaborados por el Representante Especial para los derechos humanos y las empresas, John Ruggie. Estos Principios Rectores a pesar de ser de carácter voluntario, han sido suscritos por los países miembros de Naciones Unidas y por las más grandes empresas transnacionales. Los PR se asientan en tres pilares que reflejan las obligaciones concretas de: 1) los Estados deben Proteger los derechos humanos; 2) las Empresas deben Respetar y 3) ambos actores deben Remediar los impactos que se pudieran haber producido.

Sin embargo, se ha constatado que tanto las autoridades y funcionarios de los gobiernos, así como los funcionarios locales de las empresas, no tienen un conocimiento de los 31 Principios Rectores que sus casas matrices se han comprometido a respetar; pero tampoco respecto a la perspectiva de género que aunque insuficiente aún han sido incorporados a los mismos. En tal sentido se creó el Grupo de Trabajo sobre la Perspectiva de Género en los Principios Rectores, que a la fecha ha realizado consultas regionales y globales en 2017 y 2018 y realizará para LAC el próximo enero.

Los principios 3, 7, 12 y 20 por ejemplo, reconocen la importancia de la perspectiva de género en la protección, respeto y remediación de los derechos humanos. Señala que los Estados deben “explicar cómo tratar eficazmente las cuestiones de género, vulnerabilidad y/o marginación”; los Estados deben “prestar asistencia adecuada a las empresas para evaluar y tratar los principales riesgos de abusos, prestando especial atención tanto a la violencia de género como a la violencia sexual”; asimismo que las Empresas deben respetar los derechos humanos de las personas pertenecientes a grupos o poblaciones específicos y deberán prestarles una atención especial cuando vulneren los derechos humanos de esas personas”

Entonces se impone una triple tarea, fortalecer el conocimiento, ejercicio y exigibilidad de derechos por parte de las mujeres y sensibilizar a los varones; fortalecer la institucionalidad pública y demandar a los estados la protección de los derechos humanos en general y de las mujeres en particular y exigir a las empresas el respeto irrestricto de estos derechos y la remediación de los derechos violentados.

Mientras ello sucede, es necesario analizar los impactos de las actividades extractivas en toda la cadena de valor y el ciclo de los proyectos, sin dejar de mirar las condiciones pre-existentes, a fin de presionar hacia un cambio del comportamiento social y ambiental de las empresas. En el caso de la minería, por ejemplo, analizar desde el otorgamiento de las concesiones, pasando por las etapas de exploración, construcción, explotación, beneficio, comercialización, hasta el cierre de la mina y los temas relacionados como el pago de impuestos y regalías, la inversión pública y el aporte de las actividades extractivas al desarrollo local sostenible; identificando los impactos que afectan en forma diferenciada a varones y mujeres.

A continuación presentamos un primer acercamiento según la etapa del ciclo de vida de un proyecto minero en Perú.

En la etapa del otorgamiento de concesiones, no hay consulta previa. En el caso que se realizara la consulta previa, serían consultados solo los varones, que son los socios calificados (con voz y voto) de las comunidades indígenas; salvo excepciones, las mujeres no son socias calificadas. En la mayoría de los casos, las mujeres no son titulares de la propiedad de la tierra y por lo tanto su opinión, necesidades, problemas, intereses, no son considerados [2].

Cuando las empresas ingresan a los territorios desarrollan relaciones clientelares basadas en el beneficio económico. Esto genera una grave distorsión en las economías rurales, se producen brechas de desigualdad entre las comunidades, se gestan conflictos inter e intra comunales familiares. En este contexto las mujeres son las que pierden más; no solo no son consultadas sino que al ingresar en este círculo se les agrega cargas de trabajo.

Por su parte los gobiernos “focalizan” los programas sociales en aquellas zonas donde desean que se desarrollen las actividades extractivas, a fin de generar una sensación de “bienestar” y “paz social”. Estos programas sociales tienen una visión clientelar y no preparan a las mujeres beneficiarias directas para el uso de los recursos; si bien es cierto el monto de la transferencia es sumamente exiguo [3], el fortalecer las capacidades para el uso del dinero es un tema clave en cualquier programa de transferencias condicionadas, ya que estos programas podrían servir para empoderarlas. Entre los efectos no deseados de estos programas sociales está el incremento del alcoholismo y la violencia de género [4].

Las empresas mineras ofrecen empleo temporal a las comunidades de las áreas de influencia directa de sus actividades. En las comunidades se establecen los turnos por familia y en cada familia dependiendo de tipo de empleo son los varones o las mujeres las que asumen el trabajo. Cuando los varones van a trabajar para la empresa, las mujeres asumen además de sus tareas tradicionales las tareas del varón; sin embargo, cuando es la mujer la que se emplea en el trabajo temporal, el varón no asume las tareas de la mujer. En el caso que ambos, mujer y varón, trabajen fuera, quienes asumen las actividades tradicionales domésticas y productivas son las niñas, quienes dejan de asistir a la escuela para hacerlo.

A ello debemos agregar que cuando los gobiernos locales empiezan a recibir recursos provenientes de la renta extractiva se genera un crecimiento vertiginoso de las dinámicas económicas locales, crece el empleo, en su mayoría de carácter precario y con menos oportunidades para las mujeres.

En las fases de exploración y construcción se produce un crecimiento acelerado de las economías locales; la población con más recursos invierte para producir bienes y servicios que son adquiridos por las empresas extractivas y las empresas contratistas. Se construyen hoteles, restaurantes, se instalan lavanderías, farmacias, peluquerías, sastrerías, llegan las agencias bancarias. Esta dinámica puede durar entre 2 y 3 años. Las mujeres tienen mayores oportunidades de empleo, pero además de que los salarios son más bajos que el de los varones, son empleos que reproducen su rol reproductivo doméstico: lavar, planchar, limpiar, etc.

En la etapa de explotación se reduce drásticamente la fuerza de trabajo empleada por la empresa extractiva, se contrata mano de obra con altos niveles de especialización, que no se encuentra en las comunidades locales. El espejismo, promovido desde los gobiernos, de una actividad que da mucho trabajo se desvanece. Se reduce la mano de obra no calificada y en particular se reduce la contratación de mujeres.

Tanto en las fases de exploración como de explotación y cierre de mina, se producen impactos ambientales, que no siempre están previstos adecuadamente en los instrumentos de gestión ambiental, con el agravante que estos tampoco son técnicamente idóneos. Entonces se producen accidentes ambientales que ponen en riesgo particularmente el recurso agua, ya que se afectan tanto las aguas superficiales como subterráneas. En estas situaciones se producen dos fenómenos, o escasez de agua o contaminación de las aguas. Se produce entonces un impacto diferenciado en varones y mujeres con respecto al acceso y calidad del agua. Las mujeres encargadas del cuidado y la reproducción ven afectado su derecho a un agua segura y limpia, y en cantidades suficientes [5]. Las mujeres deben caminar algunas horas para llegar a otras fuentes de agua.

La puesta en práctica de los Principios Rectores de Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos, debería permitir mejorar la  situación y la posición de las mujeres en las áreas de influencia de proyectos extractivos. Sin embargo, desde la sociedad civil tenemos una ardua tarea por delante.

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[1] Según el informe de Global Witness, en 2015 fueron asesinados 122 defensores y defensoras en nuestra región.

[2] Según el Informe de OXFAM 2016, “Privilegios que niegan derechos”, su origen está en las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres y los factores que inciden en su perpetuación son de carácter estructural y reproducen exclusiones históricas.

[3] Menos de 100 dólares mensuales.

[4] “…En los resultados de “Juntos” persisten aún muchos de los problemas propios de las mismas regiones, como el alcoholismo y la violencia familiar, situaciones que se generalizan con el programa. Por ejemplo, en algunas localidades se asocia el consumo de alcohol a la transferencia de dinero, específicamente, al no saber qué hacer con esta”. En Análisis de la implementación del programa “Juntos” en las regiones de Apurímac, Huancavelica y Huánuco, Economía y Sociedad N° 73, CIES, diciembre 2009.

[5] Como se sabe la actividad minera insume volúmenes importantes de agua. Según el estudio de CooperAcción Gobernanza del Agua en zonas mineras del Perú. Abriendo el diálogo. El 49% del territorio de la Región Hidrográfica del Pacífico está concesionado a la minería. El 11.28% de las concesiones se encuentran a más de 3,000 msnm, donde se encuentran las fuentes de agua.

 

Artículo publicado originalmente  en el boletín “Mujeres frente al extractivismo”

Link : https://sway.office.com/9w8PbS2hQGtZaB1U?ref=email

Fuente:http://cooperaccion.org.pe/genero-y-principios-rectores-sobre-empresas-y-derechos-humanos/

 

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China: Informe revela patrón de violaciones de los derechos humanos y ambientales de empresas chinas en América Latina

Ginebra, En un nuevo informe publicado hoy, por la Federación Internacional de Derechos Humanos FIDH sus organizaciones miembro y el Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente- CICDHA, revelan un patrón de violaciones de derechos humanos y ambientales cometidas por empresas chinas en Latinoamérica.

El informe presenta estudios de casos de 18 proyectos, implementados por 15 consorcios chinos, formados por empresas privadas y/o estatales y por lo menos 6 bancos chinos, en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú. El informe concluye que las violaciones de los derechos humanos y ambientales no son incidentes aislados, y revelan un patrón recurrente de comportamiento marcado por una falta de respeto por los derechos fundamentales y los derechos económicos, sociales y culturales reconocidos internacionalmente, así como por la impunidad de estas violaciones. En particular muestra que las empresas chinas se han involucrado de manera continua y deliberada en comportamientos que violan el derecho a la tierra, al territorio y a una vivienda adecuada; el derecho a vivir en un entorno saludable; el derecho a la libertad y la seguridad y los derechos de consulta y participación y que las autoridades chinas no han examinado con la debida diligencia los impactos de estos proyectos en derechos humanos. Finalmente, el informe también recuerda que el gobierno chino no ha adoptado e implementado medidas efectivas para cumplir con las obligaciones extraterritoriales de China en virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC).

Además, China ha reconocido internamente las obligaciones extraterritoriales de sus empresas, de respetar las leyes de los países anfitriones y las recomendaciones de las Naciones Unidas (ONU) en un documento de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de la República Popular China (CNDR) y del Ministerio de Comercio en las Opiniones Guía para el Fortalecimiento de la Construcción de un Sistema de Crédito en el Campo de la Cooperación Económica en el Extranjero en donde señala que las entidades y personas chinas que participan en cooperación económica en el extranjero deben respetar las leyes del país anfitrión, las resoluciones de la ONU, y proteger la buena imagen de China.

A la luz de los hallazgos del informe, la FIDH, sus ligas y el CICDHA instan al gobierno chino a trabajar en cooperación con los organismos de derechos humanos e integrar los instrumentos de derechos humanos en sus políticas y proyectos de inversión en la región de ALC. La FIDH y el CICDHA también le piden al gobierno chino que ratifique el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales y que respete sus obligaciones extraterritoriales relacionadas con los derechos humanos y ambientales. También la FIDH y el CICDHA le urge a China que renuncie a proyectos existentes en territorios de pueblos indígenas en aislamiento voluntario y se comprometa a no participar en ninguno otro proyecto en esos territorios.

Las autoridades chinas también deben realizar una evaluación comprehensiva y participativa de los proyectos donde intervienen bancos y empresas chinas en Argentina, Brazil, Bolivia, Ecuador y Perú en cuanto al cumplimiento de instrumentos internacionales de derechos humanos y de normas ambientales y suspender los proyectos que no cumplan con estas normas internacionales.

El 13 de junio de 2014, en sus Observaciones finales sobre la revisión del segundo informe periódico nacional de China en el marco del PIDESC, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) instó al gobierno chino a: adoptar un enfoque basado en los derechos humanos en el ámbito internacional de sus políticas de cooperación; implementar evaluaciones de impacto y mecanismos de monitoreo; establecer vías para informar y remediar las violaciones; y adoptar medidas legislativas y administrativas para garantizar la responsabilidad legal de las empresas y sus filiales que violan los derechos humanos de forma extraterritorial. 

La FIDH y CICDHA piden a los Estados miembros de las Naciones Unidas (ONU) que realicen un evaluación completa, detallada y profunda acerca de las obligaciones extraterritoriales de China durante el tercer Examen Periódico Universal (EPU) del próximo 6 de noviembre. En particular, los Estados miembros de la ONU deberían preguntar si China ha tomado medidas específicas para implementar las recomendaciones del CESCR, ya que el patrón de violaciones documentado por el informe FIDH / CICDHA presenta evidencia de que las violaciones persisten.

Fuente:http://www.muqui.org/comunicaciones/noticias/item/800-china-informe-revela-patron-de-violaciones-de-los-derechos-humanos-y-ambientales-de-empresas-chinas-en-america-latina

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El Consejo de DDHH de la ONU evaluará si el gobierno chino ha exigido a sus empresas el respeto a los derechos humanos en los países que operan

Organizaciones de cinco países latinoamericanos presentan el informe alternativo “Evaluación de las Obligaciones Extraterritoriales de la República Popular de China desde Sociedad Civil: Casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú”, que  demuestra que China incumple, de manera sistemática, la obligación de “respetar, proteger y cumplir los derechos humanos” en 18 proyectos financiados y construidos por instituciones chinas. El informe alternativo es una contribución para el Tercer Ciclo del Examen Periódico Universal (EPU) de la República Popular de China, que tendrá lugar el próximo 6 de noviembre en Ginebra. Esta suscrito por 21 organizaciones sociales y fue presentado a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, para evaluar si la República Popular China cumple con una serie de convenios y tratados internacionales en materia de derechos humanos en otras latitudes.

 

El financiamiento chino se ha tornado en un factor determinante para la vigencia de los derechos humanos de los pueblos latinoamericanos. Entre el 2009 y 2017, los préstamos chinos a la región alcanzaron U$145 mil millones, sobrepasando los del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Al 2017, la inversión directa china alcanzó un acumulado de US$ 113.6 mil millones. Tanto los préstamos como la inversión directa china se han concentrado en la construcción de infraestructura energética y de transporte  y en proyectos de extracción de recursos naturales, ambos sectores ambiental y socialmente sensibles. “Estas tendencias se van a profundizar en el futuro, dado que China ha comprometido millonarios fondos para la región y que conjuntamente con los gobiernos, China ha acordado una serie de compromisos de inversión”, sostiene Marco Antonio Gandarillas del Centro de Documentación e Información de Bolivia.

 

Después de casi 10 años de haber experimentado una ola masiva de financiamiento chino en América Latina, cabe preguntarse: ¿Qué consecuencias ha tenido este financiamiento en la vida de las comunidades donde se desarrollan los proyectos? Para María Marta Di Paola de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales en Argentina, “los resultados encontrados son devastadores tanto por los daños a las comunidades locales como a la naturaleza”.

 

El informe estudia 18 proyectos, de ellos siete pertenecen al sector minero, seis al petrolero y cinco son hidroeléctricos. “El hecho de que 12 de estos proyectos se encuentren en la región amazónica, 15 en territorios indígenas, 11 en áreas protegidas naturales, y cinco en áreas declaradas patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, demuestra una falta de compromiso de China con el ambiente y el desconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en la región”, sostiene Di Paola.

 

“Las empresas y los financistas chinos han vulnerado los derechos de los pueblos indígenas de muchas formas. La presencia china sólo ha traído más destrucción y tristeza justamente a quienes debemos la protección de los bosques que todavía están en pie”, señala Karla  Sessin del Colectivo Proteja Amazônia en Brasil. En el caso de la hidroeléctrica de São Manoel en Brasil operada por China Three Gorges, se han destruido dos espacios sagrados de fundamental valor cultural para los pueblos indígenas Munduruku, Kayabi y Apiaka. Mientras que en Bolivia y Ecuador tres pueblos indígenas en aislamiento están siendo amenazados por las operaciones de China Petroleoum Corporation Company, Sinopec y China National Petroleum Corporation.

 

En tanto, las represas Santa Cruz en Argentina con una inversión de U$ 4.7 mil millones (la más grande inversión china fuera de China en el sector hidroeléctrico) se construirá en la Patagonia, lugar donde se encuentra la mayor concentración de hielo (fuera de la Antártida) en el hemisferio Sur. En Perú, donde las empresas chinas dominan la extracción minera, las comunidades afectadas por la operación de China Minmetals Corporation en Las Bambas han vivido, por más de dos años, bajo repetidos estados de emergencia sin poder ejercer sus derechos a la libre asociación, libre tránsito y libre expresión. Los estados de emergencia también han sido medidas populares en los proyectos chinos en Ecuador y Brasil. Lo que dejó un triste saldo de media docena de personas fallecidas en los enfrentamientos con militares y policías en Ecuador y Perú; así como centenares de personas criminalizadas por la defensa de sus derechos.

 

Para Sofía Jarrín del Centro de Derechos Económicos y Sociales en Ecuador “la cooperación bilateral no puede darse a expensas de los derechos humanos y ambientales de las comunidades a quienes justamente se pretende servir con los proyectos.” Jarrín explica que según los principios de derecho internacional en materia de derechos humanos “China está obligada a respetar  los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades afectadas por sus inversiones en donde quiera que se encuentren”.

 

“Las empresas que han invertido en nuestros países se han aprovechado de la debilidad de leyes nacionales y de la complacencia de los gobiernos de turno. Pero al fin del día, en el contexto global, la responsabilidad no es sólo de esas empresas o de los gobiernos nacionales, sino también de los Estados a los que responden esas empresas. Es por ello que el EPU de China es una oportunidad crítica para que China nos escuche, asuma responsabilidad y cambie”, señala Julia Cuadros, miembro del Consejo Directivo de CooperAcción en Perú.

 

Finalmente,  el informe sostiene que China debe: (i) incorporar los principios, convenios y tratados de derechos humanos en sus estrategias, políticas, planes y proyectos de inversión en América Latina, y establecer mecanismos que garanticen su implementación; (ii) ratificar el Convenio 169 de la OIT; (iii) realizar exámenes de debida diligencia en derechos humanos durante todo el ciclo del proyecto; (iv) establecer medidas de acceso a la justicia y la reparación de las víctimas; y (v) abandonar los proyectos en que se siguen violando leyes nacionales e instrumentos internacionales de derechos humanos.

 

Para el Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente-CICDHA- la “relación ganar-ganar y la cooperación Sur-Sur entre China y América Latina, por el momento, están sólo en los discursos de los políticos”.

 

CON EL RUEGO DE SU DIFUSIÓN

Para más información: http://chinaambienteyderechos.lat/

El Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente (CICDHA) está integrado por el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES, Ecuador), Centro de Documentación e Información de (Bolivia), CooperAcción (Perú), y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Argentina) y el Colectivo Proteja Amazônia (Brasil).

 Fuente:http://cooperaccion.org.pe/el-consejo-de-ddhh-de-la-onu-evaluara-si-el-gobierno-chino-ha-exigido-a-sus-empresas-el-respeto-a-los-derechos-humanos-en-los-paises-que-operan/

Latinoamerica

Informe señala que empresas chinas vulneran derechos humanos en América Latina

Organizaciones de cinco países latinoamericanos presentan el informe alternativo “Evaluación de las Obligaciones Extraterritoriales de la República Popular de China desde Sociedad Civil: Casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú”, que demuestra que China incumple, de manera sistemática, la obligación de “respetar, proteger y cumplir los derechos humanos” en 18 proyectos financiados y construidos por instituciones chinas. El informe alternativo es una contribución para el Tercer Ciclo del Examen Periódico Universal (EPU) de la República Popular de China, que tendrá lugar el próximo 6 de noviembre en Ginebra. Esta suscrito por 21 organizaciones sociales y fue presentado a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, para evaluar si la República Popular China cumple con una serie de convenios y tratados internacionales en materia de derechos humanos en otras latitudes.

El financiamiento chino se ha tornado en un factor determinante para la vigencia de los derechos humanos de los pueblos latinoamericanos. Entre el 2009 y 2017, los préstamos chinos a la región alcanzaron U$145 mil millones, sobrepasando los del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Al 2017, la inversión directa china alcanzó un acumulado de US$ 113.6 mil millones. Tanto los préstamos como la inversión directa china se han concentrado en la construcción de infraestructura energética y de transporte y en proyectos de extracción de recursos naturales, ambos sectores ambiental y socialmente sensibles. “Estas tendencias se van a profundizar en el futuro, dado que China ha comprometido millonarios fondos para la región y que conjuntamente con los gobiernos, China ha acordado una serie de compromisos de inversión”, sostiene Marco Antonio Gandarillas del Centro de Documentación e Información de Bolivia.

Después de casi 10 años de haber experimentado una ola masiva de financiamiento chino en América Latina, cabe preguntarse: ¿Qué consecuencias ha tenido este financiamiento en la vida de las comunidades donde se desarrollan los proyectos? Para María Marta Di Paola de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales en Argentina, “los resultados encontrados son devastadores tanto por los daños a las comunidades locales como a la naturaleza”.

El informe estudia 18 proyectos, de ellos siete pertenecen al sector minero, seis al petrolero y cinco son hidroeléctricos. “El hecho de que 12 de estos proyectos se encuentren en la región amazónica, 15 en territorios indígenas, 11 en áreas protegidas naturales, y cinco en áreas declaradas patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, demuestra una falta de compromiso de China con el ambiente y el desconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en la región”, sostiene Di Paola.

“Las empresas y los financistas chinos han vulnerado los derechos de los pueblos indígenas de muchas formas. La presencia china sólo ha traído más destrucción y tristeza justamente a quienes debemos la protección de los bosques que todavía están en pie”, señala Karla Sessin del Colectivo Proteja Amazônia en Brasil. En el caso de la hidroeléctrica de São Manoel en Brasil operada por China Three Gorges, se han destruido dos espacios sagrados de fundamental valor cultural para los pueblos indígenas Munduruku, Kayabi y Apiaka. Mientras que en Bolivia y Ecuador tres pueblos indígenas en aislamiento están siendo amenazados por las operaciones de China Petroleoum Corporation Company, Sinopec y China National Petroleum Corporation.

En tanto, las represas Santa Cruz en Argentina con una inversión de U$ 4.7 mil millones (la más grande inversión china fuera de China en el sector hidroeléctrico) se construirá en la Patagonia, lugar donde se encuentra la mayor concentración de hielo (fuera de la Antártida) en el hemisferio Sur. En Perú, donde las empresas chinas dominan la extracción minera, las comunidades afectadas por la operación de China Minmetals Corporation en Las Bambas han vivido, por más de dos años, bajo repetidos estados de emergencia sin poder ejercer sus derechos a la libre asociación, libre tránsito y libre expresión. Los estados de emergencia también han sido medidas populares en los proyectos chinos en Ecuador y Brasil. Lo que dejó un triste saldo de media docena de personas fallecidas en los enfrentamientos con militares y policías en Ecuador y Perú; así como centenares de personas criminalizadas por la defensa de sus derechos.

Para Sofía Jarrín del Centro de Derechos Económicos y Sociales en Ecuador “la cooperación bilateral no puede darse a expensas de los derechos humanos y ambientales de las comunidades a quienes justamente se pretende servir con los proyectos.” Jarrín explica que según los principios de derecho internacional en materia de derechos humanos “China está obligada a respetar los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades afectadas por sus inversiones en donde quiera que se encuentren”.

“Las empresas que han invertido en nuestros países se han aprovechado de la debilidad de leyes nacionales y de la complacencia de los gobiernos de turno. Pero al fin del día, en el contexto global, la responsabilidad no es sólo de esas empresas o de los gobiernos nacionales, sino también de los Estados a los que responden esas empresas. Es por ello que el EPU de China es una oportunidad crítica para que China nos escuche, asuma responsabilidad y cambie”, señala Julia Cuadros, miembro del Consejo Directivo de CooperAcción en Perú.

Finalmente, el informe sostiene que China debe: (i) incorporar los principios, convenios y tratados de derechos humanos en sus estrategias, políticas, planes y proyectos de inversión en América Latina, y establecer mecanismos que garanticen su implementación; (ii) ratificar el Convenio 169 de la OIT; (iii) realizar exámenes de debida diligencia en derechos humanos durante todo el ciclo del proyecto; (iv) establecer medidas de acceso a la justicia y la reparación de las víctimas; y (v) abandonar los proyectos en que se siguen violando leyes nacionales e instrumentos internacionales de derechos humanos.

Para el Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente-CICDHA- la “relación ganar-ganar y la cooperación Sur-Sur entre China y América Latina, por el momento, están sólo en los discursos de los políticos”.

Fuente:http://www.muqui.org/comunicaciones/noticias/item/796-informe-senala-que-empresas-chinas-vulneran-derechos-humanos-en-america-latina

 

Latinoamerica, Minería en general

El Consejo de DDHH de la ONU evaluará si el gobierno chino ha exigido a sus empresas el respeto a los derechos humanos en los países que operan

Organizaciones de cinco países latinoamericanos presentan el informe alternativo “Evaluación de las Obligaciones Extraterritoriales de la República Popular de China desde Sociedad Civil: Casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú”, que  demuestra que China incumple, de manera sistemática, la obligación de “respetar, proteger y cumplir los derechos humanos” en 18 proyectos financiados y construidos por instituciones chinas. El informe alternativo es una contribución para el Tercer Ciclo del Examen Periódico Universal (EPU) de la República Popular de China, que tendrá lugar el próximo 6 de noviembre en Ginebra. Esta suscrito por 21 organizaciones sociales y fue presentado a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, para evaluar si la República Popular China cumple con una serie de convenios y tratados internacionales en materia de derechos humanos en otras latitudes.

 

El financiamiento chino se ha tornado en un factor determinante para la vigencia de los derechos humanos de los pueblos latinoamericanos. Entre el 2009 y 2017, los préstamos chinos a la región alcanzaron U$145 mil millones, sobrepasando los del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Al 2017, la inversión directa china alcanzó un acumulado de US$ 113.6 mil millones. Tanto los préstamos como la inversión directa china se han concentrado en la construcción de infraestructura energética y de transporte  y en proyectos de extracción de recursos naturales, ambos sectores ambiental y socialmente sensibles. “Estas tendencias se van a profundizar en el futuro, dado que China ha comprometido millonarios fondos para la región y que conjuntamente con los gobiernos, China ha acordado una serie de compromisos de inversión”, sostiene Marco Antonio Gandarillas del Centro de Documentación e Información de Bolivia.

 

Después de casi 10 años de haber experimentado una ola masiva de financiamiento chino en América Latina, cabe preguntarse: ¿Qué consecuencias ha tenido este financiamiento en la vida de las comunidades donde se desarrollan los proyectos? Para María Marta Di Paola de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales en Argentina, “los resultados encontrados son devastadores tanto por los daños a las comunidades locales como a la naturaleza”.

 

El informe estudia 18 proyectos, de ellos siete pertenecen al sector minero, seis al petrolero y cinco son hidroeléctricos. “El hecho de que 12 de estos proyectos se encuentren en la región amazónica, 15 en territorios indígenas, 11 en áreas protegidas naturales, y cinco en áreas declaradas patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, demuestra una falta de compromiso de China con el ambiente y el desconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en la región”, sostiene Di Paola.

 

“Las empresas y los financistas chinos han vulnerado los derechos de los pueblos indígenas de muchas formas. La presencia china sólo ha traído más destrucción y tristeza justamente a quienes debemos la protección de los bosques que todavía están en pie”, señala Karla  Sessin del Colectivo Proteja Amazônia en Brasil. En el caso de la hidroeléctrica de São Manoel en Brasil operada por China Three Gorges, se han destruido dos espacios sagrados de fundamental valor cultural para los pueblos indígenas Munduruku, Kayabi y Apiaka. Mientras que en Bolivia y Ecuador tres pueblos indígenas en aislamiento están siendo amenazados por las operaciones de China Petroleoum Corporation Company, Sinopec y China National Petroleum Corporation.

 

En tanto, las represas Santa Cruz en Argentina con una inversión de U$ 4.7 mil millones (la más grande inversión china fuera de China en el sector hidroeléctrico) se construirá en la Patagonia, lugar donde se encuentra la mayor concentración de hielo (fuera de la Antártida) en el hemisferio Sur. En Perú, donde las empresas chinas dominan la extracción minera, las comunidades afectadas por la operación de China Minmetals Corporation en Las Bambas han vivido, por más de dos años, bajo repetidos estados de emergencia sin poder ejercer sus derechos a la libre asociación, libre tránsito y libre expresión. Los estados de emergencia también han sido medidas populares en los proyectos chinos en Ecuador y Brasil. Lo que dejó un triste saldo de media docena de personas fallecidas en los enfrentamientos con militares y policías en Ecuador y Perú; así como centenares de personas criminalizadas por la defensa de sus derechos.

 

Para Sofía Jarrín del Centro de Derechos Económicos y Sociales en Ecuador “la cooperación bilateral no puede darse a expensas de los derechos humanos y ambientales de las comunidades a quienes justamente se pretende servir con los proyectos.” Jarrín explica que según los principios de derecho internacional en materia de derechos humanos “China está obligada a respetar  los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades afectadas por sus inversiones en donde quiera que se encuentren”.

 

“Las empresas que han invertido en nuestros países se han aprovechado de la debilidad de leyes nacionales y de la complacencia de los gobiernos de turno. Pero al fin del día, en el contexto global, la responsabilidad no es sólo de esas empresas o de los gobiernos nacionales, sino también de los Estados a los que responden esas empresas. Es por ello que el EPU de China es una oportunidad crítica para que China nos escuche, asuma responsabilidad y cambie”, señala Julia Cuadros, miembro del Consejo Directivo de CooperAcción en Perú.

 

Finalmente,  el informe sostiene que China debe: (i) incorporar los principios, convenios y tratados de derechos humanos en sus estrategias, políticas, planes y proyectos de inversión en América Latina, y establecer mecanismos que garanticen su implementación; (ii) ratificar el Convenio 169 de la OIT; (iii) realizar exámenes de debida diligencia en derechos humanos durante todo el ciclo del proyecto; (iv) establecer medidas de acceso a la justicia y la reparación de las víctimas; y (v) abandonar los proyectos en que se siguen violando leyes nacionales e instrumentos internacionales de derechos humanos.

 

Para el Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente-CICDHA- la “relación ganar-ganar y la cooperación Sur-Sur entre China y América Latina, por el momento, están sólo en los discursos de los políticos”.

Fuente: http://cooperaccion.org.pe/el-consejo-de-ddhh-de-la-onu-evaluara-si-el-gobierno-chino-ha-exigido-a-sus-empresas-el-respeto-a-los-derechos-humanos-en-los-paises-que-operan/

Latinoamerica

Los sicarios de la agroindustria y la explotación minera en América Latina

En América Latina han sido asesinados 207 activistas y defensores del medio ambiente en 2017 según cálculos de la organización no gubernamental inglesa Global Witness (GW). De ese total, la mayor parte de las víctimas ha sido indígena. Por países, Brasil con (57), Colombia con (24) y México con (15) encabezan la lista de naciones con más muertos de los 22 que la conforman.

Sin embargo, el informe de la organización, hecho público el pasado 8 de julio en México bajo el título «A qué precio?», se presenta mucho más revelador que  los habituales  cómputos de muertes de líderes ambientalistas en lucha. El trabajo corrobora la relación directa de los asesinatos con la actividad empresarial de la agroindustria –la actividad con más fallecidos- y la explotación minera.

Según la fuente, el brutal incremento de la violencia contra personas defensoras del Medio Ambiente y la Tierra ha sido la respuesta a la lucha de los líderes junto a sus comunidades, que se enfrentan a los intereses de las empresas que explotan los recursos naturales de sus asentamientos.

En este sentido, la ONG Global Witness señaló que las «semillas del conflicto» brotan cuando la explotación forestal, minera u otros proyectos se ponen en marcha.

Se denuncian, entre otros, los casos de las bandas organizadas por y para empresas madereras, a las que, proveen de hombres armados para poder realizar sus actividades ilegales.

Otro aspecto destacado del informe tiene que ver con la impunidad de este tipo de crímenes, en los que «rara vez son castigados» los responsables de los asesinatos de los activistas. Los supuestos mecanismos de protección institucional a estas personas no funcionan.

Finalmente, el informe concluye que las masacres contra los ambientalistas buscan amedrentar no solo a quienes se ponen al frente de la lucha. Se busca -simultáneamente- dirigir un mensaje claro a la colectividad: “no sólo se atacará a los líderes de la comunidad, sino que nadie está a salvo».

Fuente:http://www.elsalmon.co/2018/08/los-sicarios-de-la-agroindustria-y-la.html

Latinoamerica

Estos son los mayores crímenes ambientales de la minería a cielo abierto en América

Al cumplirse cuatro años de la contaminación del Río Sonora en México, Sputnik te presenta los mayores desastres ambientales causados por la minería a cielo abierto en los últimos años en el continente americano.

«Vemos que hay un patrón de comportamiento de las empresas mineras en toda la región», explicó a Sputnik Julieta Lamberti, de la organización mexicana PODER que acompaña jurídicamente a los afectados por la contaminación del río Sonora, que fue ocasionado por una filial de Grupo México, una minera que es propiedad del segundo hombre más rico de México, Germán Larrea Mota Velasco.

«Siempre dicen que en los países más desarrollados las mineras hacen bien las cosas pero no es cierto, en todos lados las hacen de la misma manera y las consecuencias son las mismas: derrames, contaminación y un desdén con las poblaciones que viven cerca de la mina, a las que llegan prometiéndole que le van a traer empleo, desarrollo, inversiones y que en realidad lo único que les queda es contaminación, pobreza y falta de acceso a los derechos más básicos como la salud y el agua», sostuvo Lamberti. Sputnik te presenta los cuatro mayores desastres causados por explotaciones mineras a cielo abierto en los últimos cuatro años:

Mina Mount Polley-Cariboo, Columbia Británica, Canadá. En la mañana del 4 de Agosto de 2014 ocurrió uno de los desastres mineros más grandes de la historia del país del norte, al romperse la presa de relaves de la mina a cielo abierto de cobre y oro, propiedad de la empresa de capitales canadienses Imperials Metal Corporation. Como resultado, se vertieron 25.000.000 de metros cúbicos de desecho tóxico a los lagos Polley y Quesnel, al arroyo Hazeltine y el río Cariboo.

Según informó el medio The Star, de Vancouver, a cuatro años del desastre la Justicia canadiense no ha presentado ningún cargo contra los responsables del mismo. La de la provincia Columbia Británica anunció que no presentaría cargos en su jurisdicción, mientras que la Justicia Federal canadiense sostiene que aún continúa en investigación para saber si este caso violó o no, las leyes ambientales del país.

Mina Buenavista del Cobre-Arizpe, Sonora, México. Apenas dos días después del desastre canadiense, la mina Buenavista del Cobre, propiedad de la empresa de capitales mexicanos Grupo México pero operada por su filial estadounidense Southern Copper Corporation, derramó 40.000 metros cúbicos de residuo tóxico a los ríos Sonora y Bacanuchi. Se reconoció oficialmente que 380 personas sufrieron una afectación inmediata en su salud porque estaban utilizando ese agua en el momento del derrame, el 6 de agosto de 2014, que desde entonces contaminó el cauce del río.

El agua llegó a la presa El Molinito, donde se concentró la mayor cantidad de residuos de metales pesados de la actividad minera, causando mayor afectación en la salud de las poblaciones de los municipios Ures y San Felipe.

Los pobladores de Bacanuchi, el más cercano a la mina, esperan una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para fines de agosto de este año, que contemple su voz y rechace una ampliación de la explotación que planea la empresa.

Mina Germano-Mariana, Minas Gerais, Brasil. Como consecuencia de la rotura del dique de Fundão que contenía los desechos de la mina, 19 personas fallecieron cuando el lodo tóxico devastó el pueblo de Bento Rodríguez, el 5 de Noviembre de 2015. La empresa Samarco Mineração que la operaba, es una filial de las gigantes Vale (de capital brasileño) y Bhp Billinton (capital australiano-británico).

Se estima que la empresa volcó entre 40.000.000 y 60.000.000 de metros cúbicos de barro, que luego de dejar al pueblo Bento Rodríguez convertido en un lodazal inhabitable, continuó su camino por unos 700 kilómetros, pasando por los ríos Gualaxo del Norte y Carmo hasta llegar al Río Doce (en el estado vecino, Espíritu Santo) y verterse en el Océano Atlántico, según datos publicados por el periódico Brasil de Fato. Destruyó a su paso parte de varios parques naturales, además de irrumpir en el territorio de los indígenas krenak.

Los afectados han presentado demandas colectivas que siguen en proceso, pero hasta ahora el mayor crimen ambiental de la historia de Brasil sigue impune. Ninguno de los afectados ha sido reubicado a tres años del desastre.

Mina Veladero-Jáchal, San Juan, Argentina. La empresa Argentina Gold, filial de la minera Barrick Gold (de capitales canadienses) tiene una causa abierta en la justicia local por el vertido de 1.000 metros cúbicos de una solución conteniendo cianuro a la desembocadura del deshielo de la Cordillera de los Andes, donde nacen varios ríos de la región. El agua contaminada escurrió hacia el río Las Taguas, que forma parte de la cuenca hídrica de la que se abastece Jáchal y otras poblaciones circundantes.

Desde que conocieron del derrame, que se produjo el 13 de septiembre de 2015, los pobladores de la zona fundaron la asamblea «Jáchal no se toca» con la que impulsaron los juicios y reclaman por la salida de las empresas mineras de la Provincia de San Juan.

Fuente:https://mundo.sputniknews.com/ecologia/201808091081082115-mineria-ambiente-desastre-ecologia-muerte/

Brasil, Latinoamerica

«Oir el clamor de la Tierra, oir el grito de los pueblos»

Se está celebrando en Brasilia el II Encuentro de Afectados/as por la Minería en América Latina, que es una continuación del realizado en Roma en 2015, y que desde 7 a 10 de agosto, reúne a 35 representantes que han llegado de 9 países.

Son personas con gran experiencia en las luchas contra los impactos que esta práctica está suponiendo en Latino-américa, muchos de los cuales ponen su vida en riesgo como consecuencia de la defensa de los bienes comunes y el derecho de la naturaleza y de los pueblos. La mayoría de los presentes son laicos y laicas, a los que se unen algunos religiosos y religiosas. Junto con ellos se encuentra el Presidente del Grupo de Trabajo sobre Minería en la CNBB – Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, Monseñor Sebastião Duart, obispo de Caxias, en el estado de Maranhão.

El Cardenal Pedro Barreto, obispo de Huancayo, Perú, y Vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, en un vídeo enviado a los participantes ha dado algunas claves que pueden servir a la hora de enfrentar los problemas derivados de la Minería. Además de reflexiones sobre esta problemática, se están llevando a cabo visitas de campo, lo que, en opinión de Dário Bossi, «es muy importante porque podemos tocar la piel de las personas afectadas en Paracatú, los impactos de la minería y así poder tener más concreción de los impactos que cada uno de los participantes del encuentro trae desde sus países».

El texto que está siendo estudiado ha sido escrito por Monseñor Bruno-Marie Duffe, Secretario del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, ayudando a reflexionar sobre el papel de la Iglesia frente a los impactos negativos de la Minería. El texto tiene como punto de partida la Encíclica Laudato si,»que nos llama a una consideración conjunta de la tierra, de la comunidad y de nuestra relación con las riquezas naturales», destacando que recibimos de Dios y de los antepasados la tierra, que tiene riquezas y límites y que somos llamados a cuidar con responsabilidad, lo que entra en conflicto con un desarrollo económico sin límite.

Monseñor Duffe, ve la necesidad de que la Iglesia se preocupe con las minas, pues estamos hablando de la creación, que es un bien común, con la dignidad de los pueblos y con el respeto de sus derechos humanos, especialmente de los más pobres. Por eso, «en este debate, la Iglesia tiene una misión de vigilante, de ser voz de – y con – los pobres, de facilitar el intercambio de experiencias y conocimientos, de aconsejar. Su misión es profética, tiene que denunciar las violencias hechas contra los pueblos pobres», resalta el Secretario del Dicasterio vaticano, añadiendo que «la iglesia tiene que anunciar que otra política es posible», garantizando «una protección a la tierra y a las comunidades». Todo ello teniendo como base la Doctrina Social de la Iglesia.

Desde los conceptos de «ecología integral» y «revolución ecológica», somos llamados a vivir con responsabilidad, para poder hacer realidad un «desarrollo humano integral», para asumir la identidad de cada uno y, desde una ética de la responsabilidad, abrir «un camino a pensar el futuro de la creación y de la humanidad», señala Duffe.

Esta reflexión, cobra especial actualidad en América Latina, donde «estamos viviendo hoy una situación de extremo peligro y de máxima conflictividad de las comunidades afectadas por la mineración», como reconoce Moema Miranda, quien insiste en que los riesgos que nacen de la falta de democracia en diversos países, produce que «las leyes de defensa socio-ambiental, construídas con tanta lucha popular son absolutamente desrespetadas».

Falta control sobre las empresas que no respetan la Casa Común, lo que exige, según la miembro de la Red Iglesias y Minería, «una mayor articulación de las comunidades y una firme defensa de la Iglesia de todas las condiciones de vida de la población», haciendo realidad el deseo del Papa Francisco, «oír el clamor de la Tierra, oír el grito de los pueblos», pues son los más pobres quienes «anuncian un tiempo nuevo y un futuro que no sea controlado por una economía que mata».

Fuente:http://www.periodistadigital.com/religion/america/2018/08/08/oir-el-clamor-de-la-tierra-oir-el-grito-de-los-pueblos-religion-iglesia-afectados-mineria-brasil.html