Latinoamerica

El Sínodo Amazónico frente a la idolatría del dinero

Para el misionero claretiano, padre César Espinoza, la idolatría del dinero y su seducción causan ceguera, muerte y como todos los ídolos exige sacrificios de parte de sus seguidores. Y en la Amazonía las víctimas son los pueblos indígenas con su diversidad cultural y espiritual, y los variados biomas que se topan con este infame ídolo.

“Sin lugar a duda -afirma Espinoza- el Sínodo de la Amazonía se convierte en un escenario eclesial y mundial para desenmascarar y arrancar esta <raíz maldita> que pone en peligro la Sagrada vida no solo de la Amazonía sino del Planeta, nuestra casa común.”

Recuerda también, en el comentario que compartimos con nuestros lectores que “la Red Iglesias y Minería en su lucha frontal contra este fetiche está impulsando la Campaña de Desinversión para que la Iglesia en sus múltiples organizaciones, adoradora del único Dios de la Vida, desinvierta en las empresas extractivas que han encarnado los interés diabólicos del “dios dinero” que ha impulsado “una economía basada en el lucro que atropella a los más débiles y a la naturaleza y ha fomentado una mentalidad utilitarista que concibe a la Naturaleza como recurso y a los seres humanos como productores-consumidores”.

Cómo superar y vencer a la idolatría del dios dinero, deberá ser sin duda uno de los desafíos del próximo Sínodo de la Amazonía a realizarse en el Vaticano, del 6 al 27 de octubre de este año. La Campaña de Desinversión en Minería, es una propuestas clara, viable y ética.

CAMPAÑA DE DESINVERSIÓN

Sínodo De La Amazonía

 “La raíz de todos los males es la codicia” (1 tim 6, 20)

“El cuidado de la vida se opone a la cultura del descarte, de la mentira, de la explotación y de la opresión. Al mismo tiempo supone oponerse a una visión insaciable del crecimiento sin límites, de la idolatría del dinero, a un mundo desvinculado (de sus raíces, de su entorno), a una cultura de muerte.” (IL 17)

“Tanto las cosmovisiones amazónicas como la cristiana se encuentran en crisis por la imposición del mercantilismo, la secularización, la cultura del descarte y la idolatría del dinero.” (IL 27)

«El drama de los habitantes de la Amazonía no sólo se manifiesta en la pérdida de sus tierras por el desplazamiento forzado, sino también en ser víctimas de la seducción del dinero, los sobornos y la corrupción por parte de los agentes del modelo tecno-económico de la “cultura del descarte”, especialmente en los jóvenes». (IL 53)

Los textos citados del Documento de Trabajo para el Sínodo de la Amazonía reflejan visiblemente que “La raíz de todos los males es la codicia” (I Tim 6, 10). Sin lugar a duda el Sínodo de la Amazonía se convierte en un escenario eclesial y mundial para desenmascarar y arrancar esta “raíz maldita” que pone en peligro la SAGRADA VIDA (alias de Jesús) no solo de la Amazonía sino del Planeta, nuestra casa común.

La idolatría del dinero y su seducción siguen causando ceguera y muerte. Todos los ídolos exigen sacrificios, y en la Amazonía es claro que las víctimas han sido los pueblos indígenas, con su diversidad cultural y espiritual, y los variados biomas que se topan con este infame ídolo.

El documento sugiere:

“Prestar una especial atención a la procedencia de donaciones u otra clase de beneficios, así como a las inversiones realizadas por las instituciones eclesiásticas o los cristianos

“Discernir cómo se genera y cómo se invierte el dinero en la Iglesia superando posturas ingenuas a través de un sistema de administración y de auditoría comunitarias, respetando la normativa eclesial vigente.” (IL 83)

La Red Iglesias y Minería en su lucha frontal contra este fetiche está impulsando la Campaña de Desinversión para que la Iglesia en sus múltiples organizaciones, adoradora del único Dios de la Vida, desinvierta en las empresas extractivas que han encarnado los interés diabólicos del “dios dinero” que ha impulsado Una economía basada exclusivamente en el lucro como único fin, que excluye y atropella a los más débiles y a la naturaleza, se constituye en ídolo que siembra destrucción y muerte… Una mentalidad utilitarista (que) concibe a la naturaleza como mero recurso y a los seres humanos como meros productores-consumidores…” (IL 103)

La “Campaña de Desinversión” es una propuesta:

  • clara y concreta de “Conversión Ecológica y Económica”.
  • que contribuye a atacar estructuralmente, de “raíz”, nuestra complicidad con el exterminio y la destrucción de la Vida en la Amazonía.

Es claro que “nadie puede estar al servicio de dos señores, pues u odia a uno y ama al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No pueden estar al servicio de Dios y del Dinero” (Mateo 6, 24).

César Augusto Espinoza Muñoz, cmf. Misionero Claretiano, Red Iglesia y Minería

 

Fuente:https://iglesiasymineria.org/2019/07/01/el-sinodo-amazonico-frente-a-la-idolatria-del-dinero/

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Los extractivismos como vicio

Si bien se cita frecuentemente a la moral en muchas cuestiones controversiales de la vida pública, como los extractivismos, las cuestiones de género o la corrupción, la realidad es que no todos están dispuestos a abrazarla. Muchos esgrimen categorías de la moral pero huyen de sus significados, y la convierten en eslóganes publicitarios, mientras que en la realidad la van recortando, encogiendo y restringiendo.

Están muy lejos de apaciguarse las polémicas alrededor de emprendimientos extractivistas como la minería en el sur o el petróleo en la Amazonía, discusiones en las que una y otra vez aparecen argumentaciones morales. Los defensores de los extractivismos insisten en que son buenos y necesarios. Algunos incluso acusan a quienes alertan sus impactos, por ejemplo campesinos o indígenas, como inmorales agentes que impedirían el progreso.

De una manera u otra hay una moralidad que defiende a los extractivismos como algo bueno y correcto, y a quienes denuncian sus efectos negativos los etiqueta como malos o ignorantes ¿Son tan buenos los que promueven explotaciones mineras o petroleras?, ¿Son tan malos los que protestan por la contaminación?

En realidad, la apelación moral en estos debates refleja los intentos de blindar a los extractivismos actuales y presentarlos como una actividad correcta y orientada al bien común, de modo que no embarcarse en ella sería incorrecto. Sería inmoral no continuar siendo extractivistas porque esos dineros financian la lucha contra la pobreza.

Esa ha sido la idea básica esgrimida tanto en Perú y Colombia, como en Venezuela y Bolivia. Con ese discurso se intenta superar la evidencia de los efectos negativos locales (pérdida de áreas naturales, contaminación, violencia) y sostener que más allá de éstos, los extractivismos deben preservarse porque aseguran el beneficio de las mayorías.

Esta peculiar postura moral es la vía elegida por aquellos que ya no pueden recurrir a la ciencia y la técnica para decir que los extractivismos son seguros y no contaminan. A medida que la ciencia convencional suma más evidencia, más se apela a esa moral que descansa en supuestas mayorías pero excluye a las minorías (casi siempre campesinas o indígenas).

Hoy ya es casi imposible afirmar que la contaminación de las mineras no afecta la salud de las comunidades locales. No existe, por ejemplo, tratamiento para la contaminación por metales pesados, como revela la situación de los obreros vinculados a enclaves como los de Antamina o Yanacocha; además, las consecuencias alcanzan a las siguientes generaciones, ya que entre otros efectos, los niños pierden sus capacidades cognitivas.

¿Cómo así entonces defender esta minería como moralmente buena o correcta desde el punto de vista de esos obreros o sus comunidades, si se ha dañado severamente su salud e incluso se afecta a las generaciones futuras?

Muchos de los impactos negativos de los extractivismos están impedidos o sancionados por la ley, pero como se sabe que esas regulaciones no se cumplen adecuadamente o pueden evitarse en un juicio, se mantienen las prácticas contaminantes. Nada impide pensar que los perpetradores de la contaminación saben que no tendrán una sanción jurídica, y que difícilmente pueden ignorar el daño que hacen y a la vez comprenden que menos aún serán sancionados por ello. Estamos ante inmoralidades elevadas al cuadrado.

Inmoralidades así ocurren con otros impactos: por contaminación de suelos o fuentes de agua, al impedir el acceso a la información y a la participación de las comunidades, al desplazar a indígenas, espiarlos o inventarles causas judiciales, y así sucesivamente, hasta llegar al extremo de los asesinatos.

Sin embargo no parece ser un problema suspender la moral respecto a los impactos locales, mientras se defienden a los extractivismos como correctos para el bien de las mayorías, en una suerte de utilitarismo extremo, al estilo de Bentham, pero además deformado: lo correcto sería lo que produce el mayor beneficio para el mayor número de personas… aunque sea a costa de muchas comunidades y de la Naturaleza misma

Para esta rara moralidad empresarial y académica lo correcto son los resultados de una suma aritmética. En una formulación muy esquemática sería como afirmar que no importa el dolor o malestar infringido a unas pocas personas si con ello la mayoría de la población aumenta su gozo y felicidad.

Esa mirada no comprende las restricciones liberales más elementales, tales como advertir que las acciones de unos no deberían dañar o perjudicar a otros. Es por lo tanto una moral recortada o imperfecta, y muy conservadora al estar reñida con las posturas liberales clásicas. Otra paradoja, ya que suele asumirse que esa perspectiva filosófica es la que sustentan los economistas y empresarios que citan la libertad económica para promover los extractivismos.

Aristóteles puede ser un buen compañero para intentar salir de la confusión acerca de la moral. Los extractivismos son un ejemplo de acciones que se apartan de la virtud, tal como la entendía Aristóteles: la comprensión inteligente y consciente sobre lo que se hace. Contrario a la publicidad, que los pinta como expresiones de ciencia y tecnología de punta, son en realidad actividades muy poco inteligentes, que se recuestan en el beneficio económico empresarial a la par que desechan el daño social y ecológico. Si consideramos además que la virtud aristotélica, está referida a las acciones ajustadas a la esencia humana, sería difícil sostener que esa esencia es la de destruir paisajes o contaminar comunidades.

¿Se quiere hablar de moral en los extractivismos? Hacerlo en serio apunta a comprender que la bondad y la justicia se orientan a preservar la vida y salud de las personas y la Naturaleza. Dicho de otro modo: si eres bueno y justo no puedes ser extractivista. Hay un imperativo moral en proteger a las personas dañadas por los extractivismos, como a los ecosistemas que están riesgo.

En consecuencia, aliviar el sufrimiento de muchos e impedir la destrucción de la Naturaleza, requiere abordar cuanto antes las transformaciones que permitan abandonar la dependencia de los extractivismos. No se puede invocar a la moral para defenderlos, sino para buscar alternativas a ellos.

Esto no será sencillo ni se logrará de un día para otro, pero es lo correcto… y lo opuesto a la cháchara moralista con la que se cubre que en la realidad se recorten las consideraciones morales y éticas que nos alejan de las virtudes y nos conducen a los extremos. ¿Cómo llamar a esa situación? Son los vicios, respondería Aristóteles. Esta es la conclusión de esta reflexión: los extractivismos son un nuevo tipo de vicio contra la naturaleza y la sociedad.

 

Fuente:http://www.noticiasser.pe/opinion/los-extractivismos-como-vicio?fbclid=IwAR1SYRlzk4IDyUHX_-OgKYmisnokxRDRKKTWHsDQDn2Xby-kFeLygP99Wzs

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Red Iglesia y Minería convoca a Asamblea con eje en extractivismo y minería en la región

La Red Iglesias y Minería convoca a delegadas y delegados nacionales, representantes de los grupos de trabajo, miembros del Grupo impulsor y entidades fraternas a la IV Asamblea General que tendrá lugar en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, durante los días 20, 21 y 22 de agosto del presente año.

El extractivismo y las comunidades afectadas por la minería, será el tema central a partir del cual habrá reflexión y definición de acciones desde las iglesias.

Nuestra América Latina experimenta uno de los períodos más convulsionados vividos en la región. Desde principios de esta década, sufrimos una escalada de ataques a los procesos democráticos; reversión de las pequeñas conquistas sociales logradas entre 2002 y 2010; aumento de las tasas de deforestación y del número de sequías e inundaciones; así como una creciente persecución, criminalización y muerte de defensores/as de derechos socioambientales. 2018 marcó, en términos globales, el pico de los riesgos del calentamiento global.

Los consensos extractivistas de nuestros gobiernos, el aumento de las desigualdades, la escalada de la violencia y fragilización del aparato de protección ambiental, sea en términos de las legislaciones nacionales o
de los órganos públicos de defensa y protección, indican los enormes desafíos que América Latina enfrentará en los próximos años, enfatiza la red en su convocatoria.

La Iglesia Católica de América Latina, especialmente en este período en que está fuertemente involucrada en los procesos preparatorios para el Sínodo de la Amazonía, se siente convocada a ser luz y sal en este suelo sufrido.

Recuerdan que la Red Iglesias y Minería, ha venido estrechando lazos de colaboración y diálogo fructífero con el CELAM / DEJUSOL, con el Dicasterio par el Desarrollo Humano Integral del Vaticano, con las entidades fraternas del CLAI, REPAM, CLAR, Amerindia, CIDSE, FSM, entre otros.

La Asamblea General busca dar una mirada y analizar esta realidad compleja y desafiante en la región.

 

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La vida de los flamencos amenazada por la industria del oro blanco en los Andes

El “triángulo del litio” en los Andes sudamericanos coincide con el hábitat de tres especies de flamencos que utilizan estos humedales para vivir y reproducirse. ¿Será el boom del “oro blanco” el fin de estas majestuosas aves?

Los flamencos son esas aves tan particulares, altas y esbeltas, de patas y cuello larguísimos y un plumaje rosado muy característico. Su pico es una historia aparte, formado por miles de años de evolución para filtrar microorganismos del barro y el agua, parece más un gancho que un instrumento para picotear. Son además, especies emblemáticas para la conservación de los humedales salinos de altura, ya que para alimentarse y reproducirse utilizan estos paisajes, dando cuenta de la salud de los mismos. Se mueven de laguna en laguna, de manera alternativa y complementaria durante su ciclo anual de reproducción y a lo largo de sus vidas.

Existen seis especies de flamencos en el mundo y tres se encuentran en el sur de Sudamérica. El flamenco puna (Phoenicoparrus jamesi) y el flamenco andino ( P. andinus), que están mayormente restringidos al Altiplano compartido por Argentina, Bolivia, Chile y Perú, y el flamenco austral ( Phoenicopterus chilensis). El flamenco andino es la especie con la población más pequeña del mundo, rondando los 56 mil individuos en 2015. Se reproducen poco y sufren de un elevado grado de amenaza, por lo que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) los clasificó como especie “vulnerable”. Las poblaciones de flamenco puna no alcanzaban en 2015 a 160 mil individuos y están aún más concentrados en el Altiplano que los otros flamencos. Por último, el flamenco austral ostenta una mayor población y habitan desde los lagos salinos de la Puna Seca Central hasta los humedales costeros de Patagonia.

El Altiplano, una región única en el mundo.

El Altiplano de Sudamérica se desarrolla desde los Andes del sur de Perú, a lo largo de Bolivia y norte de Chile, hasta el noroeste de Argentina. Comprende dos eco-regiones: Puna entre los 3000 y los 4300 msnm y Altoandina por encima de los 4300 msnm. El clima es duro; frío y seco, con temperaturas por debajo de los cero grados casi todo el año y poquísima lluvia. La amplitud térmica diaria supera los 30° C. Es un ecosistema de una gran belleza paisajística, con volcanes que estuvieron activos hace millones de años y formaron campos de lava, llamados escoriales, cadenas montañosas y suelos arenosos y pedregosos. El clima inclemente determina la presencia de vegetación capaz de vivir en este medio. Las vicuñas, guanacos, chinchillas, zorros colorados y pumas son otros animales representativos de esta región.

Los ambientes acuáticos donde viven los flamencos han sido poco estudiados por los biólogos, principalmente por el difícil acceso debido a las grandes distancias, la altura y el clima extremo y para complicar aún más el panorama, según los investigadores del Grupo de Conservación Flamencos Altoandinos(GCFA) “Los humedales salinos del Altiplano que constituyen el hábitat de los flamencos, así como la flora y fauna asociada, están amenazados por el desarrollo industrial —expansión de la minería metálica y no metálica, ampliación de la producción de energía geotérmica y de instalación de gasoductos y electroductos— avance de la frontera agrícola y el sobrepastoreo y el turismo no regulado. En tanto que en Tierras Bajas, la industrialización agrícola, particularmente el monocultivo de soja y la consecuente impermeabilización de suelos, provoca la expansión y dilución de humedales salinos o el drenaje y desecación de los mismos para desarrollo urbano y de redes viales.”

 

Científicos por los flamencos en el clima más extremo

En 1996 un grupo de investigadores científicos y de especialistas en áreas protegidas, preocupados por la conservación de los flamencos altoandinos y sus hábitats, conformó el Grupo de Conservación Flamencos Altoandinos que reúne a conservacionistas de la sociedad civil, la academia y el sector gubernamental de Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Desde que comenzaron con sus investigaciones, el grupo coordina un programa regional de investigación y conservación que, en base al monitoreo de las poblaciones de flamencos, el estudio de la distribución y su uso del hábitat, promueve el fortaleciendo de actividades de conservación y manejo de sitios clave donde habitan. La protección de colonias de nidificación que impulsan logró generar conocimiento suficiente para saber más sobre las amenazas que sufren estas aves y planificar acciones para mitigarlas. Paralelamente, trabajaron en capacitar a la comunidad sobre estas problemáticas.

 

Para conocer cuántos flamencos hay en un lugar se realizan conteos o “censos” simultáneos en distintas lagunas. No es una tarea fácil, ya que estos sitios son de difícil acceso y el clima muy inhóspito. Sin embargo, gracias a esta labor se generó nueva información y se formularon nuevos interrogantes que dieron lugar a estudios orientados a conocer con más detalle el ciclo de vida y los desplazamientos de estas especies.

“También se desarrollaron las primeras gestiones de conservación a escala local y transfronteriza, estas últimas apoyadas por la Convención de los Humedales Ramsar y por la Convención de Especies Migratorias (CMS)” informa Patricia Marconi, miembro del GCFA, además “el análisis de los datos obtenidos permitió al equipo identificar humedales prioritarios para la conservación de los flamencos altoandinos y focalizar de esta manera las acciones de protección, mediante la formulación de un proyecto de Red de Humedales de Importancia para la Conservación de Flamencos Altoandinos”.

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Parinas grandes y Parinas chicas

El proyecto de Red fue oficialmente presentado en 2007 y fue incorporado como proyecto subregional de la Estrategia Regional de Conservación de Humedales Altoandinos impulsada por la Convención Ramsar y suscripta por ocho países de América, incluyendo Argentina, Bolivia, Chile y Perú.

El oro blanco que puede acabar con los humedales del altiplano

Argentina, Chile y Bolivia concentran más del 75 por ciento de las reservas de litio mundial. La tonelada pasó de costar de 4.000 a 14.000 dólares en cuatro años, especulando con que en un futuro cercano, la demanda será mayor que la oferta. La mayor concentración de litio en salmuera se encuentra en el Altiplano de Sudamérica y coincide con los sitios prioritarios de la Red de Humedales de Importancia para la Conservación de Flamencos Altoandinos.

El Altiplano de Catamarca, por ejemplo, es una gran planicie de altura de más de 30.000 km2, donde se destacan más de 40 humedales que constituyen un oasis para la diversidad biológica y las actividades humanas. Allí, la mina Fénix es el único proyecto en estado de producción. El año pasado, alcanzó las 21.500 toneladas anuales pero según comentan en la Secretaría de Minería provincial, el objetivo es ampliar la capacidad a 40 mil. Los demás proyectos catamarqueños, Tres Quebradas y Sal de Vida, se encuentran en estudio de factibilidad y cuando comiencen a producir en 2025, Catamarca habrá alcanzado una capacidad superior a las 100 mil toneladas.

Para extraer el litio de la salmuera, debajo de los salares, se utiliza la técnica de la evaporación de agua, pero en este ambiente desértico de altura, el balance hídrico, aún sin intervención humana, es negativo. La extracción de grandes volúmenes de agua dulce y salobre provoca serios desbalances hídricos y disturbios hidrogeológicos dentro de la cuenca que es intervenida y en cuencas adyacentes, con consecuencias sobre la biodiversidad y los modos de vida de las comunidades locales, mayormente integradas por pueblos originarios .

Para empezar, los proyectos de explotación minera requieren de la obtención de la licencia ambiental y social. El proceso de obtención de estas licencias depende de la aprobación de evaluaciones de impacto ambiental (EIA) pero en “el triángulo del litio”, estas no se ajustan a los criterios y estándares internacionales. Según denuncian los investigadores, los aspectos hidrológicos son subestimados, el agua no se valora como servicio ambiental, carecen de enfoque ecosistémico y de manejo integrado de cuencas, y se ignora la condición de las áreas protegidas (Reserva de Biósfera,Sitio Ramsar, Reserva Nacional o Subnacional). Para peor, los EIA son aprobados por la autoridad minera, sin intervención de otras áreas administrativas como ambiente, turismo, agricultura o recursos hidrícos. “La participación pública se restringe a presentaciones informativas y se ignoran los compromisos emanados de las convenciones internacionales, así como las herramientas de planificación y gestión participativa de las áreas protegidas” denuncian.

En cuanto a los flamencos, actualmente su población muestra tendencia al crecimiento poblacional de las subespecies andina y puna, sin embargo, se registraron algunos fenómenos alarmantes como el evento de mortandad masiva por desnutrición registrado en 2015 en Laguna Grande, Catamarca.

Quienes trabajan por la protección de los flamencos y sus hábitats luchan por logran la implementación de una estrategia de conservación regional a largo plazo, que a través de la conservación de los flamencos asegure la integridad de los humedales altoandinos y su contribución a los sistemas humanos locales y globales. Esta tarea requiere de un enfoque regional y transfronterizo y de un esfuerzo compartido por los países del área de distribución de los flamencos, así como también por todos aquellos sectores —minería, turismo, producción animal— que intervienen en el Altiplano.

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Perforación en Salar Tres Quebradas

En ese camino, los investigadores han desarrollado, en algunos sitios prioritarios, programas de conservación participativa que incorporan a las comunidades locales en la planificación y protección efectiva de los humedales altoandinos, y en conjunto con el sector privado y gubernamental, se establecieron directrices y protocolos de buenas prácticas en turismo y en minería. Sin embargo, queda mucho por hacer si queremos que esas maravillosas aves y los ecosistemas que les dan cobijo sobrevivan. Según el grupo de conservación de flamencos altoandinos “el desarrollo de investigación para determinar la dinámica hidrogeológica de todas las cuencas cerradas del Altiplano es imprescindible, luego establecer una zonificación basada en información científica, a fin de proteger los humedales más valiosos y vulnerables y garantizar la participación de las comunidades, fortaleciendo la regulación internacional, nacional y local en todas las etapas del proceso de las baterías de litio, de la cuna a la tumba.”

Desde su perspectiva, el crecimiento de la minería de litio en el Altiplano de Catamarca no puede ocurrir por fuera de los ecosistemas naturales y de las comunidades locales, que es justamente lo que han comprobado que está ocurriendo con graves consecuencias: afectando la diversidad biológica, los procesos naturales y el modo de vida de las comunidades locales.

 

Fuente:https://www.vice.com/es_latam/article/vb9bnj/la-vida-de-los-flamencos-amenazada-por-la-industria-del-oro-blanco-en-los-andes?fbclid=IwAR2Y2RJW7AQ5PLuV95WK6rOWfVFYD8ytdHtGVYoDZkMX4j2fZFXWCzGdjxs

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Cartografía neocolonial del poder minero en América Latina/Abya Yala: La planadora territorial

Toda cartografía es constitutivamente intencional, es decir, es producida con fines de apropiación y control sobre el espacio. Sabemos que detrás de la cartografía, cualquiera que sea, siempre hay sujetos y/o colectivos que desean imponer su orden. En definitiva, toda representación sobre el espacio es territorial. De esta forma, todo mapa es político, y no nos referimos precisamente al mapa de los Estados modernos que dividen los continentes, sino al contenido y a sus atributos, con el cual se anima y se invita a ejercer el poder. Podemos decir, entonces, que toda cartografía es producida para controlar las relaciones espaciales. Si esto es así, todo actor con ansias de poder tiene que producir mapas, porque este es ejercido mediante el instrumento cartográfico que lo haga viable territorialmente. No es gratuito que Yves Lacoste (1990), un personaje clasico en el estudio de la geografia, haya sentenciado que esta “sirve para hacer la guerra” puesto que es un conocimiento estratégico. Por eso es que los mapas son el instrumento de control territorial más eficaz para producir un tipo de realidad, que no es más que la realidad de quien o quienes lo han producido. Dicho de otra forma, la cartografía es una “planadora territorial”, porque borra las diversas relaciones e interacciones que se dan en los espacios, al imponer una visión de mundo. Parafraseando a Massey (2005) toda representación cartografica es “a-espacial”, esto es, congelan las relaciones que están circulando y hacen posible la diversidad de territorios.

Hablamos especialmente de ciertos mapas con los cuales se legitima el poder institucional con fuerza de ley, como es el caso de los mapas metalogenéticos que tienen como función saber orientar el desarrollo economico de los territorios y articular a los diversos pueblos a los circuitos del mercado mineral global, pero en condiciones de inferioridad y de fuerza de trabajo casi servil. Una vez son identificadas las franjas mineras, o sea, la localización de los minerales, se impone el discurso del desarrollo minero, el de la mineria responsable y ambientalmente sostenible. Enfin, se impone una visión de mundo moderno/colonial de expropiación/extractiva. A nuestro entender, los mapas mineros sirven para “barrer” las diversas expresiones espaciales de la cultura, históricamente se ha hecho asi y se continuará haciendo en toda Abya Yala. Ahora bien, miremos el contenido y el horizonte desde el cual la cartografia minera o mapas geológicos hacen tabula rasa.

Mapas y franjas metalogenéticas: instrumentos para la circulación del capital

Los grandes descubrimientos como la Ley Mineral definida como el grado de concentración de los minerales en las rocas y/o material mineralizado de un yacimiento[1], es el responsable de la extracción de la abundancia mineralizada, molecularizada, que posterior a un proceso de amalgamiento es convertida en lingotes de plata, oro, platino y cobre. Tales minerales están diseminados en grandes superficies terrestres y subterráneas, de allí que sea necesario diagnosticar en porcentajes (%), partes por millón (ppm) o gramos por tonelada (gt) los yacimientos mineros. Por eso es que la megamineria o minería a gran escala implica la extracción de grandes volúmenes de tierra que contienen minerales de baja ley, es decir, minerales de concentración que por su grado de diseminación necesita de grandes plantas o establecimientos para su extracción. Entre más grande sea la mina, puede que los depósitos de minerales sean de más baja ley y/o concentración, proceso que determina el tamaño del tajo minero y el empleo de cantidades exorbitantes de agua, energía y remoción de tierra.

De acuerdo con lo anterior, los países de la región están divididos, no por el mapa político de los Estados, sino por regiones metalogenéticas, es decir, por la distribución espacial (franjas) de los recursos minerales metálicos y no metálicos, donde se determinan los yacimientos de carácter mundial, estratégicos y prioritarios a nivel nacional. Esta forma de comprender la “abundancia mineral”, tiene consecuencias políticas e incluso epistemológicas tanto en la reconfiguración geopolítica de los territorios como de la implantación de estructuras de conocimiento, donde el concepto técnico-geológico valida las pretensiones desarrollistas sobre aquellos espacios hacer objetos de explotación.

En el Mapa Metalogenético de Colombia de 2016 identificó “447 depósitos minerales de interés económico nacional, 3111 ocurrencias o manifestaciones minerales que evidencian el potencial en exploración, 26 distritos mineros aluviales los cuales muestran indicios de concentraciones de oro, platino y titanio, 79 distritos mineros “in situ” que incluyen depósitos y ocurrencias de interés económico y 16 cinturones metalogenéticos, incluidos en 6 grupos principales para oro, esmeraldas, cromo, níquel, cobre y molibdeno”[2] (Mapa Metalogenético de Colombia 2016). Otro caso es México que a través de su Servicio Geológico Nacional delimitó 12 provincias metalogenéticas y caracterizó 33 yacimientos minerales a los que llama de clase mundial, es decir, que por su tamaño y factibilidad económica son de relevancia mundial” (Servicio Geológico Mexicano 2016, 105). Un último caso por ejemplificar, es el Perú que cuenta con 23 franjas mineralizadas sobre las cuales están concesionadas 18.364.015 millones de hectáreas sea para la explotación, exploración y aun sin explorar. Cabe resaltar que todas las franjas están localizadas en áreas de montaña, que para el caso de Colombia y Perú[3] corresponde a la cordillera de los Andes, dada la variedad de suelos y tipos de roca que han favorecido a la mineralización de depósitos minerales por siglos, que de no ser por la ciencia moderna de los minerales y/o ingenierías no sería posible identificar estos espacios.

 

Los tres casos presentados tienen en común, además del concepto técnico de identificar las franjas mineras, la orientación económica de las regiones en términos de producir enclaves mineros (Machado 2015), desde el cual se proyecta un futuro a extraer. Dicho de otra forma, existe una visión de mundo que hemos subjetivado asociado a la idea de que donde hay minerales se les tiene que extraer, porque de resto es una pérdida de tiempo y de dinero. Desde nuestro criterio, estos mapas están regidos por la concepción colonial de orientar la energía y la materia hacia el Norte global, proceso originario que comenzó en 1492 con el colonialismo externo y que sigue siendo gestionado por los Estados coloniales impuestos. En ese sentido, las cartografías mineras tienen como intención identificar y localizar los espacios por donde pueda circular el capital y la modernidad, estableciendo jerarquías políticas y epistémicas, como es el caso de la instalación de enclaves que tiene como funcionalidad conectar el capital transnacional y los depósitos mineros locales, pero desde una visión explotativa (Quijano 2013). En definitiva, sobre estas áreas mineras la modernidad materializa su sentido originario que es “exportar el suelo de los Otros”, al imponer diversas jerarquías que Aníbal Quijano (2000) llamó colonialidad del poder.

Desde hace 527 años los europeos y ahora los norteamericanos han estudiado los cuerpos, los territorios, la cultura y la organización social, en conjunto con el suelo y el subsuelo del Abya Yala, porque de esta manera pueden intervenir geopolíticamente los espacios para asegurar la exportación de la Naturaleza, que son las fuentes de vida de múltiples pueblos. Para lograr esto necesitan proyectar sus deseos sobre las áreas y tierras abyayalense, produciendo “silencios epistémicos” desde su marco de referencia o, como diría Bautista (2018), desde sus marcos categoriales y modelos ideales con los cuales entienden e interpretan el mundo. La cartografía minera es una expresión de esta proyección sobre lo desconocido, una nueva aventura por conquistar que se abre con cada mapa colonial minero.

 

El poder de la cartografía minera y los silencios epistémicos

Dice Boaventura de Sousa (1991) que “la principal característica estructural de los mapas reside en que, para desempeñarse adecuadamente en sus funciones, tienen inevitablemente que distorsionar la realidad”. Pues bien, los mapas mineros cuando se los ve desde sus convenciones, silencia la diversidad de los territorios. La distorsión de la realidad consiste en excluir todo, lo que permite concluir que no hay nada, solo hay minerales. Si tomamos como ejemplo una franja metalogenética, seguramente vamos a ver símbolos como Au (oro), Cu (cobre), Mo (Molibdeno), Ag (plata) entre otros. El resultado de esto son paisajes uniformes, generalizados y un empobrecimiento del espacio como sucede en la actualidad con el extractivismo-minero en toda la cordillera de los Andes y del Amazonas. Un paisaje extremadamente diverso que está siendo disciplinado/destruido por la megamineria moderna. Harley (2005) dice que:

 

[…] la falta de diferenciaciones cualitativas en los mapas estructurados por la episteme cultura (moderna) sirven para deshumanizar el paisaje. Estos mapas transmiten un conocimiento que mantiene al sujeto al margen… si los lugares se les ven parecidos se les puede tratar de forma parecida. El espacio se volvió un producto socialmente vacío, un paisaje geométricamente de hechos fríos, no humanos (Harley 2005,  131).

 

La “deshumanización del paisaje” tiene que ver con la creación de una realidad u orden que se inclina hacia el progreso y la modernización, obviamente manipulada por parte de los poderosos de la sociedad (Ídem). Podemos decir con este autor mencionado, que la cartografía minera está cargada de valor, porque los mapas no son “registros inertes o reflexiones pasivas sobre el mundo”, son la manifestación de una racionalidad que guía formas de producir espacios, por tanto, maneras de producir discursos sobre las áreas representadas. Ya el simple hecho de localizar y nombrar los minerales tiene un significado político, porque sobre estos gobiernan determinados códigos, racionalidades, un modo de producción, un uso social de la tierra, el ordenamiento territorial entre otros aspectos. Desde nuestra perspectiva, todo mapa le precede una intencionalidad y tiene un efecto político, por tanto, una creación de determinada verdad al distorsionar la realidad, es decir, una realidad invertida (Bautista 2018).

“La modernidad no sería posible sin los mapas”, puesto todo mapa es colonial. Por eso decimos que cuando el Estado moderno tiene más ambición por el control de su soberanía, esto es, recursos y población, mayor es su apetito de mapas (Harley 2005). De allí, la existencia de los mapas geológicos que penetran el subsuelo para saber sus potencialidades económicas y orientar su desarrollo. Es decir, es necesario tener conocimientos de los recursos que posee un Estado para ejercer sobre estos un poder. Una vez identificados los recursos minerales, el Estado desarrolla dispositivos de legitimación, es decir, lleva las narrativas del desarrollo minero al instaurar un “régimen de verdad” que permita la extracción, esto es, implanta una realidad minera donde anteriormente no existía, encontrando en la cartografía una herramienta extremadamente poderosa donde se funde la dimensión política y las dinámicas de los territorios en una imagen que permita su saqueo. Cabe recordar que se necesita de esto, porque como dijo Ratzel (1988) “el Estado vive del suelo”, necesita extraer del suelo su vitalidad. Si esto es así, podemos decir que, las realidades mineras son falacias burguesas impuestas.

De acuerdo con lo anterior, los mapas de las áreas de abundancia mineral son
espacios homogéneos, con pocas o nulas referencias a los pueblos que las ocupan, donde con un simple plumazo (Harley 2006) son afectados los ecosistemas y determinar el destino de muchas personas. La función de identificar las regiones, providencias, cinturones mineros y/o franjas tiene los mismos propósitos, como dice J. Harley, que “las armas de fuego y los barcos de guerra, pues han sido armas del imperialismo” (2006, 84) y del colonialismo en todas sus manifestaciones. En la actualidad aún permanece intacta esta estructura de concebir lo desconocido para luego apropiárselo como sucede con la ciencia y sus modos de georreferenciar los recursos. En definitiva, “las líneas silenciosas de los mapas sobre el paisaje de papel, fomentan la idea de un espacio socialmente vacío” (Ibíd., 88). Ese es el poder de la cartografía eurominera.

 

Contrato neocolonial-minero para el control territorial

Ahora bien, la cartografía no es solamente un trazo que delimita áreas mineras, es producto también de un acuerdo que funciona como forma de pago entre Estados, empresas extractivas y bancos multilaterales. A esto le llamamos “contrato neocolonial minero” que negocia los espacios de las comunidades y pueblos, sin que estas estén enteradas de las concesiones otorgadas a las empresas extractivas por parte del Estado, sin consulta y consentimiento de las comunidades que tienen sus propias economías agroalimentarias y turísticas. Es de esta forma que las elites clásicas rentistas-mestizas latinoamericanas han sabido hacer sus negocios mineros mediante enclaves mediante conexiones internacionales directas pero subordinadas y dependientes.

Este contrato neocolonial consiste en que el Estado financia los estudios geológicos en su jurisdicción. Generalmente estos estudios se hacen con mucha precisión y detalle, porque no se puede dejar escapar ninguna franja minera. Posterior a estos estudios, el Estado oferta su potencial minero en el mercado mundial, llamando al sector extractivo global para que localice sus inversiones y establezca sus enclaves. También funciona como forma de pago de deuda externa, hace las veces de reserva mineras para futuros emprendimientos energivoros y/o responder a las políticas neoliberales sobre la Naturaleza. También sirve para inventariar los minerales a nivel planetario.

En la década de los años 90, el Banco Mundial en el marco de las políticas de liberalización de los minerales, asesoró y construyó la arquitectura política regional extractiva, para que todos los Estados latinoamericanos se disputasen el primer puesto en inversión minera. Por eso es que hace más de 30 años esta banca ha patrocinado el cambio de políticas y leyes con el fin de aumentar la inversión privada (Banco Mundial 2013). De hecho, entre los años de 1988 a 2012, esta institución destino 1.400 millones de dólares en reformas al interior de los “Estados en desarrollo” dentro del marco de los ajustes estructurales. Esta década es determinante en Suramérica porque consolidaron una “mentalidad bruta de exportación”, al reeditar la colonialidad minera y la profundización de la elite dependiente nacional del sur con las metropolitanas del norte.

Dentro de estas reformas, iniciadas a fines del siglo XX y profundizadas en la actualidad, está el reconocimiento y el uso estratégico de los datos geológicos para entender mejor la disponibilidad de «minerales estratégicos» (Banco Mundial 2019). Es decir, el “contrato neocolonial minero” consiste en que el control territorial es ejercido por agentes globales, con fines de consolidar un “mapa minero planetario”, empezando por América Latina y el Caribe, que le permita a las potencias localizar sus inversiones. Es de esta forma que el capital puede circular por el espacio terrestre. Asistimos a nueva fase de cartografiar la tierra toda para extraerla, someterla y consumirla, apoyandose en los Estados Nacionales. La cartografia como herramienta geo-estrategica y política permite el acceso controlado al territorio (Sack 1986) nacional. De acuerdo con lo anterior, pordemos concluir que los dueños del mapa se traduce en dueños del mundo de la tierra y de los minerales (Harley 2005), como en los tiempos de conquista y colonización (Dussel 1994).

Los mapas metalogenéticos es una herramienta de guerra contra los pueblos en Abya Yala. Por eso es que la megamineria entra a los territorios minando a los pueblos, es decir, los catea y luego los divide (Machado 2013), porque no se puede impedir el desarrollo del capital (Bautista 2014) y mucho menos de la modernidad. Por eso decimos que la modernidad es una aplanadora territorial. Absolutamente todo lo destruye, esa es su homogeneidad.

 

 

Referencias bibliográficas

Banco Mundial. 2013. Minería: Resultados del sector. Obtenido de http://www.bancomundial.org/es/results/2013/04/14/mining-results-profile

Banco Mundial. 2019. Nuevo fondo del Banco Mundial para respaldar la minería climáticamente inteligente para la transición energética. Obtenido de http://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2019/05/01/new-world-bank-fund-to-support-climate-smart-mining-for-energy-transition

Bautista, Juan José.  2014. ¿Qué significa pensar desde América Latina? Hacia una racionalidad transmoderna y postoccidental. Madrid: Ediciones Akal, S. A.

Bautista, Juan José. 2018. “De la sociedad moderna a la comunidad transmoderna. Hacia una descolonización del marxismo contemporáneo”. En Pensar Distinto, Pensar Descolonial, compilado por José Romero, 1-9. Argentina: Fundación Pensar Distinto. Obtenido de http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/279122

Bautista, Juan José. 2018. Dialéctica del fetichismo de la modernidad. Hacia una teoría crítica del fetichismo de la racionalidad moderna. La Paz, Bolivia: Yo soy si tu eres ediciones.

DRMSG. 2016. Mapa Metalogénico de Colombia Versión 2016. Obtenido de https://www2.sgc.gov.co/sgc/mapas/Documents/PDF%20DESCRIPCION/MAPA_METALOGENICO_DE_COLOMBIA_VERSION_2016_GEOPORTAL.pdf

Dussel, Enrique. 1994. 1492 : el encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad. La Paz: UMSA. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

Harley, John Brian. 2005. La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la historia de la cartografía. México: Fondo de Cultura Económica.

Lacoste, Yves. 1990. La geografia: una arma para la guerra. Barcelona: Anagrama.

Machado, Horacio. 2013. Crisis ecológica, conflictos socioambientales y orden neocolonial: Las paradojas de Nuestra América en las fronteras del extractivismo. REBELA.

Machado, Horacio. 2015. “Ecología política de los regímenes extractivistas. De reconfiguraciones imperiales y re-exsistencias decoloniales en nuestra América”. Bajo el Volcán 15(23): 11 – 51.

Massey, Doreen. 2005. Pelo espaço. Uma nova política da Espacialidade. Rio de Janeiro: Beltran Brasil LTDA.



[1] Sobre ley mineral. Disponible en: <http://www.minmineria.gob.cl/glosario-minero-l/ley-de-mineral/>

[2] Para ver con más detalle el contenido de este mapa ingresar al servicio geológico de Colombia.
http://srvags.sgc.gov.co/JSViewer/MapaMetalogenico2016/

[3] Cada país tiene sus mapas metalogenéticos en sus agencias y servicios geológicos.

 

 

 

Doctor en Geografía. Universidad Federal de Paraná, Brasil. Profesor de Historia de América Latina y educación ambiental y procesos comunitarios. Correo: [email protected].

 

Fuente:http://blog.revistanuestramerica.cl/ojs/index.php/blognuestramerica/article/view/38/50?fbclid=IwAR1DC6tF46fvVgrXJhO54WP5uPgreBhV6I3chVLxhLhUnpF7M4JSwaD2mCk

Latinoamerica

El mercurio está arruinando la vida en el Amazonas

Un informe publicado durante la Segunda Conferencia de las Partes al Convenio de Minamata sobre el Mercurio en Ginebra, Suiza, destaca los peligros de la contaminación por mercurio a lo largo de la Amazonía.

Por lo que, hace un urgente llamado de acción a reducir el uso de mercurio en la minería de oro artesanal y de pequeña escala para proteger el sistema fluvial más grande del mundo.

Según el reporte, el mercurio, clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “una de las diez sustancias químicas que plantean mayor preocupación para la salud pública”, se estima ha afectado negativamente la salud de más un millón y medio de personas en la región. Además, amenaza la salud y medios de vida de millones más. Ya que, la contaminación del aire y el agua y la intoxicación de plantas y animales lo intensifica.

La principal fuente de contaminación por mercurio en la Amazonía es la minería de oro artesanal y de pequeña escala.

Esta representa el 15% del oro extraído en la región. El mercurio es utilizado en el proceso de purificación del oro. Esto contribuye con el 71% del total de emisiones de mercurio cada año.

“Desafortunadamente, la crisis de la contaminación por mercurio en la Amazonía es ampliamente ignorada a pesar de la creciente evidencia de los peligros que representa para las personas y vida silvestre a lo largo del sistema fluvial” dijo Jordi Surkin, Director de la Unidad de Coordinación Amazónica de WW

“Además, las víctimas más vulnerables son los pueblos indígenas y comunidades locales, al igual que miles de especies únicas”.

Se estima que la Amazonía es el lugar con más biodiversidad en el mundo. Sin embargo, la contaminación por mercurio está poniendo en riesgo a especies emblemáticas. Algunos ejemplos son los jaguares, delfines de río y peces. Esto también es críticos para la seguridad alimentaria de las comunidades indígenas, rurales y urbanas.

El informe hace un llamado a gobiernos, compradores de oro, consumidores y mineros a tomar acciones inmediatas para reducir el desenfrenado uso de mercurio en la Amazonía.

El informe llama a los gobiernos a implementar políticas eficientes para combatir al mercurio. Los gobiernos también necesitan apoyar al sector minero para que estos adopten medios de vida alternativos ambientalmente sustentables.

Para promover estas acciones, WWF impulsó la creación de la Alianza Regional por una Amazonía Libre de Mercurio. Esta plataforma que reúne a organizaciones, representantes de gobierno, investigadores y líderes indígenas busca desarrollar líneas de acción claras.

 

Fuente:https://www.ecoportal.net/temas-especiales/el-mercurio-esta-arruinando-la-vida-en-el-amazonas/?fbclid=IwAR3yZbZczwrFQp5Bbktvfj017Ex7Mbqa14U-Xqb9GY5ZigRJZxZ7MznWEQA

 

Latinoamerica

Deforestación por agroindustria y minería avanza en Latinoamérica

De los bosques que originalmente poblaron la Tierra, 80% han sido desmontados, fragmentados o degradados. Hoy en día, los bosques tropicales siguen desapareciendo en todo el planeta a un ritmo acelerado: sólo en el año de 2017 su pérdida fue el equivalente a 40 campos de fútbol por minuto, explica Frances Seymour, del World Resources Institute (WRI). Brasil, la República Democrática del Congo, Indonesia, Madagascar y Malasia sufrieron las mayores pérdidas en ese año.

Un informe intitulado “Global Forest Watch” publicado por el WRI también revela que durante el año de 2018 se perdieron 12 millones de hectáreas de cobertura forestal a nivel global. De esas 12 millones de hectáreas, casi la tercera parte (3.6 millones) eran bosques primarios, y de estos, poco más de la mitad se perdieron en Latinoamérica.

En el continente, Brasil es el país que perdió más bosques con 1,347,132 hectáreas desaparecidas en el último año. Le sigue Colombia con 176, 977 hectáreas perdidas, Bolivia con 154,488 hectáreas y Perú con una extensión de 140,185 hectáreas.

Una catástrofe para el planeta

La desaparición de bosques vírgenes significa la extinción de ecosistemas que albergan una increíble diversidad, árboles de cientos y miles de años y grandes cantidades de carbono. “Cuando estos bosques se talan, quizás nunca vuelvan a su estado original”, precisa el reporte.

Como lo aclara Frances Seymour, “la destrucción de los bosques a esta escala es una catástrofe para el clima global. La nueva ciencia muestra que los bosques son aún más importantes de lo que pensábamos para frenar el cambio climático. Además de capturar y almacenar carbono, los bosques afectan la velocidad del viento, los patrones de lluvia y la química atmosférica. En resumen, la deforestación está haciendo del mundo un lugar más caliente y seco”.

 

Un desastre para los pueblos indígenas.

Las consecuencias sobre las poblaciones locales son también trágicas, ya que la deforestación destruye su entorno y por ende sus formas de vida. De hecho, cada vez son más las personas que tienen que huir de sus territorios debido al deterioro de las condiciones ambientales, volviéndose refugiados climáticos.

Y cuando tratan de defender sus territorios, tienen que enfrentar la represión. “Los pueblos indígenas, cuya presencia está asociada con el mantenimiento de la cubierta forestal, pero cuyos derechos sobre la tierra a menudo no son reconocidos, continúan siendo asesinados cuando intentan proteger sus bosques”, denuncia Seymour.

Para la representante de la organización Global Forest Coalition (GFC), Isis K. Álvarez, la situación está empeorando: “la tendencia va a peor por la entrada de la extrema derecha, que afecta mucho a las comunidades locales (…) y poco se puede hacer porque sus tácticas son muy violentas, de militarización, de represión, de exterminación, por eso es que hay tantos líderes locales asesinados”

Las responsables, multinacionales de Europa, Norteamérica y China

Los responsables de esa deforestación a gran escala son las grandes industrias del sector agropecuario con el cultivo de soya, la producción de aceite de palma y el ganado, así como la industria minera.

La deforestación es uno de los mayores problemas actuales por la destrucción de biodiversidad, en muchos casos a manos de multinacionales de Europa, Canadá, o China que se dedican a actividades extractivas con la “connivencia” de algunos gobiernos”, explica la representante de GFC. Esos países “no cumplen con los estándares de impacto ambiental, que ya de por sí son bajos en el continente”, denuncia también.

Cabe señalar también que la apertura de carreteras que permiten transportar las materias primas con el fin de exportarlas aumenta la vulnerabilidad a los incendios, los cuales causan todavía más destrucción de los bosques.

La trampa de los “biocombustibles”

El caso de la soya y el aceite de palma está estrechamente vinculado con la promoción del uso de los llamados biocombustibles. “La demanda mundial [de soya y aceite de palma] se ve inflada artificialmente por políticas que incentivan el uso de alimentos como materia prima para los biocombustibles”, precisa Frances Seymour.

El problema, además, es que muchas de esas actividades de deforestación para los biocombustibles “se realizan con fondos, subsidios o incentivos de los mismos gobiernos que luchan contra el cambio climático o instituciones internacionales”, denuncia Isis K. Álvarez. En Paraguay, por ejemplo, “uno de los países más pobres y con más deforestación, se ha utilizado dinero del Fondo Verde para el Clima para impulsar monocultivos para la industria de la bioenergía, que alimenta la agroindustria”, explica. Álvarez califica esa situación de “circulo vicioso”.

Brasil

Aunque Brasil logró reducir la deforestación a principios de la década de 2000, en los últimos años la deforestación ha comenzado a aumentar nuevamente, explica Mikaela Weisse, manager para el WRI. “PRODES, el sistema de monitoreo oficial de Brasil, mostró (en el 2018) la tasa más alta de deforestación en diez años”, comenta.

Con la llegada al poder del presidente Jair Bolsonaro, la situación podría empeorar en el país. Así, según el Instituto del Hombre y el Medioambiente de la Amazonia (Imazon), la deforestación creció en un 54 % en enero de 2019 respecto al mismo mes de 2018.

Colombia

Mikaela Weisse, junto con la investigadora en geografía para el Global Forest Watch, Elizabeth Dow Goldman, explican que Colombia es el país que enfrenta el aumento más drástico en la pérdida de cobertura forestal. Así, en 2017 su tasa de perdida aumentó de un 46% en comparación con 2016.

 

Casi la mitad del aumento ocurrió en solo tres regiones en la frontera con la Amazonía (Meta, Guaviare y Caquetá), con nuevos focos rojos de pérdida que avanzan hacia áreas previamente intactas”, precisan.

Esa situación tiene mucho que ver con la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. “Las FARC mantenían un control estricto sobre el uso de la tierra y permitían poco uso comercial de los recursos. Con su desmovilización, surgió un vacío de poder que hizo posible la tala ilegal para la ganadería, el cultivo de coca, la minería y la industria maderera por parte de otros grupos armados”, explican Weisse y Goldman.

Bolivia

El responsable de investigación del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), Pablo Villegas, explica que el aumento en la pérdida de bosques en el país tiene una relación directa con la agroindustria influenciada por Brasil y Argentina. “Existen coincidencias entre el aumento del precio de la soya y el incremento de la deforestación”, comenta.

El experto también resalta la responsabilidad del mismo gobierno boliviano junto con grandes empresarios. Para él, la situación podría incluso agudizarse en los próximos años, debido al agotamiento de las reservas de gas y el avance de una política estatal de promoción de la agroindustria, la ganadería y la explotación forestal. “Bolivia está entrando en crisis, se están acabando las reservas de gas y para el 2023 la producción apenas cubrirá la demanda interna”, explica.

Perú

En cuanto al caso específico de Perú, la Amazonía peruana es atacada ferozmente por la minería ilegal. El último análisis de imágenes satelitales realizado por el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) demuestra que esta actividad está alcanzando niveles históricos de deforestación en la selva peruana.

“Basado en el análisis de casi 500 imágenes satelitales de alta resolución, estimamos la deforestación de 18,440 hectáreas por minería aurífera en las regiones de Madre de Dios, Cusco y Puno durante el 2017 y 2018, la cual equivale a más de 25 mil campos de fútbol en solo dos años”, revela el informe.

Es necesario cambiar los sistemas económicos y sociales

Según otro informe de evaluación mundial exhaustivo hecho público el 6 de mayo 2019 por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), el mundo tendrá que enfrentar el colapso ecológico y la extinción masiva de especies a menos que se emprendan acciones drásticas para cambiar los sistemas económicos y sociales.

Para Nele Marien, coordinadora del programa de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional,“este informe es un nuevo y oportuno recordatorio de que enfrentamos crisis ambientales y sociales íntimamente ligadas. Podemos construir un mundo mejor y frenar el colapso de la biodiversidad, pero eso exige nada menos que un cambio radical de sistema que desista del sistema económico capitalista fallido basado en crecimiento extractivo ilimitado, ganancias y desigualdad. Tenemos que acabar con todos los sistemas de explotación: el colonialismo y neocolonialismo, el patriarcado y el racismo”.

 

Fuente:https://avispa.org/deforestacion-por-agroindustria-y-mineria-avanza-en-latinoamerica/?fbclid=IwAR3ldzKUBJIswHa37MWsL9lENi87bpgJ1VEU0jQ2yupD29bUVGzpd1uMcPI

Latinoamerica

Transnacionales mineras: la segunda “colonización” en América Latina

Mujeres defensoras de derechos humanos, procedentes de América Latina, concordaron en que los proyectos extractivos transnacionales se han convertido en la segunda colonización de los pueblos del continente, que las mujeres continúan siendo las más vulnerables, en la lucha social de sus territorios, sus recursos naturales y las comunidades.

Convocadas al IV Encuentro Regional de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería (ACAFREMIN), mujeres defensoras de Bolivia, Perú y Haití, expusieron las duras circunstancias en que viven las poblaciones, a la sombra de proyectos mineros, que lejos de generar progreso en las comunidades han roto el tejido social y generado violencia en su interior.

La Rinconada, en la provincia de San Antonio de Putina, departamento de Puno, Perú, la conocen también como “tierra de nadie”, que coloca a la mujer en un riesgo grave permanente, en donde el dominio masculino y las leyendas heredadas vulneran sus derechos individuales.

Leny Olivera, quien trabaja en Democracy Center Bolivia, habló sobre la criminalización del movimiento social y cómo las mujeres son vulneradas en sus derechos humanos, señalando casos graves en Bolivia y Perú, que termina condenándolas a vivir permanentemente, en pobreza extrema, excluidas socialmente por reforzamiento de  patrones culturales.

Olivera habló sobre La Rinconada (Perú), un proyecto minero que se enclava a cinco mil 100 metros sobre el nivel del mar, que se considera uno de los lugares más altos en el mundo.

“En La Rinconada se refuerza el machismo que nos llegó con la Colonización, además de otras formas de dominación, hacia las mujeres, a través  los  mitos (invenciones) que se van construyendo socialmente. Y no significa que sea parte de la cultura andina, pero, en La Rinconada, las mujeres están expuestas a riesgos y peligros, porque los mineros aseguran encontrar el mineral más fácil si tienen relaciones sexuales o violan a mujeres jóvenes vírgenes o sea, de menos de 20 años. Entonces, en estos lugares se encuentran muchas mujeres jóvenes, a las que llevan con engaños o promesas de trabajo, que ya estando allí son vulneradas o pueden ser violadas por extranjeros, gente que no son del lugar y luego quedan estigmatizadas, no pueden salir fácilmente y se incrementan las experiencias de prostíbulos, la trata y tráfico de personas, te pueden botar hasta en el río y nadie puede reclamar. Es como si la vida de las mujeres no valiera nada”, relató.

A esa situación se suma que  muchas mujeres están comenzando a trabajar, al interior de las minas y no por decisión propia, han quedado viudas, otro grupo son madres solteras. Entonces tratan de buscar un sustento para sus familias, pero son repelidas por los mineros.

“Los mineros dicen que las mujeres no puede entrar a la mina, porque se va a enojar o se pondrá celoso el tío, dicen. El tío es una deidad que los mineros tienen al que invitan a beber alcohol o pichar coca (hojas de coca en la boca), para evitar que les pase una desgracia dentro de la mina y aunque no puedo generalizar que todos los mineros son así, pero en La Rinconada, la vida llega a ese extremo”, aseveró.

En cuanto a la vivencia de la segunda colonización, Olivera reiteró que es una “invasión”, que lleva al riesgo y vulnerabilidad a las comunidades y Pueblos Indígenas o afrodescendientes y en especial las mujeres y las defensoras de derechos.

“El contexto es igual, simplemente los actores han cambiado, son empresas transnacionales, organismos como el Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional, que tienen control e intereses para beneficiar minorías acaudaladas, de países del Primer Mundo, a costa de la explotación y subordinación de las poblaciones en América Latina, entonces, todos los acuerdos a nivel internacional que en teoría defienden los derechos humanos de indígenas y comunidades son limitadas, pero la resistencia sigue estando presente en la lucha en América Latina, en donde muchos mueren en defensa de sus territorios”, reconoció Olivera.  Mientras, Joseline Colas Noel, de JPIC Haití, narró como están destruyendo el ecosistema de la isla y cómo influye que el territorio sea víctima de muchas catástrofes, señalando como un proyecto minero que abandonó su equipo con restos de cianuro, continúan contaminando a la población y recursos naturales.

“Nos preocupa que compañías internacionales estén interesadas en la explotación de minas de Haití. Explotaciones de minas que no aportan nada al país. Solo entre 1996 a 1997, el Estado ha dado 57 permisos de explotación que representa el 15 % del territorio haitiano. En donde viven 11 millones de habitantes, la situación es difícil, y la situación política mucho más, cuando la población entendió que los fondos de PetroCaribe, no han sido utilizado en bienestar social como escuelas, hospitales y servicios básicos”, manifestó.

Sobre  reformas jurídicas, Angie Lee Gardy, del Grupo de Apoyo a Refugiados de Haití, enfatizó, que la propuesta de una nueva Ley de Medio Ambiente (1976), no garantiza la protección del agua, suelo y aire. Ni responsabiliza a las empresas a reparar daños ocasionados al territorio y tenemos empresas mineras de Canadá y Estados Unidos.

“Han elaborado un anteproyecto de ley de mina incompleta, que quita los derechos y autoridad al parlamento, y crea la Autoridad Minera, que sería la única  que daría los permisos, donde la empresa puede explotar todo lo que encuentre en esa área, si hay un río, pues lo toma y no tiene que reportarlo a ninguna otra institución del Estado, al generar daños al medio ambiente. Es una situación grave, aunque no ha sido firmada por el parlamento, consideramos que Haití puede desaparecer”, puntualizó.

Fuente: https://www.diariocolatino.com/transnacionales-mineras-la-segunda-colonizacion-en-america-latina/?fbclid=IwAR3DoLQVypBJ-rUVjT1bxC80sQAypPMIY70FHVsNTD0k0CjkHXYXaVANAuM

Latinoamerica

Latinoamérica: tierra de resistentes

 Defender las selvas, montañas, bosques y ríos de Latinoamérica nunca había sido tan peligroso.

Seis de los 10 países más hostiles para líderes y comunidades que defienden el ambiente y sus tierras ancestrales citados en el informe que el Relator Especial Michel Forst presentó a Naciones Unidas en 2016, están en América Latina.

Por eso, un equipo de 30 periodistas, desarrolladores y foto/videógrafos de siete países (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Perú) nos juntamos para indagar sobre episodios de violencia contra líderes ambientales y sus comunidades. Cinco de estos países están, tristemente, en ese deshonroso listado.

El resultado de este proyecto investigativo especial en el que trabajamos durante cinco meses documenta una base de datos con 1356 hechos victimizantes en los últimos diez años (2009-2018) y 16 reportajes en profundidad (que pueden consultar en la barra lateral de navegación).

Es importante precisar que no pretendemos tener un retrato completo de los ataques ocurridos durante ese período, dado que el subregistro es grande. Sin embargo, nuestra base de datos —construida a partir de un sinnúmero de fuentes, entre entidades oficiales, archivos de prensa, organizaciones sociales y reportería en terreno— muestra un panorama desolador.

¿Qué encontramos?

En nuestra investigación encontramos 1179 hechos victimizantes contra hombres y mujeres y 177 contra comunidades u organizaciones que defienden el medio ambiente y el territorio. El 81,7% se concentra en hombres, quizás porque son quienes tradicionalmente han ejercido posiciones de liderazgo comunitario, aunque también encontramos 216 ataques contra mujeres —incluidos los que leerán en las historias sobre Saweto en Perú y Patricia Gualinga en Ecuador.

Desde asesinatos y atentados hasta acoso judicial y desplazamiento forzado, han pagado un precio muy alto por defender su derecho a un ambiente sano y proteger ecosistemas estratégicos —selvas, montañas, bosques, lagos, ríos y humedales— dentro de sus territorios.