América Latina es una de las regiones del mundo mejor posicionadas para convertirse en escenario de una «fiebre del esquisto», o shale gas. Y Estados Unidos está interesado en echarle leña al fuego.
En 2010, el Departamento de Estado lanzó una Iniciativa Global de Gas de Esquisto (GSGI, por sus siglas en inglés, ahora conocido como Programa de Compromiso Técnico de Gas no Convencional, Ugtep) enfocada en una de las técnicas más prometedoras y controversiales de los últimos tiempos: la fracturación hidráulica o fracking.