Nueva Trinidad, ubicado a más de 103 kilómetros al nor-oriente de San Salvador no parece figurar en la mente de un capitalino o capitalina. Pero este municipio de Chalatenango, con dos mil 113 habitantes tiene una ubicación maravillosamente estratégica, que no se escapa de la mentalidad de grandes empresas transnacionales mineras. Y Nueva Trinidad, pequeña, lejana; es valiente y desafiante porque se ha negado rotundamente a la minería metálica.
Esta no es la primera vez que un municipio se enfrenta ante el monstruo de la minería metálica, ese que se bebe el agua limpia y la devuelve ácida y esteriliza la tierra. También otros dos municipios de Chalatenango se han negado a que existan proyectos de explotación y exploración minera: San Isidro Labrador y San José las Flores; y en poco tiempo se les sumará Arcatao; todos municipios vecinos de esta zona de Chalatenango que contrasta con el imaginario de cumbres frías y neblinosas que tenemos de este departamento; y ofrece paisajes calientes, de tierra seca en verano. El mecanismo mediante el cuál lo han hecho es a través de la consulta pública, misma que se realizó en Nueva Trinidad este domingo 29 de marzo, en pleno Domingo de Ramos.