Autor: Roberto Galindo para Contralínea.com Conflicto Relacionado: Caimanes-Los Pelambres
En La Paz y Los Cabos, Baja California Sur, se vivieron el 29 de agosto de este año intensas y nutridas protestas en contra de la mega minería tóxica a tajo abierto. Y es que Desarrollo Zapal, compañía de Invecture Group, intentó de nuevo conseguir el cambio de uso de suelo de una gran área dentro de la Reserva de la Biosfera de La Sierra de la Laguna, con el propósito de establecer el proyecto Los Cardones y extraer oro a gran escala. Y aunque ese mismo día por la mañana el presidente municipal de La Paz, Armando Martínez Vega, ratificó que el cambio de uso de suelo fue rechazado, también dijo que la empresa puede intentar tramitar los permisos de nuevo. Lo que no aminoró la molestia de los ciudadanos ante lo que consideran un grave riesgo para su subsistencia, debido a que La Sierra de la Laguna es la reserva de agua dulce más grande al sur del estado.
Desde hace más de 10 años se ha intentado establecer el mismo proyecto de minería con diferentes nombres y, como en ocasiones anteriores, los empresarios mineros se toparon con la resistencia de la sociedad sudcaliforniana. En La Paz se congregaron alrededor de 1 mil personas afuera del palacio de gobierno estatal para exigirle al gobernador, Carlos Mendoza Davis, realizar un acto contundente contra la minería en el estado. Ante la ausencia del mandatario, incrementaron el tono de la protesta hasta que el secretario general de gobierno Álvaro de la Peña Angulo salió y, micrófono en mano, dijo que “el gobierno del estado no apoya la minería que pueda afectar a Baja California Sur y a sus habitantes, es no a ese proyecto…”, haciendo referencia a Los Cardones. Pero ante la insistencia de los manifestantes de dialogar formalmente, aceptó el ingreso de una comitiva de representantes de las diversas organizaciones ciudadanas al recinto de gobierno.
En la mesa y ante las demandas de integrantes del Frente Ciudadano en Defensa del Agua y la Vida (Freciudav), de otras organizaciones procedentes de Los Cabos y Todos Santos, así como de ciudadanos independientes que le manifestaron los riesgos de permitir la minería a tajo abierto en la Reserva de la Biosfera, de la Peña Angulo, acompañado por otras autoridades, entre ellos el delegado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en Baja California Sur, Axxel Sotelo, se comprometió a elaborar un documento oficial en el que se especifique que se emitirá una iniciativa de ley contra la minería y para la protección ambiental de la Sierra de la Laguna, mismo que, acordaron, dará continuidad a lo ya desarrollado por el Freciudav y que será integrado de común acuerdo por ambas partes y con la participación de las diversas áreas del gobierno estatal y municipal competentes en la materia, incluyendo al cabildo saliente y al entrante, así como las instituciones encargadas del medio ambiente. Peña Angulo aseveró que el documento se dará a conocer en una rueda de prensa la primera semana de septiembre. Por su parte los integrantes del Freciudav declararon que mientras no exista una ley que blinde al estado contra la minería, ellos no dejarán de manifestarse y protestar, pues dijeron que lo que defienden es su derecho a la vida.
El gobernador electo Cuitláhuac García Jiménez debe declarar a Veracruz como un estado libre de minería tóxica, dijo el integrante de La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LAVIDA), Guillermo Rodríguez.
Entrevistado en la marcha “Por la vida” que realizaron en Palma Sola, señaló que buscarán reunirse en septiembre con el gobernador electo para presentarle la agenda ambiental.
“Queremos que ese mensaje les llegue a los mineros y que sepan que no vamos a permitir bajo ninguna circunstancia que se instalen en Veracruz”.
Y es que señaló que los activistas y pobladores quieren dejar claro tanto al Gobierno federal como al estatal, “que no queremos que nos jodan con la minería tóxica”.
Recordó que el morenista en el Día Mundial del Medio Ambiente se pronunció en contra de la minería y que buscan que lo cumpla al prohibir la minería en el estado.
“Dos gobernadores han dicho no a la minería y este es el tercero y estamos buscando que nos reciba en septiembre justamente para que le entreguemos nuestra agenda ambiental y lleguemos a un acuerdo para que decrete a Veracruz libre de minería tóxica”.
Cabe recordar que actualmente son 17 municipios los que cuentan con un acta de Cabildo en la que se declaran libre de minería y que buscan que otros 20 hagan lo mismo.
“Es un mensaje para el Gobierno federal saliente y al que entra. A Enrique Peña Nieto le queremos decir que aunque ya se va no olvidamos que nos jodió y al que va a llegar decirle que no queremos que nos jodan con la minería.
Dijo que antes de diciembre visitarán todos los municipios que nos faltan de la sierra, y en los que se incluyen Juchique de Ferrer, Misantla, Huatusco, Vega de Alatorre, Martínez de la Torre, Nautla, San Rafael, entre otros.
Sobre la “Fiesta por la vida” realizada en Palma Sola, dijo que se trata de visibilizar los daños que puede generar la minería en el estado, pues señaló que de llevarse a cabo el proyecto Caballo Blanco, al primer comunidad afectada sería Palma Sola, que se ubica apenas a 2 kilómetros de distancia de donde pretenden establecer el proyecto.
Sobre el proyecto, dijo que hasta este viernes la empresa Candelaria Mining Group no había ingresado su Manifiesto de Impacto Ambiental o solicitud para la extracción de oro en el cerro de La Paila.
El activista indicó que aunque no han ingresado la solicitud, los pobladores y activistas no permitirán que se instale la empresa con capital canadiense.
“Estamos defendiendo la vida y queremos que la sociedad sepa que estamos protegiendo las montañas, la vegetación y a su población”.
Alrededor de 7 mil personas de 50 comunidades pertenecientes a los municipios de Alto Lucero y Actopan se organizaron en contra del proyecto minero a cargo de la empresa Candelaria Mining Group, el cual se pretende realizar en el cerro La Paila.
Tiene más de tres años que se crearon los grupos de defensa ciudadana ambiental Pueblos de Veracruz Unidos por la Dignidad y la Vida y Unión Veracruzana de Pueblos Libres de Minería Tóxica, con los que la ciudadanía ha mostrado su rechazo a las actividades de minería en la zona.
Los grupos se encuentran organizados en zona norte y sur, sin embargo, ambos tienen por objetivo detener la explotación de la zona. Las pancartas con mensajes en contra del proyecto de explotación minera fueron mostrados a los pobladores y conductores que transitaban por la zona.
Durante el recorrido los mensajes «no a la mina, sí a la vida» no se hicieron esperar, como tampoco lo hicieron los gritos de apoyo a quienes desde hace varios años están en contra del daño ambiental.
Asimismo, la organización se ha generado en ocho regiones, cuatro por cada uno de los grupos. Miguel Rosado Viveros está a cargo de la región sur del grupo Pueblos de Veracruz Unidos por la Dignidad y la Vida, mientras que Ascensión Sánchez Vázquez coordina el grupo Unión Veracruzana de Pueblos Libres de Minería Tóxica.
Las acciones que ambos han generado son para frenar la instalación de la minera, por lo cual son apoyadas por la ciudadanía que se ha presentado en reuniones, asambleas, manifestaciones y recorridos en la zona donde se prevé la instalación del proyecto.
Se realizó la decimosegunda manifestación en contra del proyecto minero, sin embargo, no se quitará el «dedo del renglón» hasta que la empresa canadiense se retire del sitio.
Cabe mencionar que en 1994 se descubrió que La Paila tiene oro, pero los trabajos de excavación, a cargo de la empresa Caballo Blanco, comenzaron en 2004 y se detuvieron en 2012 ante la presión de los pobladores.
Para 2016 se reanudó el proyecto, ya que fue retomado por la empresa canadiense Candelaria Mining Corp, empresa que tiene contemplado ampliar su exploración con cuatro proyectos más en el municipio de Alto Lucero.
Una niña de ocho años se emociona, toma aire y suelta el grito. Su voz no está sola. Es mediodía del sábado 17 de marzo y una multitud se escucha en la cancha de futbol de Santa María Sotoltepec: “No a la mina. Sí a la vida”.
Quienes hoy levantan la voz son pobladores de varios rincones de la Sierra Norte de Puebla. Llegaron en coches, camionetas de redilas, pick-up, motocicletas e, incluso, pedaleando una bicicleta durante más de dos horas.
Son casi una centena de vehículos los que dan forma a esta “Caravana por la vida”. No es una simple ocurrencia que esta peregrinación de automóviles se detenga en Santa María. Aquí la empresa canadiense Almaden Minerals instaló sus oficinas, después de que el gobierno mexicano le otorgó concesiones para extraer oro y plata en el municipio de Ixtacamaxtitlán. Uno de los cerros vecinos a esta comunidad, ese que está junto al que tiene forma de mesa, fue elegido para hacer ahí el tajo de la mina a cielo abierto.
Desde hace más de siete años, los habitantes de la Sierra Norte de Puebla mantienen viva una resistencia en contra de minas, hidroeléctricas y otros proyectos que, tanto gobierno como empresas, han querido imponer en este territorio atiborrado de cerros, en donde los ríos nacen discretos, pero también llegan a ser caudalosos. Una región habitada por comunidades tutunakus (totonacas), maseualmej (nahuas) y mestizas. Tres voces distintas unidas en un mismo coro: “No a los proyectos de muerte.”
Y eso se mira este sábado de marzo. En la “Caravana por la Vida” hay gente de Olintla, Libres, Zautla, Tetela de Ocampo, Cuetzalan, Ocotepec, Chiconcuautla y otros municipios de Puebla. Muchos son campesinos; otros estudiantes, maestros, niños, amas de casa, comerciantes o migrantes que siempre regresan a la tierra donde nacieron.
La “Caravana por la vida” deja la cancha de futbol de Santa María. Los vehículos toman la carretera que lleva a San Francisco, cabecera municipal de Ixtacamaxtitlán. Si se les mirara desde la cima de uno de estos cerros, parecerían hormigas que avanzan, una tras otra, hacia su objetivo.
La niña de ocho años viaja en una de las camionetas pick-up que van a la retaguardia de la caravana. Al llegar a San Francisco, sus gritos se avivan. Cuando ingresa a la cancha de basquetbol con techo de lámina —espacio que también funciona como plaza pública—, su voz retumba: “Zapata vive, vive. La lucha sigue, sigue”. Esa vieja consigna que la niña grita a todo pulmón ha tomado nuevos aires entre los cerros, los ríos y las comunidades de la Sierra Norte de Puebla.
El espíritu del río
Entre algunos totonacos hay una creencia: al medio día, no se puede cruzar un río. No se hace porque a esa hora ahí está su espíritu. Cuando pasa el medio día, antes de cruzar, es necesario lavarse manos y cara, además de tomar un poco de esa agua que corre. Sólo entonces se puede pasar al otro lado de la corriente. Eso es lo que abuelos y padres enseñan a sus nietos e hijos: al río hay que respetarlo.
Los campesinos totonacos que tienen tierras a las orillas del río Ajajalpan —en la parte occidental de la Sierra— se preocuparon cuando el entonces presidente municipal de Olintla, Héctor Arroyo, los citó para convencerlos de que vendieran sus terrenos.
—Nos dijeron que iba a haber mucho dinero. —recuerda Miguel Sánchez Olvera, totonaco de la comunidad de Bibiano Hernández, municipio de Olintla— Nosotros sospechábamos, decíamos: “como que esto huele mal, como para qué tanto terreno”. Una compañera comentó que la Cooperativa Tosepan estaba muy organizada, que fuéramos con ellos a Cuetzalan para preguntar qué sabían de esto. Fue un grupo y cuando regresaron nos informaron que había planes de hacer una hidroeléctrica. Nosotros no sabíamos qué era eso. Empezamos a aprender, a saber, a conocer sobre eso de las hidroeléctricas.
En Ignacio Zaragoza, municipio de Olintla, aún se cuenta lo que sucedió el 5 de diciembre de 2012. Ese día, ocho mujeres se pararon frente al bulldozer para evitar que continuara abriendo camino, para impedir que se hiciera una carretera.
—La máquina no pasa —dijeron esas mujeres a las que, poco a poco, se les fueron uniendo otros pobladores de comunidades vecinas. Para ellos, permitir la carretera era abrir la puerta a la hidroeléctrica que Grupo México planeaba levantar en el río Ajajalpan.
La oposición a la hidroeléctrica se mantuvo. No importó que el 26 de enero de 2013, se prendieran grandes fogatas para impedir que salieran de Ignacio Zaragoza las personas que llegaron para apoyar a los que se oponían a los planes de Grupo México. Mucho menos funcionó que el presidente municipal dijera que todos aquellos que no permitían la hidroeléctrica eran “indios” que no entendían que ese proyecto llevaría el desarrollo a sus tierras.
—Fue una lucha a ras de suelo —recuerda Miguel Sánchez.
En octubre de 2013, Grupo México anunció la cancelación de la hidroeléctrica en el río Ajajalpan.
—No lo celebramos. Para qué celebrábamos si esto apenas empezaba. —dice Miguel—
Resistencia con raíces
Cuando se recorren los caminos de la Sierra Norte de Puebla no es extraño escuchar a su gente hablar de su larga historia de resistencia, contar esos relatos que se transmiten, de generación en generación, cuando se trabaja en la milpa o cuando se toma café frente a un fogón.
En el siglo XIX, en estas tierras se venció y se hizo retroceder a los invasores franceses. Entre las lomas aún hay vestigios de los fuertes que se hicieron entonces.
A principios del siglo XX, estos cerros fueron testigos de batallas en la Revolución y varios aún recuerdan los nombres de quienes se enrolaron en las filas de Emiliano Zapata.
Cuando era niña, la profesora Rosa Martínez Reyes aprendió de “los mayores” como predecir la lluvia con sólo mirar hacia los cerros que rodean Tlamanca:
—Cuando va a llover, haga de cuenta que en el cerro se forma una franja como de neblina. Entonces la gente dice: “va a llover”. Y sí, al tercer día, llueve.
Desde la puerta de su casa, la profesora Rosa —hoy de 46 años– mira ese cerro que anuncia la lluvia y en donde, a mediados del siglo XX, había dos minas subterráneas para la extracción de oro, clausuradas cuando un derrumbe provocó la muerte de siete mineros. Recuerda que, a mediados de 2012, cuando viajaba por la carretera que llega a su comunidad, se sorprendió al mirar el cerro “como rasguñado”. Fue entonces que se enteró: la empresa de capital chino JDC Minerals tenía una concesión otorgada por el gobierno federal, con ella se instaló en el lugar para reabrir las antiguas minas y comenzar con la explotación de oro.
Tlamanca, con poco más de mil habitantes, es una comunidad del municipio de Zautla en donde la migración es una tradición. Durante varios meses los hombres viajan a la zafra en Veracruz; otros prefieren irse a Estados Unidos. Son las mujeres quienes se quedan en casa a cargo de los hijos, la cosecha de maíz y el frijol. Fueron las mujeres, junto con los jóvenes y los abuelos, quienes tuvieron la más activa participación durante los poco más de cuatro meses que duró la movilización en contra de “los chinos”, como se les llamó a los empresarios mineros que aseguraron tener, incluso, el permiso de cambio de uso de suelo otorgado por el presidente municipal.
—Nosotros decíamos: ¿por qué el presidente municipal tiene que dar el permiso? Se tiene que consultar al pueblo. Nadie nos había consultado. —comenta Catalina López— Los chinos decían que no habría afectaciones, que de aquí iban a sacar el material y en otro lado iban a procesar. Que tendríamos trabajo. Que iban a construir un hospital. Ellos nada más comentaban los beneficios, pero todo tiene ventaja y desventaja. En una asamblea repartieron refrescos y con eso nos querían convencer. Dijimos: necesitamos asesoría, que la gente que sabe de esto venga a explicarnos.
Los habitantes de Tlamanca acudieron a los maestros y estudiantes del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (Cesder), en Zautla. Cuando en esta región no había opciones académicas, en 1982 el ex lasallista Gabriel Salom Flores impulsó la creación de esta escuela para que los campesinos e indígenas pudieran acceder a la educación media y superior. Se planteó —cuentan los primeros alumnos— como un modelo educativo que generara arraigo entre los jóvenes, que no los “descampesinara” y que contribuyera al desarrollo comunitario. El Cesder comenzó como una telesecundaria. Hoy ofrece licenciaturas y maestrías, de las cuales han egresado alrededor de 500 estudiantes de la región y de otros estados del país.
El Cesder organizó un foro para hablar de la minería a cielo abierto, una técnica que remueve la capa superficial del terreno para acceder a los yacimientos bajo la tierra y que utiliza cianuro para los procesos de separación de minerales. En esos foros se presentaron videos de comunidades en Centroamérica afectadas por este tipo de minería.
—Vimos que en todos lados donde ha entrado esa minería hay quejas, enfermedades, destrucción, divisionismo. Ya con eso pensamos: “no nos conviene”. Tuvimos que armarnos como pueblo. —recuerda Catalina López.
Tlamanca se armó con información y organización comunitaria. Se formaron comisiones para pedir apoyo en las 30 comunidades del municipio de Zautla. En asambleas se les hablaba de lo que era la explotación de oro y se les entregaban folletos con información. Se organizaron reuniones en casas para exhibir los videos sobre la minería a cielo abierto. Se hicieron foros para que la gente “narrara” lo que deseaba para sus comunidades.
—Aquí como que la gente es algo organizada: si alguien se enferma, vamos corriendo a ver en qué ayudamos. Si alguien fallece, agarras algo de tu despensa y vas a ayudar a la familia. También hacemos faenas: si se descompone un camino, todos vamos a componer el camino. Que un incendio, todos vamos a apagarlo. Cuidamos entre todos lo que hay: los caminos, el agua. Eso nos ayudó. —dice la profesora Rosa, egresada del Cesder.
El 22 de noviembre de 2012, más de cinco mil personas marcharon y realizaron una asamblea en Tlamanca, en la que se acordó que JDC Minerals tenía 24 horas para sacar su maquinaria e irse de la comunidad.
—Algunas personas —recuerda Rosa— decían: “nos van a dar trabajo y aquí el trabajo hace falta”. Pero, ¿trabajo a costa de qué? ¿De tumbar todo el cerro? ¿De secar los manantiales? La mayoría dijimos no y eso ayudó. Nosotros decíamos: “no se trata de que nos traigan dinero, es cuidar el territorio”.
—Quizá para algunos el desarrollo es hacer una carretera, una mina. Pero para nosotros ese tipo de desarrollo destruye el hábitat, el lugar donde vivimos, nos despoja de nuestra identidad, de nuestra forma de vivir. No queremos ese tipo de desarrollo. —explica Mario Rivera García. Él formó parte de la comisión encargada de divulgar la información. Tiene 26 años y está a punto de titularse del Ceder con una tesis sobre cómo los pobladores de Tlamanca sacaron a la empresa minera.
Rosa, Andrea, Catalina, Mario y Alejandro no se confían. Saben que las empresas mineras pueden regresar a Tlamanca, porque la concesión que el gobierno federal otorgó para la explotación del oro que está en su territorio es por 50 años.
En la década de los 70, los nahuas de la sierra baja utilizaron la organización comunitaria para hacer frente a los caciques, para resolver aquellas necesidades que ninguna autoridad gubernamental atendía y para abrir caminos a los proyectos autogestivos. Así, en 1977, nació la Unión de Cooperativas Tosepan —hoy agrupa a dos grupos originarios maseualmej y tutunakus de 430 comunidades y 25 municipios de la sierra y 4 de Veracruz— la cual trabaja en la producción orgánica y comercialización de café, miel, bambú y pimienta, el ecoturismo, la salud y la vivienda sustentable.
En los últimos 40 años, la Sierra Norte de Puebla ha visto nacer y florecer proyectos productivos, educativos y sociales; iniciativas que surgieron como un camino alternativo ante el abandono estatal.
A partir de 2008, la presencia del Estado comenzó a notarse con más fuerza en este territorio. En ese año, los gobiernos federal y estatal intentaron instalar, sin éxito, un proyecto turístico de gran escala en Cuetzalan.
En 2011, cuando el panista Rafael Moreno Valle ganó la gubernatura de Puebla se insistió en esos “grandes proyectos” para la Sierra Norte. En el pueblo de San Miguel, en el municipio de Zautla, se quiso construir la primera “Ciudad rural”, proyecto en el que también participaba la iniciativa privada y con el que se buscó sacar a la población de sus territorios originales y concentrarlos en espacios urbanos. Así, se dijo, se evitaría la existencia de las pequeñas localidades dispersas por la sierra.
Estos proyectos —los grandes hoteles y las “Ciudades rurales”— se toparon con la oposición de la gente y no prosperaron. Pero fueron el anuncio de lo que vendría para la Sierra.
Mapeos realizados por el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec) —el cual realiza trabajo en la sierra desde 2009—, la Tosepan y otras organizaciones no gubernamentales muestran que poco más de la mitad del territorio de la Sierra Norte de Puebla ha sido concesionado y se han otorgado permisos para instalar mineras, hidroeléctricas e, incluso, realizar extracción de hidrocarburos utilizando la técnica conocida como fracking.
Hasta ahora, sólo una hidroeléctrica, la llamada Atexcaco, ha sido inaugurada. Eso sucedió a finales de 2011, en el cauce del río Apulco que corre por los municipios de Tlatlauquitepec y Teziutlán. Es una hidroeléctrica construida por una empresa minera: Grupo Ferrominero.
Ninguna autoridad informó a los habitantes de la sierra sobre los planes que gobierno y empresas tenían para su territorio. Tutunakus (totonacas), maseualmej (nahuas) y mestizos se enteraron cuando ingenieros, trabajadores, “gente de afuera” comenzaron a recorrer sus campos, perforar sus terrenos, atravesar sus ríos y subir a sus cerros.
La defensa de Tlamanca
Cuando era niña, la profesora Rosa Martínez Reyes aprendió de “los mayores” como predecir la lluvia con sólo mirar hacia los cerros que rodean Tlamanca:
—Cuando va a llover, haga de cuenta que en el cerro se forma una franja como de neblina. Entonces la gente dice: “va a llover”. Y sí, al tercer día, llueve.
Desde la puerta de su casa, la profesora Rosa —hoy de 46 años– mira ese cerro que anuncia la lluvia y en donde, a mediados del siglo XX, había dos minas subterráneas para la extracción de oro, clausuradas cuando un derrumbe provocó la muerte de siete mineros. Recuerda que, a mediados de 2012, cuando viajaba por la carretera que llega a su comunidad, se sorprendió al mirar el cerro “como rasguñado”. Fue entonces que se enteró: la empresa de capital chino JDC Minerals tenía una concesión otorgada por el gobierno federal, con ella se instaló en el lugar para reabrir las antiguas minas y comenzar con la explotación de oro.
Tlamanca, con poco más de mil habitantes, es una comunidad del municipio de Zautla en donde la migración es una tradición. Durante varios meses los hombres viajan a la zafra en Veracruz; otros prefieren irse a Estados Unidos. Son las mujeres quienes se quedan en casa a cargo de los hijos, la cosecha de maíz y el frijol. Fueron las mujeres, junto con los jóvenes y los abuelos, quienes tuvieron la más activa participación durante los poco más de cuatro meses que duró la movilización en contra de “los chinos”, como se les llamó a los empresarios mineros que aseguraron tener, incluso, el permiso de cambio de uso de suelo otorgado por el presidente municipal.
—Nosotros decíamos: ¿por qué el presidente municipal tiene que dar el permiso? Se tiene que consultar al pueblo. Nadie nos había consultado. —comenta Catalina López— Los chinos decían que no habría afectaciones, que de aquí iban a sacar el material y en otro lado iban a procesar. Que tendríamos trabajo. Que iban a construir un hospital. Ellos nada más comentaban los beneficios, pero todo tiene ventaja y desventaja. En una asamblea repartieron refrescos y con eso nos querían convencer. Dijimos: necesitamos asesoría, que la gente que sabe de esto venga a explicarnos.
Los habitantes de Tlamanca acudieron a los maestros y estudiantes del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (Cesder), en Zautla. Cuando en esta región no había opciones académicas, en 1982 el ex lasallista Gabriel Salom Flores impulsó la creación de esta escuela para que los campesinos e indígenas pudieran acceder a la educación media y superior. Se planteó —cuentan los primeros alumnos— como un modelo educativo que generara arraigo entre los jóvenes, que no los “descampesinara” y que contribuyera al desarrollo comunitario. El Cesder comenzó como una telesecundaria. Hoy ofrece licenciaturas y maestrías, de las cuales han egresado alrededor de 500 estudiantes de la región y de otros estados del país.
El Cesder organizó un foro para hablar de la minería a cielo abierto, una técnica que remueve la capa superficial del terreno para acceder a los yacimientos bajo la tierra y que utiliza cianuro para los procesos de separación de minerales. En esos foros se presentaron videos de comunidades en Centroamérica afectadas por este tipo de minería.
—Vimos que en todos lados donde ha entrado esa minería hay quejas, enfermedades, destrucción, divisionismo. Ya con eso pensamos: “no nos conviene”. Tuvimos que armarnos como pueblo. —recuerda Catalina López.
Tlamanca se armó con información y organización comunitaria. Se formaron comisiones para pedir apoyo en las 30 comunidades del municipio de Zautla. En asambleas se les hablaba de lo que era la explotación de oro y se les entregaban folletos con información. Se organizaron reuniones en casas para exhibir los videos sobre la minería a cielo abierto. Se hicieron foros para que la gente “narrara” lo que deseaba para sus comunidades.
—Aquí como que la gente es algo organizada: si alguien se enferma, vamos corriendo a ver en qué ayudamos. Si alguien fallece, agarras algo de tu despensa y vas a ayudar a la familia. También hacemos faenas: si se descompone un camino, todos vamos a componer el camino. Que un incendio, todos vamos a apagarlo. Cuidamos entre todos lo que hay: los caminos, el agua. Eso nos ayudó. —dice la profesora Rosa, egresada del Cesder.
El 22 de noviembre de 2012, más de cinco mil personas marcharon y realizaron una asamblea en Tlamanca, en la que se acordó que JDC Minerals tenía 24 horas para sacar su maquinaria e irse de la comunidad.
—Algunas personas —recuerda Rosa— decían: “nos van a dar trabajo y aquí el trabajo hace falta”. Pero, ¿trabajo a costa de qué? ¿De tumbar todo el cerro? ¿De secar los manantiales? La mayoría dijimos no y eso ayudó. Nosotros decíamos: “no se trata de que nos traigan dinero, es cuidar el territorio”.
—Quizá para algunos el desarrollo es hacer una carretera, una mina. Pero para nosotros ese tipo de desarrollo destruye el hábitat, el lugar donde vivimos, nos despoja de nuestra identidad, de nuestra forma de vivir. No queremos ese tipo de desarrollo. —explica Mario Rivera García. Él formó parte de la comisión encargada de divulgar la información. Tiene 26 años y está a punto de titularse del Ceder con una tesis sobre cómo los pobladores de Tlamanca sacaron a la empresa minera.
Rosa, Andrea, Catalina, Mario y Alejandro no se confían. Saben que las empresas mineras pueden regresar a Tlamanca, porque la concesión que el gobierno federal otorgó para la explotación del oro que está en su territorio es por 50 años.
Cuidar lo de todos
En las comunidades de la Sierra Norte de Puebla, las asambleas son algo serio. Son la herencia de una forma de organización indígena-campesina. Son el espacio donde se informa, donde se reparten las tareas. Las asambleas han sido una de las principales herramientas de resistencia que se tienen en la Sierra Norte de Puebla.
—Para nosotros las asambleas son un órgano de gobierno. —dice Miriam Bautista, habitante de la comunidad de Talcozamán, municipio de Tetela de Ocampo— Son un espacio en donde se toman decisiones que tienen que ser respetadas.
En asambleas se decidió formar la Coordinadora Regional de Desarrollo con Identidad. En Cuetzalan, mediante asambleas comunitarias, se formó el Comité de Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan (COTIC). La primera organización nació ante el rechazo comunitario a los planes de gran turismo en la zona; la segunda surgió para que las comunidades participaran en normar los usos de suelo.
El COTIC se parió con la asesoría del Centro Universitario para la Prevención de Desastres (CUPREDER), de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y se consolidó con las organizaciones existentes en Cuetzalan desde hace 40 años, sobre todo, retomando la experiencia que se tenía con los comités comunitarios del agua. Esta organización se integró de tal forma que la participación comunitaria es mayoritaria y sus decisiones deben ser respetadas por las autoridades. Su primera acción fue hacer un Ordenamiento Territorial que prohíbe cualquier tipo de megaproyecto en el municipio.
Cuando las noticias sobre las mineras e hidroeléctricas llegaron a la región, el COTIC no se quedó callado:
—Lo que hicimos, como parte del ordenamiento territorial, fue informar a la gente de los barrios sobre estos proyectos. Que sepan qué son, hasta qué grado son riesgosos para nuestra vida, nuestra salud, nuestra naturaleza y también para nuestra cultura. —recuerda Rufina Villa, indígena náhuatl, originaria de Cuetzalan y miembro del órgano ejecutivo del COTIC.
—Nos dimos cuenta que necesitábamos estudiar y entender en qué consisten esos proyectos. Cuando tuvimos esos datos, hicimos todo un proceso de información en las comunidades, porque sin información no podemos tomar decisiones, no podemos actuar y es nuestro derecho. Es un derecho que se nos niega, porque las empresas ocultan información. Nosotros dijimos: es un derecho que tenemos, lo vamos a reclamar y a ejercer —dice Leonardo Durán, asesor y miembro de la Tosepan y del órgano técnico del COTIC.
En asambleas, las comunidades totonacas dispersas a lo largo de las cuencas de los ríos Ajajalpan y Zempoala comenzaron a hablar de cómo defender la tierra y el agua. Después de que detuvieron la hidroeléctrica que buscaba levantar Grupo México, decidieron formar la organización Tutunakú, en la cual hoy participan pueblos de seis municipios. Su defensa del territorio también va de la mano con el fortalecimiento de su identidad indígena.
En asambleas, diferentes organizaciones impulsaron la formación del Consejo Tiyat Tlali para coordinar las acciones en defensa del territorio. El consejo se integra por organizaciones tutunakus (totonacas), maseualmej (nahuas) y mestizas de la sierra, entre ellas Imdec, el Cesder, la Tosepan, la Unidad Indígena Nahuatl Totonaca, entre otras.
—Somos tres pueblos trabajando juntos: el pueblo maseual, el pueblo tutunaku y el pueblo mestizo. —explica Aldegundo González, director del centro de formación Kaltaixpetaniloyan de la Tosepan, actual presidente del COTIC y miembro del Consejo Tiyat Tlali— Caminamos juntos porque si algo afecta a un pueblo, nos va a afectar a todos. Los que habitamos acá estamos interconectados con nuestro entorno. De acuerdo con nuestra cosmovisión, todo lo que nos rodea tiene un sentido y está relacionado: las plantas, el aire, el agua, el subsuelo.
En asambleas decidieron aliarse con organizaciones no gubernamentales para hacer estudios y contar con información técnica.
En asamblea, los comités de defensa del agua determinaron crear el Consejo Maseual para la gestión municipal del agua en Cuetzalan. Además, se acordó exigir a los alcaldes que declaren a su municipio “libre de megaproyectos”. Hasta ahora, esta declaratoria se ha realizado en, por lo menos, seis lugares de la sierra: Zacapoaxtla, Xochiapulco, Cuetzalan, Zoquiapan, Tuzamapan y Ayotoxco.
En una asamblea —aquella que se realizó el 7 de septiembre de 2014 y en donde participaron poco más de tres mil personas— se integró el Consejo Maseual Altepetajpianij (“Guardianes del Territorio”) con representantes de 32 comunidades de los municipios de Cuetzalan, Yaonahuac y Tlatlauquitepec. A sus reuniones han llegado a participar hasta 223 pueblos, de 19 municipios.
En marzo de 2015, este consejo presentó una demanda de amparo en contra de tres concesiones mineras que se otorgaron a empresas del Grupo Ferrominero: Minera Autlán y Minas de Santa Martha. Gracias a ese amparo se ha logrado, hasta ahora, que no se realicen trabajos de exploración y explotación.
En este proceso legal, las comunidades son acompañadas por el Centro Mexicano de Desarrollo Ambiental (Cemda), organización que con este litigio quiere prevenir que se instalen minas en la parte alta de esta cuenca hidrológica, zona vital para la conservación ecológica de toda la región, explica el abogado Xavier Martínez.
—Con todas las sustancias químicas que ellos ocupan para lavar sus metales dañan el agua, la tierra, el aire y eso provoca enfermedades, provoca muerte. Todo eso no lo queremos en nuestra comunidad, con nuestra gente. Nosotros nos alimentamos de los quelites, ocupamos las plantas medicinales que se dan en los lugares donde vivimos y los podemos ocupar porque sabemos que están limpios, que no están contaminados, pero con este tipo de proyectos ya no podríamos ocupar ni las plantas medicinales ni consumir los quelites. —dice Rufina Villa, integrante del COTIC.
—Queremos que respeten nuestra forma de vida y la relación que tenemos con el bosque, el agua, los ríos. Para nosotros, la montaña no es un montón de tierra con oro. Estamos ante la defensa de un modo de vida, de una cultura, y eso implica defender el medio en el que se desarrolla esa cultura. —explica Alejandro Marreros, asesor del Cesder.
Entubar la vida
Como si se tratara de un tesoro que está bajo su resguardo, el profesor Alfredo Hernández Pineda coloca en la mesa cada una de las hojas que poco más de 500 pobladores de la comunidad de Zoquiapan firmaron el 28 de marzo de 2013. Ese día, a las 13:22 horas, se reunieron en el auditorio para exigirle al presidente municipal, Esteban Pérez Rivera, que respetara la decisión de la mayoría y no se permitiera ningún megaproyecto en su municipio.
Semanas antes, lo pobladores habían visto a ingenieros llegar a su comunidad y tomar medidas en algunos terrenos cercanos al río que conocen desde que nacieron; se enteraron que existían planes para construir y operar durante 60 años el Proyecto Hidroeléctrico San Antonio en el Zempoala, afluente que pasa por varias comunidades de la sierra y desemboca en el Golfo de México.
Los pobladores nahuas de Zoquiapan no fueron los únicos que se movilizaron en contra de esta hidroeléctrica que entubaría parte de su río, hasta canalizarlo a la central de turbinas para generar electricidad. Comunidades de cuatro municipios más también se opusieron. Para asesorarse, sus representantes fueron a Olintla a preguntar cómo le habían hecho para sacar a Grupo México.
—Acá ni siquiera tenían los permisos necesarios y ya estaban con sus máquinas queriendo entrar. Pero toda la gente se opuso y no se permitió. —recuerda el profesor Alfredo— Nosotros, en las comunidades, nunca somos consultados. Nada más nos dicen: “ahí va esto, recíbelo, te guste o no”.
Como muchos de sus vecinos, el profesor Alfredo tiene plantíos de café. Sus cultivos —explica— se vendrían abajo si se entuban los ríos que propician la niebla que, todas las tardes, cubre los cerros y las comunidades en la sierra baja.
El proyecto de la hidroeléctrica en el río Zempoala se detuvo, pero no se canceló. En 2017, Generación Eléctrica San Antonio S.A. de C.V. presentó una Manifestación de Impacto Ambiental a la Semarnat, la cual aún está en evaluación. Además, la empresa —con ayuda de quienes en algún momento ocuparon cargos públicos en el municipio— ha tratado de convencer a los campesinos de que vendan las tierras que están en la ribera del Zempoala.
—Nosotros —explica el profesor Alfredo— siempre hemos estado con el agua, con la naturaleza, por eso hemos luchando para conservar todo lo que tenemos, porque nosotros somos los que custodiamos lo que hay aquí. Si fuéramos destructores ya no hubiera vegetación. Nosotros vivimos del campo, sembramos maíz, frijol, café, plátanos… La tierra nos da de comer. Si no tenemos tierra, ¿a dónde vamos a ir a parar? Con los 12 mil pesos que están ofreciendo por los terrenos, ¿a dónde vamos a ir a dar?
—Estas empresas buscan dividir a las comunidades. Lo primero que hacen es buscar a un grupo de personas dentro de la comunidad, a través de las cuales puedan operar. Les ofrecen apoyos, becas y trabajo. —comenta Silvia Villaseñor, del Imdec, organización de la sociedad civil presente en la sierra norte de Puebla a partir de 2009.
En Ahuacatlán y San Felipe, comunidades que conviven con la parte alta del río Ajajalpan, también se enteraron que la empresa Deselec 1—del grupo Comexhidro—planeaba entubar parte del afluente para dar forma al proyecto hidroeléctrico Puebla I.
Este proyecto contempla una cortina de 60 metros de altura y entubar el río en un tramo de, por lo menos, cuatro kilómetros. El gobierno ya le entregó a la empresa una concesión para el uso de 11 mil litros de agua por segundo, durante 15 años. La electricidad que se generaría con este proyecto es sólo para el uso de empresas privadas —WalMart de México, Waldo’s Dólar Mart de México, Operadora Vips, Suburbia, Colchas México y una persona llamada Ileana Jinich Mekler—, de acuerdo con el permiso E71067/AUT/2013 otorgado por la Comisión Reguladora de Energía.
En su página de internet, la Secretaría de Energía difunde documentos sobre una “Consulta a comunidades nahuas y totonacas sobre Proyecto Hidroeléctrico (Puebla)”. Silvia Villaseñor, del Imdec, explica que se trata de una “simulación de consulta”, ya que sólo se trata de reuniones que no cumplen con los lineamientos internacionales, como el Convenio 169 de la OIT, el cual marca que no se pueden realizar estos proyectos en los territorios indígenas sin una consulta previa, libre e informada.
Fue por ello que pobladores de las comunidades de los municipios de San Felipe Tepatlán y de Ahuacatlán —representadas por el Consejo Tiyat Tlali y la organización Fundar— presentaron una demanda de amparo en contra del Puebla I por violaciones a los derechos de los pueblos indígenas y otros derechos humanos, como el derecho al agua, al medio ambiente sano y al territorio, entre otros.
En abril de 2016, las comunidades logaron que se ordenara la suspensión provisional del proyecto hidroeléctrico Puebla I, hasta que se resuelva el litigio. La empresa no se quedó con los brazos cruzados. Convenció a varias personas de la comunidad a ir ante el juez, como terceros interesados, para presentar un documento en el que solicitaron la cancelación de la suspensión porque ellos sí querían que se realizara el proyecto. El juez sólo levantó la suspensión para el municipio de San Felipe; pero mantuvo la que corresponde al municipio de Ahuacatlán, donde se pretende construir la cortina de la hidroeléctrica.
Cuando los habitantes que se oponen a la hidroeléctrica revisaron el documento de quienes se supone están a favor del proyecto, encontraron que se habían falsificado las firmas de varios pobladores.
—Existe una presión de los gobiernos y de las empresas muy fuerte para que estos megaproyectos se realicen, no les importa si están violando derechos humanos o no. —señala Itzel Silva, abogada de Fundar.
Cientos de ciudadanos se manifestaron en las afueras del palacio de gobierno para expresar su rechazo al proyecto minero Los Cardones, que pretende extraer oro en la sierra La Laguna.
Mientras esto sucedía, se conoció que la minera ganó un amparo federal para efectos garantizando su derecho de audiencia, lo que obligaría al Ayuntamiento de La Paz a notificar y motivar la resolución con la que dejó sin efecto la “sesión secreta” en donde los ediles anteriores le otorgaron los permisos de cambio de uso de suelo; en contraparte, el alcalde de La Paz, Armando Martínez, anunciaba haber ganado este juicio contra la minera.
En la manifestación, los opositores a la minería solicitaron al gobernador que el Consejo Estatal Forestal que él preside se pronuncie en contra del trámite que Los Cardones presentó el pasado 20 de agosto ante la Semarnat, en donde solicita el cambio de uso de suelo para 500 hectáreas en la sierra La Laguna.
Poco antes de las 11:00 am, un grupo de manifestantes irrumpió frente a las puertas del palacio que momentos antes fueron cerradas por personal de seguridad, y luego de varios minutos de ánimos caldeados el secretario general de gobierno y otros funcionarios, bajaron hasta el sitio de la manifestación.
Ahí, Álvaro de la Peña recordó que el gobernador se comprometió a que nunca comprometería la naturaleza, la biodiversidad y el agua, y refrendó que su posición es No a ese proyecto, pero hizo hincapié en que no es competencia del estado sino de los ayuntamientos otorgar el cambio de uso de suelo.
El delegado de la Semarnat, Axxel Sotelo, aclaró que la opinión del Consejo Estatal Forestal en torno a este proyecto no es vinculante.
Cerca de 150 personas, en su mayoría acarreados de las colonias de la periferia de La Paz, se llevó a cabo la manifestación en pro de la minería a cielo abierto.
A la vieja usanza de los partidos políticos, jefas de colonia prometieron entre 150 a 200 pesos a la gente, así como transporte para que se presentaran a la manifestación convocada por el Congreso Agrario Permanente (CAP).
La marcha por el progreso compuesta por casi 200 personas lució desolada en comparación de los casi 1,000 ciudadanos que llegaron hasta la explanada del Gobierno de Baja California Sur, ayer 29 de agosto.
El representante del CAP en Baja California Sur, Juan Carlos Jiménez Fuentes, dijo en entrevista con Diario El Independiente que existe una manipulación de los ambientalistas y, por eso, la gente se congregó ayer.
Más tarde, en redes sociales, circuló cómo personas entregaban a los asistentes 200 pesos, así como abordaban camiones y peseros para regresar a sus colonias.
“No nos dijeron, nosotros no estamos informados, no tenemos información […] sí –ofrecieron dinero– la jefa de colonia estaba diciendo que 150 pesos”, comentó uno de los asistentes a BCS Noticias en su reporte.
Jiménez Fuentes dijo desconocer la situación cuando la reportera lo cuestionó, pero mencionó que “si recibieron dinero, pues qué bueno, ¿no?”.
En Baja California los defensores del agua y de la vida reanudaron las movilizaciones en contra de la instalación de la mina Los Cardones en la Sierra de La Laguna. Así evangélicos, ganaderos, pescadores, estudiantes, artistas, refrendaron la representatividad del Frente Ciudadano en Defensa del Agua y de la Vida. Piden entrevistarse con Gobernador y los recibe otro funcionario.
En la ciudad de La Paz, de nueva cuenta vivió una emblemática movilización ciudadana en contra de las intenciones de Ricardo Salinas Pliego de instalar una mina en las fuentes de agua del sur de la entidad.
Los hechos ocurren días después de que el grupo minero reactivara el procedimiento administrativo para que de nueva cuenta corra el procedimiento de instalación de la mina Los Cardones, en la Sierra la Laguna.
Se trata otra de las movilizaciones ciudadanas que de manera amplia y plural se movilizan en el país en defensa del agua y de la vida en contra de la minería o el fracking, como en el caso de Mexicali o la Huasteca Potosina.
Por ello en las protestas en la Paz, se presentaron a la movilización ciudadana un conjunto de saludos y representantes de expresiones sociales muy diversas.
Se trata de organizaciones económicas, como asociaciones de ganaderos, sociedades de solidaridad social y pescadores, quienes se hicieron presentes en rechazo a Los Cardones
También hicieron acto de presencia congregaciones confesionales como el pueblo evangélico por la paz, representada por la alianza de pastores.
Así mismo se expresaron el magisterio democrático, estudiantes, representaciones formales de escuelas.
Antes de ser recibidos por el Secretario de Gobierno de Baja California, el Frente en Defensa del Agua y de la vida en la entidad destacó las movilizaciones de diversas localidades, entre ellas La Paz, Los Cabos, o Loreto entre otras.
Al recibir el saludo solidario el grupo opositor en Loreto en el mitin, se les dió una muy emotiva bienvenida, señalando su accionar solidario en las marchas, actividades culturales o de plática en familia en contra de la minería tóxica.
El recibimiento a la ciudadanía de Loreto, fue el marco para que el orador, señalara tanto a las autoridades locales como federales, que bajo ningún concepto permitirán la minería tóxica en la entidad.
Destacaron que están luchado por el derecho humano al agua, al medio ambiente sano, a la salud.
E incluso mencionaron que se trata de la defensa del medio ambiente en interés superior de los menores de edad.
Guardianes de los cerros, artistas, jóvenes, se manifestaron ante el gobierno de la entidad; en tanto que una comisión fue recibida por los funcionarios estatales.
Gobierno se compromete a pronunciarse en contra de la minería tóxica
La comisión de manifestantes que ingresó a la casa de gobierno informó de tres compromisos alcanzados.
Según los comisionados, el gobierno de Baja California se comprometió a que en voz del Gobernador de emitirá un comunicado donde fija postura en contra de la minería a cielo abierto y que usa agentes químicos tóxicos en la entidad.
La comisión informó que los funcionarios de gobierno se manifestaron favorables a la creación de una nueva ley que blinde a Baja California de la minería tóxica, como lo promueve el Frente Ciudadano.
Para ello, recordaron los inconformes promoverán en estos días una reunión con los diputados recién electos para que se turne a comisiones y se vote en el pleno dicha iniciativa de ley.
En el mitin subrayaron que la empresa Desarrollo Zapal, ligado a Ricardo Salinas Pliego, no cuenta con los requisitos legales para echar a andar la mina Los Cardones.
Denunciaron que un grupo de seguridad privada contratada por la minera se encuentra acantonada en la reserva natural de la Sierra la Laguna, en el lugar donde se pretende el tajo abierto.
Los manifestantes acordaron exigir a las autoridades municipales de La Paz, realicen las gestiones necesarias para expulsar al grupo de policías privadas de la reserva natural.
Finalmente, los manifestantes dieron por concluido el evento bajo la consigna “La sierra no se vende, la sierra no se dá, porque tiene a su gente con mucha dignidad”.
Plena protección a las inversiones extranjeras y una revisión a la estructura fiscal para bajar los impuestos al sector minero son las principales demandas que las mineras solicitarán al nuevo Gobierno de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
“Esperamos que (el nuevo Gobierno) muestre compromiso con la actividad, deberían de revisar la estructura fiscal porque el impuesto minero fue un golpe muy fuerte para la industria, ojalá evalúen que los impuestos en México son más altos que en otros países”, así lo declaró Michael Harvey, directivo de Goldcorp, la minera canadiense que acumula denuncias por contaminación y por consumir grandes volúmenes de agua en el país a costa del medio ambiente e incluso la salud de las poblaciones donde opera sus minas.
Las mineras pedirán al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador plena protección a las inversiones extranjeras y una revisión a la estructura fiscal para bajar los impuestos a este sector, así lo declaró Michael Harvey, director de Asuntos Corporativos y Seguridad de Goldcorp, la transnacional canadiense que acumula decenas de denuncias por contaminar la tierra y consumir grandes cantidades de volúmenes de agua de las poblaciones donde opera.
“Es importante que México asegure plena protección a las inversiones extranjeras porque bajaría la confianza, para la minería lo más relevante es el tema de protección a las inversiones, la industria no se ve afectada por otros temas como otros sectores”, explicó el directivo de la minera canadiense en conferencia de prensa.
Informó que este jueves sostendrán una reunión con parte del equipo que conformará la Secretaría de Economía (SE) en la próxima administración, cuya dependencia estará a cargo de Graciela Márquez Colín.
La reunión, dijo, es para poner en la mesa las necesidades y retos que enfrenta el sector como la sobrerregulación fiscal, la falta de Estado de derecho y la inseguridad.
“Esperamos que muestren compromiso con la actividad, deberían de revisar la estructura fiscal porque el impuesto minero fue un golpe muy fuerte para la industria, ojalá evalúen que los impuestos en México son más altos que en otros países”, aseguró.
El directivo de la minera Goldcorp destacó que para mitigar la carga fiscal el gobierno en turno podría permitir que las compañías puedan deducir las inversiones de infraestructura o de obras en la localidad de las minas, como ocurre en Perú.
“Eso sería muy positivo porque las comunidades terminarían con obras de mejor calidad y con un costo administrativo mucho más bajo, porque se eliminaría toda esa burocracia de fondo”, indicó.
Michael Harvey habló también de que la industria minera deberá trabajar fuerte en la próxima administración para dar a conocer los beneficios de la actividad y el reto del Estado de derecho, uno de los grandes problemas en el país.
“Estoy viendo mucha apertura para reunirse con funcionarios canadienses y miembros de la industria, es un momento de esperanza porque la industria debe recuperar competitividad”, señaló.
LAS ACUSACIONES CONTRA GOLDCORP
En el anuario 2017 sobre “Las actividades extractivas en México: minería e hidrocarburo hacia el fin de sexenio”, realizado por organizaciones de la sociedad civil, alertó que la laxitud de las regulaciones que rigen las actividades extractivas en México está llegando a niveles “descarados” en detrimento de la biodiversidad.
El alto número de concesiones mineras vigentes se mantiene cercano a las 25 mil; de éstas, el 85.2 por ciento se ubica sobre superficie del territorio con vegetación natural y más del 80 por ciento de la superficie terrestre concesionada a la minería se encuentra en zonas con una muy alta y alta integridad ecosistémica. Resulta más alarmante aún que de las Áreas Naturales Protegidas y sitios Ramsar, un total de 7.2 por ciento de su superficie terrestre a nivel nacional esté concesionado a la minería.
Respecto al sector hidrocarburos, en este estudio se evidenció que, debido a numerosas modificaciones legislativas, el Estado mexicano permite también que todas las actividades relacionadas con éste puedan llevarse a cabo sin ser reguladas por el ordenamiento ecológico del territorio. Como ha sucedido en otros años, las regulaciones ambientales se siguen debilitando ante el avance de las industrias extractivas.
Este informe también reveló que las empresas que consumen los mayores volúmenes de agua en el país suman 184 millones de metros cúbicos al año y son Goldcorp, ArcelorMittal y Grupo México.
En Zacatecas, Goldcorp ha realizado una actividad intensa con su minera Peñasquito, ubicada en el municipio de Mazapil, de donde extrae de 9 mil a 110 mil toneladas diarias de oro y plata.
De acuerdo con una investigación del medio local NTR Zacatecas, los cerros de los desechos mineros llegan hasta donde la vista alcanza, “enfrente sólo hay un paisaje devastado por las máquinas dedicadas a la extracción de oro, que acabaron con 6 mil hectáreas del semidesierto zacatecano”, según la investigación del medio.
Añade que el camino de terracería sigue hasta convertirse en una carretera de dos carriles que conduce a la comunidad de Nuevo Peñasquito, otro pueblo fantasma, al igual que la cabecera municipal. “El centro comunitario de salud que presuntamente operará el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) está abandonado. En su interior hay varias sillas y un escritorio cubiertos de polvo”.
En el año 2016, la Coordinadora Nacional Plan de Ayala acusó a la transnacional canadiense de generar altos niveles de contaminación en Mazapil. Según denunciaron, la minera vierte selenio y otros metales en mantos acuíferos de la zona, los cuales han provocado problemas de salud en la población.
La práctica de hostigamiento contra quienes se oponen a las minas es otra de las acusaciones en contra de Goldcorp. En el municipio de Guadalupe Victoria, Puebla, donde la empresa explora la mina La Preciosa, se ha intensificado también este fenómeno.
En esta localidad, grupos identificados como parte de Los Zetas han hecho presencia entre la población con prácticas de extorsión; exigen una cuota de cinco pesos diarios a cambio de respetar vidas y propiedades.
Obviamente el objeto de la extorsión no es el dinero en sí, sino el terror que siembran entre los habitantes, quienes han comenzado un éxodo silencioso que los obliga a malbaratar sus predios, los ambicionados por Goldcorp.
Entre 2001 y 2017, las mineras extrajeron de México una cantidad equivalente al doble del oro y la mitad de la plata que los españoles se llevaron en los 300 años que duró la Colonia.
La operación de esas empresas, incluso de la mano del crimen organizado, ha dañado particularmente los territorios de pueblos originarios y ha dejado devastación ambiental y social en México, bajo el amparo del Estado mexicano, así lo consigna el periodista J. Jesús Lemus en su libro de reciente publicación “México a Cielo Abierto”.
SinEmbargo ha publicado diversas investigaciones sobre el tema consultando a distintos especialistas en la materia, quienes acusaron que el Gobierno ha permitido operar en el país a 290 compañías mineras, 211 de ellas de origen canadiense.
Después de 10 años, la ciudadanía de La Paz no quiere que la minera Los Cardones opere.
México. Casi mil personas se congregaron en la explanada de Palacio del Gobierno de Baja California Sur para exigir que la administración de Carlos Mendoza Davis se comprometa a emitir su opinión dentro del Consejo Forestal Estatal en contra de la minera Los Cardones.
El Frente Ciudadano en Defensa del Agua y la Vida adelantó que habrá más movilizaciones para frenar la minería en la Reserva de la Biosfera Sierra La Laguna.
La reciente solicitud de Desarrollo Zapal SA de CV para cambiar el uso suelo de forestal a industrial, permitiría el desmonte de 506 hectáreas. Esto hizo, una vez más, que las personas salieran a protestar, sin importar que era un día laboral. La gente gritó consignas recordando el compromiso que Mendoza Davis hizo cuando tomó protesta como gobernador de BCS: no a la minería tóxica.
Desde las diez de la mañana, profesores, estudiantes, amas de casa, políticos, biólogas, doctores, electricistas, músicos, activistas sociales unieron su voz en torno la misma exigencia. Una comitiva ingresó a la Secretaría General de Gobierno de BCS. Después de unos minutos, el titular de la dependencia descendió para hablar con la gente, pero la muchedumbre lo recibió con consignas en contra de la minería a cielo abierto en sierra La Laguna.
Los jóvenes estuvieron presentes que, después de 10 años de resistencia a Los Cardones, refrescaron la manifestación.
“Hoy dimos clase de cultura ciudadana al ritmo del Cielito Lindo, pero fijando bien nuestra postura ante los mandatarios en turno y mostrando que el pueblo manda: Los Cardones no han pasado ni pasará”, comunicó la vocera Elisa Jeanneht Armendáriz Villegas, vocera del Frente Ciudadano en Defensa del Agua y la Vida.
La empresa minera de Pinzán Morado entregó a la Secretaría de Protección Civil de Guerrero y al Ayuntamiento de Coyuca de Catalán los planos de los túneles que excavaron, en los que se confirma que uno de ellos atraviesa una zona habitada donde hay al menos 10 viviendas y una telesecundaria en riesgo.
En una reunión del personal jurídico de la empresa minera y el Ayuntamiento se mostraron los planos en los que se confirmó que hay unos cinco túneles en diferentes rutas, pero uno de ellos atraviesa una zona donde ya se han visto afectado los cimientos de una vivienda debido a recientes derrumbes.
En el encuentro estuvieron además de los abogados de la empresa minera, representantes de Protección Civil regional, así como el delegado de gobierno René Rabiela Tapia y el Alcalde electo Eusebio Echeverría Tavárez, del PRD, quien además es vecino de la comunidad afectada.
El Alcalde electo encabezó las acciones para solicitar a la minera que libere dinero y apoye la compra de un terreno para reubicar a los afectados, pero también para construir nuevas viviendas y pagar estudios de suelo que requiere el Gobierno del estado para autorizar nuevas construcciones. Tal estudio sería hecho por alguna universidad nacional y podría costar unos 800 mil pesos, comentaron.
Sin embargo, no hubo ningún acuerdo, solamente el diálogo sobre diversas posibilidades para solucionar el problema.
Ayer jueves, trabajadores del Ayuntamiento comenzarían a tocar puertas en la Secretaría de Economía y otras oficinas federales para solicitar el presupuesto para construir nuevas viviendas en un nuevo terreno.
En los mapas de los túneles se confirmó que no hay riesgo en el resto de la población del Municipio, aún cuando algún túnel se acerca a otra zona habitada, a unos 100 metros de una casa. El resto de los túneles están lejos del poblado.
La semana pasada, el Ayuntamiento de Coyuca de Catalán presentó una denuncia de hechos en la agencia del Ministerio Público contra la empresa que explota la mina de Pinzán Morado, ante los daños causados por el socavón que se abrió en el centro del pueblo, donde y comienzan a derrumbarse patios completos de algunas casas, y donde 11 viviendas y una escuela están en riesgo.
Uno de los tres túneles, perforado a unos 300 metros de la superficie debajo del pueblo, está provocando el desplome del suelo donde se abrió el socavón el pasado 2 de julio.
Ante la falta de un acuerdo, el alcalde, Juvenal Pineda anunció que permitirán que continúe la denuncia contra La Compañía Minera La Calentana, propiedad de la señora Elia Sánchez Cerda, que explota la mina de oro y plata en esa localidad, ubicada a una hora de la cabecera de Coyuca de Catalán, hacia Zihuatanejo.
LA DENUNCIA
El Ayuntamiento de Coyuca de Catalán presentó una denuncia de hechos la semana pasada ante el Ministerio Público contra la empresa que explota la mina de Pinzán Morado, por los daños causados por el socavón que se abrió en el centro del pueblo, donde y comienzan a derrumbarse patios completos de algunas casas y 11 viviendas y una escuela están en riesgo.
El socavón se abrió luego de un colapso en uno de los túneles de la mina que opera desde hace más de 50 años de manera más intensa en el pueblo, pero algunos vecinos aseguran que la extracción de mineral data de unos 100 años.
Uno de los tres túneles, perforado a unos 300 metros de la superficie, y debajo del pueblo, está provocando el desplome del suelo donde se abrió el socavón el 2 de julio.
El espacio se cercó y se determinó que son 11 casas en riesgo de caerse, así como un jardín de niños.