Se han cumplido 21 años. El 7 de agosto de 1993 la Minera Yanacocha produjo su primera barra de oro en Cajamarca. Luego de catorce años se ha llevado 32 millones de onzas de oro. Para conseguirlo se instaló en la cabecera de dos ríos, cavó un tajo abierto y utilizó cianuro. Cinco años después comenzaron a sonar con fuerza las denuncias de contaminación de las aguas. Debería ser un tema trillado, pero no lo es. Ideele ha estado en la zona varias veces y la situación es prácticamente la misma, las denuncias son similares, las dudas y las preocupaciones se mantienen. El agravante es que se ha abierto un nuevo foco de resistencia en la provincia de Celendín donde se ubica el proyecto Conga.
Llegar a la antes apacible capital del departamento supone encontrarse con varios tipos de contaminación, siendo las más estruendosas la sonora y la visual. Las pintas “agua sí oro no” están escritas con letra corrida, y empapelan el centro de la ciudad. Para los limeños puede ser un simple estribillo, pero que para un importante sector de cajachos es la síntesis de su malestar.
A los cinco años de iniciadas las operaciones de la mina, salen a la luz las primeras denuncias sobre la contaminación de las aguas. Un año después empiezan las protestas. En el año 2000 ocurre la muerte por arsénico de 12 mil truchas en la piscifactoría de la Granja Porcón. En junio de ese mismo año se produce el derrame de mercurio en el centro poblado de Choropampa. En el 2001 se encuentran metales pesados y pH ácido en aguas a cuatro kilómetros de la ciudad de Cajamarca. En ese año, también, el laboratorio CEPIS-Lima constata que en una muestra de agua de la planta de tratamiento El Milagro hubo valores superiores a los permitidos en arsénico. Además, en las muestras de agua de cinco estaciones del río Grande se observó la presencia de plomo con concentraciones entre 24 y 29 ug/L (el límite máximo propuesto por la OMS es de 10 ug/L). En el 2002 mueren 26.500 truchas, nuevamente en Porcón. En el 2005 el Banco Mundial, accionista minoritario de Yanacocha, publica los resultados de 302 muestras de análisis de aguas, y acepta que la presencia de metales pesados excede los límites máximos permisibles. En el 2007 más de 300 campesinos se enfrentan a la policía por escasez de agua. En el 2008 se intoxican nueve trabajadores al limpiar el derrame de hidrocarburos en la laguna Totoracocha. (Dos años después esa laguna estaría completamente contaminada.) En el 2010, se denuncia el derrame de sustancias tóxicas en el canal de riego de Tual.
Ideele aumenta un ítem más a esta cronología:
Año 2013: Mueren 18 ovejas en La Pajuela. La pastora Elvia Calhua Flores, de 16 años, cuenta que el 8 de setiembre salió, como de costumbre, a pastear sus ovejas. Pero algo muy extraño ocurrió. “Yo iba por atrasito. Las ovejitas tomaron agua allá arriba y ahí nomás las vi que saltaban y que se pateaban sus barriguitas. Se golpeaban sus cabezas contra el suelo y botaban espumas blancas por sus narices y por sus bocas”, asegura. Las 18 ovejas murieron de un solo golpe en menos de cinco minutos. Elvia se asustó y llamó a su tío Felipe. Este tomó un taxi, acudió al lugar y reportó lo ocurrido a Radio Líder. Felipe ya había visto morir a seis de sus vacas. Comenta fastidiado: “No pueden continuar estas muertes masivas de nuestros animales. Los de la minera nos pagan por los animales, pero eso no es suficiente. Esto no es normal. Algo serio está pasando por acá”.
El geólogo Elqui Cruz, de Cooperación, sugiere que se trataría de una reacción química. “Para descartar a ciencia abierta qué fue lo que ocasionó la repentina muerte de las ovejas, debió haberse analizado la espuma. Eso no se hizo. Pero tomando en cuenta que [La Pajuela] es una zona de botadero cerca de un tajo abierto, se trataría de una fuerte reacción a un proceso de toxicidad química”. afirma.
Para el biólogo Michael Gilbertson, es muy probable que la muerte de las ovejas tenga que ver con un derrame de cianuro de un estanque de relaves. Comenta: “El cianuro se usa extensamente para separar el oro de los minerales. Es muy tóxico y debe usarse con mucho cuidado. Cincuenta miligramos de cianuro resulta fatal”. (Solo para tener una idea: un sobrecito de azúcar de los que sirven en los cafés contiene 10 gramos.)
Los veterinarios del SENASA Cajamarca, Jesús Rodríguez y Renato Ramírez, llegaron a La Pajuela, acompañados de trabajadores de Yanacocha. Mal indicio. Ellos revisaron a las ovejas muertas y se comprometieron a entregar un informe. Ideele contactó al primero en la entrada de Baños del Inca donde funciona esa institución. Según Rodríguez, el mayor problema de sanidad en las ovejas de la región es causado por la distomatosis hepática o alicuya, que transmite un parásito que vive en el pasto.
La función de las inspecciones sanitarias es detectar las enfermedades en los animales, y analizar las muertes causadas por agentes patógenos como virus, bacterias y hongos. El funcionario sostiene: “No diagnosticamos presencia de metales pesados porque no es nuestra función. Para eso se tendría que hacer un análisis”. (¿Por qué el servicio de sanidad del Estado no hace necropsias, no toma muestras de tejidos, no revisa el contenido de los estómagos de los animales muertos, sobre todo si trabaja en una zona minera?)
Rodríguez asegura que no ha tenido reportes de campesinos sobre muertes masivas de animales por contaminación con plomo, arsénico o mercurio. Es extraño porque en este corto recorrido hemos escuchado quejas continuas. “Hay casos de campesinos que vienen y me piden que diga que la muerte ha sido por contaminación, para que la mina les reconozca. Yo le digo: ‘Pero señor, ¿por qué le vamos a decir eso si se ha muerto por enfermedad?’. En esos juegos el Estado no puede entrar”, afirma el veterinario.
Así como no se debe aceptar la viveza, tampoco se debería permitir la impunidad. La pita suele romperse por el lado más débil: por eso al campesino que se le ha muerto la vaca por tomar agua contaminada y quiere demostrarlo, no le será nada fácil. Deberá llevar su muestra a un laboratorio, acercarse a la Fiscalía Ambiental para hacer su denuncia y presentar el resultado ante el fiscal. En ese momento entrará a tallar el abogado de la contraparte que objetará el procedimiento. “¿Quién tomó la muestra? ¿Fue una persona capacitada? ¿Cuánto tiempo pasó entre que tomaron la muestra y la llevaron al laboratorio?” Fin de la investigación.
A media cuadra de la plaza
En el mero centro de la ciudad de Cajamarca un personaje con pinta de predicador reparte unos volantes afuera de su tienda, que ha empapelado con mensajes anti Conga, a favor del agua y de la ecología. Ha decorado la parte alta del local saturado de productos lácteos, con una sucesión de imágenes de Máxima Acuña, la campesina que se ha convertido en el símbolo de la resistencia anti Conga. Uno de los mensajes que rescatamos de su folleto dice así:
Para recordar a la humanidad que los metales que están dentro de la tierra regulan la temperatura del planeta.
Se trata de Romel Figueroa, un importante comerciante local, propietario de varias tiendas y pequeño productor de quesos y manjar blanco. Más allá de su discurso de tintes febriles, precisa alguna información que se debe tomar en cuenta. Por ejemplo, asegura que hay ausencia de lluvias en la parte alta donde antes se obtenía el quesillo de la jalca. Por lo tanto, hay menos pasto y las vacas producen menos leche. Señala: “Antes vendía 3 toneladas de quesillo en mi cadena de tiendas. Ahora si llego a los100 kilos es mucho”. Sostiene que la contaminación no solo está en el terreno sino en el aire y en el agua, y que ha afectado a la leche, cuya calidad ha disminuido. Cuando le pedimos alguna prueba, el empresario, responde: “Yo tengo una agroindustria de manjar blanco, y la leche se corta siempre. Antes duraba más. Compraba 500 litros y a las 10 de la noche seguíamos haciendo manjar blanco. Ahora la segunda perolada, la de las 11 de la mañana, se está cortando”. Figueroa compra la leche a los acopiadores de la campiña. Para elaborar sus productos no utiliza el agua potable de la ciudad. “No utilizo agua del caño sino la subterránea de un terreno que tengo, pero no todos los productores tienen esta suerte. Eso mantiene la calidad de mis productos”, enfatiza.
Los Negritos
En la comunidad de San José de Negritos, los comuneros de fe de que en 2008, la empresa Nestlé y Gloria les dijeron que no les comprarían más la leche que producían sus vacas debido a que la misma no era apta para el consumo humano. La población se alarmó y se quejó ante Yanacocha por la posible contaminación. Cuentan que semanas después regresaron los mismos representantes de las empresas lecheras y les informaron que había habido un malentendido y que continuarían comprándoles la leche. En vista de que nadie en la comunidad ha visto los análisis de la leche , nos preguntamos por qué Nestlé y Gloria cambiaron su decisión y qué han estado haciendo con ésta.
José Luis Valera, de la ONG Cedepas Cajamarca, tiene a su cargo un proyecto en el que participan pequeños productores de ganadería lechera que producen quesos en Hualgayoc. Esta es una antigua zona minera. El río Mairasbamba está muerto, sus aguas son de color naranja. Hoy operan dos empresas en esta provincia: Tantahuatay y Gold Fields. “Nuestro proyecto está en el área de influencia indirecta, no está pegado a las minas. Hacemos análisis microbiológico para que la leche y el queso reúnan las condiciones para el consumo humano y tenemos registro sanitario”, manifiesta. El ganado toma el agua de los manantiales o de las quebradas de la zona. La ONG no ha mandado analizar esas aguas, ni la leche ni los quesos. Valera no sabe dónde se realizan esas pruebas.
En Cajamarca no hay laboratorios implementados para este fin. Las muestras hay que enviarlas a Lima, y se recomienda que sean laboratorios certificados por INDECOPI, como CGCA o ENVIROLAB.
El líder ambientalista Milton Sánchez señala: “Los análisis son caros. Las autoridades deberían hacerlos. Los productores podrían hacer convenios con las instituciones del Estado, pero ninguna está interesada”. Sánchez refiere que la Municipalidad Provincial de Cajamarca siempre ha estado controlada por la minera, y que por eso nunca le ha interesado demostrar que su población está siendo afectada. “Si dices algo, la prensa de Cajamarca sale a decir que quieres malograr la industria”, añade. Igual sorprende que ninguna organización ambientalista cajamarquina haya tomado la iniciativa en este terreno.
Nilton Deza, director de la Escuela de Post Grado de la Universidad Nacional de Cajamarca, sostiene que la leche de la que se abastecen Nestlé y Gloria se acopia en todo el departamento, e incluso llega desde Leymebamba, Chachapoyas. “También compran leche de las zonas cercanas a las minas, pero yo no me aventuraría a decir que toda la leche de Cajamarca esté contaminada. Obviamente debe haber lugares donde los pastos se están regando con aguas de la actividad minera”, puntualiza. Sobre los rumores de metales pesados en los quesos, precisa que en el primer estudio de impacto ambiental que presentó Yanacocha, se especificó que había 16 veces más arsénico que mercurio en la roca de la que extraerían el oro. El arsénico en forma natural es cuatro veces más tóxico. Habría que analizar qué aguas tienen arsénico, qué pastos se riegan con esas aguas, qué leche se produce con esos pastos.
Estudio de la Universidad de Barcelona
Un reciente estudio de la Universidad de Barcelona – en colaboración con la Universidad de Cajamarca –, halló niveles elevados de metales pesados en la dieta de los pobladores rurales que viven cerca de la polémica Yanacocha. (Además de los residentes de la ciudad de Cajamarca, participaron en el estudio los pobladores de Quilshuar Corral, Quilish, Cisne Las Vizcachas, La Apalina, Tual, Hualipampa Baja, La Ramada, Manzana Altos, Porcón Bajo, Huambo Cancha y Combayo La Florida.)
Según el equipo de investigación, los pobladores de las once comunidades cajamarquinas en estudio, cuya dieta es rica en granos y tubérculos, ingiere diariamente niveles de arsénico, cadmio y plomo que exceden los límites establecidos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). La principal fuente de arsénico proviene del agua y del arroz; la principal exposición de cadmio proviene de las papas y el arroz; mientras que la de plomo proviene del agua. La ingesta de arsénico y plomo resulta ser mucho más alta en las poblaciones más cercanas a la mina.
En cuanto al acumulado de arsénico en las muestras de agua y productos alimenticios analizados, se observó mayor incidencia de contaminación en La Pajuela, el lugar donde murieron repentinamente las 18 ovejas. Cabe mencionar que este es el primer estudio que se enfoca en la dieta y riesgo de acumulación de metales pesados en los productos alimenticios de la zona. Antes nadie se había preocupado en evaluar ese riesgo.
Nilton Deza es uno de los autores de este informe. “Ha sido un trabajo metódico. Primero vimos cuáles eran los ítems de alimentación. Cuánto come una persona de arroz, de fideos, de zanahoria, agua. Se recogieron los alimentos que consume esa población rural y los llevamos a Barcelona. Se ha analizado con espectrofotometría de emisión atómica especial para el análisis de metales pesados. El área investigada comprende las comunidades cercanas a Yanacocha”, relata.
Anteriormente, este profesor había realizado un estudio sobre la presencia de arsénico en las uñas y cabellos de pobladores de tres comunidades cercanas a la zona de explotación minera Yanacocha: la ciudad de Cajamarca, La Ramada y Tual. El estudio en sí reveló bajos niveles de arsénico, aunque estos resultaron ser mayores en los pobladores de la ciudad de Cajamarca, lo cual posiblemente se deba al consumo de agua proveniente de la planta El Milagro, y de productos alimenticios provenientes de la agricultura y la ganadería.
Deza vive en Santa Apolonia, en la parte alta de la ciudad. Se mudó para no tomar el agua que llega de la Planta El Milagro, directamente de la mina, y que abastece a toda la parte baja de Cajamarca. “No tomo los desagües de Yanacocha. Acá arriba tenemos una planta que trata el agua que viene de una cuenca muy pequeña. Solo el 25% de la población toma esta agua”, concluye.
Hace poco entró a la zona de Chonta con un equipo de la Universidad de Lovaina, Bélgica, pero la población no quiere que se realicen estudios porque dicen que los han engañado de manera reiterada. El río de la zona es el Azufre, que Yanacocha se encarga de bombear desde 500 metros de profundidad. El agua llega contaminada y la usan solo para regar los pastos, pero no las papas. Las niñas pastoras se quejan porque sus ovejas toman agua, les da diarrea, se deshidratan y mueren. “Las aguas que salen de la mina contaminan las corrientes de agua superficial y, si son profundas, contaminan los acuíferos. Los peces y los sapos en ese río han desaparecido”, añade Deza.
Hay que tener en cuenta que Yanacocha construyó dos diques de control de sedimentos de relaves en el Río Grande y en el Río Rejo. Hoy esos diques sirven como reservorios de agua en época de sequedad, y sus aguas se usan para regar los campos de cultivo. Asimismo, se han reportado niveles elevados de cadmio, arsénico y plomo en los ríos que se encuentran en las inmediaciones de la mina y que desembocan en otros ríos, como el Jequetepeque.
Pobre San José
Después de veinte años, la mina le ha dicho adiós. Finalizó el proyecto de Yanacocha en San José. ¿Y qué les dejó? Un botadero recubierto por un maquillaje superficial de tierra y plantas. Aguas cobrizas, verdes, rojas; espumas putrefactas; animales muertos. Los campesinos de San José compran el agua en Quinua Mayo.
Este lugar está ubicado en la cuenca del río Chonta, dentro del área de operación minera, al costado de una laguna y un río, cuyas aguas ya eran de dudosa calidad desde que la filtración de ácido comenzó a drenar del botadero. (Estamos hablando del año 2003.) Ya entonces, la minera le echaba cal a la laguna para subir el pH del agua recogida de la filtración. Según un informe de STRATUS, realizado a fines de ese año, “todo indica que pueden haber vías de agua subterráneas de filtración ácida que nunca se recogieron”. A lo largo de estos años, alarman los reportes de animales muertos a los que se les ha encontrado cal en la panza.
Allí ha ocurrido lo previsible: La lluvia se ha filtrado a través de los geotextiles. La calidad del agua que sale de ese botadero es de última y degrada el agua de la laguna y la subterránea. Hay filtraciones ácidas con drenaje que contienen metales pesados tóxicos. (Malhaya la suerte del caserío al que le tocó la desgracia de estar debajo de este basurero donde enterraban las medicinas sobrantes, botas, agujas del tópico, comida, aceites, grasas y petróleo.)
Según Nilton Deza, ese es el problema de la minería con cianuro: Dejan todo bien tapado, pero la procesión va por dentro. Estados Unidos y la Comunidad Europea han vetado en muchos de sus territorios la minería con cianuro. “Cuando son botaderos se genera acidez y drenajes con metales pesados tóxicos. Si es un PAD de cianuración que fue cubierto con plásticos, tierrita y plantas encima, el efecto del cianuro en la oscuridad continúa durante años, y sigue liberando metales pesados, tal como lo hacía cuando sacaban el oro”, sostiene.
Agua que has de beber…déjala correr
Un contrincante de polendas al que Yanacocha no ha podido doblegar, a pesar de haberlo empapelado con una veintena de procesos legales, es un alemán que ha vivido en una Cajamarca lechera y campesina, de paisaje idílico a fines de los años 70, bastante antes de que llegara la minería. Se llama Reinhard Seifert y acaba de publicar el segundo tomo de Yanacocha ¿el sueño dorado? , que presentó en la ciudad de Celendín. Es un libro que merece una edición masiva y más cuidada por lo valioso de su contenido, que aporta a la discusión sobre la tecnología minera. Minucioso y metódico, este ingeniero, experto en recursos hídricos, ha recopilado y estudiado a lo largo de los años, un cerro de documentos, informes, estudios y comunicados de la minera y de las consultoras que han realizado los estudios de los impactos, y los utiliza para rebatir una serie de argumentos técnicos sostenidos por la empresa. En todos estos años, Yanacocha ha querido aparecer como la abanderada de una minería moderna que produce leves impactos en el medio ambiente, pero que no contamina. “En el trabajo científico que presento yo digo que hay contaminación por encima de los niveles máximos permisibles, y destrucción de las fuentes de agua. Han desaparecido manantiales y lagunas. Busco probar que este método de tajo abierto, que usa el cianuro para atrapar el oro, contamina el agua y destruye la mismas fuentes”, afirma Seifert. Además, sostiene que la empresa ha vendido el concepto de “tecnología limpia” a sus accionistas en Estados Unidos, a los que trata de convencer de que la presunta responsabilidad social de Newmont (accionista mayoritaria de Yanacocha) ha traído el desarrollo a Cajamarca.
Tal es el nivel de desarrollo que la Universidad de Cajamarca no tiene un laboratorio. Es lo que manifiesta Manuel Roncal, profesor del Programa de Ingeniería Ambiental. Él conoce el trabajo de Yanacocha porque hizo su tesis en el área de revegetación de minas. Estuvo un par de años trabajando para la empresa.
El ingeniero sostiene: “Hay monitoreos que arrojan como resultado la presencia de sólidos suspendidos en el agua en la ciudad de Cajamarca, aguas contaminadas y evacuación de sedimentos a las pozas donde criaban truchas en las partes altas de Cajamarca”. Sostiene que están investigando la relación entre la calidad de agua y la presencia de macro invertebrados, anfibios y reptiles, pero que, hasta ahora, la universidad no ha investigado la presencia de metales pesados en las aguas. “Nos faltan muchos equipos. El Estado nos tiene abandonados. No tenemos un laboratorio ambiental, a pesar de que nuestro proyecto está con código hace varios años. Falta apoyo de la comunidad científica, por eso no se le puede enfrentar a la empresa”, añade.
El laboratorio NKAP, que funciona en Cajamarca, monitorea la calidad de agua. “No es imparcial. Tiene conexiones con la empresa”, afirma Roncal.
Para demostrar que las aguas que distribuye SEDACAJ tienen metales pesados es indispensable analizarlas. Según Seifert, una muestra de agua es como una fotografía que se toma en un día y en una hora determinada. La presencia de contaminantes sube y baja, no se mantiene constante. “Acá en Cajamarca, los estudios que hizo el MINSA de las aguas del río Grande y Porcón – que son los principales abastecedores de la planta El Milagro – antes de que llegara la mina, indicaban que no había metales pesados. A partir del 93, la calidad del agua cambia sustancialmente. Ahora nace de cuatro tubos”. El especialista sostiene que la mina usa el agua para su proceso de lixivización con cianuro. Después la recicla, la saca por tuberías que descargan en la cuenca del río Grande, llega a la planta El Milagro y termina en los caños de la ciudad. “Aunque hiervas esa agua los metales pesados permanecen”, afirma con seguridad.
Durante varios años las aguas recicladas de la mina no fueron tratadas, hasta que se registraron las denuncias sobre presencia de mercurio en el agua potable que consumía la población de la ciudad, en el año 2003. Según Nilton Deza, SEDACAJ debe poner un exceso de químicos en el agua para mejorar su calidad y para ello incrementa sus tarifas. “Yanacocha implementó un laboratorio por la presión que hubo. Nunca sabemos qué analizan, ni cuáles son los resultados”. El biólogo manifiesta que la mina se vio obligada a hacer ciertas mejoras: construyó reservorios para detener los sedimentos y una planta de ósmosis reversa para mejorar la calidad del agua. Manifiesta: “Pero es una planta muy limitada para la cantidad de aguas que ellos manejan. Yanacocha tiene tres veces el área de la ciudad de Cajamarca. Solamente les dan tratamiento a los canales y las lagunas cuyas aguas salen al río, pero el resto es inmanejable. Por ejemplo, no pueden con el agua de la lluvia”.
La ley establece un límite a la contaminación, en un momento en el que los excesos han llevado el problema al campo médico. Se habla de un aumento alarmante de cáncer de estómago en Cajamarca. ¿Por qué no interviene el Ministerio de Salud? Los responsables del control y monitoreo de las fuentes de agua son, además de dicho ministerio, el de Agricultura y Energía y Minas. Hay una Ley General de Aguas que parece estar pintada sobre la campiña cajamarquina.
Conga
Con una inversión inicial de 4.800 millones de dólares, Minas Conga es la mayor inversión minera en la historia del Perú. Se estima que el proyecto minero producirá 680.000 onzas de oro y 235.000 libras de cobre durante un periodo de 19 años.
Pero los daños que el proyecto causará al ecosistema de la región de Cajamarca exceden cualquier beneficio económico. Según el estudio de impacto ambiental de la propia empresa, al igual que el de varios estudios independientes, el proyecto minero Conga destruirá cuatro lagunas. Dos de ellas serán vaciadas para explotar oro, mientras que las otras dos se convertirían en botaderos. Además, Conga afectara negativamente a más de 680 manantiales.
Una vez desaguadas las lagunas, se excavarán las cimas de las montañas y del paisaje de los alrededores. Durante esta fase, se removerán millones de toneladas de roca, dejando al descubierto una enorme cantidad de minerales tóxicos, incluyendo arsénico, cadmio, cromo, plomo, manganeso, mercurio, níquel, selenio, talio, vanadio, aparte de elementos radioactivos como el uranio, torio y potasio-40.
Luego, para extraer las diminutas partículas de oro, se vertirá una solución de cianuro sobre la roca triturada para separar el metal precioso del mineral. (Según la empresa, se usan 50 gramos de cianuro por cada mil litros de agua. Se tiene que lixiviar 1,8 toneladas de mineral para obtener un gramo de oro.) El proceso de lixiviación es el método más barato – por lo tanto más rentable – de extraer el oro. Una mina de oro de grandes dimensiones usa más de 1.900 toneladas de cianuro al año, cantidad más que suficiente para envenenar no solo a toda la población del Perú, sino hasta a la de las Américas, China e India juntas.
Y, ¿qué pasa una vez que se cierra la mina? Según el hidrogeólogo norteamericano Robert Morán, “los depósitos de desechos de la mina, o sea los desmontes y relaves (y los tajos) permanecerán en la zona durante generaciones. Las descargas de los efluentes de los desmontes y relaves de Conga tendrán que ser colectadas y tratadas. Por lo tanto, el área de Conga requerirá un mantenimiento activo de las instalaciones que queden, así como la operación de plantas de tratamiento activas de las aguas y no simplemente por 50 o 100 años después del cierre, sino a perpetuidad.”
¿Asumirá la minera esta responsabilidad? Los cajamarquinos, que solo han visto un incremento del índice de pobreza en el departamento como corolario de los grandes proyectos mineros de las últimas décadas, ya no creen en el cuento chino del desarrollo que supuestamente pretenden aportar estas empresas. Ante el expolio, prefieren ahora concentrarse en buscar medios para preservar aunque sea las pocas fuentes de agua pura que les quedan.
Encabezando el movimiento “Conga no va”se encuentra Máxima Acuña, una figura diminuta con un sombrero de paja que es más grande que ella, a la que llaman la guardiana de las lagunas. A media hora de su casa está la Laguna Azul, que suele estar cubierta por una espesa niebla y a la que ella lleva a pastar a sus ovejas. Esta campesina cuya vida consistía en criar a sus cuatro hijos, vigilar a sus animales y sembrar sus cultivos, prefirió enfrentarse a la minera Yanacocha antes que venderle sus tierras para su nuevo proyecto. Pese a ello, la minera se empecinó en incorporarlas en sus planes, confabulándose para que docenas de DIROES se encargaran de desalojarla. Estos llegaron a su casa, golpearon brutalmente a su familia, pero no pudieron con ella. Qué iban a poder con una mujer que ha parido a sus cuatro hijos sola, y al último lo tuvo una madrugada después de cruzar un río que casi se la lleva si no fuera porque se prendió de una roca. Máxima sigue en su trece sitiada por las fuerzas del orden, y desde allí continúa su defensa del agua y urdiendo humildemente su leyenda.
Pero ella no está sola. El movimiento ambientalista ha crecido y las lagunas tienen cientos de guardianes. Después de 21 años los cajamarquinos no son los mismos. Conocen al monstruo por dentro.