29 de marzo 2012
Carlos A. Quiroga L.
Bolivia pretende ser el primer país latinoamericano que fabrique baterías de ion de litio con tecnología propia, dijo el miércoles el jefe de la oficina gubernamental encargada del proyecto financiado inicialmente sólo con fondos estatales.
Esas baterías, no contaminantes y de alto rendimiento, son consideradas clave para la producción masiva de vehículos eléctricos o híbridos con que la industria automotriz mundial enfrentaría al creciente costo de los altamente contaminantes combustibles derivados del petróleo.
El gerente de Recursos Evaporíticos de la estatal minera Comibol, Luis Alberto Echazú, dijo en una entrevista con Reuters que el litio boliviano, que constituye al menos la mitad de las reservas mundiales conocidas de ese mineral ultraliviano, ingresará al mercado sólo después del 2015.
El Gobierno de Evo Morales, que nacionalizó en el último quinquenio los hidrocarburos y parte de la minería, impulsa con este propósito un proyecto estatal de producción de carbonato de litio y otro paralelo de industrialización para el cual se ha asociado inicialmente con firmas de Corea del Sur.
«Bolivia no quiere repetir con el litio la historia pasada de la minería de la plata y el estaño, que extrajo y exportó materias primas sin valor agregado y dejó muy pocos beneficios para los bolivianos», afirmó Echazú.
«La estrategia que ejecutamos por mandato del presidente Morales es lograr el mayor grado de industrialización en un proyecto controlado por el Estado. No queremos ser un país maquilador, sino industrializador del litio», aseguró.
Según el funcionario, quien fue ministro de Minería durante el primer mandato del izquierdista Morales, para el país sudamericano, uno de los menos industrializados del continente, «el problema no es la cantidad, sino la calidad y el precio de su oferta de productos de litio, en procura del máximo beneficio para el país».
La cantidad estaría asegurada por los al menos 100 millones de toneladas de litio que se calcula están depositados en los salares del altiplano boliviano, particularmente el de Uyuni, que suman una superficie de 17.000 kilómetros cuadrados.
La apuesta por la calidad y el precio se centra en el desarrollo de una tecnología propia, según Echazú ya probada con éxito, para la producción de carbonato de litio, y alianzas con socios como el consorcio surcoreano Kores-POSCO para producir cátodos de ion litio utilizando el carbonato como insumo fundamental, y posteriormente baterías.
¿ATRASO?
Echazú consideró infundadas las críticas de analistas y opositores políticos, que advirtieron sobre un supuesto grave atraso del ingreso de Bolivia al mercado internacional del litio, en el que destacan actualmente vecinos como Chile, Argentina, que también tienen salares.
«Nuestros vecinos llegan hasta la producción de carbonato de litio, nosotros apuntamos a las baterías, con el mayor contenido de producto nacional que sea posible», señaló.
Explicó que para ello el plan boliviano arrancó con la investigación de la tecnología de explotación de litio en el salar de Uyuni y la producción de carbonato de litio en un proyecto piloto que concluirá en 2015 ó 2016, cuando se espera que esté en pleno montaje una planta industrial.
Para entonces se prevé también que esté en operación una fábrica de cátodos de ion litio desarrollada en sociedad con el consorcio surcoreano que esta misma semana se comprometió a perfeccionar en el mismo salar la tecnología requerida.
«Creemos que se dan las condiciones para que Bolivia tenga lista su oferta de productos de litio en el momento más adecuado de desarrollo de este nuevo mercado, con componentes de baterías e incluso baterías de ion litio terminadas a precios y calidad competitivos», afirmó Echazú.
Señaló que, a diferencia del carbonato de litio que constituye menos del cinco por ciento del costo total de fabricación de una batería de ion litio, los cátodos de ion litio representan el 40 por ciento.
«Creemos que en el proceso final de fabricación de baterías podemos llegar a incorporar al menos un 60 por ciento de insumos locales, y será tecnología bajo nuestro dominio», dijo Echazú.
«No estamos atrasados, incluso tenemos temor de llegar antes de tiempo, de demorar con nuestra oferta de carbonato, cátodos y hasta baterías un previsible ‘boom’ del litio y presionar a la baja el precio del mineral», advirtió.
PERSPECTIVAS DE MERCADO
La demanda mundial de carbonato de litio es de hasta 150.000 toneladas anuales -no hay estadísticas precisas, admitió- aparentemente estancada porque la industria automotriz no termina de desarrollar tecnología para la producción masiva de automóviles eléctricos o híbridos con baterías de ion litio.
Bolivia prevé entrar al mercado en el 2016 con una oferta inicial de 5.000 toneladas anuales de carbonato de litio y similar cantidad de cátodos de ion litio.
Hacia fines de esta década, la producción de carbonato de litio sólo en el salar de Uyuni llegaría a 30.000 toneladas, de las cuales una parte se utilizaría localmente en la fabricación de cátodos y baterías.
A precios actuales, la exportación de esas 30.000 toneladas de carbonato de litio reportaría al Estado boliviano unos 140 millones de dólares, «pero si se exporta cátodos, que valen el triple, o mejor baterías, los ingresos se multiplicarían», dijo.
Para la producción a escala industrial de carbonato de litio y un proyecto paralelo de cloruro de potasio el Gobierno ha previsto una inversión de 485 millones de dólares, ya financiados por el Banco Central de Bolivia.
No está determinado por ahora cómo se financiarán los proyectos de cátodos y de baterías, que según cálculos oficiales previos requerirían otros 500 millones de dólares.
Echazú añadió que la reciente alianza con el consorcio surcoreano no bloqueará eventuales proyectos paralelos con empresas japonesas interesadas también en el litio, o chinas, que han puesto sus ojos en el potasio de los salares para producir fertilizantes.
(Reporte de Carlos A. Quiroga; Editado por Ricardo Figueroa)