Bolivia completó el jueves la reversión a control estatal de la única fundición de plomo y plata del país, Karachipampa, que nunca entró en funcionamiento y estuvo en el último quinquenio en manos de la firma canadiense Atlas Precious Metals.
La disolución de un contrato de riesgo compartido entre Atlas y la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol), que había sido anunciada en enero, quedó consolidada con la firma de un acuerdo final y el pago de una compensación de 750.000 dólares a la socia extranjera, dijo el Gobierno.
«Hoy día, evidentemente, ya con la firma se consolida definitivamente que Karachipampa quede 100 por ciento en manos de Comibol», dijo a reporteros el director de Desarrollo Productivo del Ministerio de Minería, Freddy Beltrán.
La recuperación de Karachipampa había sido prometida por el presidente Evo Morales dentro de un progresivo fortalecimiento de la presencia estatal en las industrias básicas, que se inició en el 2006 con una nacionalización de hidrocarburos.
La política estatista tocó también a la minería a principios del 2007, con la recuperación de la fundición de estaño de Vinto, que controlaba el grupo suizo Glencore tras una privatización de la década pasada, y alcanzó luego a empresas de telecomunicaciones y electricidad.
No hubo declaraciones inmediatas de representantes de Atlas que firmaron el documento de disolución de la fallida sociedad con Comibol que debía poner en funcionamiento la planta metalúrgica construida por el Estado hace tres décadas en las afueras de la ciudad altiplánica sureña de Potosí.
Beltrán ratificó que la Comibol pretende que Karachipampa entre en producción a fin de año, procesando parte de la creciente producción local de concentrados de plomo y plata liderada por la mina San Cristóbal, del grupo japonés Sumitomo.
Atlas quiso poner en funcionamiento Karachipampa en virtud de un acuerdo de riesgo compartido suscrito con la Comibol en el 2005, meses antes de que Morales llegara al poder.
La firma canadiense debió lograr su objetivo en un plazo de dos años y cuatro meses con una inversión de 118,5 millones de dólares, pero al cabo de un quinquenio invirtió sólo el 2,14 por ciento de lo comprometido, por lo que el Gobierno determinó la anulación del acuerdo, según un informe oficial.
El fallido proyecto de Atlas pretendía una producción anual de 30.000 toneladas de plomo y 10 millones de onzas de plata, a lo que se sumarían 70.000 toneladas de zinc, en una proyectada refinería anexa.
El proyecto de la firma canadiense se completaba con sistemas de recuperación de oro, cadmio, bismuto, cobre, estaño y otros metales, además de producir anualmente 140.000 toneladas de ácido sulfúrico.