Eduardo González Viaña
Tenía yo cinco o seis años cuando me enteré la ubicación exacta del paraíso. Además me encantó saber que el mismo estaba en mi tierra. Foto: gsagua.com
Estaba en lo cierto. El río Jequetepeque, que baña el valle en que nací, carece de agua. Sólo la tiene en el verano cuando el calor deshiela los glaciares andinos. Y sin embargo, el valle ha sido tradicionalmente el primer productor de arroz del Perú.Y eso, a pesar de que el arroz es una planta acuática que nace y crece sumergido en las lagunas artificiales que mi gente diseña cada verano. Ello, por cierto, evidencia que mi gente sabe vivir en el paraíso. o completar la obra de Dios.
En la bahía de Pacasmayo, mi vida se hizo una sola con la arena, los vientos, las gaviotas, las algas, los cangrejos, los ancocos, las olas prodigiosas, la voz secreta y el canto sublevante del mar. Año tras año, he regresado a mi tierra, y siempre he comprobado que es el mismo paraíso que forjó mi infancia.
De un momento a otro, sin embargo, todo eso va a ser destruido, envenenado, contaminado y maldito. BEFESA , una transnacional ligada al consorcio español ABENGOA, está construyendo, de manera casi clandestina, una gigantesca planta de residuos tóxicos de alta peligrosidad cuyo funcionamiento puede ocasionar daños graves consecuencias para la vida, la salud, la naturaleza y el medio ambiente en nuestras poblaciones.
El Cerro Chilco es una colina que veneraron nuestros antepasados. Está situado en el extremo norte del valle y muy cerca del mar. Ahora va a ser la cloaca del norte. Allí, BEFESA excava «vasos» donde se acumularán los tóxicos llevados desde las explotaciones mineras de Cajamarca, La Libertad y Ancash. Si se produce una filtración, aquélla alcanzará la playa que se encuentra a sólo dos kilómetros de distancia.
La liberación de los gases venenosos produciría una nube letal y una lluvia ácida que cubrirían una extensa región de la costa peruana. En los peces, aquello significaría tumores cancerígenos y enfermedades transmisibles al ser humano. Los males más conocidos son el cáncer cerebral, la supresión del sistema inmunitario, el daño irreversible del corazón, del sistema nervioso y del sistema respiratorio BEFESA y ABENGOA tienen mala fama en el mundo.
En la propia España, han ocasionado más de una decena de accidentees. Por su parte, los pobladores cercanos y los activistas del Greenpeace están intentando el cierre definitivo del vertedero de Nerva, en Andalucía. En México, el gobierno clausuró la planta de Zimapán, y las trasnacionales aún en ese caso pretenden ganar dinero. Han entablado un juicio multimillonario contra el estado.
En este momento, la Municipalidad Provincial de Pacasmayo ha dejado sin efecto las autorizaciones utilizadas por esa empresa por ser todas ilegales y obtenidas de manera sospechosa. Entidades estudiantiles, gremiales y religiosas se han plegado a la protesta. Mientras escribo, miles de integrantes de la Marcha del Agua deben estar pasando por la provincia. Ellos exigen un verdadero estudio ambiental -no pagado por la parte interesada- antes de ejecutar el proyecto minero Conga. Si la administración peruana reitera que aquél va a realizarse «sí o sí», eso significa que no se piensa respetar estudio alguno.
En el supuesto de que Conga se ejecute y contamine las aguas, las del río Jequetepeque con sus inmensos sembríos serán las primeras en llevar a la costa la maldición y la muerte. »Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.»-canta Francisco de Asís en el Salmo de las criaturas. No creo que ni él ni la gente que lucha por la conservación del ambiente sean «polpotianos», ni merezcan como ha sugerido la doctora Hildebrandt, un baño de sangre. El paraíso tiene que seguir viviendo en nuestra tierra.