José De Echave 04/10/2022
Imagen: El Peruano
Hace unos días, en una entrevista[1], el ex viceministro de Economía, Enzo Defilippi[2], señaló que al inicio de este gobierno el exministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, “amenazaba por cuestiones absolutamente ideológicas subir los impuestos”.
De esta manera se refería a la propuesta de reforma tributaria que el entonces ministro Francke presentó al país, solicitando delegación de facultades al Congreso de la República. ¿Se puede sostener seriamente un argumento de este tipo, sobre todo en un país como el Perú, que presenta desde hace tiempo serios problemas en materia de recaudación y es uno de los pocos países de la región que no ha implementado una reforma tributaria de carácter estructural? Intentaremos responder a esta interrogante, al mismo tiempo que nos referiremos a los anuncios que se han hecho recientemente en materia de política tributaria.
La trayectoria preocupante de la recaudación
La evolución de la presión tributaria de nuestro país, comparada con los otros países de la región, ya estaba por lo menos desde hace 20 años por debajo del promedio, y lo más grave es que en la última década y media la diferencia se ha acrecentado como consecuencia de pésimas decisiones que se tomaron en materia tributaria. Por ejemplo, a finales del gobierno de Humala –precisamente cuando el señor Defilippi era viceministro de Economía– y a inicios del gobierno de Kuczynski.
Si en el 2000 nuestra presión tributaria estaba tres puntos por debajo del promedio latinoamericano, hoy estamos a siete puntos. Por lo tanto, mejorar la recaudación debería ser un acuerdo básico de todos los estamentos de la sociedad peruana, al margen de cualquier posición ideológica: un país con una presión tributaria por debajo del 17% o 16% del PBI tiene un Estado colapsado, y esa es nuestra realidad.
Pero además, el Perú no puede darle la espalda a las tendencias globales en materia de fiscalidad. Organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial y la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han señalado en los últimos años con insistencia que los países deben aplicar impuestos más altos para los grupos de mayores ingresos y las empresas más rentables. Las páginas de economía de diferentes medios, en el país y en el extranjero, dan cuenta de ello y cómo diferentes países implementan medidas que confirman esta tendencia.
Es importante precisar que la reforma tributaria propuesta por el exministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, no planteaba solamente la subida de algunos impuestos; en realidad se plantearon tres ejes de acción: avanzar en la formalización, luchar contra el incumplimiento tributario, aumentar la progresividad y disminuir inequidades.
Es cierto que un componente clave de la reforma tributaria se centraba en el sector minero. Cabe recordar que para ello se pidió asesoría al Departamento de Finanzas Públicas (FAD, por sus siglas en inglés) del FMI. La misión del FMI planteó elementos de diagnóstico sobre el régimen tributario vinculado a la minería, haciendo un análisis comparado con un grupo de países en los que esta actividad ocupa un rol central en sus matrices productivas.
Lo interesante es que el FMI señaló que existía espacio para aumentar la presión fiscal del sector minero sin que el país pierda competitividad internacional –lo que fue una pregunta expresa del MEF– y recomendó que solo se considere cambiar las tasas de los impuestos, de manera moderada, cuya base es la utilidad operativa (regalía e impuesto especial a la minería). También señalaron que existía espacio para un aumento del piso de la regalía hasta en un punto porcentual sin afectar mayormente la estructura progresiva del régimen actual, lo mismo que las tasas marginales del impuesto especial a la minería, incrementando así la progresividad del sistema.
Como se recordará, la propuesta de reforma tributaria enfrentó una feroz y millonaria campaña de parte del sector empresarial, en especial de las empresas mineras, a través de los principales medios de comunicación del país. Se dijo que la reforma buscaba “subir agresivamente los impuestos a la minería” y se anunciaba que “las inversiones se irían del país y se iban a perder 2 millones y medio de puestos de trabajo”.
Finalmente, el pedido de delegación de facultades fue denegado en lo sustantivo por el Congreso de la República. Lo cierto es que pese a que varios países siguen impulsando en la actualidad reformas tributarias que apuntan a aumentar los niveles de recaudación, en el Perú esta posibilidad ha sido dejada de lado.
¿Se ha enterrado cualquier posibilidad de reforma tributaria?
La semana pasada, en plena Convención Minera (Perumin) en la ciudad de Arequipa, el ministro de Economía y Finanzas, Kurt Burneo, le ha dado un mensaje claro al empresariado minero: “la normatividad tributaria se va a mantener tal cual”. No es la primera vez que lo dice. A inicios de septiembre ya lo había afirmado: “De ninguna manera [van a subir los impuestos]. No tiene sentido incrementar tasas impositivas si quiero que haya mayor actividad económica” (en El Comercio del 08/09/2022). También dijo que “Subir las tasas impositivas, eso sería dispararse al pie” (en Rumbo Minero, 25/08/2022).
Además, ha señalado cómo será el manejo del tema tributario durante su gestión: “la lógica es que se va a crecer y la recaudación tributaria se va a incrementar, [pero] no porque voy a mover las tasas, sino porque estamos hablando de más actividad económica y la tasa imponible es más grande” (El Comercio del 08/09/2022).
Pensar que la recaudación solo va a aumentar vía el crecimiento de la economía es lo que nos ha llevado a ser uno de los países con más baja presión tributaria en América Latina. Incluso, en función de la expectativa de reactivar la economía, entre el 2015 y 2016 el exministro Alonso Segura y su viceministro Defilippi bajaron la tasa del impuesto a la renta, con consecuencias desastrosas: la recaudación se cayó y la reactivación esperada nunca llegó.
Lo cierto es que, pese a que varios países siguen impulsando en la actualidad reformas tributarias que apuntan a aumentar los niveles de recaudación, en el Perú esta posibilidad ha sido dejada de lado por el ministro Burneo. Se repite la misma historia de las últimas décadas, lo que significa que el Perú seguirá estando rezagado en materia de presión tributaria en América Latina y sin recursos suficientes para financiar el gasto en materia de salud, educación, presupuesto social, saneamiento básico, entre varias otras variables. Parece que no terminamos de aprender de la realidad y le seguimos dando la espalda a las tendencias globales en materia tributaria.
[1] En RPP, programa “Todo se Sabe”, edición del 30 de septiembre de 2022-
[2] En el período 2015-2016.
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