Durante cuatro años se desoyeron informes que pedían amoldar la central nuclear a las normas “post Chernobyl”. Se inaugura en septiembre pero luego habrá que detenerla por dos años. Un gasto evitable.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) acaba de tomar una decisión que durante más de cuatro años dijo que era innecesaria: aprobó una modificación en el diseño original de la central Atucha II para permitir una parada rápida del reactor en caso de un accidente severo, y adaptarlo de este modo a las normas de seguridad post Chernobyl. Aunque el Gobierno había desestimado las advertencias sobre la necesidad de esta modificación y siempre priorizó la finalización de la obra, el desastre de Fukushima en Japón y las presiones del Organismo Internacional de Energía Atómica en el nuevo escenario mundial parecen haber alterado la noción oficial acerca de la ley de las probabilidades.
La Resolución Nº 169 de la Presidencia de la CNEA, emitida el 1º de junio último, aprobó el desarrollo y fabricación de un “sistema de inyección de boro ante roturas de tipo 2 A”; es decir, un mecanismo de respuesta ante un accidente severo. Con esta modificación, se lograría una detención rápida del núcleo del reactor en caso de ser necesario, aspecto no contemplado en el diseño original que realizó el gigante alemán Siemmens en la década de 1970. Desde el organismo aseguraron, sin embargo, que este cambio no postergará la inauguración de la central, proyectada para septiembre próximo. La presidenta de CNEA, Norma Boero, le aseguró ayer a este diario que los detalles técnicos acerca del funcionamiento de Atucha II “tienen que ser consultados con José Luis Antúnez”. Antúnez es el hombre fuerte de Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA), la empresa estatal encargada de la construcción y puesta en funcionamiento de la central. “Nosotros sólo damos apoyo técnico en cuestiones puntuales”, agregó Boero, la máxima autoridad nuclear del país. Según señalaron técnicos del ámbito atómico nacional a PERFIL, un rediseño de este tipo implicaría una costosa parada de al menos dos años. “Creo que Atucha II se va a inaugurar de todos modos en septiembre y después se harán las reparaciones necesarias; cuánto tiempo demorará el reacondicionamiento es algo que no puedo decir porque no lo sé”, dijo la titular de la CNEA, quien insistió que quien debería tener esa información es Antúnez. Este diario intentó comunicarse con él, pero no respondió los llamados.
Bautismo. Si se inaugurara tal como está, Atucha II comenzaría a operar sin ajustarse a la normativa internacional, y saldría de servicio una vez que se hubiera diseñado el sistema de inyección de boro que luego sería incorporado a la central (ver gráfico), en una obra que podría tomar dos años, según fuentes del área. Esto implicaría un costo operativo y económico que podría haberse evitado.
La necesidad de estos cambios en la base de diseño había sido advertida en 2007 por informes técnicos encargados por la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y la propia CNEA, y publicados entonces por PERFIL en sucesivas ediciones. “Es sumamente importante, si se quiere disminuir el impacto del cambio de la Base de Diseño, realizarlo lo antes posible, de forma de minimizar los efectos negativos del proyecto. Cuanto más se retrase el cambio de la base de diseño, y el estudio de alternativas, mayores serán las consecuencias sobre costos y retrasos posteriores en el proyecto”, señalaban esos documentos confidenciales.
Pero la decisión del Gobierno ante esos informes fue seguir adelante con la construcción de lo que, estimaron, sería su obra estrella: nada debía alterar los plazos de finalización de la tercera central atómica argentina, y la idea del ministro de Planificación, Julio De Vido, es que Cristina Kirchner pueda inaugurarla en el tramo final de su campaña por la reelección. Sin embargo, el desastre nuclear generado por el tsunami en Fukushima cambió el panorama mundial (ver recuadro), dejó en claro que ninguna posibilidad de accidente debe ser desestimada y obligó a la CNEA y a NA-SA a pensar seriamente en la necesidad de los cambios.
Ecos de Fukushima Luego del terremoto-tsunami que derritió el núcleo de tres reactores de la central atómica japonesa de Fukushima, el movimiento llegó a Europa. La canciller de Alemania, Angela Merkel, decidió la desconexión para 2022 de todas las centrales nucleares teutonas. Ocho meses antes, había ampliado la vida útil de muchas de ellas. Y siete de las centrales más antiguas, hoy cerradas para reacondicionamiento, ya no serán abiertas, como la Biblis 2, que es similar en diseño y funcionamiento a Atucha I y II. El eco de esta decisión política también llegó a Italia: Silvio Berlusconi había detenido la construcción de ocho reactores y el fin de semana pasado un referéndum popular sepultó cualquier reactivación nuclear. En Francia, ayer renunció la directora de Areva, multinacional atómica con sede parisina.
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