15 Noviembre 2010 – Fuentes de información oficiales, disponibles en el sitio del Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile – Sernageomin permiten una aproximación a los desafíos que tendrá el gobierno, si realmente pretende acabar con las malas condiciones de trabajo en la minería.
En los informes sobre “accidentabilidad minera” para el período de 1990 a 2005 y para 2010, se observa claramente que el principal tipo de accidente en las minas sigue siendo el “planchón”, semejante al ocurrido con los 33 mineros que, por poco se escaparon del aplastamiento. De la misma manera, cerca de un cuarto de los accidentados siguen siendo los mineros y nos las otras trece categorías de funciones involucradas en las actividades.
Entre las principales causas de muertes en accidentes de trabajo, nuevamente encontramos como principal lo que se denomina “planchón, roca y saca” (32%), número semejante de trabajadores muertos cuando se observa aisladamente apenas las minas subterráneas (33,6%).
En términos geográficos también es posible identificar las regiones más desangradas, como Antofagasta, con 26,8% de los trabajadores muertos entre 1990 y 2005, seguido por Atacama con 22,1%. Esta última, la misma región en que se encuentra la mina San José, de onde salieron los 33 mineros, congrega, en 2010, la escalofriante estadística de región más mortal a los trabajadores de dichos ramos de actividad, con 1 tercio de los muertos en accidentes.
Por fin, desde 2000 las tasas de accidentes y muertos en las actividades de minería no ha retrocedido, manteniéndose oscilante entre 34 trabajadores muertos por año. Las tasas de accidentes incapacitantes siguen tendencia parecida, oscilando en la década de 2000 a un promedio de 7,2 casos.
Los instrumentos de registro utilizados por Sernageomin no permiten profundizar las causas de los accidentes, dando margen a la comprensión que estos serian responsabilidad de los propios trabajadores al enfocar causas “personales”. Así, los relatos de los trabajadores se tornan fuentes especialmente importantes para comprender las razones de esta situación.
El 14 de septiembre de 2010, los representantes de los sindicatos de la minería San Esteban, que corresponde a los trabajadores de la mina San José fueron llamados a la cámara de diputados y confirmaran que, desde 2002 pedían providencias de seguridad en la mina. Evelyn Olmos, Presidenta del Sindicato 2 de la Compañía Minera San Esteban así declaró: “Teníamos problemas con la ventilación, las cajas eléctricas estaban mal instaladas, el refugio no estaba debidamente instalado tampoco, teníamos problemas con el agua potable, se estaba restringiendo la entrega de implementos de seguridad, nos habían cerrado el casino, por lo que teníamos problemas con las colaciones, etc.”
A estos problemas detectados, se juntan criticas a los servicios que deberían garantizar la seguridad de los trabajadores, como el propio Sernageomin, como insistió la sindicalista. Para ella, accidentes como este en la mina San José, solo ocurrieron porque este órgano “teniendo el poder en sus manos de cerrar la mina por el sólo hecho de no contar con una salida de emergencia, no lo hizo; la Inspección del Trabajo sólo logró cerrarla por dos meses y el Ministerio de Salud, pese a que nuestro compañero Gino Cortés perdió una pierna tampoco hizo nada”
No serán pocos los desafíos de Piñera para sacar las letras del diario y hacer cumplir los derechos humanos laborales más básicos en el caso de los mineros. De inicio hay que exigir que los mandatarios lean la propia información que producen, además de demandar el cumplimiento de las funciones de fiscalización que se proponen hacer. Que el gran hecho de la minería chilena en el rescate de los 33 mineros pueda ser efectivo para la prevención de accidentes.
Los trabajadores chilenos de la minería fueron los primeros a organizarse y a crear sindicatos para luchar por mejores condiciones de vida, llevando a efectivo la promesa se mejores condiciones de trabajo, anunciadas dramáticamente al mundo desde la canta de Santa María de Iquique. Que suban los mineros, pero siempre a nacer