Ulises tiene 14 años, los mismos que tenía su hermano Josué el año pasado cuando le dispararon en la pierna “los malos”. Su madre, Eulalia asegura a Revolución TRESPUNTOCERO que el trabajo en las mineras es un mal necesario, ahí no solamente laboran adultos, también lo hace los menores.
“Aquí en Simojovel, Chiapas, abundaba, ya casi no por la demanda, el ámbar de buena calidad que se vende caro, porque es una piedra preciosa. Hace unos años llegaron los chinos y como nadie antes había estado tan interesado, poco se habían explotado las minas, tenían mucho dinero y buscaban las piezas de color rojo y amarillo, el de mayor calidad y belleza.
En nuestra comunidad La Pimienta llegaron como jefes e impusieron su precio, otros lograron apropiarse de ciertas minas y contrataron a todos los que quisieran extraer la piedra. Hombres, pero sobre todo niños trabajan, desde las cinco de la mañana ya están formados para entrar, salen a las cuatro o cinco de la tarde, todo el día extrayendo la resina”, comenta Eulalia.
Josué explica que en el país, el ámbar auténtico se encuentra en aquella región chiapaneca, lo cual se puede constatar por su resistencia al fuego, tan sólo una pieza de aproximadamente dos gramos puede llegar a costar hasta mil 300 pesos, según su pureza. El hermano del menor intentó engañar a uno de los compradores, “como nunca pasaban el ámbar por el encendedor se le hizo fácil, pero el día que se arriesgo a llevar material chafa, ese día lo pusieron en el fuego y se manchó, así fue como terminó con un disparo en el pie.
Pero nada podíamos hacer, al contrario, dar gracias que no lo mataron ahí, ahora soy yo quien va a las minas. Es peligroso porque me puedo quedar ahí encerrado y morir ahogado o porque también llegan los maleantes que te quitan lo que has conseguido y aunque no te opongas te golpean y hasta te pueden matar, así es la competencia en este pueblo”, comenta el menor.
Eulalia asegura que los chinos se han llevado el mejor ámbar, ahora son pocas las piezas de calidad que se pueden obtener, en Chiapas ha quedado el ‘manchado y opaco’, ella comenta que los extranjeros le han dicho que en los países asiáticos las piezas cuestan lo mismo que el oro de 24 quilates.
La pieza que mejor ha vendido Josué le produjo una ganancia de 7 mil 500 pesos, era de 43 gramos y era amarilla. La resina ha comenzado a escasear y las minas de las que aún se puede obtener calidad, han sido acaparadas por lugareños que trabajan para los asiáticos, quienes han provocado la sobrevaluación del ámbar, el cual pasó de los 8 mil pesos, a 20 mil pesos en el 2013, ahora entre 2014 y 2015 el precio ha llegado hasta los 300 mil pesos.
En aquellas minas trabajan incluso niños de siete años, a quienes les pagan 100 o 150 pesos al día y si consiguen quedarse con alguna pieza de resina que se encuentran en los escombros al final del día, en algunas ocasiones completan los 500 pesos; Josué explica que “somos los más pequeños los que corremos riesgos, como no conocemos bien las minas o nos gana la emoción cuando descubrimos una pieza que podría costar hasta mil pesos, nos arriesgamos, nos metemos en sitios peligrosos y muchos se han muerto así o aplastados por piedras, a ellos los recoge su familia y los entierra”.
El activista y antropólogo social Jeremías Puac asegura que en Simojovel las minas también han sido explotadas por el narcotráfico, siendo los Zetas quienes dominan en su mayoría el negocio, quienes contratan a los pobladores para que se encarguen de rentarlas o explotarlas con altas ganancias para ellos, las que pertenecen a un grupo de comuneros son usadas por niños y adultos por igual, pero los menores son quienes tienen mayor tendencia a cambiar las piezas de mayor costo por drogas.
“Las minas y las plantaciones, principalmente de amapola, porque la marihuana poco a poco han sido desplazada por la primera, son trabajadas por adultos y niños, en muchas ocasiones porque son obligados y amenazados de muerte, en otras porque los 200 pesos que ganan sirven en una población donde la pobreza es inminente y el hambre cotidiano. Simojovel se caracteriza por ser el templo de la prostitución, alcoholismo y drogadicción, pareciera que porque tienen el ámbar de mejor calidad en el mundo también tienen grandes ganancias, pero no es así porque muchas veces venden su producto y trabajo por alcohol. Los niños de siete años ya han incursionado en el alcoholismo y la drogadicción, en muchas ocasiones a cambio del alcohol de más baja calidad trabajan para los delincuentes, quienes los someten a arduas jornadas de trabajo, incluso hasta de 12 horas sin descanso en las minas y 10 en las plantaciones, que permanecen supuestamente escondidas, pero que son identificables para un ejército casualmente ciego, que ni por asomo entra en aquellas tierras”, afirma Puac.
Según el antropólogo centroamericano, las minas que no tienen dueño y de las cuales se ha logrado apropiar la comunidad, cobran una entrada por persona, que varían entre 25 y 30 pesos, la excavación se hace con pico y a mano, lo cual ha dejado a muchos incluso con dedos cercenados derivado de distintos accidentes, los cuales son padecidos por menores principalmente.
Algunas otras minas que han sido expropiadas por grupos delincuenciales, son rentadas por 3 mil o 3 mil 500 mensuales para que un grupo o una persona la usen y todo lo que de ella obtenga sean sus propias ganancias. Aunque ya pocos lo hacen, pues en muchas ocasiones no logran sacar solamente lo invertido, ya que el uso ha sido excesivo. Quienes tienen mayor necesidad de quedarse más tiempo en la mina (más de 10 horas), generalmente consumen drogas, provistas por los encargados de cuidar las minas, pero aún así a veces no se llega a obtener ganancia alguna.
“En las entradas de las minas, no se vende agua, se vende droga disimuladamente pero así es, lamentablemente las drogas que hoy siembran algunos obligados por el narcotráfico, son sus hijos, hermanos, y otros familiares quienes las consumen ‘para aguantar’ y poder obtener al menos 200 pesos. Simojovel es la tierra del olvido, ahí grupos priistas manejan la zona, permiten por medio de sobornos que cualquier explote las tierras y a los habitantes, quienes ante su necesidad acceden a mucho, por pocos pesos. Han habido innumerables denuncias, incluso de manera internacional, pero el gobierno estatal sigue callado, finge que no se entera e incluso, cuando son grupos pertenecientes a uno de los partidos que lo encumbró, quienes han atacado y causado homicidios en aquella región”, puntualiza Puac.
La semana pasada se suscitó uno de los últimos accidentes en las minas de Simojovel; dos jóvenes fallecieron prensados por un alud de piedra y arena, luego de un derrumbe, en ‘Montecristo’, donde se encontraban buscando ámbar. Ellos fueron identificados como Aurelio Hernández Pérez de 29 años de edad y Mario Heredia Gómez, de 32 años.