Hernán Sandoval*
Las últimas semanas se ha señalado que los habitantes de Lampa están consumiendo arsénico a través del agua, en una concentración que supera en un 300 % la norma chilena.
Esto puede ser subsanado en las plantas de agua potable, mediante técnicas que extraen el arsénico y se proporciona agua que respeta la norma, para no producir daño a la salud humana. Es preciso señalar, que los límites aceptables de arsénico en el agua han sido rebajados a través de los últimos 30 años, porque se han demostrado nuevos efectos nocivos para la salud, en el largo plazo, ya que el arsénico se fija en el organismo produciendo variadas enfermedades, incluyendo cánceres de diversa localización. Es importante garantizar agua de calidad en el plazo más breve, pero igualmente importante es preguntarse de qué manera está llegando el arsénico a las fuentes de abastecimiento de agua potable y verificar si nunca antes se había constatado la presencia de arsénico en el agua que abastece a los habitantes de Lampa. Si ello es así ¿de dónde viene el arsénico?
En Lampa, nos encontramos con una situación que se asemeja a las que se han visto en otras partes del mundo. Me refiero particularmente a la Comarca Lagunera en el estado de Coahuila, cercana a la ciudad de Torreón, en México. En esta se constató un incremento constante de la concentración de arsénico en el agua a partir de los años 1940, lo que llevó a qué aumentaran las enfermedades atribuibles a dicho mineral. Largos años de investigación permitieron demostrar que el aumento se había producido por una conjunción de factores, por una parte la existencia de relaves de antiguas minas que contenían arsénico y por otra parte la existencia de una conformación hidrológica y geológica particular, que daba origen a la Comarca Lagunera.
Hay muchas interrogantes que surgen del examen de estos hechos, la primera es local para Lampa, ¿de dónde viene el arsénico?, si no puede evitarse que siga contaminándose el agua, ¿en cuánto tiempo se instalarán las plantas abatidoras de arsénico para garantizar agua saludable? El aumento de costo del agua por la necesidad de tratarla para sacar el arsénico, lo pagarán: ¿los usuarios? ¿las sanitarias? ¿las mineras? ¿el Estado, o sea Moya?.
Lampa, así como la comarca Lagunera —siendo la segunda mucho más extensa—, constituyen cuencas endorreicas, es decir que no tienen vías de evacuación de sus aguas superficiales, que se acumulan formando reservorios que fluyen por infiltración y por evaporación. En ambos casos los extensos humedales que formaban se han reducido en superficie, porque las aguas de los ríos o arroyos que las alimentan han sido captadas y usadas con fines agrícolas u otros. Los humedales ejercen una presión sobre las napas subterráneas, que hace que estas no tiendan a aflorar, sino que al contrario, se produce una circulación que va desde la superficie a las profundidades, alimentando las napas subterráneas y no siendo dependiente de ellas. Con el tiempo, el desarrollo de la agricultura y de la urbanización, fue terminando con los humedales tanto en la Comarca Lagunera mexicana, como en Lampa y ello facilita que empiecen a aflorar las aguas profundas.
En el caso mexicano se demostró que dos circunstancias permitieron la contaminación de las aguas de la región con arsénico; la existencia de antiguos relaves y el afloramiento de las aguas profundas, por la disminución de la presión que ejercían las aguas de las lagunas desecadas. Las aguas profundas se contaminan, ya sea por infiltración de los relaves señalados o por existir naturalmente terrenos con minerales con arsénico, como sucede en otras regiones donde hay fuentes naturales de contaminación de las aguas. En todo caso se trata de una contaminación atribuible totalmente a la acción del hombre, tanto por la desecación de los humedales, como por la existencia de los relaves arsenicados.
En México esta situación condujo a que el agua para el consumo humano, así como para riego y de beber para los animales, se contaminara con dosis crecientes de arsénico. Los animales también presentaban intoxicación crónica que hizo que la carne de vacuno proveniente de la Comarca Lagunera, en la década de los 70 del siglo pasado, no fuera aceptada para importaciones en Estados Unidos, por los altos contenidos de arsénico, generando la necesidad económica de resolver el problema, que no había sido enfrentado mientras sólo se afectaba la salud humana.
Esta situación, es en todo semejante a la que se está produciendo en la Comuna de Lampa. En las proximidades de Lampa tenemos dos grandes depósitos de relaves mineros, el de Disputada de Las Condes (Anglo American) y el de Andina (Codelco), estos relaves contienen concentraciones de arsénico que con el tiempo se pueden ir infiltrando hacia las napas subterráneas, pero además, existen los vertederos de arsénico puro, provenientes de la antiguas faenas de Refimet que extraían el arsénico de concentrados de cobre sucios, antes de enviarlos a la refinería de Ventanas.
Una tormenta perfecta: la minería saca el arsénico que yace por millones de siglos en el fondo de la tierra, lo muele finamente y lo deposita en la superficie de la tierra, donde está la vida en todas sus formas, animal y vegetal y además se sinergiza con la agricultura y la urbanización que deseca los humedales y facilita que las napas subterráneas, contaminadas, emerjan a la superficie y sean usadas por el hombre para beberla y para riego. Es decir no sólo tenemos que vigilar la calidad del agua de bebida sino también que los productos agrícolas y de ganadería no estén contaminados por el arsénico.
Hay muchas interrogantes que surgen del examen de estos hechos, la primera es local para Lampa, ¿de dónde viene el arsénico?, si no puede evitarse que siga contaminándose el agua, ¿en cuánto tiempo se instalarán las plantas abatidoras de arsénico para garantizar agua saludable? El aumento de costo del agua por la necesidad de tratarla para sacar el arsénico, lo pagarán: ¿los usuarios? ¿las sanitarias? ¿las mineras? ¿el Estado, o sea Moya?, ¿se controlará la calidad del agua de riego para prevenir la intoxicación a través del consumo de los vegetales o las carnes contaminadas?
No es una desgraciada coincidencia, es un tema de fondo en un país minero y que seguirá siéndolo, pero donde los efectos de largo plazo de la minería, no se están tomando en cuenta, cuando se estiman los costos y beneficio de cada nueva mina. El caso de Lampa tiene que ser estudiado a fondo, identificar las causas y asignar responsabilidades, porque tendremos muchos Lampas, si no se formula un marco regulatorio estricto que permita evitar situaciones semejantes, que no me cabe duda que ahora ya existen, en numerosas partes del país. La ausencia de un marco regulatorio y la falta de voluntad política para avanzar en hacer realidad la sustentabilidad, obliga una vez más a llamar a la ciudadanía para que se movilice para evitar los males del presente y las amenazas del futuro.
Reiteradamente se nos señala, por parte del Ministro de Minería, que estamos amenazados por 100 mil millones de dólares de inversión minera en la próxima década, grave amenaza si no se toman todas las medidas para evitar que se produzcan situaciones de contaminación, aparte del deterioro ambiental que la minería produce por su voracidad de agua y energía. Los economistas, a partir de Keynes, reiteran que “en el largo plazo, estaremos todos muertos” para desestimarlo en sus consideraciones financieras, pero estarán vivos nuestros nietos y bisnietos, citando a los más cercanos, a quienes debemos procurar dejarles un mundo mejor que el que encontramos.
Minería sustentable requiere de amplia información, participación ciudadana para anticipar los daños posibles, que no son sólo “externalidades negativas”, sino riesgos reales para la salud y bienestar de la población, y una vigilancia permanente de los procesos para evitar su acción nociva, el arsénico liberado al ambiente persiste por siglos y no podemos tolerar que se alteren los ciclos biológicos y los ecosistemas en forma permanente, por la codicia de unos pocos que quieren ganancias inmediatas.
*Presidente de la Corporación CHILE AMBIENTE y miembro del Consejo de Defensa de la Patagonia
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