Es irracional. La conciencia se resiste a tamaña bajeza. Algo en el
fondo del pecho se revuelve y pugna por manifestarse. Mirar los Nevados del
Aconquija, desde la siesta de Andalgalá, y saber que las mineras como AguaRica solo ven en esa belleza y armonía el marco para su saqueo y toma deintereses duele. Duele con un dolor diferente a otros dolores.Duele el compartir la vida planetaria con quienes miran la existencia según las
bolsas de Londres o Nueva York. Duele el dolor de los habitantes de esta región catamarqueña con sus miradas llenas de una mezcla de fatalismo, resignación, desánimo e impotencia. Duelen y estimulan. Sí, estimulan.
Estimulan a quienes no se rinden en una lucha desigual. Allí debajo de un algarrobo. Allí, de cara al Aconquija y a las nacientes. De cara a la ignorancia. De cara a los argumentos y reflexiones prevaricantes de quienes, en simbiosis política-empresarial-periodística, entregan a sus coterráneos
al peor de los exilios: el que se vive cuando somos forzados a alejarnos de aquello que nada ni nadie debería arrebatarnos. Andalgalá ha sido vendida a los capitales mineros. Tenemos los documentos frente a nosotros. Parece una broma pero no los es. La Dirección Provincial de Minería le responde al
Consejo Deliberante que efectivamente han sido autorizados los denuncios mineros que incluyen la extensión completa de Andalgalá y su periferia.
También han dicho que, lamentablemente, el otorgamiento de esos permisos ha sido un error. Eso escribimos, eso leyó. Pero lo que no podemos escribir, ni usted leer, es que ante semejante acción genocida, al menos hasta que estas líneas se tornan información, los responsables del «error» no han trabajado en sentido contrario al mismo. El error se eterniza. Se eterniza como la siesta de Andalgalá. Se eterniza como las nieves del Aconquija. Se eterniza, con la salvedad de que la siesta, como el indomable Aconquija, son entrañables para Andalgalá. Son funcionales y necesarios. El error se llama, entre otros, Pilciao 16. Y forma parte del error que la Dirección Provincial de Minería busque quitar peso agregando que «los superficiarios serán indemnizados para dejar la ciudad donde las minas entrarán en actividad».
Si este error fructificara, la Ciudad de Andalgalá quedaría destruida. Solo habría allí, dentro de unos años, un gran cráter. Del mismo modo, si la Asamblea de Autoconvocados del Algarrobo no estuviera controlando el paso de montaña que conduce a lo que podría llegar a ser Agua Rica, aún sin el «error» de Pilciao 16, Andalgalá quedaría al mediano plazo sacrificada en el altar de la megaminería metalífera. Las nacientes que abastecen de agua a la ciudad y periferias quedarían agotadas y contaminadas.
El ámbito glaciar y periglacial de la cadena del Aconquija recibiría su golpe final y fatal, completándose así la irreversible destrucción del ecosistema desencadenada por Minera La Alumbrera. Mayores volúmenes de lluvia ácida de los que ya padece la región pasarían a determinar el comienzo del fin de la exultante agricultura andalgalence. Las preocupantes cantidades de uraNiO presentes en estos cerros provocarían la peor de las contaminaciones, sin descartar las ya existentes: la contaminación radiactiva. Existen datos de fácil comprobación que permiten, a la luz del sentido común, observar en perspectiva el impacto terrible de la megaminería en la sociedad y el medio ambiente. Aquí mismo, en Andalgalá, varias personas nos confirmaban el desmesurado crecimiento de clínicas y farmacias, y todo aquél rubro relacionado al deterioro de la salud de los pobladores. Según las estimaciones, la concomitancia es perfecta entre la explotación de Bajo La Alumbrera y la multiplicación de las actividades comerciales de referencia.
Existe ya un equipo de reconocidos médicos locales, en condiciones de bajar al formato de documentación legal sus consideraciones profesionales respecto a esta realidad negada por las megamineras representadas por La Alumbrera.
Buscan dividir a los pobladores, basando sus estrategias en la credulidad e ignorancia que muchos de ellos padecen. El empobrecimiento, planificado desde hace décadas para debilitar voluntades, hoy está casi en su cenit. No faltan quienes piensan que es mejor vivir una vida corta y sin padecimientos, a una existencia miserable e inllevable. Las falsas promesas de La Alumbrera son el mejor de los testimonios que los andalgalences deben observar y no olvidar jamás. Solo 50 puestos de trabajo para una población de aproximadamente 20.000 habitantes. 50 puestos, casi inventados, para hacer frente a los reclamos de quienes habían confiado en que Andalgalá sería la Nueva York sudamericana.
Quienes fuimos en representación de Conciencia Solidaria, éramos duramente atacados por la mayoría de los periodistas que, pagados por La Alumbrera y Agua Rica, intentaban desesperadamente no quedar mal con sus patrones clandestinos. Sus argumentos eran débiles al igual que sus conocimientos acerca de lo que pretendían defender. A lo largo de una gran cantidad de entrevistas radiales que fuimos cubriendo los miembros de la delegación, estos siniestros traidores de su propio pueblo y vecinos fueron quedando en innegable evidencia. Los llamados de los oyentes, y el apoyo que el pueblo de Andalgalá nos brindaba en la calle, ofrecieron a estos cipayos la justa condena social.
Uno de sus principales argumentos era intentar señalarnos como «los foráneos o forasteros que veníamos a dividir Andalgalá». Ante esto siempre respondíamos lo mismo: Los foráneos que
dividen Andalgalá son las multinacionales canadienses, yanquis, inglesas, francesas, chinas, etc., que por medio de mega emprendimientos como Agua Rica, Pilciao 16, o la macabramente activa Bajo La Alumbrera, comprando voluntades generan el mosaico favorable a sus intereses.
Así y todo, y mal que les pese a los encargados de dirigir todo tipo de estrategias disgregadoras, la población de Andalgalá se ha removido del sopor al que la habían llevado tras décadas de estudiado demérito de sus patrones socio culturales y económicos. Han comprendido que durante un
extenso ciclo fueron víctimas de la aniquilación de aquello que tradicionalmente les había permitido subsistir dignamente, para tornarse destinatarias de un procedimiento hipnótico, mediante el cual les fueron impuestas la vergüenza racial, cultural y moral.
Más de 3500 personas le dijimos SI ALA VIDA y NO A AGUA RICA y LA MEGAMINERIA, el jueves 28 de enero de 2010, a las 21 hs, en la Plaza de Andalgalá. Fuimos llegando como hormigas. De a poco.
Se había decidido por votación, en Asamblea, en el mismo lugar donde el acceso a Agua Rica está cortado por los héroes del Algarrobo, dar dos vueltas a la Plaza y proyectar un combo de documentales. Fueron designados dos oradores, uno en representación de los Autoconvocados del Algarrobo, y otro por ONG Conciencia Solidaria. Fue una fiesta de libertad, determinación
y conscientización. La energía de la fraternidad disolvía el miedo atávico de un pueblo al cual le habían impuesto el silencio y la resignación sobre sus vidas y destinos.
Lucharán contra Pilciao 16 y las otras 271 minas otorgadas, que conforman un mismo paquete sobre Andalgalá y su periferia.
Seguirán luchando contra Agua Rica, manteniendo por tiempo indeterminado el corte de ruta hacia los Nevados del Aconquija, allí, desde el centenario algarrobo.
Seguirán tanto los caminos de las acciones populares, como de aquellas otras que deben transitarse por los pasillos inestables de la justicia; bajo formato de Recurso de Amparo, como ya lo han concretado, solicitando la «prohibición de no innovar» y la «cesación definitiva» con relación al
emprendimiento de Agua Rica; 43 fojas de puro sentido común y amor a la vida.
Seguramente, si esta difícil lucha contra la megaminera Yamana Gold INC desemboca en merecida victoria popular, vendrán otros proyectos de la mano de alguna de las tantas fusiones empresariales del saqueo. Andalgalá lo sabe, y entiende que solo un cambio genuino y efectivo sobre la actual
legislación ofrecida por el código de minería vigente, así como una urgente ley de protección de glaciares y ambiente periglacial, permitiría a ese pueblo, y a todos los pueblos de nuestro territorio nacional, dar por terminada la persistente pesadilla.
Mientras tanto, allí están andalgalences como Sergio Martínez, Aldo Flores, y otros tantos pioneros, con semejantes condiciones y determinación, para defender lo que no defienden ni custodia, nuestros gobernantes. Allí se agiganta de a poco Andalgalá toda, portando la levadura que Juan Chalimín
ocultó en cada cerro, vertiente y quebrada, para que sus hermanos pudieran dar con ella y utilizarla en el momento necesario. Con la excepción, claro está, de aquella impenetrable dimensión, desde la cual la siesta de Andalgalá ofrece una tregua. Donde mirando el Aconquija se vuelve inexplicablemente irreal forzarse a creer que uno está allí para clamar por el derecho de que toda aquella belleza y armonía no sean destruidas. Duele, decíamos al principio de esta nota. Que el dolor sirva, transformado en estimulante verdad, para que los pueblos no se duerman olvidando sus
destinos hacia el único y glorioso destino.
Que sirva el dolor, hecho coraje, para que, a la hora justa, las manos no tiemblen acariciando la acción de aquellas decisiones que socavarán, frente al infame, al saqueador, sus inescrupulosas defensas.
Conciencia Solidaria, ONG Interprovincial