En defensa de uno de los sitios sagrados más importantes para los indígenas de México y el mundo, Wirikuta, lugar donde para los wixárikas (huicholes) de Jalisco, Nayarit y Durango “nació el sol por primera vez”, se realizó aquí el foro El agua en el desierto Catorce hacia el 2030, una revisión “a partir de la ciencia y los saberes locales sobre la situación actual y futura del agua” en este municipio, sobre todo a la luz de la batalla contra 78 concesiones mineras otorgadas por el gobierno federal sobre las 140 mil hectáreas que abarca este espacio ritual.
El evento reunió a unos 150 indígenas wixáricas, campesinos mestizos ejidatarios de la sierra, ecologistas, especialistas en diversas disciplinas científicas y a integrantes de organizaciones sociales, que en una maratónica sesión escucharon una veintena de exposiciones analizando los retos para la conservación de Wirikuta, los proyectos extractivos de agua -no sólo mineros sino también agroindustriales-, el impacto de los contaminantes mineros en las cuencas hidrológicas regionales, el uso de plaguicidas…
Asimismo una revisión de la situación de especies como el águila real, que está en peligro de extinción, de la flora en la sierra del Catorce, una de las más ricas del mundo en cactáceas, la importancia del peyote o jícuri, que se da en esta región y tiene un uso ritual entre los wixárricas, como medicina patrimonio de la humanidad, los efectos del cambio climático y sus efectos en Wirikuta y la situación de los derechos humanos en el marco de la crisis climática, además de la violación a los derechos humanos en los campos agrícolas del bajío de San Luis Potosí, que afecta a decenas de miles de migrantes nacionales, sobre todo indígenas, muchos menores de edad.
Wirikuta fue incorporada en 1988 por la UNESCO a la red de Sitios Mundial de Sitios Sagrados Naturales, lo cual no fue obstáculo para el otorgamiento de las mencionadas concesiones mineras, entre los principales el Proyecto Universo en la zona del bajío, en la sierra La Luz, Tierras Negras en Coronados y más al sur La Maroma, de Frisco, empresa del magnate Carlos Slim. A raíz de la fuerte movilización social, tanto nacional como internacional que esto produjo, la Secretaría de Energía “informó que Wirikuta no se vende” y estableció una Reserva Minera Nacional.
Sin embargo, indicó Christian Chávez, de la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI), en la reunión donde se informó eso se excluyó a los wixárikas de Wirikuta y la sorpresa, cuando se analizan los límites de la dicha reserva, es que “las cinco concesiones mineras se dejaron intactas”. Explicó que el Proyecto Universo planea hacer una red de túneles en la sierra y el del bajío explotación a cielo abierto en hoyos más grandes que una cancha de futbol.
Eso destruiría los ciclos hidrológicos, los manantiales sagrados de donde depende la totalidad del pueblo Wirrárika, “en su momento se denunció la falacia de la Reserva Minera Nacional”, apuntó, subrayando que en todo caso son los propios pueblos indígenas los que en su momento puedan tomar la decisión sobre si aceptan los proyectos mineros mediante consultas previas, libres e informadas.
Añadió que en todo el bajío de Wirikuta se cancelaron las concesiones mineras, las 78 están bajo suspensión temporal “pero sin ninguna garantía” porque sigue vigente por ejemplo el de La Luz, que hace dos años empezó a producir división en El Catorce, y sigue La Maroma para extracción de oro y plata del grupo Frisco.
Comentó que además se supo que “se bombardearon las nubes con yoduro de plata para que no lloviera” y de esa forma facilitar que las mineras compraran la tierra improductiva a los campesinos. Aseveró que ha habido “estrategias de imposición y cooptación de líderes comunitarios, intimidación y amenazas… mentiras descaradas a los pueblos del desierto y al pueblo wixárica para crear división… para hacer parecer la diversidad como distancias irreconciliables… en la radio le dicen a la gente que todo el pueblo (de El Catorce) quiere la minería y sçólo unos huicholes locos no la quieren”.
Mencionó que la Comisión de Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en el amparo que se interpuso respondió cuestionando quiénes son las autoridades wixárikas para defender la tierra en Wirikuta, que se “manipula la información y las consultas” sobre el proyecto La Maroma de Slim, por lo que es necesaria la acción unitaria del pueblo wixárrika y la sociedad civil organizada para garantizar la integridad de Wirikuta.