En Capulálpan, representantes de Mesoamérica coinciden en daños irreversibles al medio ambiente, afectaciones a la salud, violencia e ilegalidad.
Los tiros y socavones de la Mina Natividad fueron por décadas un panteón en Capulálpam de Méndez. Los pocos cuerpos que podían rescatar salían en “pedacería”, recuerda una abuela de esta comunidad zapoteca enclavada en la Sierra Juárez de Oaxaca.
“Acá todos morían jóvenes a causa de ese trabajo”, por enfermedades, accidentes o porque se los tragaba la tierra al tiempo de buscar oro en los túneles. Oro que se extrajo durante dos siglos y que no sacó al pueblo de la miseria. “Los que se hicieron ricos no eran ni mexicanos”, afirma Elia Arreorúa, hija de un minero que “dio su vida” a la empresa Natividad a cambio de unos centavos que alcanzaban apenas para “mal comer…, no alcanzaba ni para calzarse”.
Al final de la jornada, los vigilantes esculcaban a los trabajadores y husmeaban hasta en su comida para asegurarse que su torta no escondía pepitas de oro. Les pagaban una parte con comida de una cooperativa (que en realidad era como una tienda de raya), les restaban impuestos y lo que restaba del salario “no alcanzaba ni para que nuestros padres nos mandaran a la escuela…, era pura esclavitud”, agrega Elia.
Tantos años de explotación secaron además 16 veneros y “todo eso no lo olvidamos es lo que nos mantiene firmes”, afirman las autoridades tradicionales y municipales, para rechazar la reactivación de esa mina, que desde 2005 quiere explotar la empresa canadiense Continuum Resources con la Mina Natividad, en un nuevo polígono de 700 hectáreas donde se cree que el oro está casi al ras de la tierra.
Capulálpam de Méndez fue la sede del Encuentro de Pueblos de Mesoamérica “Sí a la vida, No a la minería”, que se realizó del 17 al 20 de enero y al que acudieron representantes de 50 comunidades en defensa del territorio en países como México, Canadá, Honduras, El Salvador y Guatemala.
“Nuestra organización comunitaria es nuestra fortaleza…, y no es casual que defendamos nuestros bosques, nuestra agua, nuestro territorio… Nuestra memoria de hoy es la que viene de una larga trayectoria de dolor y reflexión. El pasado es nuestro presente vivo”, asegura Salvador Aquino, autoridad del pueblo que tiene cargo honorario de acuerdo con los usos y costumbres de este pueblo zapoteca.
No es broma cuando dicen que todo el pueblo rechaza la mina. De otra forma no habrían tenido capacidad de organizarse para dar hospedaje y alimentos a 480 asistentes.
Alrededor de 40 o 50 mujeres picaban zanahorias, molían frijoles, envolvían carne en hojas de maíz o echaban canela al café, para repartir los alimentos puntualmente a las 7.30, a las 15:00 y a las 19:00 horas, actividad a la que ayudaban los policías: a veces repartían comida, a veces mezcal, mientras cuidaban a todo el pueblo.
Todo ello mientras en el Encuentro se hablaba sobre el modelo extractivo de la megaminería en toda Latinoamérica, sobre el panorama legal que favorece a esta actividad y sobre las distintas experiencias de resistencia y la historia de los defensores que han sido asesinados.
Los asistentes de regiones violentas de México, Guatemala y Honduras, o que han sido reprimidos por resistir a proyectos mineros, no creían lo que veían: policías en defensa de su propio pueblo.
“Los policías son muy respetados en Capulalpám”, dicen prácticamente todos. La justificación es que todos los cargos los designa la comunidad y eligen a los mejores perfiles.
En el foro se analizó el modelo económico basado en el despojo y la extracción de minerales, agua, bosques, petróleo, aire, gas, carbón; y se emitió una declaratoria en la que hacen un llamado a los pueblos y comunidades de Mesoamérica para fortalecer las redes de resistencia y las alianzas “basadas en los saberes”, donde la defensa del territorio constituye la base de la articulación.
Alemanas, 32 por ciento de mineras
La megaminería se inserta en un modelo extractivista, argumentó Alejandro Villamar, de la Red Mexicana Frente al Libre Comercio, en el arranque del Encuentro.
Lo anterior significa “un proceso” en la forma de hacer y consumir, basados en la extracción, “el robo”, la desposesión, el daño sin medida de las materias primas. “Es un modelo que llega a arrebatar incluso la cultura, el agua, la salud del pueblo, la alegría…”.
La relación colonial de la minería en América Latina tiene más de 500 años. La diferencia es que ahora la tecnología permite extraer grandes cantidades.
El también integrante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) lo ejemplifica con el siguiente dato: en un siglo se pasó de extraer un millón de toneladas a 35 mil millones de toneladas de minerales. “En poco tiempo hemos extraído 20 mil veces más que en el pasado”.
En este modelo, 60 por ciento de lo que se extrae en el mundo son minerales y 30 por ciento son bosques, “pero en todo esto también se arrasa con lugares sagrados, la salud de los pueblos, la cultura y una serie de elementos importantes para los pueblos pero que para las empresas no tienen un valor de cambio y por eso no les importan”.
En Mesoamérica se extraen 100 mil millones de toneladas anuales de minerales (apenas el 10 por ciento es en Centroamérica) y la mayor parte es oro que extraen empresas canadienses.
“Pero hemos detectado que de las más de 10 mil empresas mineras, 32 por ciento tiene su registro en Alemania; 25 por ciento en Estados Unidos y el 16 por ciento solo en Canadá. Luego le sigue Australia, Inglaterra…. Esto significa que nos enfrentamos al capital trasnacional que sus casas matrices están en la vieja división del imperio: Estados Unidos e Inglaterra, con sus colonias, y Alemania por el otro lado. Son datos de Bloomberg (compañía que ofrece información financiera)”.
Este auge minero en América Latina ha provocado, a la vez, decenas de pueblos y comunidades que se declaran en resistencia al despojo de su territorio.
Gustavo Castro Soto de la Asociación Civil Otros Mundos, considera que este modelo extractivista industrializado, se basa en disminuir costos y obtener más ganancias. “Busca extraer de forma acelerada, incorporando precio y dueño a la naturaleza, y evita asumir costos, reparar, mitigar, consultar e informar a los afectados”.
Por eso es que a este proceso conocido como acumulación por despojo, “yo le diría que es acumulación por robo, para poner énfasis en el sujeto que se lleva minerales, agua, árboles, que desplaza, pero también se llevan vidas (por los asesinatos de defensores que se oponen a estos proyectos), felicidad, siembran miedo, rompen y dividen a las comunidades… por eso llegar a Capulálpam es un oasis, porque a pesar de las presiones siguen teniendo unidad”.
El también integrante de la REMA mencionó que el reto es construir alternativas a los mega proyectos mineros y que la experiencia muestra que lo más importante es la prevención, evitar que entren las minas, porque si aceptan, “luego es muy difícil echarlos”.
Minería violenta
En Valle de Siria, Honduras, la empresa, según testimonios en el encuentro, Goldcorp contaminó y eliminó fuentes de agua de la región, desapareció montañas, alteró el ciclo hidrológico, echó al aire metales pesados y sustancias tóxicas, y dejó en la población enfermedades de la piel, los ojos, caída de pelo, picazón en el cuerpo, abortos, infertilidad, partos prematuros, defectos congénitos…
Daños a la salud por Goldcorp en Honduras según el sitio de internet http://www.movimientom4.org/
El doctor Juan Armendáriz documentó la grave problemática de salud que se acumuló en más de 10 años. Luego le pidieron que acudiera a Carrizalillo, Guerrero, donde la misma empresa extrae oro. El médico se sorprendió ya que encontró problemas de salud que se habían presentado en cinco años y que en Honduras se habían manifestado después de 10 años de actividad minera.
En Guatemala, el panorama era similar. Por ello, en julio de 2012, el Tribunal Popular Internacional de Salud determinó que había una alta coincidencia entre las diferentes denuncias sobre el comportamiento sistemático de esta empresa y que sobre su deliberada actuación para no garantizar los derechos de los pobladores.
Juan Armendáriz también asistió al Encuentro de Pueblos de Mesoamérica y planteó cómo los territorios están recolonizándolos.
“Soy de una de las zonas más violentas del mundo y vengo a México, un país también donde dicen que hay guerra. Se habla de la inseguridad del narco, de las pandillas, pero nunca se dice que también son violentas las empresas que instrumentan la tecnología para invadir a los pueblos. La minería es violenta, ponen batallones a su servicio, matan a defensores, los meten a la cárcel, desplazan comunidades… Lo que vivimos es una guerra contra nuestros pueblos para apoderarse de nuestros territorios. Hay sitios de Brasil de donde sacan plomo y luego se las regresan como balas”.
El doctor ha atendido a personas con rostros deformados por los químicos de las minas, “y luego dicen que eso no es una enfermedad, ¿no creen que alguien manchado no se siente afectado en su dignidad. En Carrizalillos ya se ven muchas malformaciones congénitas”.
Después de escucharlo, algunas mujeres de Capulápam comenzaron a hacer memoria de que ahí también habían tenido enfermedades de ese tipo.
“Acá la gente moría muy joven, había muchos problemas en la piel, se morían de la tos, los pulmones, había partos prematuros… ahora pienso que pudo ser por los desechos de la mina en los ríos y mantos acuíferos”, reflexiona Cecilia Asunción, mientras pica nuez y melón para el agua de horchata para 500 personas.
Y aunque nunca se tuvo una investigación como tal, los viejos de este Pueblo Mágico pidieron desde 2005 que se reflexionaran los impactos que dejó la Mina Natividad en 200 años de actividad. Todos concluyeron que no quieren más hombres que pierdan la vida en la mina y que hay riesgo de perder los veneros que abastecen a la población.
“El agua es lo que más nos preocupa porque esta mina es a cielo abierto y puede afectar más que la que tuvimos, con túneles por todos lados. No queremos que nuestros hijos se queden sin agua”.
Los viejos de Capulálpam de Méndez insistieron desde 2005 en que se reflexionara sobre todos los impactos que dejó la Mina Natividad. “Nos actualizamos”, dice otra mujer, y entonces fue que el pueblo entero decidió que no permitirán que saquen oro que “no sabemos ni quién lo disfruta”.
Francisco Rocael, de una población en Guatemala donde también hay presencia de Goldcorp, insistió en que no es el modelo de vida que quieren, que la madre tierra no es una mercancía y que lo que defienden es la vida.
“La minería es como sacarle sangre a nuestra madre. Nosotros no queremos eso”, agregó Pascual Martel, también de Guatemala.
La Memoria Auditiva del Encuentro puede escucharse AQUÍ
Declaratoria final
Por Alejandra Guillén.- Representantes de distintos pueblos de Mesoamérica exigen que se cambie el modelo económico y político actual que permite la depredación de los territorios, y que se cancelen tanto las concesiones como los proyectos mineros donde las comunidades están en desacuerdo con el modelo extractivista.
Lo anterior aparece en la declaratoria que se emitió al finalizar el Encuentro de Pueblos de Mesoamérica “Sí a la vida, no a la mina”, que se realizó del 17 al 20 de enero en Capulálpam de Méndez, en la Sierra de Juárez de Oaxaca, comunidad que también resiste a la reactivación de una mina de oro por parte de empresas canadienses.
El documento también pide que se respeten los procedimientos de consulta comunitaria, “que constituyen una práctica ancestral de los pueblos para la participación y toma de decisiones, asimismo que sus resultados sean considerados vinculantes”.
Durante el Encuentro se abordó la problemática de El Salvador, que reside fundamentalmente en la contaminación que emana de minas que se encuentran en Guatemala, por lo que también se exige la necesidad de generar mecanismos para garantizar que los territorios fronterizos estén libres de proyectos mineros y evitar conflictos binacionales.
En Capulálpam se hizo un homenaje a los defensores que han sido asesinados por oponerse a proyectos mineros, como Alberta “Bety” Cariño, quien era integrante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería; Mariano Abarco, quien se oponía a mina en Chicomuselo, Chiapas; Bernardo Vásquez y Bernardo Méndez, ambos rechazaban la incursión de una minera canadiense en San José del Progreso, Oaxaca; y Ismael Solorio Urrutia y su esposa Manuela Martha Solís Contreras, quienes se oponían a la instalación de la minera El Cascabel en el ejido Benito Juárez, en Chihuahua.
Por ello, la declaratoria también incluye justicia para los que han sido asesinados, criminalizados, amenazados y agredidos en la región de Mesoamérica.
La postura de prácticamente todos los pueblos, comunidades, organizaciones y redes que participaron en este foro fue de rechazo a la imposición del modelo extractivista, especialmente a los proyectos de megaminería impulsados por empresas de países como Canadá, Estados Unidos, China.
“Nuestra riqueza no se mide por la cantidad de minerales producidos, sino por nuestra propuestas de organización, políticas, sociales y culturales, y las agresiones en contra de nuestros pueblos nos producen una herida profunda”.
En el Encuentro también se discutieron algunas preocupaciones, como lo que incluye el Pacto por México sobre minería; la propuesta de Ley Minera que realizó la Cámara Minera de México, la iniciativa que dejó Felipe Calderón para privatizar la propiedad ejidal; y la propuesta de reforma al 1 constitucional para eliminar la homologación de las leyes mexicanas y los tratados internacionales.
—
Demandas en la declaratoria de pueblos de Mesoamérica contra la minería
Las demandas puntuales que incluye la declaratoria son:
*La cancelación de proyectos mineros en Capulálpam de Méndez y en los valles centrales de Oaxaca (en especial en San José del Progreso).
*Alto a la violación de derechos humanos por parte de la minera canadiense Excellon Resources Inc. a ejidatarios de La Sierrita y trabajadores de la sección 309 del Sindicato Minero en Durango.
*Solución a las agresiones que han recibido los integrantes de la Coordinadora para la Defensa de los Recursos Naturales del Valle de Tlacolula.
*Cancelación del proyecto hidroeléctico Paso de la Reina.
*Justicia para el pueblo triqui, Bety Cariño, Jyri Jaakkola.
*Y denuncian las amenazas de muerte contra Carlos Beas, Bettina Cruz, Rodrigo Flores y Saúl Celaya
{youtube}JII35SOM7FY{/youtube}