La industria y la minería son importantes fuentes de contaminación del agua en América Latina y el Caribe, con el inconveniente adicional de que la generan en algunas cuencas ocasionando graves problemas de salud pública, advierte un estudio reciente de la Comisión Económica para América Caribe y el Caribe (Cepal) sobre la seguridad hídrica de la región.
Cada año son extraídos 290 mil millones de metros cúbicos de agua en América Latina y el Caribe para uso doméstico y productivo, cantidad equivalente al 2.2 por ciento de los recursos hídricos disponibles, precisa. La agricultura de riego concentra 70 por ciento del total de agua extraída, otro 19 por ciento corresponde a las actividades de uso doméstico y el 11 por ciento restante se destina a las actividades industriales y mineras.
Si bien las actividades domésticas y agrícolas generan más contaminación que la industria y la minería, el estudio de la Cepal advierte los antecedentes disponibles muestran que la mayor parte de las aguas residuales industriales se vierten al ambiente “sin tratar” . Provienen principalmente de la agroindustria, la extracción de petróleo y la minería, y en éste último caso de la extracción de plata, oro y cobre, sostiene el organismo, además de que esa contaminacion “presenta el inconveniente de localizarse en forma concentrada en ciertas cuencas, generando graves problemas ambientales y de salud pública”.
La Cepal destaca que por ser una actividad que durante siglos se ha desarrollado en el continente sin ningún control ambiental, la minería ha dejado sedimentos contaminados “que se incorporan al ciclo hidrológico, contaminando aguas superficiales y subterráneas”.
Ni siquiera la modernización y tecnificación de la minería a gran escala ha erradicado esos problemas de contaminación pues la investigación puntualiza que se mantienen e incluso señala que “con frecuencia, las regulaciones ambientales también generan problemas de contaminación ambiental”.
La contaminación en los proyectos mineros, detalla, está asociada a la liberación de componentes químicos utilizados en las faenas (como el cianuro y el mercurio) así como la lixiviación, es decir cuando se trata un mineral con un disolvente para separarlo de otros compuestos. Así ocurre, por ejemplo, con los sulfatos, el arsénico y el molibdeno que se utilizan para extraer el cobre y que genera un fenómeno llamado “drenaje ácido”, porque las aguas que se devuelven al medio ambiente contienen elevada acidez.
Como ejemplo de la contaminación que la industria y la minería generan en el agua en la región, la investigación señala que el problema “se puede ilustrar con el caso de México”, donde desde finales del siglo pasado y la primera década de éste “la carga orgánica de tipo biodegradable descargada al ambiente, por los municipios disminuyó en un 16 por ciento debido a la expansión del tratamiento, mientras que la correspondiente al sector industrial prácticamente se duplicó, con el resultado de que la descarga total de contaminación orgánica aumentó en un 45 por ciento”.
El estudio, titulado Desafíos de la seguridad hídrica en América Latina, puntualiza que se debe regular adecuadamente la industria y la minería modernas, con especial atención en las áreas de mayor concentración y los países de la región deben desarrollar programas en el mediano plazo para recuperar paulatinamente los pasivos ambientales, teniendo en cuenta los criterios de costo – efectividad pues advierte que “muchas veces se trata de situaciones cuya corrección presenta costos extremadamente elevados”.