30 de diciembre de 2011
José Adán Silva
Históricamente zona ha prestado condiciones para refugio de bandas, guerrillas y narcos. Siuna es una de los tres poblados que integran el llamado Triángulo Minero, en el corazón de la RAAN. La zona ha sido históricamente olvidada. Foto: archivo
La zona del Triángulo Minero de Nicaragua, que comprende una vasta región de montañas y selvas de difícil acceso, demanda una mayor atención institucional de las autoridades centrales para frenar el desarrollo de organizaciones criminales que puedan amenazar la seguridad ciudadana de la región, estimó el ex subdirector general de la Policía Nacional, Francisco Bautista Lara.
Según el experto en temas de seguridad ciudadana, las recientes acciones violentas que han afectado a la región y provocado al menos seis muertos y heridos a manos de grupos armados, deben interpretarse como un mensaje de alerta ante la presencia de nuevas o viejas formas delictivas que se creían bajo control desde finales de los años 90, cuando se exterminó a grupos delictivos organizados inicialmente bajo banderas políticas.
“El Triángulo Minero (municipios de Siuna, Rosita y Bonanza) y en general las Regiones Autónomas del Atlántico Norte y Sur (RAAN y RAAS), son dos territorios nicaragüenses extremadamente amplios, que desafortunada e históricamente, han sido insuficientemente atendidos por las instituciones públicas y por la organización”, observó.
Según Bautista Lara, quien ha fungido en algunos momentos como consultor en temas de seguridad para Naciones Unidas, en esos territorios la presencia de seguridad policial y militar es relativamente baja por la gran extensión territorial, pero además en la prevención del delito influyen otros factores que impiden una mayor comunicación y comprensión cultural de la población autóctona.
Región culturalmente incomprendida desde el Pacífico
“Esta ha sido una zona incomprendida desde la visión cultural de las autoridades del Pacífico desde los años 70, en los 80 y desde antes; en la década de los años 90 iniciaron ahí las bandas armadas después de la guerra, los rearmados, los recontras, los recompas, los revueltos, etcétera”, rememoró.
“Eran grupos que inicialmente tenían planteamientos políticos por incumplimientos de acuerdos de desmovilización, demanda de tierras y recursos, más otros aspectos políticos, pero en el corto plazo, dos o tres años, se convirtieron en típicos grupos delictivos, tanto que empezaron a secuestrar, a asesinar civiles, a asaltar, a atacar a patrullas policiales”, recordó Bautista Lara.
Para el exjefe policial las acciones violentas denunciadas y reportadas por las autoridades policiales y militares en las últimas dos semanas, son de carácter estrictamente delincuenciales.
“A mí no me cabe duda que estas acciones de violencia que se han manifestado allá, y que algunas puedan tener un planteamiento político en el slogan, la verdad es que son de naturaleza estrictamente delictivas, no hay ahí una organización política que argumente otra cosa, no hay un planteamiento ideológico sistemático y claro que pueda demostrarse, simplemente son grupos delictivos…”, estimó.
En ese sentido, precisó que la acción de las autoridades de seguridad deben ser las establecidas antes de que las bandas se organicen a estructuras de mayor peligrosidad. “Me parece que estos grupos tienen que ser abordados como tales, es muy fácil que estos grupos delictivos se vinculen a grupos dedicados al abigeato, al narcotráfico, a asaltantes y eso es lo que hay que evitar, que se organicen estas bandas, evitar que se vinculen a otras organizaciones que las hagan expandirse y convertirse en grupos muy complejos de operaciones delictivas”, observó.
No obstante, aconsejó que a la par de una campaña de seguridad de la Policía y el Ejército, desde el punto de vista institucional debe aumentarse la presencia del Estado en la zona, para incidir en la población a ver las bandas “como lo que son, delincuentes, no como héroes políticos o guerrillas abanderadas de una causa X, porque no es real y es peligroso”.
Historia de guerra y crimen
El Triángulo Minero, por sus condiciones geográficas, así como por el abandono estatal y lejanía rural, históricamente ha engendrado movimientos guerrilleros, ha abrigado a bandas delincuenciales, ha sido escenario de guerra y últimamente es amenazado por la presencia del crimen organizado.
El ex comandante de la Revolución y ex miembro de la Dirección General del FSLN, Henry Ruiz, operó en esas zonas como guerrillero desde mediados de los años 70 en la guerra civil contra la dinastía de la familia Somoza.
Recuerda que dada las condiciones climáticas (lluvias todo el año), las extensas y agrestes selvas y el terreno irregular de montañas, vaguadas profundas, abismos, cuevas y ríos por doquier, el sitio fue el refugio ideal para el movimiento guerrillero.
A ello agrega el factor más importante de la zona: la colaboración de la población ante el olvido de las autoridades del Pacífico.
“Desde aquellos años, hasta la fecha, el Triángulo Minero ha sido un bastión social de rebeldía que las autoridades no han logrado atender y mucho menos entender. En aquellos tiempos la gente colaboraba con grupos guerrilleros, ahora el riesgo es que colaboren con los narcotraficantes que han ingresado desde Sudamérica en la ruta de las drogas hacia Estados y México”, advirtió.
Solo el municipio de Siuna, el mayor del Triángulo y donde se han reportado la mayoría de incidentes violentos, posee una extensión de 3,548.11 kilómetros cuadrados para una población de 83,115 habitantes.
Ubicada a 318 kilómetros al noreste de Managua, capital de la República, Siuna colinda al Norte con el Cuá-Bocay y Bonanza, al sur con Prinzapolka y Mulukukú; al Este con Rosita y Prinzapolka y al oeste con El Cuá y Waslala.
Todas las periferias del municipio son de características geográficas montañosas, selváticas y de difíciles o nulas vías de comunicación para patrullajes o supervisión militar.
Eso le valió en diciembre de 1987 a las Fuerzas de la Resistencia Nicaragüense tomar militar y simultáneamente los poblados de las Minas, Siuna, Bonanza y Rosita, en una maniobra a gran escala denominada Operación Olivero, durante la guerra civil entre Contras y sandinistas.
“Dos factores incidieron en el éxito de esa operación: la geografía de la zona permitió el desplazamiento y avance de la Contra a través de la selva sin ser detectada por el Ejército Sandinista y la colaboración del campesinado y la población local al movimiento de Resistencia”, rememora el ex comandante Contra Luis Fley, alias “Johnson”.