Uno de los principales retos que tenemos los guerrerenses es diversificar nuestra economía, pues está muy concentrada en el llamado sector terciario o de servicios, particularmente el turismo, de donde proceden 80 por ciento de los 165 mil millones de pesos del Producto Interno Bruto (PIB), es decir el valor de nuestra economía: los bienes y servicios que producimos. Pero una de las limitaciones de poner todos los huevos en la misma canasta es su concentración en tres de los 81 municipios: Acapulco, Zihuatanejo y Taxco, aunque tenemos un enorme potencial en nuestros más de 500 kilómetros de litoral, es decir en los municipios de Coyuca de Benítez, Benito Juárez (San Jerónimo), Tecpan, Petatlán y La Unión, en la Costa Grande; y San Marcos, Florencio Villarreal (Cruz Grande), Copala, Marquelia y Cuajinicuilapa, en la Costa Chica.
La generación de más empleos nos urge; por eso es esencial que se busquen nuevos derroteros económicos, y uno de ellos es la minería. La relevancia que esta industria tiene está a la vista, ha desplazado al turismo como una de las principales actividades generadoras de divisas en nuestro país al ubicarse en el cuarto lugar después de la industria automotriz, el petróleo y las remesas, con más de 22 mil 526 millones de dólares, más del doble que la industria sin chimeneas, que se estancó en 11 mil 663 millones de dólares en 2011. Durante este año, el sector minero invertirá más de 7 mil 647 millones de dólares, que es 36 por ciento más que en 2011. En la actualidad, esta rama de la economía se ha consolidado como la gran empleadora en México, ya que ha generado a junio de este año 328 mil empleos directos y un millón 600 mil indirectos. Hoy México está constituido en el cuarto lugar mundial en inversiones mineras.
Hasta hace ocho años, la minería era una industria poco trascendente en la economía mundial, pero a partir de 2004, el creciente apetito de China –ahora la segunda potencia económica del planeta– por los minerales que abastezcan a sus industrias, entre ellas la de la construcción, ha propiciado que los precios de la plata, el oro, el cobre, el níquel y el hierro se incrementaran tanto que lograron máximos históricos sin precedentes. En este contexto, ha sido América Latina la región más importante, que ha dado lugar a que las empresas multinacionales aceleren sus proyectos de exploración y producción. México tiene 15 de estos importantes proyectos, localizados señaladamente en comunidades indígenas, y Guerrero podría verse beneficiado con algunos de ellos, y para obtener mayores logros será esencial exigir a estos inversionistas, entre otras cosas, que paguen más impuestos, mejores salarios –aunque ahora se pagan sueldos 35 por ciento por arriba de la media nacional–; que los pobladores de estas regiones, organizados en cooperativas, puedan también obtener mejores ingresos al participar en la explotación de estos recursos que ofrecen sus tierras. No menos importante será preservar el medio ambiente y tomar las medidas adecuadas en los yacimientos a cielo abierto, por la degradación que causan el uso de agua, cianuro y arsénico. Hasta el 30 de junio se expidieron en México 463 títulos de concesión minera, que amparan una superficie de 1.06 millones de hectáreas, para tener un saldo 25 mil títulos de concesión vigentes; la riqueza geológica del país lo permite.
En este tema, la actitud del gobierno el estado ha sido prudente, y el secretario de Desarrollo Económico, Enrique Castro Soto, ha expresado que las autoridades serán respetuosas de la decisión que tomen los pueblos que se oponen a la instalación de empresas mineras, como sucede en las regiones de La Montaña, Costa Chica, Tierra Caliente y Norte. En Guerrero hay 600 concesiones mineras, pero sólo nueve o 10 de ellas son relevantes; hay inversión nacional y extranjera, que proviene básicamente de Canadá. El gobierno estatal simpatiza con los proyectos siempre y cuando las comunidades estén de acuerdo. Al respecto, Castro Soto ha expresado que primero se sostengan pláticas, se proporcione la información necesaria y los habitantes estén de acuerdo; y, por otro lado, se preserve el medio ambiente y se beneficien económicamente los guerrerenses.
Ojalá que estas concesiones y proyectos mineros se concreten y no se desaprovechen, como ha sucedido con otras inversiones importantes, entre ellas La Parota y de la industria automotriz, pues requerimos empleos urgentemente, y ésta es una opción que por su creciente relevancia mundial no debe desdeñarse.