08 de Mayo de 2012
La catástrofe de Fukushima para los 54 reactores, que producían el 30% de la electricidad. Japón sigue dando argumentos a los enemigos de la energía nuclear.
Tokio ha desconectado hoy el reactor 3 de la nuclear de Tomari, el último de los 54 del país, que antes del desastre de Fukushima producían un 30% de la electricidad del país. El reactor de Tomari debía dejar de funcionar a las dos de la tarde en España (23.00 en Japón).
Coincidiendo con este cierre, diversos grupos antinucleares se han manifestado hoy en el centro de Tokio para celebrar el apagón y expresar, como en ocasiones anteriores, su rechazo a este tipo de energía.
La oposición de las prefecturas impide de momento poner en marcha las nucleares y la OCDE ya ha advertido a Tokio de que se enfrenta a un grave problema económico (pérdida de competitividad y aumento de las importaciones) y a la amenaza de apagones en verano si no comienza a conectarlos.
Tras el accidente de Fukushima, el 11 de marzo de 2011, que ha dejado miles de desplazados, Japón paró 17 reactores de la costa este del país. Algunos quedaron dañados por el tsunami, otros, como el de Hamaoka, estaban en zona altamente sísmica. Después, y conforme les llegaba el turno de las paradas de recarga de combustible, fueron apagando el resto, sin fecha de reinicio. La patronal nuclear de Japón anunció el mes pasado que el Gobierno ya tenía los resultados de las pruebas de resistencia de 16 reactores pero que aún no había decidido. Desde 1970, cuando el país tenía solo dos reactores, no se encontraba sin energía atómica. Japón era, tras Francia y EE UU, el tercer país más nuclearizado.
Tres delegaciones japonesas han visto en España el modelo de renovables
Luis Echávarri, director general de la agencia nuclear de la OCDE, detalló ayer por teléfono lo la situación: «Tradicionalmente en Japón son los prefectos los que aceptan o no los reactores. Y aunque muchos han superado las pruebas de resistencia, las autoridades locales se niegan a conectar de nuevo las centrales». Echávarri atribuye la situación a «la pérdida de credibilidad del Gobierno y de la industria nuclear».
El accidente de Fukushima sacó a la luz la estrecha vinculación entre las eléctricas y el Ejecutivo y la imprevisión en caso de tsunami. Además, había indicios previos. En 2007, un terremoto superó por más del doble las bases de diseño sísmico de la nuclear de Kashiwazaki-Kariwa. Nunca antes había sucedido en el mundo. En 2011, una réplica del gran terremoto excedió las bases de diseño de Onagawa.
Tras Fukushima, Tokio anunció que el Ministerio de Medio Ambiente (sin relación con la industria) pasaría a controlar la seguridad nuclear. Ese cambio legal debía estar listo en abril, pero sigue en debate, algo que no ayuda a dar credibilidad.
Para los ecologistas, el caso japonés es un ejemplo, un símbolo. «Es una demostración muy clara de que se puede vivir sin nucleares. Es solo una decisión política», afirma Carlos Bravo, de Greenpeace, que destaca el ahorro de energía que ha logrado Japón en solo un año.
El principal problema llegará en verano, cuando el país tiene la máxima punta de demanda eléctrica debido a los aires acondicionados contra el calor, sofocante, húmedo. En los grandes edificios de Tokio, por ejemplo, ni se pueden abrir las ventanas. El año pasado, el metro de la capital funcionó casi a oscuras y sin muchas escaleras mecánicas y los japoneses se embarcaron en un formidable ahorro en su vida diaria. Sin embargo, este verano puede ser peor, ya que hay menos nucleares y la producción industrial se recupera.
Al ser un archipiélago, no puede importar electricidad directamente del exterior, que es lo que ha hecho Alemania para suplir sus nucleares. Así que Japón ha sustituido la producción nuclear con la importación de gas licuado y carbón. En el último año (hasta marco de 2012), la balanza comercial del país mostró un déficit de 54.000 millones de dólares, y por primera vez desde 1980 registró un déficit comercial, principalmente por el aumento de la importación de combustibles.
Tokio ha lanzado también un programa de renovables (hasta ahora casi inexistente), pero aún tardará años. En los últimos seis meses tres delegaciones japonesas (del Gobierno, de la industria y de un instituto de desarrollo) han visitado España para conocer el sistema de primas españolas y el 17 hay previsto otro encuentro. Entre otros, los representantes japoneses se citaron con la Fundación Renovables.
«Conocían bien lo ocurrido en España con la eólica y la fotovoltaica y preguntaban con mucho interés», según un portavoz de la fundación. «Las renovables están muy bien, pero tardarán 15 años en tenerlas en marcha», aclara Echávarri.
El sector nuclear insiste en que aun con tres reactores en funcionamiento «si bien no se llegaron a producir apagones, la situación del país era crítica», según explica el Foro Nuclear en un correo. María Teresa Domínguez, presidenta del Foro, afirma en un comunicado: «Ahora se van a parar los reactores que seguían operativos para mantenimiento e inspección, y confiamos en que vuelvan a operar si las pruebas reflejan que son seguros, ya que Japón y especialmente Tokio necesita contar con la energía nuclear». Según el Foro, sin nucleares un 5% de la demanda eléctrica del verano no podrá ser cubierta en los picos de demanda.
El apagón llega en un momento delicado para la industria nuclear. Reino Unido, que lanzó un programa de construcción de reactores, ha visto cómo el consorcio de las alemanas RWE y E.ON se ha retirado y cómo GDF Suez y Centrica han pedido más garantías públicas para invertir en nucleares. Iberdrola —que mantiene una alianza con GDF— mantiene formalmente su apuesta.
Fuentes del sector consideran que es un problema de financiación en un momento de difícil acceso al crédito y en el que el gas no convencional se ofrece como una alternativa cada vez más barata para producir electricidad.
En Francia, François Hollande, favorito en las encuestas, ha prometido que en el próximo quinquenio cerrará la nuclear de Fessenheim. Se trata de la más antigua del país, aunque es seis años más joven que Garoña.
Estados Unidos construirá cuatro reactores, pero en Estados sureños, donde tienen garantizado el precio de la electricidad producida. En el resto la opción es alargar la vida útil hasta los 60 años e incluso se plantean ir más allá.